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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 08/03/2018 00:57 |
El verdadero origen del Día de la Mujer trabajadora no fue una matanza
En 1917, las mujeres rusas escogieron el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de «pan y paz». Aquel histórico domingo era 23 de febrero según el calendario juliano, que entonces se utilizaba en Rusia; sin embargo, según el calendario gregoriano, utilizado en otros lugares, era 8 de marzo
La verdad detrás del Día de la Mujer trabajadora
Sobre el origen del Día Internacional de la Mujer existe verdadera confusión sobre por qué se eligió tal fecha. Según el «Diccionario ideológico Feminista», de Victoria Sau, aquel día de 1908 «las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York llamada Cotton declararon una huelga en protesta por las condiciones insoportables de trabajo. El dueño no aceptó la huelga y las obreras ocuparon la fábrica. El dueño cerró las puertas y prendió fuego muriendo abrasadas las 129 trabajadoras que había dentro». En aquellos años, los salarios que recibían las mujeres eran inferiores en más de la mitad a lo que percibían los hombres y, de hecho, ambos compartían condiciones inhumanas en las tareas industriales. Una fecha perfecta para denunciar la injusticia, sino fuera porque aquel domingo de 1908 (extraño día para realizar una huelga) no se registró ningún suceso parecido en Nueva York.
Lo más parecido a esta tragedia ocurrió en la Gran Manzana, sí, pero tres años después. El 25 de marzo de 1911, la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist ardió de madrugada con centenares de mujeres que trabajaban en el interior de aquel edificio de diez plantas y que no pudieron escapar de las llamas porque los propietarios habían bloqueado todos los accesos para evitar robos en su interior. La dramática escena en el corazón de Manhattan conmocionó a la opinión pública y costó la vida a 146 mujeres. ABC describió a sus lectores de la época las escenas vividas como de «pánico horroroso». La mayoría de las víctimas eran jóvenes inmigrantes, de origen judío e italiano, que se ganaban precariamente la vida en el taller textil de la firma.
La tragedia sirvió para que las leyes estadounidenses comenzaran a recoger mejoras de la seguridad en el trabajo del sector industrial. Además, el sindicato Women's Trade Union League y el International Ladies' Garment Workers Union organizaron una serie de protestas contra esta tragedia, entre las que destacó el desfile funerario silencioso, que reunió a una multitud de unas 100.000 personas.
Aquella huelga sangrienta marcó así un antes y un después para el movimiento feminista. Sin embargo, la efeméride no tiene ninguna relación con el 8 de marzo. Es más, el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez ese año: ¡seis días antes de la tragedia! En la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, se había proclamado, a propuesta de Clara Zetkin, el 19 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. La propuesta se aprobó por unanimidad en la conferencia, que contaba con más de 100 mujeres pertenecientes a 17 países distintos, entre las que se encontraban las primeras tres mujeres elegidas al parlamento de Finlandia.
Borrar el carácter ruso del Día de la Mujer
En paralelo a la tragedia de Nueva York; Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza celebraron el 19 de marzo de 1911 el primer Día Internacional de la Mujer con una serie de mítines a los que asistieron más de un millón de personas exigiendo la igualdad con el hombre, derecho al voto, derecho al trabajo, derecho a ocupar cargos públicos, derecho a la formación profesional y a no ser discriminadas.
De tal modo que la razón de ser de la actual fecha del Día de la Mujer hay que buscarla en la Rusia revolucionaria. Las mujeres rusas celebraron una serie de actos de protesta el último domingo de febrero de 1913, en el contexto del movimiento pacifista que surgió en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Una iniciativa pronto imitada por otras mujeres de Europa para solidarizarse con las mujeres rusas. En 1917, las rusas escogieron de nuevo el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de «pan y paz». La caída del Zar y la llegada de un gobierno provisional concedieron a las mujeres el derecho al voto.
Aquel histórico domingo era 23 de febrero según el calendario juliano, que entonces se utilizaba en Rusia; sin embargo, según el calendario gregoriano, utilizado en otros lugares, era 8 de marzo. La jornada se convirtió a partir de entonces en el Día Internacional de la Mujer y fue asumida por el resto de Europa.
