Para Raymond Aron, filósofo, sociólogo y comentarista político francés, la consecuencia de la aplicación de la ideología en un régimen de partido único es la dominación total de la sociedad.
En su obra Democracia y totalitarismo define así el totalitarismo: sociedad con un único partido que posee el monopolio de la actividad política legalmente. Dicho partido esgrime una ideología que le confiere la autoridad absoluta. El Estado se reserva el monopolio de los medios incluyendo telecomunicaciones. La economía es estatal, es parte del Estado mismo.
Politización de toda actividad. Esto entraña una conversión, en ideológicas, de todas las faltas o delitos: terror ideológico y policial.
Posteriormente, sobre el totalitarismo, Aron añade en nuevas obras: Ideología que se convierte en verdad oficial del Estado. Fusión entre sociedad civil y Estado. Fusión entre partido y Estado, creación del partido&gobierno. Por último: “El elemento esencial que comparten los regímenes totalitarios es la voluntad de convertir la política estatal en un mecanismo para controlar todas las esferas de la actividad humana y ocupar todo el espacio social”.
Hasta ahí esta cita que describe el régimen implantado en Rusia desde 1917 hasta 1991 cuando desaparece el Estado surgido luego de la mal llamada Revolución de Octubre, en realidad, un golpe de Estado realizado por los bolcheviques liderados por Lenin a la incipiente democracia surgida del derrocamiento del zarismo.
Este régimen fue implantado con los tanques soviéticos luego de la Segunda Guerra Mundial (1945) en Europa Oriental y en otros países con la apropiación de movimientos genuinamente democráticos (como en Cuba). El mismo no admite la existencia de sociedad civil, pues las llamadas “organizaciones de masas” constituyen según la idea leninista “poleas de trasmisión de la política del partido”.
Esta concepción la expresó el líder bolchevique en muchos artículos durante las polémicas que sostenía con otros partidos o facciones dentro del propio POSDR y de forma más elaborada en sus libros, principalmente en El Estado y la revolución. Para Lenin los sindicatos no debían representar los intereses obreros ante el Estado, sino los del Estado ante los obreros.
En consecuencia, este tipo de régimen no permite ejercer el derecho de asociación reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 20: 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas. 2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos aprobado por la Organización de las Naciones Unidas contempla la libertad de asociación en su artículo 22. El apartado 1 dice:
Toda persona tiene el derecho a la libertad de asociación con otras, incluyendo el derecho a crear y formar parte de los sindicatos laborales para la protección de sus intereses.
Tradicionalmente, siguiendo el concepto de Alexis de Tocqueville, pensador, jurista, político e historiador francés, se identifica “sociedad civil” con el conjunto de organizaciones e instituciones cívicas voluntarias y sociales que fungen como mediadores entre los individuos y el Estado. Para Tocqueville, cualquier tipo de organización social resulta favorable a la democracia, es un dique impidiendo que el Estado invada los espacios sociales.
Para Jürgen Habermas, filósofo y sociólogo alemán, la existencia de una sociedad civil diferenciada de la sociedad política es un prerrequisito para la democracia. Sin ella, no hay Estado legítimo.
Si se conocen estas ideas de pensadores destacados y los Derecho Humanos universalmente aceptados; si se sabe que en Cuba todos los directivos de las llamadas “organizaciones de masas” son designados del seno del partido&gobierno, en ocasiones de la cúpula como en la Central de Trabajadores y la Federación de Mujeres y siempre de la nomenklatura y que, además, para ejercer una profesión hay que estar afiliado a la organización correspondiente (no por ley, pero sí de hecho) que no puede crearse independiente y legalmente; se puede concluir que:
No existe sociedad civil legalizada en Cuba pues el partido&gobierno impide su legalización y funcionamiento; ni las llamadas “organizaciones de masas” oficiales pueden considerarse parte de la sociedad civil, sencillamente porque son una prolongación del partido&gobierno.