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General: La política de Donald Trump es trágica para el pueblo cubano
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 14/04/2018 17:29
CUBA Y LA UNIÓN EUROPEA:
CUANDO LOS DERECHOS HUMANOS DEJARON DE IMPORTAR
Vicki Huddleston, máxima representante de EE UU en Cuba de 1999 a 2002 y quien lanza su memoria 'Our Woman in Havana', analiza la tensión bilateral y el inminente relevo presidencial en la isla.

La política de Trump es trágica para el pueblo cubano
  Vicki Huddleston (1942, San Diego) fue la primera mujer máxima representante de EE UU en Cuba, como jefa de 1999 a 2002 de su Sección de Intereses en La Habana –de nuevo con categoría de embajada desde 2015–. Exembajadora en Malí y Madagascar, presentó el martes en Miami su libro Our Woman in Havana (Overlook), unas memorias de su misión diplomática en la isla comunista enjundiosas en lo político y con chispazos disparatados en lo personal: su perrita Havana, una galga afgana, fue marginada por la asociación cubana de su raza por el cargo de su dueña. Huddleston defiende la pasada política de apertura de Obama hacia Cuba, denuesta la actual línea dura de Trump y no se muestra optimista con el futuro inmediato de la isla, donde el próximo jueves, 19 de abril, Raúl Castro cederá la jefatura de Estado y de Gobierno a un sucesor que según los indicios será el vicepresidente Miguel Díaz-Canel.
 
Pregunta. ¿Qué espera del relevo?
 
Respuesta. No espero un cambio grande, pero creo que Díaz-Canel quiere seguir con las reformas económicas. Debe hacerlo, si pretende ser un presidente eficaz y que Cuba funcione. Eso sí, tendrá un trabajo muy difícil por delante, porque la jerarquía del Partido Comunista no quiere una sociedad capitalista con divisiones de clase, y él es de una nueva generación que no tiene la misma autoridad y las credenciales de los que hicieron la revolución. Supongo que lo hará todo muy despacio.
 
P. ¿Cree que a medio plazo Cuba se acabará democratizando?
 
R. Cuando se elimine el embargo de EE UU los cambios serán más rápidos, aunque no imagino todavía que se convierta en una democracia. Tal vez en 20 años…
 
P. ¿Qué opina de la política de Trump hacia Cuba?
 
R. Es trágica. Cuando EE UU amenaza a Cuba, los líderes de la isla echan atrás las reformas y eso a quien afecta es al pueblo cubano. Y pienso que la relación va a empeorar en los próximos dos años con la entrada de radicales como Mike Pompeo [nominado para Secretario de Estado] y John Bolton [nuevo consejero de Seguridad Nacional]. Bolton es quien hizo en 2002 la acusación falsa de que Cuba tenía armas biológicas y acentuó la línea dura de la administración Bush. Creo que el próximo paso que tomarán es paralizar lo máximo posible las visitas de turistas estadounidenses. Para entender la situación basta con mirar cómo está nuestra embajada en La Habana. Ahora mismo tenemos solo diez funcionaros allí, como cualquier país pequeño, cuando éramos la embajada con más personal. En enero estuve allí y había una cadena alrededor de las puertas de la embajada; puestas por EE UU, no por los cubanos. Nadie entraba ni salía. Ni siquiera habían reparado los daños del huracán Irma.
 
P. ¿Qué cree que hubo tras los supuestos ataques a diplomáticos estadounidenses?
 
R. Algo pasó, pero no tanto como se llegó a especular. Al principio se hablaba hasta de lesiones permanentes y daños cerebrales, y ya no se escucha nada de eso. Washington decidió retirar a los diplomáticos afectados, pero ni siquiera los diplomáticos querían salir. Parece ser que la mayoría de ellos ya están bien. Creo que los republicanos más conservadores, entre ellos Marco Rubio, aprovecharon la oportunidad y manipularon el caso políticamente para que el deterioro de las relaciones diplomáticas sea mayor.
 
