EL PRIMADO DE BÉLGICA VE
"INSOSTENIBLE LA CONDENA" DE LA IGLESIA A LAS PAREJAS GAY
Por Cameron Doody
“La Iglesia debe respetar más a los gays y a las lesbianas, también en su experiencia de la sexualidad”. El arzobispo de Malinas-Bruselas, el cardenal Jozef De Kesel, ha apuntado a un “cambio de paradigma” en el trato de la Iglesia hacia personas con atracción al mismo sexo.
Un cambio que podría incluir una celebración eclesial “de acción de gracias o de oración” por las relaciones homosexuales, dado que “ya es insostenible la condena” de la Iglesia de este tipo de amor, ha declarado el primado de Bélgica.
A finales del mes pasado, el cardenal De Kesel se reunió durante con la organización pro-LGBTI HLWM en su palacio arzobispal, ante los que aseguró que no tiene “absolutamente nada en contra” de las uniones homosexuales, siempre y cuando se lleven a cabo en un contexto donde “la honestidad, la firmeza y la lealtad sean fundamentales”.
“Veinte años atrás hubiera hablado de manera diferente a como lo hago ahora sobre este tema“, explicó De Kesel, en declaraciones recogidas por Zizo Online. “Entonces habría seguido la enseñanza oficial de la Iglesia. Ahora lo veo mucho más ‘comprensivamente’. El respeto es fundamental“.
El arzobispo belga también expresó su deseo de responder a las peticiones de parejas homosexuales creyentes que desean un reconocimiento simbólico por parte de la Iglesia. Por ello, De Kesel propuso una celebración formal eclesiástica de dichas relaciones, si bien ha matizado que dicha ceremonia no podría parecerse demasiado a las de bendiciones o nupcias heterosexuales.
“Una oración eclesiástica para una relación entre dos hombres o dos mujeres es ciertamente posible, siempre que no se parezca a un matrimonio eclesiástico”, apuntó De Kesel en este sentido, precisando que “un intercambio de anillos, por ejemplo, no se puede hacer”.
Aún así, el apoyo de De Kesel a la idea de un reconocimiento eclesial de las relaciones gays se suma al del cardenal Reinhard Marx, quien afirmó en febrero de este año que no ve nada malo en un cuidado pastoral más “cercano”, y hasta en un “ánimo” explícito, a los católicos homosexuales.
35 de las 93 diócesis francesas ya cuentan con oficinas de atención pastoral a los homosexuales
Una idea del “cambio de paradigma” eclesial hacia los homosexuales que proponen los cardenales De Kesel y Marx ya empieza a hacerse evidente en Francia, donde cinco años después de la legalización de los matrimonios gays 35 de las 93 diócesis nacionales ya cuentan con oficinas de atención pastoral a los homosexuales, según informa La Croix.
Programas como el de la diócesis de Creteil, en las afueras de París, donde un diácono casado y su mujer reúne periódicamente a fieles gays para “testimoniar a la presencia fraternal de la Iglesia” con los homosexuales. O en Saint-Etienne, cerca de Lyon, donde el obispo ha mandado que trabajadores pastorales acompañen a los gays en “tiempos de oración” para “confiar su amor a Dios”: en mayor parte para contrarrestar la impresión -extendida entre la comunidad homosexual- de que la Iglesia apoyó las manifestaciones en contra del matrimonio gay organizadas por la asociación La manif pour tous.
Como ha explicado Fabienne Daull, miembro de un grupo de cristianos pro-LGBT en Nimes, la idea de estos programas es “decir y repetir que es posible ser cristiano y ser homosexual, que no es incompatible ni contrario a la fe”. Que es posible que los gays encuentren a Dios en sus vidas y que estén plenamente integrados en sus parroquias. Un cambio de actitud y de trato que ha sido impulsado por las famosas palabras pronunciadas por el Papa Francisco en 2013: “¿Quién soy para juzgar a un gay?”.
Un grupo reducido, pero insistente, de obispos aperturistas
Lo cierto es que Jozef De Kesel, no está del todo solo. Forma parte un grupo de obispos que han avanzado posturas diferentes en materia LGTB a las que sostiene la mayoría de la jerarquía católica como el obispo de Amberes, Johan Bonny. Es un grupo reducido, pero destacable por haber mantenido una misma línea desde hace ya varias años. Entre ellos está, por ejemplo, Franz-Josef Bode, obispo de Osnabrück (Alemania), que en septiembre de 2015 se mostró a favor de bendecir a las parejas del mismo sexo unidas en una relación estable, aunque de forma privada y no en una ceremonia pública.