Así y todo, habría que esperar hasta 1977 para que la Organización de Naciones Unidas convirtiera esa fecha en el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, «para conmemorar la lucha histórica por mejorar la vida de la mujer». Un texto fundacional que apenas hace referencia a los sucesos vividos en Rusia en 1917. De ahí que autoras como Liliane Kandel o François Picq hayan defendido que la vinculación con la huelga sangrienta de Nueva York o con una remota manifestación ocurrida, supuestamente, un 8 de marzo de 1857 fueron creaciones mitificadas surgidas en plena Guerra Fría para eliminar el carácter ruso que en verdad tiene el Día de la Mujer.
ACERCA DEL AUTOR:
CÉSAR CERVERA; Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster ABC. Hoy, redactor en la edición digital del diario ABC, especializado en temas de Historia. Autor del libro «El Imperio de los Chiflados». Aprendí en Opinión.
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El machismo es el sistema
En los últimos tiempos se registran más de 60.000 feminicidios cada año en el mundo. Una huelga se justifica ante la injusticia y la desigualdad. Si las mujeres suman desigualdades e injusticias, deberían protagonizar una revolución.
El machismo, una opresión cotidiana "Ni una mujer menos, ni una muerta más". La frase, lanzada en 1995 por la activista y poeta mexicana Susana Chávez, se convirtió en el eslogan de las protestas contra los feminicidios en Ciudad Juárez, en un primer tiempo, y luego en todo México. En 2011 la propia Susana fue asesinada. Tenía 36 años.
Veinte años después, a mediados de 2015, en Argentina, el grito de hartazgo volvió a prender la mecha de las manifestaciones que se sucedieron después del asesinato de una adolescente embarazada, Chiara Páez, a manos de su novio. Era la séptima en una semana funesta.
Este fue el detonante del movimiento #Ni una menos, que pronto amplió el blanco de sus protestas, pasando de la denuncia de los feminicidios y la violencia machista a un cuestionamiento de los mecanismos que perpetúan la desigualdad de género.
Siendo todo esto una cuestión global, las movilizaciones alcanzaron rápidamente ecos en otras latitudes. Y el 8 de marzo de 2017 tuvo lugar la Primera Huelga Internacional de Mujeres.
"Si nosotras paramos, se para el mundo" "La desigualdad entre mujeres y hombres persiste en los mercados laborales mundiales, en lo que respecta a las oportunidades, al trato y a los resultados", constata un informe de la Organización Internacional del Trabajo, basado en un estudio de la evolución del mercado laboral a nivel global entre 1995 y 2015.
Este año pues se espera que la huelga, convocada por una gran diversidad de colectivos de mujeres, se celebre en decenas de países con un seguimiento masivo bajo la consigna "Si nosotras paramos, se para el mundo".
Dado que las diferencias no se reflejan de igual manera de una región a otra, en ciertos países los reclamos estarán centrados en la promulgación de leyes que garanticen la igualdad, mientras que en otros se tratará más bien de exigir que el dispositivo jurídico existente cobre vigencia real en la vida cotidiana.
En todos, sin embargo, el denominador común es visibilizar el trabajo diario de las mujeres (que se extiende por lo general del ámbito laboral al doméstico). De ahí que el llamado al paro insista en el carácter feminista de la huelga.
Las estadísticas, en todo caso, justifican el hartazgo ante disparidades que presentan visos de una discriminación estructural. Y es que, como constata la OIT, "en los últimos decenios, los notables progresos realizados por las mujeres en cuanto a logros educativos no se han traducido en una mejora comparable de su posición en el trabajo".
Desigualdades en la esfera laboral Ya que el origen de esta nueva oleada de protesta feminista ha tenido lugar en América Latina, no está de más hacer un repaso de la situación en la región.
Un primer dato llamativo es que la brecha salarial de género en la región promedia el 17%. Es decir, por puestos y cualificaciones semejantes las mujeres reciben sueldos inferiores a los de los hombres.
Por otra parte, la representación femenina en los altos cargos empresariales es notablemente baja, siendo apenas un 16% de los puestos ejecutivos. Una presencia que se reduce aún más en los consejos de administración, donde se estanca alrededor del 6%.