P. Pero, entonces, ¿qué cree que pasó?
 
R. Un estudio de la Universidad de Michigan apunta a que se pudo tratar de interferencias entre dos fuentes de ultrasonidos –aparatos de escucha, en este caso– que habrían provocado sonidos intensos como los que describieron las víctimas.
 
P. ¿Aparatos de Cuba o de un tercer país?
 
R. Diría que de los cubanos.
 
P. Cuando usted estaba allí, ¿cómo vivía el estar tan vigilada?
 
R. [Ríe] No es tan difícil. No piensas en eso, simplemente tienes que ser consciente de que van escuchar todo lo que digas y de que solo puedes hablar de trabajo en la embajada, donde tenemos habitaciones de seguridad. Además, a mí no me seguían todo el tiempo. A veces salía a pasear con mi perrita Havana sin que viniesen detrás.
 
P. ¿De verdad?
 
R. Sí. No puedes tener gente para seguir todo, todo el tiempo a nadie. Ni siquiera a la jefa de la Sección de Intereses de EE UU [bromea].
 
P. ¿Cuál es su balance de la presidencia de Raúl Castro?
 
R. Hizo bastante, aunque en Miami digan que no. Con él el liderazgo se volvió más colectivo en la cúpula del régimen, medio millón de personas se hicieron cuentapropista [empresarios particulares, en la jerga de la isla], ha habido más inversión europea y ha nacido una esperanza de cambio entre los ciudadanos.
 
P. En su libro dice que La Habana está buscando nuevos socios.
 
R. Sí, con Venezuela en bancarrota tienen que encontrar otros. Rusia se está perfilando como su aliado energético, enviando petróleo, y China como aliado económico, pues es el país que más comercio tiene con Cuba. Además, los dos están dándole asesoría militar. Ellos son sus nuevos socios, y no debería ser así. De seguir con la política de apertura de Obama, EE UU y Europa tendrían más influencia.
 
P. ¿Qué es lo que interesa, de Cuba, a China y a Rusia?
 
R. Tener un elemento de presión sobre EE UU.
 
P. Como en los años sesenta.
 
R. Exactamente. Tener capacidad de presión de cara a posibles momentos de crisis.
 
P. ¿La Guerra Fría no se acaba nunca?
 
R. Parece que no. Y se debe a que no estamos haciendo nuestro trabajo. EE UU debería reemplazar a Venezuela como fuente de petróleo para el Caribe, incluida Cuba. Toda esta región es muy importante para nosotros, y estamos adoptando una política irresponsable, puramente doméstica. Trump, como han hecho otros presidentes, está utilizando la línea dura contra Cuba para tener más influencia electoral en Florida.
 
P. Ha pasado más de un año de la muerte de Fidel Castro. ¿Cómo juzga su figura?
 
R. Creo que será recordado como un líder histórico de los países en desarrollo por el impacto que tuvo en las independencias de África del Sur, como reconoció Mandela. Pero con respecto a su legado en Cuba, la cosa cambia. Antes de la revolución Cuba era un país bastante avanzado para aquellos tiempos, pese a las disparidades sociales. Ahora, básicamente, es un país del que su propia gente se quiere ir.
 
P. ¿Cuál fue el momento más difícil de su estancia en Cuba?
 
R. El caso de Elián González, el niño balsero. Estuve meses en medio de un campo de batalla con los cubanos de Florida furiosos por un lado y con Fidel, por el otro, utilizando la situación para volver a darle vigor al discurso revolucionario.
 
Cuba-UE: Cuando los derechos humanos dejaron de importar
  Jorge González— La transformación democrática de Cuba no es en estos momentos la principal preocupación de la Unión Europea (UE). Quizás lo fue hace 20 años cuando cortó el diálogo político con el gobierno de Fidel Castro y supeditó​ ​su restablecimiento al respeto de los derechos humanos. Pero hoy el grupo de los 28 se replantea el asunto con la visión instrumentalista de quien quiere cerrar un buen negocio.
 