Destaca el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, arzobispo de Munich y Frisinga, considerado un estrecho colaborador del papa Francisco. Fue él quien declaró primero, dando pie a que el propio papa hiciera declaraciones en el mismo sentido, que la Iglesia católica debía pedir perdón por su trato a las personas homosexuales: “La historia de los homosexuales en nuestra sociedad es una historia pésima porque hemos hecho mucho para marginarlos. No hace tanto tiempo de ello, y por tanto como Iglesia y como sociedad debemos pedir perdón”. El cardenal alemán señaló también que las relaciones de fidelidad entre personas mismo sexo deben valorarse positivamente: “Tenemos que respetar las decisiones de las personas. Tenemos asimismo que respetar, como dije en el primer sínodo —algunos estaban consternados pero yo creo que es normal— no se puede decir que una relación entre dos hombres, si son fieles, que esto no es nada, que no tiene ningún valor”.
Ya antes del pontificado de Francisco, en 2012, el cardenal Rainer Maria Woelki, arzobispo de Berlín, llamó a la Iglesia a reflexionar sobre su posición contraria a las parejas del mismo sexo. En este sentido, afirmó que deberían ser consideradas como análogas a las heterosexuales. Igualmente, en una entrevista algo posterior, denunció el “falso perfeccionismo” que a su juicio imperaba en la Iglesia. Con todo, poco después tuvo que aclarar su postura haciendo un curioso equilibrio: por un lado afirmó que “allí donde haya personas pendientes y dispuestas la una de la otra, eso merece reconocimiento”, para añadir en cambio que los “actos” homosexuales iban “en contra de la ley natural y por tanto no pueden ser aceptados por nuestra parte”.
Por otra parte, no podemos dejar de mencionar a Raúl Vera, obispo de Saltillo (México), quien lleva ya años destacándose por su defensa de las personas LGTB. En fecha tan temprana como 2011 apoyó la organización del Foro de Diversidad Sexual, Familiar y Religioso por parte de la Comunidad de San Elredo, un grupo LGTB cristiano: “La sociedad mexicana aún no ha podido desligarse de prejuicios, intolerancia y hostilidad contra las personas homosexuales, generando actos de violencia y rechazo social y familiar”, declaró entonces. Igualmente, este mismo obispo bautizó en 2014 a la hija de una pareja de lesbianas, quienes habían contraído matrimonio en el Distrito Federal, primer territorio de México que aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo.
El catolicismo alemán, punta de lanza
No es de extrañar que la mayor parte de los ejemplos mencionados vengan del ámbito germánico. Alemania alberga una de las comunidades católicas más abiertas a la realidad LGTB. De hecho, las declaraciones de estos obispos alemanes resultan tímidas frente a iniciativas de los laicos. En diciembre de 2015, la división local de Colonia de la Alianza de Juventudes Católicas Alemanas (Bund der Deutschen Katholischen Jugend –BDK-) aprobaba un documento titulado “Todos son bienvenidos”, en el que afirmaba que “el amor de Dios no hace distinciones” y reconocía que las “personas homosexuales” pueden “vivir el sexo de manera responsable”. Otro ejemplo elocuente fue el documento firmado en 2011 por 144 teólogos católicos de habla alemana (aproximadamente un tercio del total) en el que abogaban por una profunda reforma de la iglesia que incluyera, entre otras muchas medidas, el fin del “rigorismo moral” que condena al ostracismo en el seno de dicha institución a las parejas del mismo sexo o a los divorciados casados en segundas nupcias.
Esta apertura a la realidad LGTB se corresponde, por lo demás, con una actitud progresista de buena parte del catolicismo alemán en temas como la contracepción o el divorcio, en los que Alemania ya marcaba diferencias con los pontífices anteriores, en particular con el también alemán Joseph Ratzinger.
En definitiva, dentro de la dinámica en la Iglesia católica de alternar algún paso adelante con pasos atrás (como bien ha quedado en evidencia con las más recientes declaraciones del papa), existe un grupo de obispos que parece presionar en un sentido inclusivo. No hace falta recordar, por desgracia, en qué posición se sitúan las voces cantantes del episcopado español. Con alguna salvedad como el obispo Vera, parece que de nuevo les toca a los obispos del norte de Europa el papel de avanzadilla.