La muestra, titulada Cuban Cinema Under Censorship, pretende ser una antología de más de medio siglo de películas vetadas. Es colateral a la instalación Untitled (Havana 2000), de la artista cubana Tania Bruguera, que se exhibe allí desde inicios de febrero, y será clausurada con esta muestra de cine.
La selección de películas, curada por el crítico cubano Dean Luis Reyes, está encabezada por el que sigue siendo el momento fundacional de la interdicción desde el poder sobre los realizadores cubanos: PM (Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera Infante, 1961). La censura de este corto por el instituto de cine cubano dio lugar a la primera definición de política cultural de la naciente Revolución socialista, a cargo de Fidel Castro, quien dejó así definidos los márgenes de lo admisible dentro de la cultura y las artes en Cuba.
PM nunca sería exhibido públicamente en la Isla hasta 1994. Durante la edición número 16 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, se incluyó dentro de un programa titulado “Una mirada al cine cubano”.
Asimismo, Conducta impropia (Orlando Jiménez Leal, Néstor Almendros, 1983), si bien no fue producido en Cuba, sí resultó vetado en el país. Denunciaba la sistemática persecución y represión de la comunidad gay; así como de la intelectualidad “no ajustada” a las exigencias vigentes en Cuba durante la etapa inicial de la Revolución.
Mientras que en las décadas siguientes la censura en el cine nacional en general se ventiló al interior del ICAIC, principal productora del país, en el nuevo siglo, con la emergencia de un cine independiente de las instituciones y de los criterios editoriales del Estado, la lista de obras censuradas o invisibilizadas aumenta.
Seres extravagantes (Manuel Zayas, 2004) complementa la indagación de Conducta impropia dos décadas después, desde el documental, y Santa y Andrés (Carlos Lechuga, 2016) desde la ficción –esta última sufrió un veto estatal público, a diferencia de la mayoría de las realizaciones recientes.
Seres extravagantes, que fuera filmado de manera clandestina en Cuba y nunca exhibido allí, narra el proceso de marginación y represión de los homosexuales durante los 60 y los 70, a través de la biografía del escritor Reinaldo Arenas, contada por él mismo y por otros intelectuales y artistas que compartieron su vida y sufrieron la represión de un sistema que les adjudicó el nombre de “extravagantes”. Durante mucho tiempo, ninguno de ellos existió realmente, fueron no-personas.
Persona (Eliécer Jiménez, 2016), Nadie (Miguel Coyula, 2016), Crematorio (Juan Carlos Cremata, 2013), Despertar (Ricardo Figueredo, Anthony Bubaire, 2011) y El tren de la línea norte (Marcelo Martin, 2015) son solo algunas de las piezas, fundamentalmente del género documental, que han recibido vetos y padecido invisibilidad, debido a razones políticas, en la última década.
El tren de la línea norte nunca fue exhibido en Cuba, a pesar de participar en festivales de cine, como el Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana de 2015, el de Huelva, en España, y merecer el premio en su categoría en el Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara, Cuba, así como el Caracol, que entrega anualmente la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y de participar a través del ICAIC en el Havana Film Festival de Nueva York. El director nunca fue notificado oficialmente sobre las causas de su exclusión de las pantallas, pese a su interés por estrenarla.
Despertar es una aproximación a la vida de Raudel Collazo Pedroso, rapero cubano de “Escuadrón Patriota”, conjunto de hip hop que se ha caracterizado por su dura crítica al gobierno cubano. La película fue excluida de la Muestra Joven, que organiza el propio Instituto de Cine, “por no entrar en la política cultural del ICAIC”. El director de la Muestra, el cineasta Fernando Pérez, renunció a su cargo en 2012, tras manifestar su desacuerdo con esa decisión.
Hay además dos de las piezas que conforman la tetralogía Crematorio, que Juan Carlos Cremata comenzó a rodar en Cuba bajo la producción del Instituto de Cine, y que fuera paralizada, hasta que su director la terminó fuera de la Isla. Crematorio comenzó siendo una obra colectiva integrada por varios cuentos, pero tras la exhibición del primero en la inauguración de la Muestra Joven ICAIC 2013, el instituto prohibió su estreno.
Tradición
El interés del MoMA por la producción audiovisual cubana no es nuevo. En 1972, a raíz de la celebración en el cine Olympia de Manhattan de un festival de cine cubano auspiciado por American Documentary Films Inc., el MoMA solicitó exhibir en su sede un programa de los documentales allí participantes. Entre esos títulos estaban clásicos de la producción del ICAIC como Tercer Mundo, Tercera Guerra Mundial (Julio García Espinosa), Muerte al invasor (Tomás Gutiérrez Alea), Historia de un ballet (José Massip) y Now, 79 primaveras, Ciclón, entre otros, de Santiago Álvarez.
Más recientemente, el Documentary Fortnight del año 2013 organizó un programa titulado “Nuevos cortos cubanos”, en colaboración con Americas Media Initiative – Cuban Media Project (AMI-CMP). Y en 2014, como parte de un programa de cine latinoamericano, incluyó el largo Melaza (2013), del entonces debutante Carlos Lechuga.
El 16 y 17 de febrero de 2015 programó el largo documental Hotel Nueva Isla, dirigido por Irene Gutiérrez Torres y Javier Labrador, también dentro de la serie Documentary Fortnight, del Festival Internacional de Cine de No Ficción, que organizara la institución neoyorquina durante ese mes. Dentro de la serie “Nuevos cortos cubanos,” ese mismo año, los jóvenes realizadores Armando Capó y Ariagna Fajardo participaron en las sesiones del MoMA con una selección de sus obras.
Tampoco es la primera vez que el MoMA aborda esta clase de tema. En octubre de 2014 se hizo alli la muestra Spain (Un)Censored, donde se mostraron peliculas de directores que, durante el régimen de Franco, se las arreglaron para burlar la censura contando la historia que querían. Entre ellas estuvo el clásico Muerte de un ciclista, de Juan Antonio Bardem.