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General: Justin Trudeau se enfrente a Trump por los derechos LGTB
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 03/12/2018 19:13
 40 legisladores republicanos se oponen al borrador del tratado de libre comercio entre EE.UU., Canadá y México porque incluye una cláusula que prohíbe la discriminación laboral en baso al sexo, la orientación sexual y la identidad o expresión de género. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha dicho que por su parte no piensa modificar el texto porque representa valores sociales que deberían ser comunes en los 3 países.
 
JUSTIN TRUDEAU, SE ENFRENTA A LOS REPUBLICANOS Y
SE NIEGA A RETIRAR PROTECIÓN LGTB DEL TRATADO CON EE.UU. Y MÉXICO
Si hay una cosa que la derecha nos ha dejado clara a lo largo de la historia es que los derechos LGTB+ le importan un bledo, siempre y cuando no puedan sacar beneficio económico. Otra cosa que también sabemos de la derecha es que no tiene reparos a la hora de inventarse excusas absurdas para negarse a respetar nuestra dignidad. Es lo que está pasando con el tratado económico que Estados Unidos, Canadá y México están a punto de firmar (el USMCA) y con el que los republicanos norteamericanos no están contentos. ¿El motivo? Los derechos LGTB.
 
40 legisladores republicanos enviaron hace unos días una carta a Donald Trump exigiéndole que elimine del USMCA las protecciones al colectivo LGTB que figuran en el borrador del acuerdo. Esa protección no es nada más que una serie de “políticas que protegen a los trabajadores contra la discriminación laboral en base al sexo; incluyendo el embarazo, el acoso sexual, la orientación sexual o la identidad de género“. Dicen esos legisladores republicanos que firmar el tratado con ese texto incluido supondría socavar la soberanía estadounidense para “decidir cómo y cuándo tratar asuntos de derechos civiles, clases protegidas y derechos laborales“. Y añaden: “Estamos profundamente preocupados por esta inclusión sin precedentes de lenguaje referente a la orientación sexual o la identidad de género en un Tratado de Libre Comercio“.
 
El partido Republicano lleva varios años intentado cargarse de todas las maneras posibles las leyes que protegen al colectivo LGTB. Algunas se las cepilló Trump nada más llegar a la Casa Blanca, como por ejemplo cuando ordenó a la Fiscalía General del Estado que dejara de incluir la orientación sexual y la identidad de género en el Título IX de la carta de Derechos Civiles, que es el título que protege a los ciudadanos frente a la discriminación sexual. Aunque las consecuencias de esa decisión son inmensas, el gobierno de Trump eliminó esa protección para que los colegios, institutos y organismos públicos puedan seguir negándose a que las personas trans utilicen el baño de su género percibido.
 
Lo que los Republicanos intentan ahora es, de nuevo, eliminar cualquier protección al colectivo LGTB del tratado de libre comercio; pero en lugar de dejar claro que lo hacen porque son una panda de homófobos retrógrados lo hacen con la excusa de la interferencia del tratado en la política estadounidense. Y es que, según esos 40 legisladores, “un acuerdo de comercio no es el lugar para la adopción de políticas sociales” y añaden que “es especialmente inapropiado e insultante que nuestra soberanía se someta de forma innecesaria a políticas que el Congreso de los Estados Unidos ha rechazado aceptar de forma explícita“.
 
Pero con lo que no cuentan esos 40 republicanos es que frente a Donald Trump se sientan los presidentes de México y Canadá, y ha sido el último, Justin Trudeau, el que ha dicho que no piensa cambiar el texto, que le parece fantástico tal y como está porque es un reflejo de los “valores compartidos” por los tres países. “En cualquier acuerdo comercial siempre habrá gente que quiera una cosa o quiera otra cosa o no quiera esto o no quiera lo otro“, ha explicado Trudeau al diario Toronto Star, “Nosotros vamos a dejar que los políticos y la administración de Estados Unidos se centren en su proceso de ratificación mientras nos centramos en el nuestro“.
 
El texto del acuerdo debe ser aprobado por los tres países en sus respectivos órganos de gobierno, y salvo que Canadá y México claudiquen todo parece indicar que los republicanos se opondrán al tratado. Y si alguno de vosotros está esperando que ese tratado se apruebe, que espere sentado; porque tanto México como, obviamente, Canadá le pasan la mano por la cara a la administración Trump en lo que a la lucha contra la discriminación LGTB se refiere.
 
Sí, parece mentira pero es así. Canadá aprobó leyes que prohíben la discriminación sexual por motivo de orientación sexual en 1996, mientras que no fue hasta 2017 que se aprobaron las mismas leyes para proteger la identidad o la expresión de género. En el caso de México, la orientación sexual pasó a estar protegida en 2003; pero aún no se ha legislado sobre la identidad de género.
 
En EE.UU., como cada estado legisla a su manera y el gobierno federal de Trump ha decidido dejar la puerta abierta a la discriminación, hay 29 estados en los que es legal discriminar a un empleado por su orientación sexual y 34 estados en los que es legal hacerlo por la identidad de género.
 
