SARITISIMA
Hoy domingo se cumple un lustro desde que nos dejó Saritísima, Sara Montiel, una de las personalidades más grandes de la cultura pop de nuestro país. La intérprete, nacida en 1928 en Campo de Criptana (Ciudad Real), fue la primera gran estrella española que llegó hasta Hollywood. La actriz, también presente en los platós televisivos una vez se hizo mayor, envejeció riendo e hizo, literalmente, lo que le dio la gana.
SARA MONTIEL PINTADA POR ANTONIO DE FELIPE La razón por la que Sara Montiel no descansa en paz cinco años después de su muerte Hoy domingo 8 de abril se cumplen cinco años desde que el corazón de Sara Montiel dejara de latir, aunque no pudo evitar irse con una ‘espinita’ con la que sus hijos a día de hoy siguen litigando. Tras 17 años de amistad y unión profesional, la artista denunció en el 2010 a su mano derecha y administrador de sus bienes, Francisco Fernández Peñalver, por un delito de estafa continuada que, aunque hubo sentencia, tal y como ha podido saber LOOK todavía sigue sin resolverse. Pese a que la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Madrid le condenó el pasado diciembre a dos años de prisión y a pagar una indemnización compensatoria -cifrada en algo más de 344.000 euros- a los herederos de la actriz, Thais y Zeus, sus primogénitos aún no han logrado cerrar este capítulo que tantos quebraderos de cabeza dio a su madre en vida. Ambos desean recuperar el dinero de Saritísima, poder honrar el nombre de su madre y poner fin a su ‘infierno’ en los Tribunales, pero tendrán que esperar.
Al menos, así lo asegura su letrada, Rocío Fernández, a este digital: “Francisco se niega a pagar. Su defensa ha recurrido la sentencia que le condenaba a pagar y nosotros hemos invocado la inadmisión. Ahora hay que esperar a que se pronuncien. Él tiene un embargo preventivo sobre un chalet que posee a las afueras de Madrid, aunque tiene muchos más embargos por lo que no nos merece la pena ejecutarlo porque no cobraríamos nada. Esto tan solo es una medida cautelar”. Son conscientes de que es un proceso que podría alargarse, por lo que, según revela, están intentado localizar más bienes que respondieran a la deuda que en estos momentos mantiene con la familia de la intérprete de ‘El último cuplé’.
En el año 2008 Francisco fue oficialmente nombrado administrador único de las sociedades Música y Estrellas S.L., Linche S.A. y Elpi S.A, a través de las que gestionaba la actividad profesional de Sara y su patrimonio nobiliario, aunque la Fiscalía aseguró en el juicio que Fernández Peñalver “incorporó indebidamente a su patrimonio varias cifras de dinero a través de apertura de cuentas de crédito y orden de transferencia”. Una versión que desmiente su abogado, Mariano Francisco García Zabas, a LOOK: “La administración se basaba en que Sara le dijera a Francisco ‘dame un sobre y dame dinero’ y el problema real es que no hay recibos de nada. Es verdad que se puede considerar que fue una administración caótica o chapucera, pero no por él. Él, de hecho, reconoce que su cliente le condicionó a este tipo de administración”, añade.
Pero, ¿qué hizo saltar la liebre acerca de los movimientos ‘poco acertados’ de Francisco? “Allí todo el mundo pedía dinero y ella tenía gastos mensuales de más de 20.000 euros. Fue entre el 2008 y el 2009 cuando Sara Montiel se dio cuenta de que tenía problemas económicos y entonces denunció a Francisco”, desvela García Zabas. Palabras que también secundó el cantante Mochi, testigo de este proceso judicial, quien aseguró que a él le constaba que Montiel “era un desastre en la economía y que todo se pedía mediante sobres”. Mientras se decide el futuro judicial más inmediato de Francisco, este medio ha podido saber que “está bien, pero preocupado”. La decepción que Sara y él sufrieron fue mutua: “Eran prácticamente familia. Me consta que Francisco incluso llegó a ir a hablar incluso con los profesores de colegio de los hijos de Sara”.
