Unos años antes de su fallecimiento en el 2003, Celia Cruz lanzó un disco titulado Siempre viviré. El título era profético, dado que el espíritu de la reina de la salsa permanece vital en la cultura popular de Estados Unidos. Una nueva exhibición y un musical sobre su vida enfatizan la riqueza de este impactante legado artístico.
Titulada Forever Celia, la exposición se presenta en el Museo Americano de la Diáspora Cubana de Miami hasta el 31 de marzo del 2019. Es la muestra más grande que se haya organizado sobre Celia hasta el día de hoy, e incluye una gran cantidad de objetos que no han sido exhibidos públicamente hasta ahora. Fotos de su vida, una generosa selección de vestidos y pelucas, sus discos con la Sonora Matancera. Y en lo personal, objetos como su primer pasaporte y el pasaje de avión que la transportó al Congo en la década del 70 para presentarse en concierto junto a la Fania All-Stars.
Acompañada por su adorado “cabecita de algodón” —su esposo Pedro Knight, trompetista de la Matancera— Celia fue una asidua viajera, presentando conciertos en todo el mundo y guardando recuerdos de los lugares que visitaba. Yendo más allá de su extensa discografía, la exposición busca celebrar y recordar el lado más personal de la cantante.
También en Miami, el 16 y 17 de noviembre se presentará el estreno en Estados Unidos de Celia – El Musical. La producción está a cargo de Omer Pardillo-Cid, que conoció a Celia cuando era un adolescente, se convirtió en su representante y fue responsable de que la cantante alcanzara el nivel más alto de fama durante los últimos años de su vida, con éxitos como “La vida es un carnaval” y “La negra tiene tumbao”. Pardillo-Cid es hoy administrador de los bienes de Celia.
Encontrar a una actriz y cantante que pudiera interpretar a una personalidad tan chisporroteante como Celia no fue fácil. Pardillo-Cid se decidió por Lucrecia, una cantante cubana de voz espesa y melodiosa. Instalada en Barcelona, en el pasado había grabado su propia versión de “La vida es un carnaval”.
Con libreto de Jeffry Batista y el director Gonzalo Rodríguez, el musical comienza cuando Celia se dispone a presentar el último concierto de su vida. A partir de este evento, la cantante recuerda varios momentos de su vida presentados en el escenario a través de canciones y números bailables.
Al igual que Celia, Lucrecia es oriunda de La Habana. Mientras vivía en Cuba, fue integrante del venerable grupo femenino Orquesta Anacaona, fundado en 1932; es decir, antes de que Celia comenzara su carrera cantando en los estudios de Radio Progreso. Cuando se fue de Cuba y empezó a grabar discos en España durante la década de los 90, Lucrecia tenía varios parecidos estilísticos con Celia. Los cercanos a esta producción aseguran que fue la mejor candidata para un papel tan difícil.
Tanto el musical como la exposición servirán como una buena excusa para seguir escuchando y descubriendo nuevos momentos en la discografía de Celia. Su producción musical fue, como ella misma, inagotable.