Por Francisco Fernandez | CiberCuba La devoción cubana por el mendigo barbudo, viejo y enfermo de las muletas ―al que perros callejeros lamen sus llagas― tal vez sea uno de los mayores testimonios de fe religiosa en Occidente.
A la parábola de Lázaro solo le bastó ser narrada por Jesucristo para que su personaje fuera tan creíble como la Virgen. Es en Cuba donde la veneración a este santo cobró un fervor que jamás tuvo en otro sitio, y que compite con esas devociones femeninas que llegaron muy reforzadas de España, como las de La Caridad, Las Mercedes, la de Regla o Santa Bárbara.
Los atributos más icónicos de San Lázaro desafían en autoctonía y cubanidad a los de sus ‘rivales’. Su pobreza es la misma de un pueblo sucesiva y económicamente golpeado, desde la colonia hasta hoy, por despotismos, guerras, crisis, desastres naturales, epidemias, ‘bloqueos’.
La historia de Cuba es más prodiga en ‘vacas flacas’ que ‘gordas’, en testimonios de pobres que de ricos. Aunque algunos lleguen a ser millonarios, el cubano en realidad siempre será pobre: la Isla en la que vive o de donde proviene perennemente lo ha sido. Los cubanos huyen de una pobreza que, adondequiera que emigren, los perseguirá de por vida, en la memoria, en noticias que, desde la patria, seguirán goteando en los medios.
Económica o políticamente, Cuba nunca ha sido capaz de andar sola, siempre llevando consigo muletas, llámense España, Estados Unidos, Unión Soviética, Venezuela. Cuba aún renquea lastimosamente, dependiente de la solidaridad extranjera para su supervivencia.
Pero esa pobreza material, física, vestida de yute, no lo es espiritual. Por el contrario: no cesa de inspirar internacionalmente una mitología cultural que siempre salvan a la Isla de la indigencia más dramática.
Así, el ‘internacionalismo’ irradiante de San Lázaro ha exportado al mundo la veneración por su gemelo sincrético, Babalú Ayé, Orisha de la viruela, la lepra, las enfermedades venéreas y afecciones de la piel.
La extraña y ascética dignidad que conlleva ser pobre y soportarlo estoicamente, se revierte en una ‘riqueza’ que al final viene al rescate del cubano, le depara la ‘gloria’, como a Lázaro en la parábola bíblica.
Otros atributos criollos que cubren a San Lázaro, como su manto morado, son el miedo y el dolor. La ubicación apartada y lejana de su Santuario, el Rincón, se debe al miedo, repulsa y lástima social que despertaba su enfermedad patronal, la lepra, el mismo asco, pavor y pena que en los 80s confinaría al VIH-SIDA tras los muros de la cercana finca ‘Los Cocos’.
A San Lázaro se le pide sobre todo sanación de enfermedades contagiosas o de la piel con difícil cura, sobre todo en niños. Pero sus fieles también saben que ese santo anciano es tan propicio a conceder el milagro pedido por el creyente como exigente del sacrificio prometido a cambio.
De ahí el desgarrador espectáculo de los pagadores de promesas de camino al Rincón. Fe, gratitud y miedo se entremezclan en una peregrinación plagada de martirio y dolor fisiológico que a veces raya el delirio.
La creatividad competitiva entre pagadores de promesas en demostrar la devoción más agradecida y temerosa en la ruta al santuario de Santiago de las Vegas, es la revelación desatada de un pueblo que, por el cumplimiento de cualquier promesa, ofrenda sin pudor muestras públicas de sufrimiento indecible como norma de vida.
A los cubanos se nos han dado bien las promesas a lo largo de nuestra historia. Hacérnoslas y creérnoslas. Sobre todo aquella según la cual alguna vez dejaríamos atrás la Cuba pobre, enferma, tullida, que hemos conocido siempre.
Autodisciplina y sacrificio dignos de pagadores de promesas a San Lázaro no nos han faltado, desde luego. Pero de momento, nada conseguido, aunque sin perder la fidelidad, al punto de que cada 16 de diciembre, en vísperas del 17, entre peregrinos, turistas, curiosos y periodistas, la cifra de visitantes venidos de toda Cuba y el mundo al Rincón puede dispararse a las 50 000 personas.
Se corta el tráfico, se refuerzan las rutas de ómnibus locales, se producen los embotellamientos habituales ese día en las avenidas que conducen a la zona. La imagen original, la del viejo Lázaro del leprosorio de la Habana de extramuros del siglo XVIII, se coloca para su veneración fuera del templo: la Iglesia católica reniega de él como ‘santo’ y del culto sincrético a Babalú Ayé. Eso sí: nunca olvida colocar delante de este una sábana para colectar el dinero que los devotos le arrojan.
Este año, como de costumbre, la Misa Solemne de agradecimiento se celebrará a las 11:00 pm, y a las 12:00 am se le cantarán unas Mañanitas acompañadas por Mariachis.
