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General: CUBA: Hablamos de fútbol, ¿Deporte nacional?
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: cubanet20  (Mensaje original) Enviado: 14/06/2018 15:39
 MUNDIAL DE FÚTBOL 2018
En Cuba hay una efervescencia popular incontrolable, dentro de un día las calles quedarán vacías, las multitudes se reunirán en clubes o en casas particulares para ver el gran espectáculo mientras se alimentarán de triunfos ajenos y de patriotismos prestados.

Cubanos en la Copa Mundial de fútbol 1938
Hablamos de fútbol, ¿deporte nacional?
         Boris Luis Cabrera | Diario de Cuba
Como el regreso de Jesucristo a la tierra, como un rocío milagroso que viene del cielo, como una bendición divina que llega del más allá, así ven los cubanos el comienzo de la Copa Mundial de Fútbol que se avecina.
 
En cada esquina de este país se habla de fútbol, del deporte descontaminado de rencillas políticas y de superioridades norteamericanas, aquel que no persigue talentos cubanos, ni motiva migraciones. El deporte perfecto para las grandes masas, ese que importa ídolos sin necesidad de fabricarlos en casa, aquel desprovisto de diversionismos ideológicos en el cual no hay que invertir ni un céntimo, el que da pan y circo a las nuevas generaciones.
 
Se habla de fútbol en cada parque, del deporte que ha desplazado a los abuelos a los rincones y que importa bien poco el que gane, aquel donde no está en juego la identidad nacional ni se compite por la superioridad de sistemas políticos ni por el éxito de estériles filosofías; el deporte que se puede ver en grupos de a miles, el que no amenaza dignidades patrias ni exhibe camisetas con águilas imperiales ni con la palabra "Yankees".
 
En cada casa, en cada avenida, en cada rincón de esta tierra, se habla de fútbol, de la Copa Mundial que se avecina, de Messi, de Cristiano, de Brasil y de Alemania. El plan funcionó, el maquiavélico plan que comenzó secuestrando al béisbol, el que lo amordazó y lo tiró como trapo sucio en una esquina sombría, custodiado por miedos absurdos y por censores estúpidos, funcionó a la perfección.
 
Las nuevas generaciones no entienden de esas cosas, nacieron después de que los medios oficiales habían reunido todo el mejor béisbol del mundo, como una hojarasca seca, y le habían prendido fuego delante de las cámaras de televisión por peligroso y subversivo; creen que es normal la ausencia de este en los comentarios deportivos, y no entienden de orgullos nacionales, ni les importan un bledo las raíces y la historia, ni la parte intangible de nuestra cultura.
 
Se habla de fútbol, del deporte que con patadas y goles ha resuelto el problema de las carencias y las vicisitudes, del mismo que se convirtió en fórmula mágica para desviar atenciones y que ha generado eruditos de barrio y fanáticos incondicionales, el que nos ha enseñado a ser más españoles, más alemanes, más franceses, y hasta más latinoamericanos, pero nunca, nunca, ni por asomo, mas norteamericanos.
 
La Copa Mundial de Fútbol está muy cerca, en Cuba hay una efervescencia popular incontrolable, a partir de hoy las calles quedarán vacías, las multitudes se reunirán en clubes o en casas particulares para ver el gran espectáculo mientras se alimentarán de triunfos ajenos y de patriotismos prestados.
 
Afuera, en medio de papeles sucios y restos de comida, quedarán las fotos y los afiches de nuestros héroes verdaderos pisoteados en el suelo, los que bateaban grandes jonrones y tiraban más de 90 millas, aquellos que jugaron al béisbol en medio de la manigua en desacato a las autoridades españolas, los que tanta gloria nos dieron a través de los años con el bate en la mano, y los que pusieron en alto el nombre de esta tierra ante el mundo en competencias internacionales.
 
BORIS LUIS CABRERA, LA HABANA   
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: cubanet20 Enviado: 14/06/2018 15:41
 
 

 

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: CUBA ETERNA Enviado: 18/06/2018 19:16
EL FÚTBOL GANÓ 

El fútbol ganó
Desde la Copa Mundial de 1990, celebrada en Italia, el fútbol empezó a calar en ciertas minorías por toda Cuba. La televisión nacional, haciendo uno de sus "esfuerzos" memorables, transmitió casi todos los partidos, y la gente comprendió las razones de tanta efervescencia en todo el planeta producto de los goles y las fintas dentro del campo.
 
