El triunfo de la revolución en Cuba hace 60 años no solo cambió radicalmente las vidas de los miles de cubanos que han huido de la isla desde entonces y se han asentado en Miami, sino que transformó a una ciudad provinciana en una urbe pujante con sabor latino.
“El único efecto positivo que ha tenido la revolución cubana fue que cambió la faz de Miami para siempre, la convirtió en una ciudad global”, señala el exalcalde miamense Tomás Regalado, quien dirige Radio y TV Martí, medios que emiten para Cuba desde Florida como parte de la política estadounidense hacia la isla.
Que la revolución ha tenido nulos beneficios para Cuba y el mundo es un credo para las varias generaciones de cubanos que viven en el sur de este estado, incluidos los nacidos aquí.
La mayoría tiene con quien compararse, pues conservan familiares en la isla a los que ayudan regularmente, si es que no han logrado traerlos con ellos a este lado del estrecho de la Florida.
Además, hay una minoría, diezmada por el paso del tiempo, que luchó con las armas por acabar con los que gobiernan en Cuba desde el 1 de enero de 1959 y ha seguido resistiendo al castrismo junto a las nuevas generaciones de opositores a la revolución.
No habrá por tanto celebraciones por el sexagésimo aniversario del triunfo de la revolución por estas tierras unidas por lazos de sangre y próximas geográficamente a Cuba, pero muy alejadas política y económicamente.
Regalado es uno de los más de 14,000 niños de la “Operación Peter Pan” (1961-1962), organizada por la Iglesia Católica junto con autoridades estadounidenses y el exilio cubano en Miami para evitar que fueran adoctrinados tras el triunfo de la revolución.
El exalcalde, cuyo padre estuvo 22 años preso en Cuba por motivos políticos, dice que “el impacto económico, social, político y de diversidad que ha traído el exilio cubano a Miami ha hecho que esta ciudad sea una marca mundial”.
Otro Peter Pan es Eduardo Padrón, presidente de la universidad pública Miami Dade College (MDC), la que mayor número de alumnos tiene de todo Estados Unidos, en los cuales se refleja una gran diversidad de orígenes, la misma que tiene la ciudad, que ya no es solo cubana, sino fundamentalmente latinoamericana.
Para Padrón, la revolución ha sido “un injusto accidente histórico para un país tan laborioso y de demostrado talento en todos los ámbitos” como lo es Cuba.
“Larga ordalía, tantas generaciones frustradas bajo la inoperancia de un régimen que no confía en sus fuerzas productivas. Toda una tragedia, esperando la única salida plausible: la libertad”, dice.
Del “cambio radical” que supuso su llegada a Miami destaca: “Un nuevo idioma, otra sociedad. Aquella Miami adormilada, todavía sin el componente hispano. Racismo, no solo contra la población afroamericana sino contra nosotros, los nuevos ‘raros’”.
“Miami es la prueba de lo que son capaces mis coterráneos cuando trabajan con libertad y justicia”, subraya Padrón en la misma línea de lo que Barack Obama, entonces presidente de EEUU, dijo en su histórica visita a Cuba en 2015.
Se calcula que en la primera década del castrismo llegaron a Miami más de 400,000 cubanos, en su mayoría de clase media o alta.
La ciudad tenía en 1960 poco más de 290,000 habitantes y el área metropolitana casi 1,5 millones. En la actualidad, son casi medio millón los habitantes del centro y 5,5 millones el conjunto.
En el año 2013 la población cubana en todo Estados Unidos era de dos millones de personas, según el Centro Pew, y de ellos los nacidos en la isla representaban un 57 por ciento.
Hugo Landa, el director del diario digital de asuntos cubanos Cubanet, es lo que en Miami se conoce como un “marielito”.
“Llegué a Miami en abril de 1980, en los primeros días del éxodo de Mariel y eso representó el mayor cambio posible en mi vida, solo comparable con volver a nacer”, dice Landa a Efe.
El periodista, que tenía seis años en 1959, está “agradecido por el gran privilegio de haber podido escapar de ese infierno” y siente “mucha tristeza” porque, a sus ojos, Cuba se ha convertido en “un lugar muy extraño y deprimente”.
La modelo Alessandra García Lorido, hija del actor cubano Andy García, nació en Estados Unidos y el idioma en el que se expresa es el inglés, pero eso no le impide identificarse con la causa de la diáspora cubana.
La joven, que es la cara de la versión en inglés de la campaña Ni1+ que acaba de ser lanzada en YouTube y redes sociales, invita a “todas las generaciones de cubanos dondequiera que estén” a difundir el mensaje “ni un año más de dictadura” en Cuba y a vestir de negro los días 1 y 2 de enero de 2019.