Prácticamente el 63% de los países africanos (34 de 54) criminaliza la homosexualidad. Hay que tener presente que aún se aplica la pena de muerte en Mauritania, Sudán, Somalia y el norte de Nigeria, la cadena perpetua en Tanzania, Uganda y Sierra Leona, y se ejecutan enormes condenas en Malawi, Gambia, Senegal y Kenia.
En los países donde sí se protegen los derechos del colectivo LGTB también hay un aumento de incidentes violentos como en Sudáfrica y, en el caso de Cabo Verde, ha habido denuncias de parejas homosexuales que no reciben la misma protección social que las parejas heterosexuales.
Hay muchos estudios que demuestran las pérdidas que implican la exclusión de personas LGTB en derechos fundamentales como la educación, la salud o el empleo. El descenso en el aporte de creatividad, talento y productividad por parte de este colectivo desemboca en importantes obstáculos en el crecimiento social, económico y político del país.
Sin embargo, a pesar de las dificultades hay que valorar los esfuerzos de las personas y organizaciones que siguen luchando por los derechos LGTB en África, como por ejemplo, Freedom and Roam, de Uganda, la Coalición de Gays y Lesbianas de Kenia o el Centro de Investigaciones sobre la Población Africana y la Salud que continúa tratando de saber con exactitud las causas de la exclusión de este colectivo. Además han salido al mercado libros como She Called Me Woman: Nigeria’s Queer Women Speak o películas como Rafiki, que cuentan con claridad la realidad LGTB de África.
Ruanda es uno de los países que ha apostado de manera decidida por defender los derechos de la comunidad ya que es el único país de África oriental y central y el sexto del continente en firmar la declaración conjunta de la ONU que condena la violencia contra la población LGTB.