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De: SOY LIBRE (Mensaje original) |
Enviado: 05/01/2019 14:22 |
¿REYES MAGOS EN CUBA?
El año 2019 puede ser el momento en el que desorden de números y el sorteo de suertes llegue a su final Cuba 2019: el básico, el no-básico y el dirigido. El regalo de 2019 para la población cubana es el dirigido: la misma cuota de pollo por pescado, el mismo transporte, viejo, poco y arruinado, el fondo habitacional inservible, abasto de agua potable irregular, la salud y la educación en franco declive, y otros juguetes que ningún adulto en el mundo desea para sus hijos.
Ante la escasez que empezaba a adueñarse de Cuba a mediados de los años 60, el régimen encontró una solución salomónica al problema de los juguetes: repartirlos por sorteo. El gesto estaba en concordancia con la ola materialista descristianizadora y secularizadora; desterrar a los Reyes Magos de la inconciencia infantil a la vez que los niños supieran, de golpe y porrazo, que en el comunismo la posibilidad de escoger, de elegir, es mínima. Era ya tiempo para que los niños aprendiéramos el único Mandamiento que había quedado en pie en La Granja Animal de George Orwell: Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros.
Para quienes no lo vivieron, como padres o hijos, la cosa era así: cada niño tenía la oportunidad, rifa mediante, de adquirir tres tipos de juguetes: el básico, el no-básico y el dirigido. El juguete básico era el más caro, bonito y complejo; podía ser un carro de baterías, una bicicleta, una muñeca que caminaba o aquellas famosas granjitas, con animales, pastos y establo. El no-básico, menos costoso, era ese mismo auto sin pilas, la muñeca no se movía, y un guante y una pelota de goma. El dirigido, como indica su nombre, tenías que llevártelo obligatoriamente y sin derecho a escoger; solía ser una pelota, un juego de yaquis, un trompo, una bolsita con canecas (bolas).
Cuando he contado a mis amigos no cubanos este sistema, muchos dicen que por lo menos en Cuba en esa época todos los niños podían acceder a juguetes. Y tienen razón. Solo que, como no lo han vivido, no pueden detectar la trampa que siempre hay detrás de cada jugada ñangara: los juguetes no alcanzaban para todos.
Tras el sorteo, el niño podía coger un turno para el primer día por la mañana o por la tarde. Ese se llevaba una de las tres o cuatro bicicletas que había. Detrás de los cristales de las tiendas, otros pequeños maldecían al suertudo, y esperaban que el próximo se decidiera por la granjita o la muñeca de pilas para tomar la otra bicicleta. De ese modo, el que tuviera el número diez o el quince para el cuarto o quinto día por la tarde, estaba liquidado. Acaso se iba a casa con un guante, una pelota y un juego de palitos chinos. Una extraña sensación de envidia y maledicencia podía empezar a crecer desde temprano en los tiernos corazoncitos.
Y, como también sucede en estos regímenes, siempre existe quien va por fuera. Estos compraban el número a los revendedores. O los juguetes adquiridos. O porque los padres viajaban al exterior, los hijos se ahorraban la rifa, la cola, el sufrimiento de ver desaparecer su juguete favorito, y los cacharros chinos de mala calidad. Esos niños jugaban con muñecas y soldaditos más iguales que otros.
De igual manera, a la Cuba de 2019 le espera, Constitución asignada, un regalo básico, un no-básico y un dirigido. El juguete básico es el Partido Comunista. Y la irrevocabilidad del Socialismo. Serán eternos por decreto. Ni siquiera los cubanos por nacer podrían cambiarlo. Aunque la mayoría de la población no pertenece al Partido Comunista, ellos continúan insistiendo en que son todo lo que hay; no existe una crítica seria, reveladora de que el desastre no es personal sino sistémico. Tampoco hay remordimiento por cuatro generaciones enterradas en vida. Y lo peor de todo, siguen disponiendo del bombo de la rifa como si les perteneciera por mandato divino: viajes al extranjero, automóviles, buenos vinos y copiosas comidas, dormir bajo techos seguros.
El no-básico está destinado a quienes, sin pertenecer a los pocos afortunados, podrían alcanzar un juguete aceptable: los cuentapropistas, los homosexuales preteridos en sus derechos matrimoniales, los inversores extranjeros que se portan bien —ser muy pacientes— en la cola, y algunos residentes en el exterior, siempre y cuando entren a la Hacienda-Tienda sin hacer bulla, con la cabeza gacha.
Los de esta categoría deben tener presente que las reglas cambian: un decreto-ley en menos de 24 horas hace que los gays se casen, los cuentapropistas desaparezcan, los extranjeros vayan a parar a la cárcel y los residentes cubanos en el exterior sean detenidos y devueltos en el aeropuerto sin aviso ni explicaciones. Sabemos que algunos irán por fuera. ¡Cuidado! Cada día hay menos juguetes para repartir.
El regalo de 2019 para la población cubana es el dirigido: la misma cuota de pollo por pescado, el mismo transporte, viejo, poco y arruinado, el fondo habitacional inservible, abasto de agua potable irregular, la salud y la educación en franco declive, y otros juguetes que ningún adulto en el mundo desea para sus hijos. También será dirigido votar SI a la Constitución inconstitucional. Como si se tratara de un pueblo suicida, al que le gusta que lo machuquen, le cambien la bicicleta por los palitos chinos, quienes sortean el futuro de todos los cubanos creen que la rifa y la espera en lo que ya es un molote, seguirá así, ad infinitum.