Y luego tienes que aguantar a los cantamañanas de siempre diciéndote que Clinton era peor y que Trump no ha perjudicado de forma real al colectivo LGTB+. Anda a la mierda.
 
Pero con lo que no cuentan esos 40 republicanos es que frente a Donald Trump se sientan los presidentes de México y Canadá, y ha sido el último, Justin Trudeau, el que ha dicho que no piensa cambiar el texto, que le parece fantástico tal y como está porque es un reflejo de los “valores compartidos” por los tres países. “En cualquier acuerdo comercial siempre habrá gente que quiera una cosa o quiera otra cosa o no quiera esto o no quiera lo otro“, ha explicado Trudeau al diario Toronto Star, “Nosotros vamos a dejar que los políticos y la administración de Estados Unidos se centren en su proceso de ratificación mientras nos centramos en el nuestro“.
 
El texto del acuerdo debe ser aprobado por los tres países en sus respectivos órganos de gobierno, y salvo que Canadá y México claudiquen todo parece indicar que los republicanos se opondrán al tratado. Y si alguno de vosotros está esperando que ese tratado se apruebe, que espere sentado; porque tanto México como, obviamente, Canadá le pasan la mano por la cara a la administración Trump en lo que a la lucha contra la discriminación LGTB se refiere.
 
Sí, parece mentira pero es así. Canadá aprobó leyes que prohíben la discriminación sexual por motivo de orientación sexual en 1996, mientras que no fue hasta 2017 que se aprobaron las mismas leyes para proteger la identidad o la expresión de género. En el caso de México, la orientación sexual pasó a estar protegida en 2003; pero aún no se ha legislado sobre la identidad de género.
 
En EE.UU., como cada estado legisla a su manera y el gobierno federal de Trump ha decidido dejar la puerta abierta a la discriminación, hay 29 estados en los que es legal discriminar a un empleado por su orientación sexual y 34 estados en los que es legal hacerlo por la identidad de género.
 
Y luego tienes que aguantar a los cantamañanas de siempre diciéndote que Clinton era peor y que Trump no ha perjudicado de forma real al colectivo LGTB. Anda a la mierda.
 
Trump apremia al Congreso para que dé luz verde el nuevo acuerdo comercial con México y Canadá
Donald Trump tiene prisa por cerrar por completo el otro gran frente comercial de los dos últimos años. De regreso a Washington, tras la cumbre del G20 celebrada el viernes y el sábado en la capital argentina, el presidente de Estados Unidos, conocido por sus inclinaciones proteccionistas, lanzó el último órdago para sacar adelante lo antes posible el T-MEC, que sustituirá al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) de 1994.
 
Para que el pacto, acordado hace un par de meses y firmado en Buenos Aires por los presidentes de los tres países participantes —EE UU, México (Enrique Peña Nieto) y Canadá (Justin Trudeau)—, sea un hecho necesita aún del visto bueno definitivo de todos los Congresos. Y Trump quiere que el proceso no se demore demasiado tras el cambio de mayoría en la Cámara de Representantes, en la que los demócratas, tradicionalmente más duros con los acuerdos comerciales con otro países, tienen ahora el mando.
 
A bordo del avión presidencial Air Force One, Trump anunció que iba a pedir al Congreso que "pusiera fin" al TLC "en un período de tiempo relativamente corto". Este proceso activaría un plazo de seis meses antes de que Washington abandone finalmente el acuerdo: en ese medio año, tanto la Cámara de Representantes como el Senado tendrían que elegir entre aprobar el T-MEC como nuevo paraguas que rija sobre las relaciones comerciales en una de las regiones más interconectadas y competitivas del planeta, o dejar a su país sin ningún tipo de acuerdo con sus vecinos del norte y del sur. Con este movimiento, el magnate republicano deja la pelota sobre el tejado de la mayoría progresista en la Cámara de Representantes, que acarrearía con todo el coste político en caso de que decidiese no dar luz verde al nuevo tratado.
 
La jefa de los demócratas en el Congreso, Nancy Pelosi, dijo el viernes que el acuerdo "aún debe ser trabajado", y declaró que México no se ha dotado aún de una ley sobre los salarios y las condiciones de trabajo. Como en 1994, ese punto es el más espinoso para los demócratas, que quieren evitar a toda costa cualquier traza de dumping laboral. No obstante, en este casi cuarto de siglo de vigencia del TLC, muchas empresas estadounidenses han hecho uso del instrumento —que creó el mayor área de libre cambio del mundo— para trasladar parte de su producción a México, donde los salarios en el sector manufacturero son hasta seis veces más bajos. El nuevo acuerdo incorpora un capítulo laboral más estricto que el actual y promete mejorar las condiciones de trabajo de los empleados mexicanos, incluida una sindicación real que hoy brilla por su ausencia en muchas empresas.
 
