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General: ¡MÁS SANTEROS Y QUE CHULAZOS! ... NOS VAMOS A CUBA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 29/04/2018 14:44
                                                                                                                                                                              Photo por Sevin Slack
¡NOS VAMOS A CUBA! ...       
MÁS SANTEROS Y QUE CHULAZOS      
            Por Manuel Vouga — NosGustas
Todo aquel que haya organizado un viaje a Cuba, ya sabe que cuando esto ocurre aparecen de repente en su vida un montón de cubanos. No se sabe de dónde salen, ni donde estaban escondidos. Su propósito no es otro que les lleves algo, les traigas algo o les hagas algo.
 
Por supuesto yo no fuí la excepción. Mi maleta tenía más cosas de otros que propias. Al aeropuerto me llevaron amablemente esos agradecidos cubanos. Supongo que para controlar el destino de sus presentes y por si había problemas en el momento de la facturación y tenía que dejar en tierra la mitad de sus “presentes”. Me cargaron con zapatillas de deporte, dinero, cartas, ropa y hasta una cafetera. Hay que tener en cuenta que solo se puede facturar una maleta de 23 kg.
 
Llegamos a La Habana a las 23.00 hora local. Mi primera experiencia cubana fue con una trabajadora del aeropuerto, me pidió que le cambiara 10 monedas de euro por un billete, para lo cual pasamos a la enfermería y así disimular la transacción. ¡Ojo!, que Cuba, ya no es lo que era. La apertura hacia el exterior está consiguendo que algunos individuos olviden eso de la Revolución. Uno de estos oportunistas en el aeropuerto quiso timarnos a nosotros y al taxista, ejerciendo de intermediario entre el taxista y nosotros, confundiéndonos y pidiendo comisión. El propio taxistase rebotó y casi lo denuncia (primer síntoma de capitalismo mal entendido).
 
El hospedaje en la Habana es tan variado como quieras: hotel, hostal, casa de huéspedes, o huésped por un día. La temperatura es fantástica por estas latitudes así que comenzamos pronto el día. Desayuno temprano y con taxi libre, (hace unos años todos los taxis eran del Estado, ahora se están concediendo licencias para los coches privados) por lo que es fácil parar uno por la calle. Los típicos coches de los años 50 que se ven en las películas y fotos de la Habana aquí se les llaman máquinas, son más caros, pero—”Visten mucho, chico”.
 
El primer contacto con la Habana vieja, fue un paseo por la calle Obispo, es la más comercial. El taxista quería devolver el cambio en pesos cubanos en vez de cucs, moneda para extranjeros que equivale a 24 pesos cubanos. Con ese cambio, nadie puede salir del país, ya que les cuesta 24 veces más que a cualquier mortal. Nos dimos cuenta del “timo” y evitamos la transacción. A nosotros no nos sirven para nada los pesos cubanos. Las casas de cambio aquí, se llaman “cadecas”, se reconocen porque siempre tienen colas en la puerta. Al final de la calle Obispo está la plaza de Armas, donde se puede pasar un buen rato rebuscando viejos libros cubanos entre los numerosos puestos.
 
El paseo nos llevó a la plaza de San Francisco. Adornada con su iglesia y frente a la entrada, hay una sala de exposiciones donde corretean por su jardín unos divertidos ”perritos de mar”, que son unas pequeñas iguanas con la cola enrollada.
 
Llegamos a los antiguos almacenes del puerto, transformados no hace mucho en naves para artesanos. Aquí hay de todo: tallas de madera, ropas de punto, pinturas y otras artesanías. Paseamos, hablamos, conocimos , miramos, tocamos y en la cafetería de las naves comimos pollo con arroz y ensalada.
 
En el hotel nos esperaba Carlos, el destinatario de uno de los múltiples encargos traídos del otro lado del Océano.
 
Por la tarde mi compañero de viaje y yo creíamos que íbamos a asistir a un “Toque de Tambor”. Esto es una charanga que montan en fiestas de cumpleaños, ofrendas, comuniones, santo. Pero estábamos equivocados, y asistimos a un “Toque de Cajón”. Algo más serio. Donde se invoca a los muertos.
 
