El paso del tornado que afectó a cuatro territorios habaneros, el domingo 27 de enero, dejó como saldo siete víctimas fatales, más de 7.800 viviendas que fueron dañadas total o parcialmente, y decenas de miles de damnificados.
Sin embargo, «el tornado también se llevó el miedo de los cubanos a expresar en voz alta, y públicamente, su repudio contra un gobierno que por sesenta años solo ha ofrecido promesas», manifiesta Marta Mónica Travieso, en referencia al abucheo que los damnificados del municipio de Regla le ofrecieron al mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, durante su recorrido por las zonas afectadas.
Bajo gritos de «descarados» y «mentirosos», la caravana presidencial huyó de la indignación de un pueblo que ya no cree, a ciegas, en aquella retórica política que Díaz-Canel heredó de sus antecesores, Fidel y Raúl Castro, resumida en la frase: «La Revolución no dejará a nadie desamparado».
Zonas de Regla, Guanabacoa, San Miguel del Padrón y Diez de Octubre, donde el tornado arrasó ciudadelas enteras, se convirtieron en un escenario que destacaría, por una parte, la solidaridad de la sociedad civil, y por otro lado demostraría que el régimen cubano no tiene capacidad para solventar un déficit económico nacional donde el tema vivienda ha llevado desde siempre la peor parte.
El acto de repudio que los vecinos de Regla protagonizaron como bienvenida al mandatario cubano, tendría su génesis en la negación de Díaz-Canel de aceptar un canal de ayuda humanitaria, para los damnificados del tornado, ofrecido por los exiliados cubanos.
Del mismo modo, el régimen también obstaculizaría y reprimiría las ayudas solidarias dentro de la Isla que no solo se organizaron desde el sector opositor, sino además desde proyectos y personalidades que apoyan a la Revolución cubana, como denunció Zenaida Romeu, directora de la prestigiosa Camerata Romeu, una de las instituciones más preciadas de la cultura cubana.
«No puede admitirse que estén frenando un gesto solidario que es humano, altruista, hermoso, benéfico, espontáneo y propio de lo mejor del ser humano. En lugar de eso nos conminaron a irnos y nos trataron como delincuentes peligrosas… es una vergüenza», manifestaría Romeu en su perfil de Facebook.
En un video que también circularía en las redes sociales, Díaz-Canel catalogaría el acto de repudio como incomprensiones del pueblo, añadiendo que «hay que entender que todo el que esté en una situación complicada puede reaccionar de una manera irritada, con incomprensiones».
Díaz-Canel olvidaría esa larga lista de damnificados, por huracanes, lluvias intensas y derrumbes ocurridos en los últimos cinco años, y que todavía no ven el día que se cumpla la promesa de que ningún cubano quedará desamparado.