Así es la vida de sus hijos ahora En definitiva, Zeus y Thais siguen a la espera de resolver ese problema judicial que inició su madre en vida y que tantos quebraderos de cabeza les está dando. Quieren resolverlo para honrar la memoria de su madre, pero también para recuperar ese dinero que, según el juez, el administrador estafó a su madre. Ambos han aprendido la lección y son mucho más cuidadosos con sus cuentas. Llevan una vida austera, lejos de los focos, y más tranquila que la que un día llevó Saritísima.
Tal y como ha podido saber este medio, Zeus ha tratado de apostar por la música sin demasiado éxito y su hermana Thais, según ha publicado Vanitatis, prefiere una vida discreta. No se ha incorporado laboral, pese a haber acabado la carrera de derecho.
SARITISIMA
María Antonia Abad Fernández (que era su verdadero nombre), Nació el 10 de marzo de 1928 en Campo de Criptana, Ciudad Real.
Tenía 16 años cuando en la Semana Santa de 1941 cantó una saeta que escuchó el periodista José Ángel Ezcurra, fundador de la revista Triunfo, y quiso conocerla.Ezcurra le puso una profesora de canto y la animó a presentarse a un concurso. Interpretó La morena de mi copla y ganó. Luego la llevaron a Barcelona para hacer unas pruebas de cine, y debutó, no sin ciertas reticencias, con Empezó en boda, al lado de Fernando Fernán-Gómez.
Fue internada en un convento de dominicas y posteriormente cursó estudios en el colegio Jesús María de Orihuela (Valencia). A los 15 años de edad fue descubierta por el productor Vicente Casanova, quien le presenta en un concurso de nuevas actrices.
En 1944 debuta en el cine con el seudónimo de María Alejandra. Cuando Enrique Herreros se convierte en su agente, se lo cambia por el definitivo de Sara Montiel. Su carrera se inició con Te quiero para mí (L. Vajda, 1944). Después rueda Empezó en boda (R. Matarazzo, 1944), Mariona Rebull (José Luis Sáenz de Heredia, 1947), Locura de amor (Juan de Orduña, 1948) y La mies es mucha (Sáenz de Heredia, 1949).
Cuando debutó para Cifesa, Sara Montiel era, simplemente, Sarita Montiel, una secundaria en cintas como 'Locura de amor' (1948). Cuando se fue a México, los melodramas que rodó la acabaron encumbrando para siempre. Tras pasar por Hollywood y casarse con Anthony Mann, a su vuelta a España, a finales de los 50, 'El último cuplé' la acabó por convertir en una gran estrella.
En 1950 parte hacia México acompañada por su madre y durante seis años se convertirá en una de las estrellas preferidas por el público azteca. Será su época radiante e internacional, codeándose con lo mejor de la intelectualidad española en el exilio.
“¡Ay, qué país México! Una industria cinematográfica muy profesional, en plena época de oro. ¡Y la gente se podía divorciar! Una realidad que contrastaba con la España cutre que teníamos. Al instante me hice famosa. Cómo no, si me pusieron al lado de Pedro Infante. Hice tres películas con él. Y me hice mexicana, claro. Todavía tengo mi carta de nacionalidad en la caja fuerte, confeso en una entrevista.
Posteriormente intenta la aventura hollywoodiense: Veracruz (Robert Aldrich, 1954), Dos pasiones y un amor (Anthony Mann, 1956) y Yuma (Samuel Fuller, 1957). Súbitamente se convierte en la estrella más popular en lengua española con El último cuplé (Juan de Orduña 1957). Sigue su éxito con La violetera (Luis César Amadori, 1958), Carmen la de Ronda (Tulio Demicheli, 1959), Mi último tango (L. C. Amadori, 1960), Pecado de amor (id. 1961), donde interpreta a una monja, La bella Lola (Alfonso Balcázar, 1962) inspirada en el personaje de Margarita Gautier.
