Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: Cómo ser un hombre gay en la treintena y no caer en la frustación
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 11/05/2018 15:19
CÓMO SER UN HOMBRE GAY
EN LA TREINTENA Y NO CAER EN LA FRUSTACIÓN
    Por José Confuso - El Hombre Confuso
Cada mañana me recogía para ir a estudiar. Le esperaba en la esquina de mi casa, bueno, de casa de mis padres, justo donde empezaba el parque que había delante del portal. Me apoyaba contra la pared creyendo que podría ser alguien interesante. Tal vez lo fuese. Llegaba con su coche azul, las gafas de sol –sí, era verano– y la música puesta. Nos habíamos conocido a través de una amiga común y, de repente, formábamos un tándem. Miento, un grupo, pero en mi memoria el resto de gente no existe. Coincidimos los dos en una optativa y afianzamos lo que solo eran noches de marcha. Yo le pasaba mis apuntes, que para algo tenía mejor letra. Él era un par de años mayor y lo de estudiar se le había atragantado un poco. “¿Y a quién no?”, pensaba con mi historial impoluto. Tan iluso incluso para autoengañarme. Por aquel entonces no tenía nada claro qué estaba ocurriéndome. Ahora lo sé.
 
Compartíamos mesa en la biblioteca si había sitio, algo no siempre habitual. Pasaba páginas, memorizaba textos y apuraba los minutos. Consultaba los mensajes del móvil y jugaba a la serpiente. Él, no yo. Yo solo estudiaba. Hablaba con sus amigos, que también terminaron siendo los míos. Comentaban cosas de fútbol y de los planes que tenían al irse de Erasmus. Ellos, no yo. Yo solo estudiaba. Pasaban los días, las semanas y cada vez sentía que estábamos más cerca. Comíamos juntos, salíamos algún fin de semana y nos divertíamos bastante. Era guapo, lo reconozco. Tal vez demasiado. Y llevaba una de esas cadenitas con un recuerdo de la comunión. O del bautizo. Yo qué sé. Estaba delgado y se afeitaba casi todos los días. Todos lo hacíamos. Las benditas barbas todavía no habían llegado. Repetía asignaturas y compartía curso con una prima a la que intentaba no saludar. Sus razones tendría, pero a los demás nos hacía gracia. En verano llevaba pantalones cortos, camiseta y zapatillas.
 
A media mañana se levantaba de su silla, se desperezaba y preguntaba si nos tomábamos un café. Al hacerlo, un rastro de vello negro le asomaba por la cintura. Del ombligo hacia abajo. De abajo hacia el ombligo. No podía dejar de mirarlo. Notaba cómo se me aceleraba el pulso y comenzaban los sudores. “La humedad”, me justificaba. Sin pensar que no era, precisamente, esa humedad. Un cortado en la máquina mientras alguien fumaba y volvíamos. Nunca pasó nada más que esos descansos. Puede que para mí fuesen suficiente. Tengo treinta y cinco años y no he hecho nada de lo que se esperaba de mí. Siento que la vida se me ha ido escapando sin haberme dado cuenta. Tal vez se trate de lo normal. Nadie me lo explicó en su momento. Vivo pegado a una pantalla ganándome las facturas con el tecleo de mis dedos. Leo, escucho, incluso pienso. Menos de lo que creo. Imaginaba que a estas alturas habría logrado algo. ¿Qué? Buena pregunta. Me veo mayor para mucho y lucho para pensar que no es así. Que son inventos míos. Que es cosa de las redes. Se me cae el pelo, tengo canas en la barba y he dejado pasar muchas oportunidades. Dentro sigo siendo aquel chico que miraba el vello negro que se perdía en los pantalones. No di el paso entonces, no sé si lo daría ahora. A ver si el problema no era suyo. A ver si va a ser cosa mía. Tengo treinta y cinco años y no sé qué hacer con mi vida. Mi vida. Qué paradoja.
 JOSÉ CONFUSO                                         
Fuente: Shangay 
 


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados