Era una colonia de pingüinos jóvenes, y todas las parejas —excepto una— estaban formadas por padres bastante malos.
Dejaban de atender sus nidos, iban a nadar o jugar y, por eso, los huevos abandonados se enfriaban y cabía la posibilidad de que nunca eclosionaran. Esto era normal para los pingüinos inexpertos y a los encargados del acuario no les preocupaba. La siguiente temporada de apareamiento sería mejor.
Sin embargo, una pareja era extraordinaria. No porque fuera la única pareja gay de la colonia, sino porque parecía que Sphen y Magic serían padres grandiosos, diligentes y cuidadosos que incubarían sus huevos. Hicieron el nido más grande y se sentaron sobre él de manera constante.
Con curiosidad, los encargados del acuario les dieron un huevo falso a los dos machos. Lo adoptaron. Entonces, cuando parecía que una pareja particularmente negligente de pingüinos heterosexuales iba a dejar un huevo expuesto (las hembras ponen dos, pero generalmente solo sobrevive uno), los empleados del acuario decidieron que se lo darían a Sphen y Magic.
En octubre, el huevo eclosionó. La cría de la pareja de pingüinos gays ahora está paseando por una formación de hielo cerca de los diques para turistas en Sídney.
Cuando Sphen y Magic se hicieron pareja, Australia había pasado por una amarga batalla en torno a si el matrimonio igualitario debe ser legal. El debate sobre el matrimonio igualitario había sacado a flote tensiones personales y religiosas. Estos dos pingüinos gentú (también conocidos como juanito o papúa), que ignoraban el caos político que rodeaba su cortejo, se convirtieron en un símbolo más grande para el país. Si una colonia de pingüinos pudo resolver esto, una nación de seres humanos también podría hacerlo.
Australia es famosa por tener muchas criaturas peligrosas en la tierra y en el agua: algunas de las serpientes y arañas más venenosas del mundo, canguros que parecen fisicoculturistas, tiburones blancos que vigilan a los surfistas. Sin embargo, de pronto, las mayores celebridades animales eran dos pingüinos gays, que sus cuidadores reconocieron con gusto.
“A todos les gustan los pingüinos”, dijo Tish Hannan, directora del Departamento de Supervisión de Pingüinos en el acuario. “Son muy pícaros”.
“No son como los tiburones”, dijo Amy Lawrie, cuidadora principal de los pingüinos. “Nadie ha tenido una experiencia negativa con un pingüino”.
Los cuidadores de los pingüinos no pueden decir con exactitud por qué uno elige a otro, sobre todo dos tan distintos como Magic y Sphen.
Magic, un pingüino gentú de 3 años nacido en el Acuario Sea Life de Melbourne, es agitado y juguetón. Va tras los juguetes y cualquier cosa que brille. Saluda a los visitantes.
Sphen, que tiene 6 años y nació en SeaWorld, es más alto y tiene un pico más grande. Es más tranquilo, más serio y le interesan menos los juguetes y los humanos.
Sin embargo, desde el principio quedó claro qué estaban haciendo Sphen y Magic cuando se conocieron un día de verano en el Acuario Sea Life de Sídney.
Primero, como acostumbran los gentú, comenzaron a hacerse reverencias.
Se trajeron guijarros elegidos con cuidado para el nido que esperaban construir juntos. Si alguno de los dos no hubiera estado interesado habría rechazado el guijarro: lo habría aventado con el pico. Sin embargo, cada uno admiró los guijarros que el otro traía.
Lawrie lo describió como “consentimiento”.
Después comenzaron a cantar. Uno cerca del otro, se cantaron hasta que aprendieron a reconocer sus voces.
“Veíamos que Magic iba a su lugar y buscaba a Sphen. Lo llamaba y Sphen corría hacia él y le hacía una pequeña reverencia para después cantar también”, dijo Hannan. “Se eligieron. Así de simple. Ahora tienen un vínculo”.
Otros miembros de la colonia de 33 pingüinos aún estaban coqueteando. Las aves más jóvenes tienden a tomarse su tiempo para elegir a su pareja.
“Estaban reconociendo varios llamados y hacían reverencia a varios pingüinos”, comentó Hannan. “Era algo que no hacían ni Sphen ni Magic. No estaban interesados en otras aves de la colonia”.
Por eso no fue sorprendente que los dos se prepararan para incubar un huevo.