El régimen cubano y la UE saludaron este 1ro de noviembre la entrada en vigor de su primer Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación. Conscientes de que tanto Fidel Castro como su hermano Raúl Castro hicieron caso omiso a sus recomendaciones en materia de derechos humanos, y de que no pudieron influir desde afuera en el cambio democrático deseado, los europeos apuestan hoy por inmiscuirse de lleno en Cuba. No quieren ceder espacios a otros, desean estar presentes en la isla cuando se comience a dar la transformación.
 
Por eso su lenguaje y tono hacia el régimen cubano pasó de la intransigencia a la complacencia y a pesar de que no se ha constatado ninguna mejoría en materia de derechos humanos, ni siquiera una garantía de que el régimen es receptivo y se compromete a dar pasos en ese sentido, Bruselas y La Habana comenzarán a implementar este 1ro de Noviembre el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación, firmado en diciembre de 2016 y ratificado el pasado julio por el Parlamento Europeo.
 
El escollo resuelto
El tema de los derechos humanos fue precisamente el que trabó por casi dos años las negociaciones para llegar a este acuerdo. Desde abril de 2014 hasta marzo de 2016 se necesitaron unas siete rondas de negociaciones paralelas para abordar un asunto en el que parecía no haber convergencia entre ambas partes. La UE exigía Cuba que la salvaguarda de los derechos humanos debía estar recogida en el documento, pero el régimen de la isla interpreta esta demanda como una interferencia en los asuntos internos y señal de que la negociación no se da entre iguales.
 
Pero al final ambas partes llegaron a un punto que parece satisfacer en principio a ambas partes. La UE logró que Cuba aceptara una cláusula estableciendo que el acuerdo se suspenderá si el régimen de Raúl Castro no alinea su política de derechos humanos a los acuerdos internacionales de los cuales es signatario.
 
Sin embargo, el gobierno cubano amordaza la libertad de pensamiento, de opinión y expresión, castigando a quienes ejercen este derecho recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, el principal acuerdo internacional en la materia que la isla ha suscrito.
 
Mientras las delegaciones negociadoras de ambas partes se sentaban a discutir este tema tan peliagudo, no cesaron las persecuciones y reclusiones políticas contra quienes promueven un cambio en la isla. Incluso, el primer vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel habló de los planes para desacreditar a la oposición que pretendió sin suerte nominar candidatos en las elecciones municipales recién concluidas, defendió la censura a toda costa, desestimando las críticas que internacionalmente esto pudiera generar, y atacó a medios de comunicación alternativos y periodistas independientes que muestran una realidad cubana diferente a la del oficialismo.
 
La UE no dijo nada al respecto, y la firma del acuerdo llegó a puerto seguro.
 
Pragmatismo cubano
Por eso Cuba adoptó una posición pragmática aceptando al final la cláusula sobre derechos humanos, sabiendo que se trataba más bien de una mera formalidad política. Del mismo modo que aceptó negociar mientras estaba vigente la Posición Común vigente, consciente de que la mayoría de los países miembros de la UE no la estaban cumpliendo, e individualmente 21 de ellos establecieron acuerdos con la nación caribeña.
 
La​ ​denominada​ ​Posición​ ​Común,​ ​adoptada​ ​por​ ​la​ ​UE en​ ​diciembre​ ​de​ ​1996 con el ​impulso​ ​del​ ​entonces​ ​presidente​ ​español​ ​José​ ​María Aznar,​ ​establecía ​el​ ​interés​ ​europeo​ ​en​ ​favorecer​ ​e​ ​influir​ ​el​ ​proceso​ ​de​ ​transición​ ​hacia​ ​una democracia​ ​pluralista​ ​en​ ​Cuba. En teoría, la isla sería sometida a un aislamiento diplomático y económico en tanto el régimen no respetara los derechos humanos.
 
En segundo lugar, el régimen de Raúl Castro estaría preocupado por la mala imagen internacional que crea el hecho ser el único país de América Latina y el Caribe y uno de los pocos en el mundo en no tener un acuerdo con la UE debido a la deplorable situación de derechos humanos.
 
