El 24 de febrero se celebra la gala de los Oscar, la que sin duda es la celebración por antonomasia del cine, de acuerdo, pero también de la moda. La sombra del #MeToo hizo que muchos se plantearan si estábamos asistiendo al final de la red carpet. Las actrices hicieron del negro su armadura y los reporteros se vieron, por primera vez en la historia, avergonzados por tener que preguntar de qué marcas iban vestidas. Al mismo tiempo, la industria de la moda y las estilistas se veían obligados a cambiar a última hora sus diseños para presentar modelos negros a sabiendas de que la que hasta entonces era el mayor escaparate para las firmas se transformaba, de repente, en un escaparate opaco en el que las marcas eran lo de menos.
Los orígenes
La primera vez que la alfombra roja tomó fuerza fue en 1961, logrando alcanzar tal relevancia que poco después, los medios decidieron mostrar lo que ocurría fuera del recinto. En 1964 la alfombra se había convertido ya en el punto de encuentro de las estrellas y en el trampolín para mostrar sus mejores galas. Hoy seguimos viendo las alfombras rojas como un auténtico desfile de diseños de alta costura en el que las actrices lucen diseños hipnóticos mientras que lo que se encuentra tras las cámaras es un conjunto de fotógrafos y reporteros empujándose para tomar la mejor fotografía y conseguir una declaración.
Ellas pueden calmar su sed con un traguito de champán o de agua Fiji, pero el mundo sabe que tras esa imagen hay cientos de fotógrafos, asistentes y reporteros que llevan horas de pie bebiendo una Coca-Cola a la que el gas ya se le ha escapado. El glamour de la alfombra roja es tan ficticio como el propio cine, y quizás por eso nos gusta tanto.
La realidad de la alfombra roja
Tras los Globos de Oro y los Oscar del año pasado, la duda acerca del porvenir de las red carpets se despejó cuando los siguientes festivales volvieron a apostar por el color, por los diseños ostentosos y por los trajes de princesa. No es ningún secreto que muchas actrices cobran cifras astronómicas por lucir un diseño en la alfombra roja. ‘Business of Fashion’ publicó en 2017 un artículo en el que revelaba que diversas fuentes provenientes de la industria aseguraban que para eventos como los Oscar o los Globos de Oro, un diseñador podía llegar a pagar a una estilista de renombre entre 25.000 y 50.000 dólares -más el 20% perteneciente a la agencia, el precio de la estancia en el hotel y los vuelos- para asegurarse de que sus diseños estarán sobre la alfombra roja.
En el festival Vulture de 2015, la estilista Jessica Paster, encargada de dar forma a los looks de actrices como Sandra Bullock y Cate Blanchett, aseguró que hay actrices que llegan a recibir entre 100.000 y 250.000 dólares por lucir un diseño. En ocasiones, las actrices apuestan por marcas con las que tienen una gran relación amistosa en la que no hay dinero de por medio, sino un trato especial. Ese fue el caso de Julianne Moore, que para recoger el Oscar en 2015 apostó por un diseño de Chanel. Para crear el look, el equipo de Chanel se transladó a Nueva York para mostrar diversas propuestas pertenecientes a la colección Spring Couture 2016 de la marca. Karl Lagerfeld modificó el modelo elegido para que fuera único, algo poco habitual en la firma. Julianne Moore experimentó cuatro fittings hasta lograr el diseño final, que exigió 500 horas de trabajo e involucró a 22 personas.
La nueva alfombra roja
Si después de este aluvión de dólares, horas y firmas crees que la alfombra roja está vendida, has de saber que no siempre es así. Es más: tras la Semana de la Alta Costura, firmas como Viktor & Rolf han demostrado que la moda puede mandar mensajes poderosos. Cada vez son más las que apuestan por trajes y muchas veces lo hacen para mandar un mensaje repleto de significado y reinvidicación, tal y como demostró Lady Gaga con su Marc Jacobs oversize.
Los pantalones comenzaron a verse sobre la alfombra roja hollywoodiense a comienzo de los años 60, ante la segunda oleada feminista. El traje negro de Yves Saint Laurent de Jane Fonda, que lució en los Oscars de 1972, cambió las normas de la moda. Es imposible olvidar el traje de hombre de Armani que Julia Roberts lució en los Globos de Oro de 1990. Precisamente ha sido la actriz la que lució en la última edición de los Globos de Oro una de las tendencias actuales de la alfombra roja, los vestidos lucidos sobre pantalones, al optar por un impecable look de Stella McCartney.
Los hombres también tienen nuevas armas sobre la ‘red carpet’. Los arneses se han convertido en un símbolo de la nueva masculinidad y en el arma de muchos para proclamarse orgullosos de su orientación. Mientras que ya vimos en la pasada edición de los Oscars a Adam Rippon lucir un curioso arnés de tintes bodage, Louis Vuitton ensalza ahora la tendencia. El actor Timothée Chalamet adora este accesorio, que también hemos visto lucir al actor de ‘Black Panther’ Michael B. Jordan. Los arneses forman parte de la colección primavera/verano 2019 de Louis Vuitton hombre, con la que Virgil Abloh inauguró su reinado en Vuitton y con la que rindió homenaje al arnés dorado que Michael Jackson lució en la Super Bowl de 1993.
Pero entonces, ¿importa la alfombra roja? Quizás ahora importa más que nunca, porque la moda puede por fin demostrar ser mucho más que tules y aplicaciones y dejar claro que es una maravillosa herramienta para mandar mensajes y cambiar las cosas. ¡Larga vida a la alfombra roja!
MARITA ALONSO, FEBRERO 2019