En esta ceremonia lo que se pretende es que el muerto se “monte” en una persona. De forma que el muerto habla por boca del vivo. En la casa donde se hizo, vimos una gran carga de simbología. En la entrada una maceta llena de objetos metálicos oxidados y con sangre de animales. Al finalizar la escalera, una cadena en el suelo para que no salga el espíritu del muerto ni entren espíritus foráneos,  y se tapan los espejos para evitar que se reflejen los espíritus. En el salón nos encontramos frente a un altar, presidido por una muñeca negra vestida de azul. Alrededor,  vasos de agua, en uno de ellos, un crucifijo sumergido, algunos puros, flores y jarrones. En el suelo un recipiente con agua y trozos de plantas.
 
Como bienvenida y purificación nos pusieron colonia en las manos para que nos frotáramos por los brazos, la cabeza y el cuerpo. Salimos a la terraza mientras llegaban los invitados con sus ofrendas (puros, ron). La terraza estaba llena de amuletos, cráneos de animales, recipientes de barro y una cabeza de cerdo hervida rodeada de ofrendas, café, tabaco. Después de la celebración, la cabeza de cerdo la llevan al campo donde la dejan tres días.
 
Acaban de llegar los cuatro músicos. Uno está para que le toquen.  ¡¡¡!!!  Dos,  tocan unos cajones de madera de forma trapezoidal. Otro, porta una calabaza rodeada de una malla con caracolas. Y el último se encarga de la percusión, con la parte metálica de una azada que golpea con otro objeto metálico.
 
¡¡Comienza el espectáculo!!
Reparto de puros, chupitos de ron “per tuti”.  Uno a uno nos acercamos al altar, nos mojamos los dedos con el agua bendita de los vasos y del recipiente del suelo. Nos purificamos y  salpicamos a la muñeca. Tocamos el borde de la mesa y regresamos a nuestro sitio.
 
Se procede a la lectura de oraciones,  contestadas con Padres Nuestros y Ave Marías. Comienza la música... los músicos cantan en algún idioma africano  — empiezan a bailaradescansa unos minutospara repartir ron.  ¡Y sigue la música!. 
 
La dueña de la casa, quien dirige la ceremonia, bebe ansiosamente ron de un cuenco de coco.  Más y más música¡¡estamos todos bailando!! .  Se nota el calor, el sudor, la excitación. La dirigente comienza a hablar en mezcla de varios idiomas, utiliza palabras del árabe (baraka, salam alecum, alecum salam), del africano y del español. Habla repetitivamente hacia los presentes y especialmente a los familiares, a los que comienza a poner a caldo. Ellos no pueden contestar, ya que el que habla es el muerto.  A nuestro cicerone le tocó la peor parte,  al llamarle “putero”, “come mielda” y otras cosas. De todo  menos bonito.  Parece ser que le puso los cuernos a la mujer, que está trabajando en España La situación se tensa y optamos por retirarnos.
 
Moraleja: es una buena forma de liberar todas las frustraciones contra la familia y los amigos. Es una buena terapia, dices todo lo que te callas en tu vida diaria y encima, sin derecho a réplica. “GENIAL”, ¡lo que saben estos cubanos!
 
Los primeros días en la Habana hay que asistir en el Fuerte de San Carlos al “cañonaso” de las nueve horas. Ceremonia de la época colonial en la que se dispara una salva que marca el comienzo del toque de queda (marcaba mejor dicho).
 
Carlos y yo fuimos a cenar a un patio interior de un restaurante de la Habana vieja, y a tomar una copa en el Centro Asturiano. Con copas y buena conversación la noche se alarga y se anima, por lo que fuimos al Dallas, popular pub gay con play backs.
 
Llegue al hotel donde Enrique, mi compañero de viaje, estaba esperándome dormido y satisfecho después de encontrarse en el Malecón con Yanolsi, joven nativo que conoció en uno de sus anteriores viajes a Cuba.
 
En cualquier ciudad del mundo encontramos los típicos autobuses turísticos de dos pisos, a los que puedes subir y bajar en cualquier parada. Aquí acabamos denominándole el “maldito bus turístico de la Habana”. El típico Hop on, Hop off, que funciona tan bien en cualquier sitio, ¡menos aquí!.
 
