El presidente estadounidense, Donald Trump, ha insistido en que no hará concesiones a los demócratas para detener el cierre de gobierno, y que se siente cómodo en su postura inflexible. Sin embargo, en privado, la historia a veces es otra.
“¡Nos están haciendo pedazos!”, le dijo Trump a su jefe de gabinete interino, Mick Mulvaney, después de ver parte de la cobertura reciente sobre el cierre, de acuerdo con una fuente cercana. “¿Por qué no podemos llegar a un acuerdo?”.
El presidente se está enfrentando a un gobierno dividido y parcialmente cerrado, con un gabinete inexperto que ha padecido una sacudida más. Las encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses culpan al mandatario del cierre de gobierno, y sus asesores le han advertido de los efectos negativos en la economía. Además, ahora que el cierre entra a su vigésimo noveno día sin una solución en el horizonte, muchos de sus asesores principales quisieran que encontrara una manera de resolver la situación.
Trump les ha dicho que cree que con el tiempo el país no recordará el cierre, pero sí recordará que él libró una batalla por su insistencia en que debía protegerse la frontera sur. Trump quiere que los demócratas acepten su postura sobre el muro y se vuelvan a sentar en la mesa de negociaciones, y no comprende por qué no lo han hecho.
Sin embargo, a pesar de su bravuconería en público y de sus tuits sobre los “demócratas radicales”, Trump ha padecido momentos de frustración recurrentes a medida que recibe la cobertura negativa sobre el cierre que han hecho los medios y ha acusado a sus asesores de no haber conseguido el acuerdo que él desea. No obstante, los asesores aseguran que el presidente cree que aún tiene una ventaja sólida y que los momentos de frustración han sido efímeros.
Algunos de sus correligionarios republicanos se preguntan si en verdad hay un plan para alcanzar ese acuerdo. “La Casa Blanca y sus aliados deben tener un sentido de claridad y de realización respecto de este asunto y, para lograrlo, se debe tener una estrategia mucho más extensa desde el comienzo”, señaló Kevin Madden, estratega republicano. “Esto ha sido provocado en buena parte por una reacción a los últimos treinta minutos de un programa de noticias de televisión por cable”.
Como muestra de que ha habido una estrategia por parte de la presidencia, los asesores han alentado a Trump a utilizar su Discurso sobre el Estado de la Unión, programado para el 29 de enero, para que la opinión pública se ponga de su lado, una oportunidad que ahora está en amenaza. Este miércoles, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, hizo una solicitud para aplazar el discurso o descartarlo por completo. Sin embargo, el presidente no hizo caso de la maniobra audaz de su antagonista demócrata y ni siquiera mencionó el tema en un almuerzo con un grupo bipartidista de miembros de la cámara que se celebró ese mismo día, según uno de los presentes.
Una buena parte del miércoles, el presidente mantuvo en silencio su cuenta de Twitter, y los demócratas que se reunieron con Trump afirmaron que el presidente fue amigable. “Fue un almuerzo productivo y constructivo”, comentó Josh Gottheimer, representante de Nueva Jersey y uno de los siete demócratas que asistieron a la reunión.
De acuerdo con los asistentes, la reunión tenía la intención de mostrar a los demócratas moderados justo eso, que la descripción que hicieron la semana pasada Pelosi y el senador de Nueva York, Chuck Schumer —líder de la minoría—, de un Trump caricaturesco que hizo una “pataleta” y salió furioso de una reunión no captura la imagen completa.
Mientras tanto, tras bambalinas, la Casa Blanca está en un momento de transición, pues el personal del Ala Oeste se está aclimatando al estilo de liderazgo de un nuevo jefe de gabinete. Mulvaney, excongresista de Carolina del Sur, les ha mencionado a los asesores que no tiene ninguna intención de repetir el tipo de estructura de cadena de mando que prefería John Kelly, el general retirado del Cuerpo de Marines al que Mulvaney ha remplazado. Tampoco quiere que nadie tenga acceso limitado al presidente.
“Todos son adultos”, afirmó Mulvaney a los miembros del personal de la Casa Blanca que estaban presentes, de acuerdo con un funcionario del gobierno. “Todos tienen una relación con él”. Mulvaney señaló que no le interesaba manejar esas relaciones.
Mulvaney, quien inició sus funciones el 3 de enero, cuando ya estaba en marcha el cierre, tiene más experiencia como directivo que como miembro de personal. Mientras fue director de la Oficina de Administración y Presupuesto, Mulvaney no mantuvo una relación especialmente cercana con Trump, quien, según sus asesores, admiraba su habilidad ante las cámaras de televisión.
Mulvaney subrayó que no tendría que estar siempre en la misma habitación con el presidente ni sería necesaria su autorización por escrito para todo. Sin embargo, según Mulvaney, quería que lo mantuvieran informado.
Según funcionarios de la Casa Blanca, a diferencia de sus predecesores, a Mulvaney no le interesa desafiar lo que ha resultado ser la única constante en la Casa Blanca de Trump: el estatus especial que tienen en el Ala Oeste Jared Kushner e Ivanka Trump, familiares y asesores principales del presidente.
El enfoque de Mulvaney de mantener su distancia respecto del tema de los familiares ha permitido que Kushner se posicione entre los legisladores del Capitolio como la persona que puede dar a Trump lo que quiere. De acuerdo con varios funcionarios de la Casa Blanca, la dinámica es similar a la de los primeros días del gobierno, cuando el personal del nuevo presidente apenas comenzaba a conocer a los funcionarios de Washington y Kushner a menudo le decía a la gente: “Todo debe pasar por mí”.
Sin embargo, en esta ocasión, Mulvaney no hace nada para contener su influencia. De hecho, trata a Kushner y a Ivanka Trump como activos en vez de rivales. Y ellos lo ven como un nuevo aliado. La noche del domingo invitaron a Mulvaney y su esposa a su mansión de Kalorama para una cena de carácter social.
Con Kelly, todas las conversaciones con funcionarios elegidos debían ser coordinadas por medio del otrora director de asuntos legislativos, Marc Short. No obstante, durante el periodo de Mulvaney, Kushner se ha puesto en contacto con legisladores demócratas y luego ha informado de sus llamadas a Shahira Knight, la directora legislativa. Mulvaney ha dado luz verde al nuevo sistema y también ha mostrado que no tiene problemas con que Kushner asuma un papel protagónico.
Sin embargo, no está claro si el alcance de Kushner o cualquiera de las relaciones que ha forjado durante los últimos dos años con legisladores demócratas ha dado como resultado algún movimiento para que Trump tenga el éxito que busca respecto del financiamiento del muro fronterizo.
El miércoles por la noche, un asesor sénior de la Casa Blanca mencionó que la percepción en el interior de esta era que ningún bando estaba dispuesto a dar el paso y hacer concesiones. Además, según el asesor, la capacidad de Trump de declarar una emergencia nacional seguía siendo una opción sobre la mesa.
MAGGIE HABERMAN y ANNIE KARNI, WASHINGTON — ENERO 2018