Además, la UE hizo suficientes gestos de buena voluntad hacia La Habana, como la renegociación de la deuda cubana con el Club de París. De los $10,081 millones a los que ascendía ese monto, ahora la nación caribeña solo debe pagar $2,364 millones y tiene para ello un plazo de 18 años. De acuerdo con recientes reportes periodísticos, Cuba ya pagó una parte de ese dinero y la otra parte sería intercambiada por la participación europea en proyectos de desarrollo en la isla.
 
Bruselas gana con el no de Trump
El verdadero móvil de la UE es el aseguramiento de intereses económicos y una presencia estratégica en la isla cuando por primera vez el próximo presidente del país pudiera no llevar el apellido Castro, y otras naciones como China y Rusia ganan espacio en Cuba y la región latinoamericana.
 
De acuerdo con la Delegación de la UE en Cuba, el bloque es el principal socio exportador y segundo socio comercial de la isla, después de Venezuela. La UE es también el principal inversor extranjero en Cuba, principalmente en los sectores de turismo, construccion, energia y agroindustria y representa un tercio de los visitantes extranjeros.
 
Fue la aproximación de Estados Unidos a Cuba bajo la administración de Barack Obama lo que aceleró la necesidad por parte de la UE de llegar a un acuerdo con la isla con el objetivo de asegurar sus intereses y no ceder terreno a quien tiene la ventaja de ser un vecino más cercano.
 
Además, la apocada armonía cubano-estadounidense fue interpretada como una señal de que Washington podría estar valorando la posibilidad de levantar el embargo, un cuerpo de leyes cuya extraterritorialidad afecta a las compañías europeas a la hora de hacer negocios con Cuba.
 
Y ahora, cuando el presidente estadounidense Donald Trump pretende revertir el deshielo de las relaciones llevado a cabo por su predecesor, la UE se reafirma como el actor que definitivamente quiere jugar un papel clave en lo que ellos consideran una transición después de la salida de Raúl Castro como presidente del país.
 
Asimismo les motiva, más que todo, la tímida apertura económica, que aunque da dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás, es vista a los ojos europeos como señal de un cambio que se concretará definitivamente a largo plazo. Y para entonces, ellos quieren tener el aval de haber estado allí, esperando pacientemente.
 
Por tanto, el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación adquiere suma relevancia para Bruselas.
 
Un rey en La Habana
No obstante, la UE no peca de ingenua, observa con cautela todo lo que sucede en Cuba, y está consciente de que no podrían esperarse reformas democráticas sustanciales. Incluso sabe que al mismo tiempo que busca asegurar sus intereses en la isla está propiciando una válvula de escape político al régimen de Raúl Castro y a quien encabece el gobierno cubano a partir de febrero de 2018.
 
De momento, les queda seguir desembolsando su billetera en la isla y mantener​ ​su​ ​tono​ ​suave​ ​con​ ​el régimen como la receta para influir en la economía y la política cubanas. A​ ​fin​ ​de​ ​cuentas,​ ​si​ ​la situación​ ​de​ ​los​ ​derechos​ ​humanos​ ​fuera​ ​la​ ​principal​ ​preocupación​ ​no​ ​se​ ​hubiera​ ​firmado​ ​el acuerdo,​ ​ni​ ​la​ ​UE​ ​tuviera​ ​el​ ​mismo​ ​tipo​ ​de​ ​acuerdo​ ​con​ ​otras​ ​naciones​ ​donde​ ​se​ ​reportan violaciones​ ​de​ ​derechos​ ​humanos.
 
Vendrán seguramente nuevos proyectos y financiamiento de cooperación. El Banco Europeo de Inversiones ya tantea su entrada en Cuba, y para ellos ya se encuentra en conversaciones con el gobierno de Raúl Castro.
 
Dignatarios, ministros y hasta reyes europeos desfilarán por La Habana. Ya se encuentran en preparativos la visita del rey de España, Felipe VI.
 
A todos se les hace agua la boca de pensar en la desolada economía cubana, ávida de inversiones y en la que todo está por construirse. Por eso, no habría que asombrarse si de ahora en adelante ambas partes hablen más de negocios que de derechos humanos.
 
Fuente: Pablo De Llano desde Miami,  El País -Café Fuerte


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 14/04/2018 18:01


 
 




 
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