“Sabíamos que comenzarían a recoger piedras”, dijo Hannan. “Y también que construirían el mejor nido”.
Cuando llegó el huevo, Sphen y Magic tomaron turnos para sentarse sobre él durante veintiocho días.
Los cuidadores de los pingüinos tuvieron un debate.
“El equipo de cuidadores de pingüinos tomó la decisión y nadie se opuso”, dijo Lawrie. “Es genial que dos pingüinos quieran formar una pareja, sin importar de cuáles se trate”.
Alertaron a los directores del acuario que habría dos pingüinos machos con crías. Los ejecutivos del acuario los aceptaron.
El acuario publicó un video de los pingüinos, en el que se les ve cantarse. También hay un video en el que están haciendo su nido de guijarros.
Los visitantes ahora solo vienen a ver a la nueva pareja de padres gays y les preguntan a los guías cuáles son los pingüinos homosexuales.
Hubo quienes se rehusaron a usar la palabra “gay”.
“Las palabras ‘poco natural’ se usaron mucho”, dijo Samantha Antoun, encargada de relaciones públicas del acuario. “La gente dijo que no deberíamos decir que son gays porque quizá solo son amigos”.
Los cuidadores de los pingüinos dijeron que no adoptarían una actitud política respecto a los pingüinos.
“No vamos a desalentar la compañía de nuestros pingüinos”, comentó Lawrie. “El amor es el amor”.
La primera señal de un buen padre gentú es que son capaces de reconocer que un huevo eclosionó y que la cría poco a poco está saliendo del cascarón. Esto puede tomar días. Sphen y Magic se dieron cuenta de inmediato.
“Cuando saca la cabeza puede comenzar a hablarles a sus padres, y Magic y Sphen lo reconocieron y comenzaron a cantarle al huevo incluso antes de que eclosionara”, dijo Hannan.
Su cría —que por ahora se llama Sphengic— nació un viernes y pesó 91 gramos. Fue la única cría que salió de todos los huevos de la colonia.
Durante los primeros meses de vida, una cría se queda cerca de sus padres. Sphen y Magic la alimentaron y le cantaron. La metían a la cama de noche. La cría necesita tener la cabeza en dirección a los padres cuando duerme debajo de ellos, para que los padres puedan usar sus picos para mantenerla en la posición adecuada.
Como cualquier pareja, Sphen y Magic enfrentaron desafíos, la mayoría relacionados con su diferencia de edad.
“Magic es el más joven, e intentó deshacerse de sus deberes como padre durante los primeros días de la pareja”, dijo Hannan. “A veces parecía decir: ‘Tú alimenta a la cría hoy’ y se iba a nadar”.
No obstante, poco a poco aprendió a compartir los deberes. Cuando Magic alimentaba a la cría, Sphen venía a cantarles.
“Cantaba para animarlo”, comentó Hannan. “Para que Magic supiera que estaba haciendo lo correcto”.
Ahora la cría de tres meses ha crecido casi por completo. Él o ella todavía no tiene un género ni un nombre permanente. Los órganos reproductivos de los pingüinos son internos, así que el sexo solo puede determinarse mediante una prueba de sangre cuando alcanzan la madurez. La orientación y la identidad no son los desafíos más apremiantes de Sphengic.
Una mañana reciente, Magic estaba jugando con otros miembros de la colonia, y Sphen estaba cuidando a Sphengic, que está apartado de la colonia en un pesebre. Rita, otro pingüino, se acercó demasiado. Sphen aleteó y la golpeó un poco con su pico. Sphengic, que aún está desarrollando su personalidad, estaba ocupado comiendo hielo.
Ese día almorzaron sardinas y calamares.
Los cuidadores de los pingüinos dijeron que no piensan mucho en la política que rodea a Sphengic. No obstante, ven que está inspirando a los visitantes.
“Los pingüinos nacen con la capacidad de criar polluelos desde el inicio hasta el final, sean machos o hembras, y esa es una idea muy interesante que tener en mente”, dijo Hannan. “Somos iguales”.
Muchos de los otros pingüinos están buscando nuevas parejas para la siguiente temporada de apareamiento. No obstante, Sphen y Magic siguen juntos. Hace poco, Sphengic comenzó a aprender a nadar. Sphen y Magic aleteaban cerca de ahí, listos para zambullirse.
NELLIE BOWLES, SYDNEY, AUSTRALIA — ENERO 2019