Leo en el periódico que murió un preso político venezolano. Llevaba 15 meses en la cárcel de Uribana luego de haber sido apresado en las protestas callejeras. Jamás le otorgaron una audiencia judicial, aunque sí le otorgaron el trato de rutina: torturas, mala alimentación y ausencia de atención médica.
Enfermo, pidió a su familia comida y medicina que la guardia del penal nunca le hizo llegar. Falleció víctima de una hemorragia, con deshidratación, coágulos de sangre y evacuaciones líquidas. Su nombre es Virgilio Jiménez Urbina. Tenía 20 años.
Leo en otro periódico que el Vaticano se mantiene neutral en relación a Venezuela, pero que se trata de una “neutralidad positiva”. No comprendo el término, pero según el Secretario de Estado Parolin no es la neutralidad de quienes se sientan delante de la ventana y observan de manera casi indiferente sino la actitud de estar sobre las partes para superar el conflicto. En fin.
Leo en el portal oficial de noticias de las Naciones Unidas que el secretario general Guterres se reunió con el canciller de Maduro el 16 de enero. Su portavoz Dujarric había dicho casi en simultáneo que “el secretario general, la Secretaría, no nos dedicamos a reconocer a Jefes de Estado o a no reconocer a Jefes de Estado”.
Olvidó que en 1971, por cuestiones de reconocimiento, el gobierno de la República de China, Taiwán, tuvo que pasarle su asiento en las Naciones Unidas al gobierno de la República Popular China, pero ese es otro tema. Lo que llamó mi atención ahora fue el titular de la noticia; en el portal oficial, enfatizo: “Venezuela refuerza el trabajo conjunto con la ONU y advierte amenaza de golpe de Estado”.
Leo en varios periódicos que el exjuez Baltasar Garzón afirmó que el gobierno de Maduro es legítimo y que cualquier problemática de Venezuela debe resolverse “entre actores internos”. En este caso también hubo un olvido: que en octubre de 1998 Pinochet fue arrestado en Londres bajo cargos de tortura y asesinato de ciudadanos españoles en Chile. La solicitud de arresto había sido remitida a Londres por un juez desde España: Baltasar Garzón.
Leo también en las redes sociales que Lorent Saleh visitó México. Habló en el Senado sobre la situación de su país. Durante su alocución, una senadora oficialista le gritó “mentiroso” y a la salida, todavía en el edificio, un supuesto consultor español de Morena lo increpó llamándolo “golpista”.
Saleh fue preso político, estuvo recluido en los centros de tortura conocidos como La Tumba y el Helicoide. Su testimonio es relevante y creíble, en México y en cualquier parte.
Leo que Delcy Rodríguez dice que en Venezuela no hay crisis humanitaria, que se trata de un “falso positivo” para justificar una invasión extranjera. Siendo así, leo en la cuenta de Twitter de la Embajada de Venezuela en La Habana que el viernes arribó un barco militar venezolano con 100 toneladas de ayuda humanitaria.
Lo contrasto con los testimonios de los pediatras del hospital Razetti en la ciudad de Barcelona, Anzoátegui. Los médicos informan el fallecimiento de niños por diarrea y deshidratación causada por la ingestión de agua contaminada y por las limitaciones para tratar dicha dolencia dada la falta de insumos. La cantidad de victimas que se reporta oscila entre 13 y 19 según el medio.
Delcy Rodríguez también elogió al llamado “Mecanismo de Montevideo” impulsado por Uruguay, Bolivia y el Caricom, todos países que se definen a sí mismos como neutrales y establecen un proceso de diálogo sin condiciones previas. Maduro y su vicepresidenta rechazaron, sin embargo, al Grupo de Contacto formado por países de la Unión Europea y algunos latinoamericanos, con Uruguay en ambos grupos.
Es que el Grupo de Contacto exige elecciones, aun cuando Uruguay parece haber hecho lo posible por ayudar a Maduro. Ello se infiere de la entrevista al canciller de Uruguay Nin Novoa en la prensa de dicho país. Pues allí asegura el canciller que un borrador inicial de la declaración del grupo incluía condiciones, cuatro en particular: la liberación de los presos políticos, observación internacional independiente, la eliminación de los obstáculos para la participación libre e igualitaria de todos los partidos y la reorganización del Consejo Nacional Electoral.
“Todo eso Uruguay lo rechazó”, dijo Nin Novoa con un cierto orgullo. O sea que parecería ser un éxito diplomático del gobierno de Uruguay mantener presos políticos, impedir la observación internacional y limitar la participación política en Venezuela.
Debo reconocer que después de tanta hipocresía coordinada que había leído, la candidez del canciller de Tabaré Vázquez me resultó hasta refrescante. Por fin alguien nos dice la verdad, sin eufemismos ni hipocresías.