A medio siglo de la Rebelión Stonewall en Nueva York, escenario que marcó el despegue de la lucha por los derechos civiles de la comunidad LGBT, miembros de este colectivo y sus aliados en el Sur de la Florida celebrarán el camino recorrido desde aquel hito catalizador de su movimiento, este domingo en el desfile tradicional de Orgullo gay en Miami Beach.
En un clima de igualdad inédito hace una generación, caminarán a partir del mediodía por la calle Ocean Drive en una marcha reivindicativa de espíritu festivo, caracterizada por lo colorido de sus carrozas, personajes vistosos y la algarabía que la acompaña.
Para Juan Sánchez, detective retirado del cuerpo policial de Miami Beach elegido mariscal del desfile, el festival representa una oportunidad para celebrar la diversidad de una forma lúdica y divertida, imprimiéndole a la ciudad un amplio carácter multiétnico y cultural.
Todo ello “sin olvidar a los que vinieron detrás de nosotros, que lucharon arduamente para que pudiéramos sentirnos así de libres”, dijo Sánchez, refiriéndose a los activistas que se esmeraron, a lo largo de las décadas, por conseguir la visibilidad y la normalización de una comunidad que en muchas partes del mundo continúa amenazada.
Como él, muchos dicen encontrar en festivales de Orgullo un lugar para expresar su identidad auténticamente. Y su experiencia no es ajena entre quienes deben superar primero obstáculos internos para sentirse plenos.
En 2009, este hijo de exiliados cubanos nacido en Nueva York, se armó de valentía para salir del clóset ante sus colegas en el Departamento de Policía de Miami Beach. Ya habían otros agentes abiertamente gay, y no quería seguir escondiendo ni su verdadera esencia ni a su pareja.
“Vencí a mis propios demonios internos hasta sentirme cómodo para salir del clóset”, afirmó Sánchez, de 50 años.
Al año siguiente, fue nombrado como intermediario entre la fuerza policial del municipio playero y la comunidad LGBTQ local, función que desempeñó hasta su retiro. Como parte de este trabajo, desarrolló, junto al Departamento de Justicia norteamericano, un programa de entrenamiento policial nacional para promover el conocimiento, comprensión y cuidado de las personas transgénero.
Luego de siglos de persecución y opresión, y ante la brutalidad policial del momento, fue que cientos de jóvenes se rebelaron en junio de 1969, después de una redada rutinaria en el Stonewall Inn, un bar gay en Manhattan. El levantamiento marcó una nueva era en la lucha de la población LGBT por la justicia a través de la militancia, la protesta y la determinación.
La oleada de cambios de la que el mundo ha sido testigo se ha traducido en importantes victorias con la aprobación de leyes que castigan la discriminación y equiparan legalmente a las parejas del mismo sexo con las heterosexuales. Aun así, el odio y la violencia contra las minorías sexuales siguen preocupando.
Judy y Dennis Shepard, también mariscales del Miami Beach Gay Pride 2019, lo sufrieron en carne propia. Hace dos décadas, su hijo Matthew fue torturado y atado a una cerca en una pradera de Wyoming, uno de los crímenes de odio más brutales de la historia de Estados Unidos. El asesinato sensibilizó profundamente la opinión pública, que abrió los ojos a la realidad de la violencia homófoba.
Lejos de autoconmiserarse, la familia Shepard creó una fundación en su honor para que la desgracia de su hijo no fuera en vano. Ambos padres llevan años difundiendo un mensaje de aceptación y amor.
La clave para afrontar la homofobia “es la visibilidad, la verdadera representación, las historias de salir del clóset”, dijo la madre.
Su esposo opina que los eventos de Orgullo suelen ayudar en este frente “porque atraen a los familiares de las personas gay y a otros que los apoyan”.
“Ser gay no es un estilo de vida o una opción; es algo innato como el color de los ojos”, argumentó el padre de Matthew Shepard. “Una vez que la gente se da cuenta de esto, comienza a aceptar y apoyar la idea de la igualdad de todos”.
Matti Herrera Bower, alcaldesa de Miami Beach entre 2007 y 2013, fue una de las precursoras del desfile, que el año pasado congregó alrededor de 145,000 personas, según los organizadores.
La político cubanoamericana percibió que la comunidad gay en aquel entonces no se sentía arraigada a la ciudad balneario, a la que este colectivo había dotado un ambiente cosmopolita, imán de turistas, nuevos residentes y desarrollo comercial. De hecho, se mudaban fuera de la isla, dijo.
Convocó a un grupo de líderes gay y lesbianas para evaluar cómo contener ese desarraigo y éxodo. Así surgió la idea de organizar un desfile de Orgullo.
“Me encanta porque están orgullosos de quienes son, y deben celebrarlo de una manera muy única”, dijo Herrera Bower. “Somos todos diferentes, pero todos estamos aquí juntos”.