El Partido Demócrata ha dado un paso insólito en la política estadounidense: llevar a los tribunales a su rival electoral y a los aliados de una presunta conspiración, incluido un país que habría ayudado a la victoria del candidato. En una denuncia judicial sin precedentes se reclama compensaciones multimillonarias por la derrota de Hillary Clinton.
LOS DEMÓCRATAS DENUNCIAN A RUSIA, WIKILEAKS
Y LA CAMPAÑA DE TRUMP POR CONSPIRAR CONTRA HILLARY CLINTON
El Partido Demócrata ha dado un paso insólito en la política estadounidense: llevar a los tribunales a su rival electoral y a los aliados de una presunta conspiración, incluido un país que habría ayudado a la victoria del candidato.
El Partido Demócrata ha ido más rápido que el fiscal especial de la trama rusa. En una decisión de alto voltaje político, ha presentado una demanda multimillonaria contra el Kremlin, el equipo de campaña de Donald Trump y Wikileaks por haber conspirado para interferir en la campaña electoral de 2016 en favor del candidato republicano. La maniobra, que trae a la memoria la denuncia lanzada por la misma formación en 1972 contra Richard Nixon, aumenta la presión en un momento en que Trump se ve cada vez más hostigado en el frente legal.
El núcleo de la demanda civil, adelantada por The Washington Post, es bien conocido. El 27 de julio de 2015 y el 18 de abril de 2016 los ordenadores del Comité Nacional Demócrata fueron asaltados por piratas informáticos y, según la CIA y la NSA, los datos saqueados se hicieron públicos en plena campaña a través de Wikileaks, un hacker conocido como Guccifer 2.0 y la web DCLeaks. Los servicios de inteligencia estadounidense consideran que se trató de una operación dirigida por el Kremlin, cuyo principal objetivo era evitar el triunfo de Hillary Clinton.
“Vladímir Putin ordenó una campaña en 2016 contra las elecciones presidenciales de EEUU. El objetivo era socavar la fe pública en el proceso democrático, denigrar a la secretaria Clinton y dañar su elegibilidad y potencial presidencia. Putin y el Gobierno ruso desarrollaron una clara preferencia por Trump”, afirmaron en un informe conjunto las agencias de inteligencia.
A esta base los demócratas añaden datos que se han conocido en el curso de las investigaciones posteriores. Entre ellos que, cuatro días después del último asalto a los ordenadores demócratas, George Papadopoulos, asesor de campaña de Trump, fue informado en Londres por un supuesto agente de inteligencia ruso (el lingüista Josef Mifsud) de que los rusos tenían en su poder miles de correos tóxicos sobre Clinton. Papadopoulos, además, intentó cerrar una entrevista entre Trump y Vladímir Putin.
Otro personaje de la trama rusa incluido en la denuncia es Emin Agarolov. Un sinuoso expresario de la órbita de Putin que participó en 2013 en la organización del concurso de Miss Universo que Trump celebró en Moscú, y que durante la campaña electoral propició la cita, supuestamente teledirigida por el Kremlin, entre el hijo mayor de Donald Trump y una abogada rusa que prometía entregar “información incriminatoria” sobre Clinton.
Junto a estos nombres, los demócratas denuncian a la plana mayor de los asesores de Trump, al propio Gobierno ruso, cuya imputación es legalmente compleja, y a Wikileaks. El presidente, dado que no puede ser juzgado por la vía ordinaria, no está incluido. “Rusia lanzó durante la campaña de 2016 un asalto total a nuestra democracia y halló un socio activo en el equipo de campaña de Trump. Esto constituye un acto de traición sin precedentes: la campaña de un candidato a la presidencia de Estados Unidos se unió a un poder extranjero hostil para mejorar sus posibilidades de victoria”, afirmó en un comunicado el presidente del Comité Nacional Demócrata, Tom Perez.
El paso llega en un momento en que el fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller, tras casi un año de pesquisas estudia pedir la declaración del presidente. Una decisión trascendental que ha llevado a Trump a recomponer a su equipo jurídico y que ha coincidido con la apertura de otro tormentoso frente para la Casa Blanca: el registro por parte del FBI del despacho de su abogado personal Michael Cohen, el hombre que trataba y pactaba en la oscuridad con sus supuestas amantes. La posibilidad de que entre los papeles y grabaciones de Cohen se halle material radiactivo sobre el presidente ha encendido todas las alarmas en el Despacho Oval.
La demanda del Partido Demócrata, que califica de «traición sin precedentes» el comportamiento de los demandados, reclama millones de dólares como compensación a los ciberataques y robos sufridos.
Donald Trump ha negado repetidas veces que existiera esa connivencia con el Gobierno ruso para perjudicar a Hillary Clinton y vencer en la elección.