Cuando los colonizadores españoles introdujeron esclavos negros a Cuba y estos llevaron consigo a sus orishas. Les prohibieron que continuaran venerando a sus divinidades, y los esclavos inventaron una forma ingeniosa de continuar rindiéndoles culto, uniendo las cualidades positivas de sus dioses con las de los santos católicos. Así nació el sincretismo afrocubano.
El documental La noche de San Lázaro, es un acercamiento a la fé que profesa el pueblo cubano a Babalú Ayé, orisha africano sincretizado en el San Lázaro católico.
Cada 17 de diciembre, Cuba se viste de ritual y penitencia llevándose a cabo una de las prácticas mágico religiosas más importantes. Es una noche llena de misticismo, tradición y misterio….
LÁZARO DE BETANIA, EL AMIGO FIEL POR QUIEN JESÚS LLORÓ
Cada 17 de diciembre se le rinde homenaje en Cuba a San Lázaro y a Babalú Ayé, santos milagrosos muy populares en este país, a los que se venera y se le hacen promesas para la solución de casi cualquier problema.
17 DE DICIEMBRE
¿Quién fue San Lázaro de Betania?
San Lázaro es un santo de la iglesia católica muy popular en Cuba y en otros países hispanos. Lázaro de Betania, también conocido como San Lázaro, fue un personaje del nuevo testamento muy amigo de Jesucristo, a quien albergó en su casa en varias oportunidades durante su tiempo de predicación. Es muy conocido por el poderoso milagro de Jesús en el Evangelio de Juan, en el que Jesús lo devuelve a la vida cuatro días después de su muerte. La resurrección de Lázaro ejemplifica el poder de Jesús sobre la vida y la muerte. Es considerado patrón de los pobres y de los enfermos.
Aspecto relevante de su vida
San Lázaro de Betania ha pasado a la historia como el amigo fiel por quien Jesús lloró. Lázaro quiere decir: “Dios es mi auxilio”.
Actualmente existen dos tumbas de Lázaro, una es donde se llevó a cabo el último milagro de Jesús, y la segunda después de su segunda muerte en Marsella donde fue a evangelizar.
ALGO MÁS SOBRE SAN LÁZARO
San Lázaro es un santo de la iglesia católica muy popular en Cuba y en otros países hispanos. Existen dos personajes en la Biblia que explican el origen del santo milagroso, un pobre limosnero y un amigo de Jesús, a quien este rescató de entre los muertos. En las imágenes se representa San Lázaro como un anciano con dos muletas, con perros lamiéndole las llagas.
En la Biblia se cuenta que Lázaro fue un pobre que vivió en Betania cerca de Jerusalén, era hermano de María y Martha y amigo de Jesús, quien lo trajo de regreso a la vida, cuatro días después de muerto. Este es uno de los milagros más grandes de Jesucristo.
También se menciona en una parábola contada por Jesús, llamada "Lázaro y el hombre rico". Dice así:
"Había una vez un hombre rico que vestía de púrpura y finos linos y cenaba suntuosamente todos los días. Cierto día encontró tirado junto a su puerta a un pobre hombre llamado Lázaro, harapiento y mal vestido y quien gustosamente comía las migajas que caían de la mesa del rico. Incluso a este pobre leproso, los perros llegaban hasta el para lamer sus llagas". Lucas capítulo 16
Según la historia judeo - cristiana, después de la crucifixión de Jesús, Lázaro acompañó a San Pedro a Siria y posteriormente llegó a la isla de Chipre, donde fue elegido obispo y murió 30 años después. También existió un obispo llamado Lázaro en el sur de Francia, lo que hace confusa la historia. San Lázaro representa para los fieles el poder, la fuerza y la benevolencia de Dios a través de su hijo Jesucristo.
Se le ruega al santo para la curación de enfermedades de la piel y contagiosas, incluyendo las epidemias. También se pide su ayuda por cualquier tipo de problema, pero las promesas que se le hagan es obligatorio cumplirla, so pena de despertar su enojo.
Cada día 17 de diciembre se le rinde honor en Cuba a San Lázaro, en el Santuario del Rincón, donde se conserva una antigua imagen del santo. Al lugar acuden fieles todo el año a agradecer por su favores y más aún en esta fecha, muchos de los que acuden al lugar no le rinden culto al santo católico, sino a Babalú Ayé.
17 DE DICIEMBRE DÍA DE BABALÚ AYÉ
Debido al sincretismo religioso existente en Cuba, en la santería cubana San Lázaro se identifica con Babalú Ayé, una deidad de origen africana. Babalú Ayé es un Orisha o santo de la religión yoruba. Se le identificó con San Lázaro porque es el orisha de la lepra, la viruela, las enfermedades venéreas, de la piel y en general de las pestes y la miseria. Por esa razón el 17 de diciembre, también es el Día de rendirle homenaje a Babalú Ayé.
