Desfile promovido por el CENESEX en Pinar del Río, el 17 de mayo
Las regiones rurales de Cuba se resisten a aceptar a homosexuales y transexuales
En Pinar del Río, tierra de tabaco, donde suele verse a hombres con botas negras y machetes en la cintura listos para el trabajo, son muchas las personas que siguen viendo prejuiciosamente la homosexualidad y aún más que exhibición sin tabúes de esa condición humana.
Allí se celebró el desfile de carrozas con travestis, con banderas multicolores y personas ataviadas con pelucas verdes, para celebrar el Día contra la Homofobia y la Transfobia, cuyas actividades estuvieron organizadas por el estatal Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), que dirige Mariela Castro.
"Ellos deberían guardar más la forma. Nunca se vio esto en Pinar del Río", protestó Jorge Luis Martínez, el dueño de un taller de reparación de electrodomésticos en el centro de la ciudad. "Ya estoy maduro y sé el camino, pero en los muchachos, en las escuelas, ellos son más fácil de desviar", dijo a la agencia AP.
La marcha por la diversidad recorrió a mediados de mayo la avenida principal de la capital pinareña y cerró dos semanas de jornadas a favor de la inclusión.
Mariela Castro ha justificado en varias ocasiones que su estrategia, antes que lograr la aprobación de leyes que fomenten la igualdad como la del matrimonio homosexual, busca generar primero la aceptación social. Según la sexóloga, de lo contrario, las iniciativas se convertirán en letra muerta.
Las dos semanas de actividades —que incluyeron seminarios, debates y ciclos de cine— se realizan desde hace 11 años principalmente en La Habana. En 2010 comenzaron a llevarse a las provincias del interior del país como Cienfuegos, Santiago, Matanzas y ahora en Pinar del Río, predominantemente rural.
"Aunque hayamos avanzado todavía queda mucha homofobia y es necesario que se hagan este tipo de actividades. He escuchado comentarios despectivos en la calle (sobre la marcha). No es para promover la homosexualidad sino el respeto", comentó a la AP, Mayelín Viñas, una promotora de salud. La activista pinareña de 43 años participó en el desfile que convocó a unas 400 personas.
En las aceras de la calle principal de Pinar del Río, donde la gente se paró a observar la marcha, se escucharon comentarios variopintos: desde los que pedían reflexión y respeto, a la desaprobación, la ironía y los chistes subidos de tono. En voz baja algunos sostuvieron argumentos religiosos sobre la identidad de género y no faltaron las muecas y las sonrisas burlonas.
Son las huellas aún palpables de la Cuba de los años 60, cuando desde el Estado se perseguía abiertamente a los homosexuales e incluso los enviaba a campos de trabajo. Solo en las últimas décadas se ha favorecido una cierta política de inclusión a nivel oficial, en parte por la influencia de Mariela Castro, que no ha dejado de justificar la actuación de su tío y su padre, Fidel y Raúl Castro.
Entre la población la aceptación todavía es difícil.
Algunas creencias religiosas presentes en la Isla practicadas por denominaciones protestantes y afrodescendientes, entre ellas los llamados Abakuás —una hermandad masculina—, rechazan abiertamente a la comunidad gay.
"Es parte de la cultura del debate que hay que ganar en la sociedad cubana", expresó el periodista y activista oficialista Francisco Rodríguez, uno de los organizadores del desfile anual. "Este tipo de jornada aquí (en ciudades pequeñas) tiene un impacto mayor. Causa más repercusión", agregó.
Mariela Castro se mostró satisfecha con las actividades en Pinar del Río. "En esta provincia nos han sorprendido con una gran bienvenida", dijo con optimismo a la agencia AP antes de subirse a un convertible que acompañaba a las carrozas.
La diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular propuso, como parte de una reforma constitucional, que se elimine la definición del matrimonio como la unión de "un hombre y una mujer".
A la hija del general se le atribuye que las operaciones de reasignación sexual hayan sido incorporadas al sistema de salud de la Isla, pero todavía falta sensibilizar a sectores de población, sobre todo en las regiones más apartadas de La Habana.
"En el mundo entero hace años que hay cosas así. Nosotros poco a poco tenemos que interiorizarlo, pero en un país subdesarrollado como el nuestro no lo vemos así, la gente está con la cara perpleja", dijo a AP Fidel Carlos Rodríguez, un técnico pinareño de 42 años que se cruzó con la marcha. "Casi todas las ciudades de Cuba son muy conservadoras... y creo que cuesta adaptarnos a la idea", añadió.