Fuimos hasta la Habana vieja y bajamos cerca de la plaza de la Catedral. Caminamos hasta la plaza, y nos encontramos en una esquina con ”Adelaida”, afamada santera y adivinadora. Su aspecto es de una señora de cincuenta años, a pesar de sus setenta y seis. Aproveché para que me echara las cartas. Esa parte me la guardo para mí, la vuestra os está esperando entre las cartas de Adelaida. Paseamos hasta la “Bodeguita de en medio”, llena de turistas, escritos en sus paredes y sabor a rancio.
 
El arte nos gusta, por lo que algún museo o alguna exposición siempre nos“tienta”. El de Bellas Artes Cubano, fue el elegido en esta ocasión. Paseamos su colección permanente, entre naif y revolucionaria. Caminamos hasta el Teatro Nacional donde compramos unas entradas para el ballet español ¡qué valor!.... Curioso lo del precio: 25 cucs para nosotros y 0,5 cucs para nuestros invitados nacionales.
 
Mientras esperábamos el “maldito bus turístico de la Habana”, vimos una de las exposiciones de la 11ª Bienal de la Habana. La exposición de fotografía trataba de un artista que paseando por Nueva York, encontró una tienda donde vendían “cráneos humanos”, pero! eso sí! de África y de Asia, no de Europa ni América. Le dió tanta rabia que se compró dos cráneos, con ellos se fabricó dos plataformones, y se fue a caminar desnudo por N.Y. con una linterna metida en el culo, mientras un fotógrafo le hacía fotos.
 
Esperamos el “maldito bus turístico de la Habana”, más de una hora y cuando llega!PASA DE LARGO! Con el cabreo puesto, fuimos hasta el restaurante "el Patio”. En la plaza de la Catedral. Después de una ensalada fresca y una suculenta mariscada, que tranquila se queda la tarde, con una buena sobremesa. Caminamos despacio hacia el paseo marítimo a esperar el “maldito bus turístico de la Habana” de nuevo. Mientras llegaba hablé con un morenito que estaba pescando, me contó que era músico y pasaba el rato pescando hasta la caída de la noche. ¡Eso sí! observado por las seis cámaras que le apuntaban desde los edificios cercanos y desde el Fuerte de San Carlos.
 
Llegó el bus que nos llevó en hora y media hasta el hotel. En taxi hubiera sido 10 minutos. “El maldito” fue hasta el final de la Habana, parando en todos los hoteles y repartiendo a los turistas. Como si fuera un vulgar autobús urbano. Ni que decir tiene que las únicas explicaciones eran los nombres de los hoteles, para que se bajaran los turistas. Llegamos al hotel y tuvimos el tiempo justo de vestirnos para el “ballet español”.
 
Las informaciones sobre este ballet, recibidas extraoficialmente, narraban que al director se le fué la primera bailarina y formó su propio grupo. No tuvo más remedio que seleccionar de lo que le quedaba, y la cosa no resultó. El primer bailarín era más bien malillo. Como no había otra representación, pues nos fuimos al baile español, que si no, ¡ni de coña!
 
Finalizó justo a la hora del mojito en el Hotel Nacional. Este el hotel que tiene más historias de la Habana. La ubicación es inmejorable y no hay que perderse sus salones, llenos de fotos de todas las personalidades que lo han visitado.
 
Es tiempo de Malecón, ver, escuchar, reír, contar, mentirsobre todo, mentir. El tiempo pasa sin molestar. El que conoce el Malecón sabe de sus partes, y Carlos me llevó a la parte más canalla. Aquí, creo poder afirmar, que es la zona del Caribe donde por metro cuadrado encuentras más jineteros, reinonas y travestorros.  Para terminar un buen sitio para bailar y disfrutar de los cuerpos de la revolución. !!Hummmm que riiiico!!
 
Dame algo que me duele la cabeza, primera frase del día. Y ¡de repente!, me encuentro dentro de una “Máquina”, que nos lleva hasta el embarcadero de donde sale la lancha de Regla. Éramos los únicos extranjeros de la barcaza. Me parecía que todo el mundo podía ver mi resaca.
 
Llegamos a la Iglesia de la Virgen de Regla, rodeada de vendedoras de amuletos y artículos relacionados con la santería. Nos subimos a una gua-gua, hasta Guanabacoa. Allí queremos ver el museo de la Santería. Sin saberlo estábamos sentados al lado de la directora del museo , ya que le preguntamos donde estaba. Ja ja ja ja. Eso fue “llegar y besar el santo”. Bueno, en este caso “la Santa”. Visita muy interesante, incluida la simpática guía que nos lo explicó todo, concluimos esta visita en el bar Orishas, frente a unas cervezas con nuestra nueva amiga, la directora del museo.
 
Guanabacoa es paso obligado para ir a la playa gay de la Habana. Conseguimos el taxi más viejo de la ciudad. Cada vez que se paraba, el conductor tenía que abrir el capó y aspirar de un tubito. Llegamos a “Mi Cayito”, llena de chicos en ropa interior, ya que “no pueden” comprar bañadores. Te cuentan cualquier historia para marcar paquete y hacerse los necesitados. Entre las dunas está el “cruissing area” como en cualquier playa gay del mundo. Lo peculiar es que aquí la policía vigila la playa para que nadie haga nudismo ¡Está prohibido! Mi amigo Carlos encontró unos chulazos de los que disfrutamos hasta que regresamos a la ciudad.
 
Esa noche salimos a ver un espectáculo. El lugar lleno de yogurines y chulazos. El espectáculo era “auténtico”. Una travestí americana de 135 años y dos pechos de tres kilos cada uno, con salida de pezón incluida. El número final, ¡¡¡espectacular!!!, con tres chulazos morenitos. La música muy buena que disfrutamos hasta el cierre del local.
 
A la mañana siguiente, nos estaba esperando el Museo de Arte Universal. Situado en la antigua Casa de Asturias. Un palacio impresionante. Poco a poco voy comprendiendo el dicho “más se perdió en Cuba”.
 
Vimos parte de la 11ª edición de la Bienal de Arte de la Habana, y las colecciones permanentes de pintura holandesa, belga y española, representada ésta por cuadros de Murillo, Sorolla, Escuela del Greco y muchísimos otros pintores valencianos, madrileños, andaluces, catalanes, etc. etc. Se nota que son los cuadros que la aristocracia y la burguesía tenían en sus expropiadas casas. También tienen pequeñas colecciones de arte egipcio, romano, griego, y un largo etc.
 
Cuando quisimos salir del museo, estaba lloviendo, ¡Horror! Hay que buscar donde refugiarse. Y el mejor sitio es, el Museo del Ron. Uno de los mejores sitios para “mojitos compartidos”. Conocimos a Elencia, la cantante “típica, típica”, y unos nuevos amigos, que con el resto de los músicos recordamos los tiempos de esplendor de música cubana: Zoraida Marreno, Maggy Carles, Rosita Forné, Marianita Morejón, (que por cierto falleció el 28 de mayo) y de otras viejas glorias. El ambiente y los mojitos, soltaron nuestros piesnos pegamos unos bailes, que animaron más el ambiente. Incluso una norteamericana se puso a cantar.
 
Esa noche quedé con uno de los nuevos amigos del museo del Ron, en la esquina paseo del Prado y Colón. Él me enseñó el “Paladar de Amelia”, cerca de la Catedral. Una cena íntima con platos típicos: rayada y frita, yuca con mojo, congrí, pollo rebozado y otras cosas de picoteo.
 
Es la última noche y pasamos por las Vegas donde vimos una sola actuación. Como siempre me sorprendí, en esta ocasión el artista playbackeaba con dos vasos en la mano, derramando el contenido por el escenario. Los espectadores se los rellenaban de sus vasos, hasta que le cambiaron los vasos por latas de cerveza. Al final derramó las cervezas en su pelucón y chorreaba el líquido por todo el vestido.
 
Esa noche el local estaba repleto y se notaba el intercambio de culturas en cada rincón.….
 
DISFRUTANDO EN LA PLAYA MI CAYITO, DESPUÉS NOS VAMOS A FOLLAR
Fuente: NosGustas



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