Sin embargo, aún eran tiempos de bonanzas deportivas en Cuba, y el béisbol se jugaba y se seguía con pasión por cada rincón del país. Las emigraciones deportivas eran un cáncer ajeno, nuestros ídolos vivían en fotos colgadas en habitaciones y pasillos, y ese deporte de porterías y pelota grande no pasaba de ser una alegría exótica y pasajera para las grandes multitudes que lloraban con épicos cuadrangulares y victorias aplastantes en el diamante, mientras el orgullo nacional latía en los pechos descubiertos de millones de ciudadanos que lo exhibían sin pudor en su camino por la vida.
 
Luego del desastre socialista en Europa del Este y la consiguiente crisis económica en Cuba, el deporte fue uno de los renglones más afectados, y el béisbol nacional se fue marchitando lentamente por las fugas de jugadores, la falta de recursos, y las lógicas desmotivaciones.
 
Cuando las ligas profesionales del área, paradigmas del deporte rentado y referentes mundiales de poderíos capitalistas, abrieron sus puertas a los cubanos que escapaban, cerraron de golpe las puertas del mejor béisbol del mundo a los aficionados en Cuba, esta vez con complicados candados de combinaciones indescifrables.
 
El fútbol fue entonces la solución mágica que encontraron algunos personajes, quizás con nobles intenciones, pero de visión muy corta, para llenar el vacío dejado por el deporte de las bolas y los strikes.
 
A riesgo de quebrar nuestra identidad nacional, y en una búsqueda desesperada de ídolos e historias que nos hicieran levantar de nuestros asientos en casa, la televisión cubana desplegó una propaganda nunca antes vista a favor del fútbol internacional.
 
Las ligas y copas europeas comenzaron a transmitirse en vivo y en directo con sus mejores partidos, y los pocos fieles que se reunían en bares u hoteles pagando costosas entradas para poder seguir a sus equipos de preferencia se multiplicaron.
 
Mientras los medios de información daban una cobertura gigantesca, aparecían dentro de un sombrero mágico las camisetas alegóricas de cada equipo, y los niños jugando con un balón entre los pies crecían en los parques como la mala yerba.
 
La pasión del fútbol se adueñó de las nuevas generaciones, mientras las viejas han ido rindiéndose poco a poco ante su magia, hipnotizadas por la fuerza, la mercadotecnia y un empuje arrollador.
 
Ya empieza la Copa Mundial y toda Cuba es una fiesta; en casa se pueden ver todos los partidos de manera totalmente gratuita, y la gente se reúne a gritar bien alto sus emociones a los cuatro vientos, vestida con las chamarretas de sus equipos favoritos.
 
El Estado dispone grandes locales para que fanáticos se reúnan a vitorear a sus héroes importados, y negocios particulares abren sus puertas con grandes pantallas para atraer clientes.
 
El fútbol ganó, la Copa Mundial será una estocada violenta para los que aún creen que el béisbol es una parte intangible de nuestra cultura. El jonrón en Cuba es apenas un susurro tenue ante el unísono grito de gol de miles y miles de aficionados. ¿Cuál es ahora nuestro deporte nacional? Nadie tiene la respuesta.
Por el momento, vamos a ver el Mundial de Fútbol.
 
 

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 19/06/2018 17:33
Historia de los Mundiales de Fútbol
Cuba es el mejor país de la CONCACAF , los números están ahí, a la vista de todos
Vamos a basarnos en la estadística "rendimiento", o sea, porcentaje de puntos obtenidos del total de los disputados.  Todo parecía estar en contra de los cubanos que, por si fuera poco, asistieron al evento con solo 16 jugadores de 20 permitidos.
 
CUBANOS EN LA COPA MUNDIAL DE FÚTBOL 1938
Cuba es el mejor país de la CONCACAF en la historia de los Mundiales de Fútbol
       Yoandy Castañeda Lorenzo - Diario Las Américas
No. No me estoy volviendo loco. Los números están ahí, a la vista de todos. Ya lo decía Calderón de la Barca: “Todo es según el color del cristal con que se mira”. Hablo de average, de porcientos de correlación de victorias, empates y derrotas. Obviamente no me remetiría a comparar a la selección tricolor en cuanto a participaciones acumulativas o calidad actual de las selecciones. De hecho, una sola vez se vivió la fiebre del más universal de los deportes entre los habitantes de la isla y una sola vez bastó para dejar muestras de grandeza y gallardía sobre el terreno de juego.
 
