POR SIGFREDO ARIEL | LA HABANA
Elena explica el lío este que hay entre tú y yo, enseña la esperanza mínima de darnos por las buenas con un descaro que parece salido de prisión —un qué hay qué tal—, nos enhebra en su hilo y así tal vez adelantemos algo sin movernos del lugar, ambos repletos de miedo de ti, miedo de ser solo un juguete, como siempre
Como si nada Elena ha dibujado la confianza caída de un acantilado verídico, no perdida entre dos niños que jugaban básquet con lo único que habría que cuidar: muestra el abismo que pocas veces devuelve la mirada cuando dice, por ejemplo, yo pude acaso pensar en otra forma, nacer en otro tiempo
Y a la hora de dejarle en la parada de la ruta 57, con su ropa de escenario en una percha, seria y sola sin entender nada de la realidad, menos del gobierno y sus maromas, ella sabe —como solo saben quienes alguna vez fueron carbonizados—, que el perenne episodio insustancial que viene después de rematado el breve gran amor dura lo que dura este cigarro
Con su burlonería y total desconfianza en el futuro La Burke sobre nosotros canta su victoria precaria, pero victoria, victoria al fin.