A medida que la censura va siendo reducida va poco a poco mostrando su anatomía, a la vez que su popularidad va en declive, ayuda de algunos realizadores más jóvenes (Esa mujer, Mario Camus, 1968) o prestigiosos (Varietés, Juan Antonio Bardem, 1970).
Su carrera refleja, en gran medida, su propia vida: desde los inicios como jovencita ingenua pasando por las películas en las que su protagonismo sirvió de bálsamo erótico para la España franquista y hasta los tiempos del destape, en los que pasó a ser una diosa sin llegar a caer completamente en este movimiento. La televisión la rescataría más tarde como un personaje peculiar cuyos vaivenes vitales siempre daban titulares.
Con su encanto personal y sabiendo leer, aterrizó en el Hollywood dorado, donde le recitaban los guiones y los memorizaba porque no entendía ni una palabra. Montiel compartió mesa con Marilyn Monroe, flirteó con Gary Cooper y apareció en carteles con Burt Lancaster. La actriz se convertía en la segunda figura más conocida de La Mancha (tras Don Quijote).
En Hollywood conoció también a Ernest Hemingway, quien le enseñó a fumar en puro, convirtiéndolo en uno de los placeres favoritos de Montiel, que rara vez se volvió a separar de los habanos.
Señora de Mann, amante de Severo Ochoa En su aventura estadounidense, Montiel conoció al director Anthony Mann. Entonces, la intérprete ya conocía a su gran amor, el Nobel Severo Ochoa. «Fue un amor imposible. Nunca había engañado a su mujer, nunca en la vida. Para él, Carmen era intocable pero, como dice la canción, yo era la primavera y ella el otoño. Nos habíamos visto tan solo dos veces, pero no importó. Lo nuestro fue rápido, cuestión de química», rememoraba la actriz.
Se casó con Mann en 1957, enamorada hasta la médula del científico, y el matrimonio fracasó «porque me había agarrado a él solo para huir de Severo, pero sin amarlo». Cuatro años más tarde en 1964, se divorciaban.
Montiel volvía a decir «sí, quiero» en 1964 junto a José Vicente Ramírez Olalla, quien le «salió rana en muy poco tiempo». Tendrían que pasar 14 años para que Saritísima volviera a casarse, esta vez enamorada, con el empresario Pepe Tous.
En una vida con tantos hombres importantes, él fue de los principales. Periodista y promotor de espectáculos, conoció a su futura esposa trabajando, y tras nueve años de convivencia lograba pasar por al vicaría. Adoptaron a dos niños, Thais y Zeus, y trabajaron juntos hasta 1992, cuando Tous moría a causa de un cáncer. «Con Pepe tuve la madurez, la serenidad. Mi vida con Pepe tuvo cosas maravillosas, pero ya no tuvo locura», reconocería tiempo después.
Alejada del cine desde hacia más de una década porque se negaba a desnudarse en pantalla, se volvió a relacionar a Montiel con el italiano Giancarlo Viola, con quien había mantenido una breve relación antes de conocer a Tous. No fue con él, sino con el cubano Tony Hernández cuarenta años más joven, con quien Sara Montiel volvería a casarse, para divorciarse al tiempo.
«Si no tuviera alguien a quien querer, no estaría motivada», decía la actriz. Soledad, su alter ego en «La Violetera», tenía otra frase que podía referirse a la propia Sara Montiel: «Chica, que asediada estás».
El 8 de abril de 2013 en Madrid, con 85 años, nos dejaba para siempre acrecentando el mito que la considera una de nuestras más grandes estrellas, capaces de conquistar al público foráneo.
'DESCANSA EN PAZ', SEGURAMENTE SIGUE RIENDO DE TODO Y DE TODOS
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