El año 2019 puede ser el momento en el que desorden de números y el sorteo de suertes llegue a su final. A menos que los rifadores renuncien a controlarle la vida total a todo un pueblo, no hay más futuro que el que se grita en los discursos, se lee en los periódicos y publicita en los noticiarios. Una razón así lo indica: en la tienda apenas quedan esos palitos chinos. Parece un juego sencillo, pero no lo es. Los palitos se apilan unos sobre otros. Y al primer movimiento en falso, todo se viene abajo.
Francisco Almagro Domínguez, Miami 2019
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Madre cubana: "En la escuela han tratado de convencer a mi hijo de que los Reyes no existen"
Si bien el 6 de enero los católicos no solo recuerdan a los Reyes Magos, sino la epifanía en la cual Jesús tomó forma humana, para los más pequeños de casa este día supone una fiesta de juguetes.
No pocos niños, en Cuba, España y otros países del mundo, creen que ésta es la fecha en que recibirán los obsequios que le pidieron en una carta a Melchor, Gaspar y Baltasar. Pero la realidad a veces (muchas más de las que quisiéramos) trasciende el deseo escrito en un papel. Es mucho más dura, triste.
Para padres como Jaqueline, quien vive “muy apretada” en un cuartico del Cerro, encontrarle un regalo a su hijo ha sido un dolor de cabeza. “Normalmente aquí el fin de Año deja ‘pelado’ a uno. Imagínate si además hay que buscar el regalo de Reyes".
“Mi hijo tiene siete años y aunque yo no creo en Dios, me gusta comprarle algo. En la escuela los maestros han tratado de convencerlo de que los Reyes no existen, de que el 6 de enero no hay nada que celebrar y es la familia quien compra los regalos, pero yo he tratado de que él mantenga la ilusión”, afirma.
Sin embargo, según lamenta la auxiliar de limpieza de 39 años, “ahora no puedo hacer más que darle un camioncito que me costó 2 CUC. Yo sé que él quiere un Transformer, pero eso está en la calle en 12 CUC y, por más que he inventado para poder comprárselo, ni mi trabajo ni el invento me han dado la cuenta".
“Yo conozco más de un niño que no tendrá juguetes este 6 de enero. ¿De dónde van a sacar sus padres el dinero? Muchos, como el mío, tendrán que conformarse cuando más con un camioncito hecho artesanalmente con plástico reciclado. Ahí es donde uno se da cuenta de que todos los niños no son iguales, no pueden serlo cuando a algunos el padre que viaja lo llena de regalos y otros, pobres infelices, no cogen nada, a pesar de que su familia se mata trabajando”, añade.
De acuerdo con lo que explica Mary, de 65 años, no pudo comprar el carruaje de princesas que quería su nieta porque la única forma de poder dárselo era comprándoselo en Estados Unidos o pagándolo en 60 ó 70 CUC en Cuba.
“Ni vendiendo los cientos de croquetas que hago cada semana podría llegar a eso. Lo más que pude comprar fue una batidora de juguete que me costó 17,70 CUC. Todo está carísimo. Por solo poner unos ejemplos; está en 10 CUC una pizarra mágica, 15 CUC una Barbie y 25 CUC un bebé".
"¿Quién se cree que un cubano medio, que no gana ni 30 CUC al mes, puede comprar algo así? Para poder tener juguetes en Cuba hay que pasar varios meses sin comer", añade.
“Mientras existan dos monedas y salarios bajísimos comparados con el nivel de vida que impone la calle, seguiremos sin una economía que sirva, con la soga al cuello. No hay dinero y cada día se pone peor. ¿Quién gana en este país un salario que le permita comprar todo lo que necesita en divisa? Solo el que roba, el extranjero o el que trabaja por cuenta propia”, resalta la ama de casa.
Tal como describe la situación la doctora Alicia, de 38 años, “normalmente las jugueterías están desabastecidas y cuando encuentras algo, en centros como el de 5ta y 42, Comodoro, Carlos III o Galerías de Paseo, la cola es interminable y los precios son una burla para el cubano de a pie".
“Uno dice: ‘¡Ay, qué juguete más bello, deslumbrante!’, y cuando vas a ver el precio excede los 30 y hasta 50 CUC. Aquí nada sale como uno lo espera. O no tienes el dinero o si lo tienes, vas a la tienda y la encuentras vacía o con juguetes pasados de moda, que no enseñan nada, y que cuestan demasiado".
“Una amiga mía que es tendera me ha confesado más de una vez que en estos días hacen cantidad de dinero en las jugueterías y no dan comprobantes para poder multar el precio. Como se pasan el año casi sin vender aprovechan en estas fechas en que el cubano le compra un juguetico al niño con los kilos que ha reunido durante meses. Nos estamos convirtiendo en una sociedad mezquina por causa de la necesidad".
“Por otro lado, los que viajan al exterior traen juguetes para venderlos por los cielos en esta época y hay merolicos (particulares) que se dedican a revender los mismos productos de la red minorista de tiendas estatales, pero dos y tres veces más caros. Un juego de limpiar plástico, por ejemplo, que cuesta 10 CUC, para el cubano representa un juguete de 250 pesos”, concluye la médico de la familia.
Amén de que en más de una ocasión los problemas en la fabricación y comercialización de juguetes han centrado la atención de diversas instituciones, organismos y entidades, así como de la Comisión de Atención a la Niñez, la Juventud y la Igualdad de Derechos de la Mujer del Parlamento cubano, sigue sin haber una solución.
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NADA NUEVO
Todo esto es más viejo que andar a píe, yo recuerdo que en la década de los 60 todo esto comenzó,... en las aulas de los colegios los profesores te decian que los reyes magos no existian, que el único rey mago verdadero era Fidel Castro, ... a tal grado que los juguetes desaparecieron en enero y solo volvian para las fiestas del 26 de julio... En fín esta historia como digo antes es vieja, la unica diferencia es que gracias a la internet el mundo ahora se entera.
J CUBANET
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