Oración a San Lázaro
“Pidamos a Cristo en este día que guarde un puesto para nosotros en su corazón. Digámosle con todo nuestro ánimo que queremos ser sus amigos íntimos.
Dios, que por tu divino Hijo unigénito, despertaste de los valles sombríos y sacaste de la tumba a Lázaro muerto desde hacía cuatro días, haz que también nosotros podamos surgir de la tumba de nuestros pecados, de nuestros errores y nuestras indiferencias, a fin de que merezcamos ser admitidos en tu Reino que no tiene fin.
Haz también que en nuestros corazones haga morada el Amor para que así podamos tener siempre a Jesús por amigo íntimo como lo fue de San Lázaro. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén”
Oración a San Lázaro, patrón de los pobres y enfermos
“Querido patrón y asistente de los pobres y enfermos, con esta oración te pido ayuda, y con la ayuda del Espíritu Santo, que el Señor siempre me proteja durante una enfermedad o en la salud. San Lázaro dame la fuerza para superar todas las tentaciones del mundo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo“.
SANTARIO NACIONAL DEL RINCÓN
El Rincón es para los habaneros lo que El Cobre para los santiagueros: la suprema exaltación de la religiosidad popular. Construida el 26 de febrero de 1917: la iglesia de san Lázaro y la casa-hospital de enfermos de lepra, en la década de los noventa del siglo XX, a propuesta del reverendo Ramón Suárez Polcari, en la Conferencia de Obispos Católicos celebrada en Puebla, México, le fue otorgado a esta pequeña iglesia el título de Santuario Nacional. Para esta designación se tuvo en cuenta: el número cada vez mayor de personas que asisten al lugar, tanto en ocasión de la celebración, el 17 de diciembre, como el resto del año. Por la significación que tiene este santo en la vida de muchos cubanos, el significado que tiene dentro de la cultura nacional, el caudal histórico que hay detrás de sus muros y del hospital. Todos los años acuden al santuario miles de personas para asistir a la peregrinación a pie o en cualquier otro medio el 17 de diciembre, día de su festividad religiosa. Durante esta fecha, los días previos y posteriores los fieles acostumbran a dar cumplimiento a sus promesas satisfechas o establecer otras. Hasta la localidad habanera del Rincón llegan devotos de todas las provincias, incluso de otros países para presenciar todo lo que acontece durante la festividad al santo conocido también como El viejo Lázaro.
Sincretismo religioso
A medida que vamos leyendo cada una de las historias anteriores nos damos cuenta de lo que tienen en común y esa unidad de características se ha convertido en el San Lázaro que veneran en Cuba y tan popular es. Babalú Ayé tiene coincidencias con San Lázaro el Obispo al ser resucitado igualmente que este y celebrar el día 17 de diciembre su festividad. Sin embargo, la imagen que se asocia en el sincretismo de Babalú Ayé es la de Lázaro, el mendigo y leproso, ya que como este, Babalú Ayé tenía llagas, andaba harapiento, con muletas y se hacía acompañar por perros. De esta forma los esclavos que llegaron a Cuba ocultaron sus creencias bajo apariencias católicas y siguieron adorando a sus dioses bajo nombres católicos. El hecho de haber sido un Santo que ha sufrido en carne propia el dolor y la enfermedad y al que se le atribuyen curaciones y sanaciones milagrosas, ha favorecido que el pueblo lo venere y siempre le pida por la salud, cualidad de sanador que aporta Babalú Ayé. Babalú Ayé representa las afecciones de la piel, las enfermedades contagiosas, especialmente las venéreas y las epidemias en el ser humano.
Medio hermano de Changó, cuando los adivinos se reunieron para la distribución de los reinos le fue entregado el Reino de Dajome. Arará Dajome de nacimiento según unos; aunque de tierra Lucumí fue a tierra de Dajome según otros. Es el santo más venerado de tierra Arará. Tiene el aspecto de un inválido, minado por un mal deformante, de piernas retorcidas y espinazo doblado. En Candomblé y Umbanda se lo representa cubierto de unos vestidos de paja. Deidad de la viruela, la lepra y, en general, de las afecciones de la piel. Orisha mayor y santo muy venerado.
En realidad Babalú Ayé es un título que significa padre del mundo que se le daba a Chopono o Chakpata, el terrible Orisha de la viruela, cuyo nombre no podía pronunciarse. A este Santo le gusta trabajar con muertos. Su color es el morado obispo y su día es el viernes, aunque para otros es el miércoles. Su número es el 17 y habla en el 4, el 11 y el 13 del Diloggún (Irosun, Ojuani y Metanlá). COLLARES Cuentas negras, matipó de Oyá, Matipó de San Lázaro (blanco con rayas azules) cuentas rojas. Combinadas según el camino del Santo.