Trump dijo el viernes que el nuevo acuerdo es “mucho mejor” que el TLC, que volvió a tildar de "desastroso" para su país. Aunque es cierto que las autoridades mexicanas y canadienses han cedido en puntos clave para lograr el nuevo acuerdo, las modificaciones introducidas no justifican las palabras de Trump, que tienen que ver más con su venta política que con un cambio real en el equilibrio norteamericano. Ahora, agregó el presidente estadounidense, “se pondrá fin [al TLC] y el Congreso tendrá la opción entre el T-MEC o la situación anterior al TLC, que funcionaba muy bien”. Las grandes empresas con operaciones en México y Canadá y los Estados más exportadores no piensan lo mismo.
 
Fuente: pinknews


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: SOY LIBRE Enviado: 08/12/2018 15:35
 La administración Trump se autoexcluye de la protección a las personas LGTB acordada en el nuevo tratado norteamericano de libre comercio. El pasado 30 de noviembre, el ya expresidente Enrique Peña Nieto, el presidente Donald Trump y el primer ministro Justin Trudeau firmaban el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que sustituirá al Tratado de Libre Comercio en vigor desde 1994. 
 
Por  Humming Albus
La firma del nuevo tratado de libre comercio norteamericano dejaba el viernes pasado un desagradable cambio de última hora. La versión final rebaja el carácter vinculante de la protección frente a la discriminación laboral basada en la orientación sexual y la identidad de género, presente en el texto inicial. Ni siquiera con la nueva formulación, más laxa, se ha dado por contenta la administración Trump. Ante la amenaza de varios congresistas republicanos de rechazar el tratado si se hacía referencia a la realidad LGTB, Estados Unidos se ha autoexcluido de la medida con una nota al pie en la que especifica que el país no va a tomar nuevas medidas en esa dirección.
 
El pasado 30 de noviembre, el ya expresidente Enrique Peña Nieto, el presidente Donald Trump y el primer ministro Justin Trudeau firmaban el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que sustituirá al Tratado de Libre Comercio en vigor desde 1994. Era el resultado de dos años de negociaciones y ahora deberá superar la ratificación parlamentaria en cada uno de los Estados signatarios. En el ámbito LGTB, la administración Trump ha conseguido, tras diluir su carácter vinculante, autoexcluirse de una ambiciosa formulación contra la discriminación laboral tras las presiones de los republicanos.
 
El texto original, en su artículo 23, instaba a los tres países a apoyar «políticas que protejan a los trabajadores contra la discriminación laboral basada en el sexo, inclusive con relación al embarazo, acoso laboral, orientación sexual e identidad de género». Pero ya a mediados de noviembre, un grupo de más de cuarenta congresistas republicanos escribieron una carta al presidente urgiéndolo a no firmar el acuerdo si antes no se borraba esta mención. En el trasfondo, la amenaza de rechazar el tratado durante su ratificación en el Congreso de Estados Unidos.
 
Para sortear este posible veto, la nueva formulación del artículo 23 anima a los países firmantes a fomentar «políticas que consideren apropiadas para proteger a los trabajadores contra la discriminación laboral basada en el sexo (inclusive con relación al acoso laboral), embarazo, orientación sexual, identidad de género y cuidado de personas allegadas». Una formulación, la de «que consideren apropiadas», que rebaja el carácter vinculante del mandato. Aun así, Estados Unidos se autoexcluye de esta recomendación con una nota al pie en la que asegura que las normas existentes en el país ya «son suficientes para cumplir las obligaciones» que impone el tratado en materia de discriminación laboral y «por tanto, no requieren ninguna acción adicional» por parte de la administración estadounidense.
 
Sin una ley federal contra la discriminación laboral
La realidad es que, a diferencia de Canadá y México, Estados Unidos carece en la actualidad de una ley federal de protección de las personas LGTB frente a la discriminación en el ámbito laboral. La legislación varía según los estados, e incluso hay normas distintas según el condado o la localidad de residencia, de manera que en muchos lugares sigue siendo legal negar un empleo a un candidato solo por ser gay, lesbiana, bisexual o transexual. Desde 1994, de hecho, diversas variantes de una propuesta de ley de no discriminación en el empleo (ENDA, por sus siglas inglesas) han sido presentada ante el Congreso, sin que ninguna haya prosperado.
 
Para compensar la no aprobación de la ENDA, Barack Obama dictó en 2014 una orden ejecutiva que de forma explícita prohibía a todas aquellas empresas que tengan o que aspiren a cerrar contratos con la administración federal discriminar a sus empleados por razones de orientación sexual o identidad de género. Se trata, en cualquier caso, de una orden ejecutiva, no de una ley. Donald Trump puede revertirla al margen del Congreso, una posibilidad que por ahora no se ha materializado. Ahora bien, ya en varios momentos los medios estadounidenses han recogido su intención de emitir otra orden ejecutiva a favor de la «libertad religiosa» que la convertiría en papel mojado. Los tribunales, por su parte, han dictaminado que la histórica Ley de Derechos Civiles de 1964 cubre la protección frente a la discriminación laboral de las personas LGTB.
 
Fuente: dosmanzanas


 
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