Esta baja representación en los altos cargos es correlativa con la sobreexposición de las mujeres a los riesgos de caer en la precariedad. La tasa de desempleo, por ejemplo, es un 30% más alta en la población femenina. De igual modo, el subempleo afecta mucho más a las mujeres.
A lo cual es necesario añadir un hecho con frecuencia pasado por alto. Las jornadas laborales resultan excesivamente más largas para las mujeres cuando se incluye el trabajo no remunerado (es decir, doméstico). En los países en desarrollo, como los de América Latina, las mujeres consagran, antes o después del trabajo, unas cuatro horas cotidianas a las tareas no remuneradas, mientras que los hombres les dedican apenas una hora y media.
El machismo mata La constatación de las desigualdades en el mercado laboral bien puede extenderse al conjunto de la realidad social. Por lo tanto no es de sorprender que, pese a los progresos nada desdeñables acaecidos desde comienzos de siglo, los hombres sigan dominando ampliamente el escenario político.
Así, el porcentaje de escaños parlamentarios ocupados por mujeres en la región, en sintonía con los cargos ministeriales, ha oscilado en la última década entre el 21% y el 25%, mientras que las alcaldías no encabezadas por hombres apenas promedian un parco 12%.
El poder judicial constituye, en este sentido, una excepción que cabe resaltar. Si bien la presencia de mujeres en las más altas instancias (Corte Suprema, Tribunal Supremo) no supera el 25%, América Latina es una de las regiones del mundo con mayor representación femenina en las instituciones judiciales, rondando el 40% en las fiscalías y el 36% en la judicatura.
Donde la situación se torna trágica, en cambio, es en lo referente a la violencia de género. Un estudio reciente de la ONU es tajante al respecto: a escala mundial "la región presenta la tasa mayor de violencia sexual fuera de la pareja y la segunda tasa mayor de violencia por parte de pareja o expareja; tres de los diez países con las tasas más altas de violaciones de mujeres y niñas se encuentran en el Caribe".
Las cifras son esperpénticas. Tan solo en 2016 hubo un total de 1.998 feminicidios. Ello sin incluir a Brasil, cuyo cómputo anual se hizo entre los meses de marzo de 2016 y 2017, dejando un saldo de 2.925 víctimas mortales.
Tal panorama incita a pensar que los reclamos feministas por la igualdad de género, cuyo símbolo es la Huelga Internacional de Mujeres, no solo se inscriben en la tradición de las luchas democráticas por la ampliación de los derechos al conjunto de la sociedad, y por su debido respeto, sino que son también sencillamente una cuestión de supervivencia.
El machismo es el sistema Hay una convocatoria de huelga femenina en el mundo para el próximo 8 de marzo. Es más que justa. Lleva siglos esperando. Parece fácil decirlo, pero hay que decirlo. En primer lugar, la mujer sufre una guerra. ¿Exagerado? En los últimos tiempos se registran más de 60.000 feminicidios cada año en el mundo. Hay que sumar cientos de miles de mujeres heridas o que han sufrido ataques para causarles la muerte. Hay millones de mujeres maltratadas, esclavizadas y sometidas a trata sexual, para ser subastadas y vendidas por las mafias. Podría alegarse que también hay muchísimos hombres en esas circunstancias, y es verdad. Pero la diferencia es que las mujeres sufren, o están en constante peligro de sufrir, una violencia sistemática por el hecho de ser mujeres. Gran parte de los feminicidios son cometidos por aquellos en quienes depositaron su confianza y en los lugares donde debían sentirse más seguras: el propio hogar. La violencia contra la mujer, con diferente intensidad según las culturas y los países, es universal y transversal. La jerarquía machista domina todos los poderes, salvo casos rarísimos. Hablar de matriarcados puede estar bien para alguna tertulia antropológica de bar, pero dejémoslo ahí. No nos engañemos a estas alturas. No es que estemos en un sistema machista. El machismo es el sistema.