Vamos a basarnos en la estadística “rendimiento”, o sea, porcentaje de puntos obtenidos del total de los disputados. México, el equipo insignia de la CONCACAF, juega para un 35 por ciento de efectividad pues ha obtenido 56 puntos en 53 partidos (159 puntos posibles). Estados Unidos, el otro gigante del área, fuera por cierto de la fiesta de Rusia, lo hace para el 30% producto de 30 rayitas en 33 encuentros (99 posibles). Jamaica 33%, 3 en 3 (9). Trinidad y Tobago, para un anémico 11%. Canadá no ha hecho la cruz 0%, al igual que El Salvador y Haití. Costa Rica exhibe un mejor 42%, 19 en 15 (45). Sin embargo Cuba lo hace para un 44 por ciento, 4 puntos en 3 partidos. Increíble, ¿no?
 
Lo anterior se traduce en una victoria, un empate y una derrota y un nada despreciable séptimo lugar por encima incluso de potencias como Alemania, Polonia, Holanda y Francia, esta última sede de la justa.
 
La Odisea
Corría el año 1938. En aquel entonces la decisión de Jules Rimet, presidente de la FIFA, de no respetar un acuerdo previamente tomado de alternancia establecida de un Mundial en el Viejo Continente y el siguiente en América, provocó que naciones como Argentina, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Estados Unidos, Guayana, México y Uruguay decidieran no asistir. Por lo que Cuba obtuvo su cupo.
 
Todo parecía estar en contra de los cubanos que, por si fuera poco, asistieron al evento con solo 16 jugadores de 20 permitidos.
 
Su primera presentación fue frente a 7.000 aficionados el 5 de junio en el estadio de Toulouse. El rival era Rumanía, una selección mucho más curtida y con experiencia en competiciones exigentes. Cuba era la cenicienta y así las aguas tomaron aparentemente su nivel al minuto 35 cuando la selección europea anotó el primer gol por intermedio de Silviu Bindea. No obstante, la Mayor de las Antillas reaccionó rápido y cinco minutos más tarde Héctor Socorro anotó el empate. Con esta paridad se fueron al descanso.
 
En el segundo tiempo llegaba la sorpresa en las postrimerías y en el minuto 87 Cuba anotaba su segundo gol, a la cuenta de Tomás Fernández, y ponía pies y medio en cuartos de final. Sin embargo, el rumano Iuliu Baratky puso el 2 a 2 en el reglamentario y hubo que ir al tiempo extra.
 
Al minuto 105 Rumanía anotó el tercero, esta vez a la cuenta personal de Stefan Dobay. El partido agonizaba, era el reloj ahora el principal enemigo, se escuchaban cánticos de celebración entre los seguidores rumanos pero, casi al sonar la campana, apareció Juan “Romperredes” Tuñas y volvió a empatar el marcador. Como en aquella época no existía la tanda de penales, fue preciso celebrar varios días después un partido de desempate. En ese encuentro Dobay adelantó a los rumanos, pero Cuba no se dio por vencida y en apenas cinco minutos de juego Héctor Socorro y Carlos Oliveira marcaron los dos goles de la victoria.
 
Sin embargo, hasta allí la gloria tocó a los antillanos quienes, cansados producto del esfuerzo, con menos jugadores de recambio y bajo un clima hostil, fueron apabullados por Suecia el 12 de junio por marcador de 8 a 0, una de las mayores goleadas en la historia mundialista. Tuñas lo resumió de esta manera en una entrevista realizada en 2010 a sus 93 abriles: “Antes del partido nos consideraron favoritos, por la manera en que habíamos jugado. Pero sucedió algo que no esperábamos: llovió y el campo se inundó. No estábamos acostumbrados a eso, nos resbalamos una y otra vez, y terminamos perdiendo”.
 
La selección, dirigida por José Tapia, hizo más de lo que se esperaba e inscribió su hazaña en los libros de historia. Baste recalcar que hasta 1974 no participó otro país caribeño en una cita del orbe cuando Haití logró clasificarse a la Copa de Alemania. Luego alcanzarían boleto mundialistas Jamaica (Francia ’98) y Trinidad y Tobago (Alemania 2006).
 
La tabla final del Mundial de 1938 quedó con Italia como campeón, seguidos de Hungría, Brasil y Suecia.
 
 


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