Las grandes religiones, también con sus matices, desempeñan un papel nefasto y cómplice en la sumisión de la mujer. Por supuesto, las jerarquías eclesiásticas las excluyen. A pesar de llenar los templos, cumplir mejor que los hombres los preceptos y ser estrictamente controladas, no pueden ser sacerdotisas, salvo alguna excepción en iglesias reformistas que aquí seguimos llamando “protestantes”. Al contrario, las mujeres sirven a los clérigos y con no poca frecuencia son explotadas por ellos en todos los sentidos. Por si esto escandalizase a alguien, conviene añadir algo más. Las grandes iglesias, y por supuesto la que más nos atañe, la católica, pues todavía estamos en un Estado semiconfesional, deberían pedir público perdón por el maltrato secular a las mujeres y la persecución a que han sido sometidas las que intentaron llevar una vida libre e independiente, o tomaron la iniciativa en expresar el deseo sexual o, peor todavía para ellas, que ese deseo no se correspondiese con el patrón heterosexual. En un pasado no tan remoto, cuando estaba vigente el Santo Oficio, miles de esas mujeres fueron torturadas y quemadas como “hechiceras”.
No vamos a remitirnos a épocas en que los sabios y filósofos machos debatían con una profundidad abismal si las mujeres eran portadoras o no de almas, pero conviene recordar que no hace mucho más de cinco décadas, en nuestro país, las mujeres tenían que pedir permiso a sus machos para abrir una cuenta corriente, obtener un pasaporte o un carné de conducir. Lo recuerdo porque en muchas partes del mundo esto sigue ocurriendo, y porque las mujeres que aquí han sufrido humillación y sumisión merecen al menos escupir en la tierra.Ya no se discute, según tengo entendido, si las mujeres tienen o no alma. Pero algunos sabios de hoy, en una especie de “histerismo masculino”, se escandalizan por el movimiento feminista de denuncia de los abusos que declaran haber sufrido en el mundo artístico por parte de machos con poder para decidir o no si tendrían una oportunidad de trabajo. La primera obligación, de hombres y mujeres, es denunciar ese sistema autoritario, allí donde se produzca. Si se tratase de una violencia terrorista, nadie osaría decir a la víctima: “Bueno, calma, hay que medir las palabras”. Pero ¿y lo que sufren estas mujeres no es terrorismo?
Una huelga se justifica ante la injusticia y la desigualdad. Si las mujeres suman las desigualdades e injusticias, son la mayoría humana que debería protagonizar una revolución con solo levantar al cielo las estadísticas. Menos salario a igual trabajo, más empleo precario dentro de lo precario, doble explotación en la fábrica y en la casa, pensiones más bajas, cuidadoras gratuitas de personas ancianas, enfermas o discapacitadas. Con el dinero que las mujeres ahorran al Estado se podría financiar el paraíso terrenal. Pero no se preocupen. Lo que está previsto es incrementar exponencialmente el presupuesto militar.
Consejos para la mujer fuerte Gioconda Belli
Si eres una mujer fuerte protégete de las alimañas que querrán almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra: se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantoshasta lo más profundo del magma de tu esenciano para alumbrarse con tu fuegosino para apagar la pasiónla erudición de tus fantasías.
Si eres una mujer fuertetienes que saber que el aire que te nutreacarrea también parásitos, moscardones,menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangrey nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.
No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzcaa negarte la palabra, a esconder quién eres,lo que te obligue a ablandartey te prometa un reino terrestre a cambiode la sonrisa complaciente.
Si eres una mujer fuerteprepárate para la batalla:aprende a estar solaa dormir en la más absoluta oscuridad sin miedoa que nadie te tire sogas cuando ruja la tormentaa nadar contra corriente.
Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelectoLee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillorodealo de fosos profundospero hazle anchas puertas y ventanas.
Es menester que cultives enormes amistadesque quienes te rodean y quieran sepan lo que eresque te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitaciónuna estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.
Si eres una mujer fuerteprotégete con palabras y árbolese invoca la memoria de mujeres antiguas.
Haz de saber que eres un campo magnéticohacia el que viajarán aullando los clavos herrumbadosy el óxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primeroGuarda las distanciasConstrúyete. CuidateAtesora tu poderDefiéndeloHazlo por ti
Te lo pido en nombre de todas nosotras.
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