Ha sido un colectivo históricamente acallado. Pese a que forma parte de las siglas LGTBIQ, lo cierto es que su visibilidad no es la misma que la de los homosexuales, y mucha gente sigue, a día de hoy, atribuyendo la bisexualidad a "vicio" o a "una simple fase", "que no quieren salir del armario" o "que son heterocuriosos". A pesar de sufrir un doble rechazo, por parte de heterosexuales y homosexuales, lo cierto es que el número de estadounidenses que se identifican de esta manera ha aumentado según los datos publicados por la Encuesta Social General de 2018, que recopila datos a nivel nacional en Estados Unidos.
Los sociólogos D'Lane Compton y Tristan Bridges realizaron un análisis de los datos y llegaron a la conclusión de que este aumento del 1% se debe, casi en su totalidad, a las mujeres. Son ellas las que se consideran bisexuales. Ellos, en cambio, apenas se han movido. "Específicamente, la bisexualidad ha aumentado entre las féminas negras", explicaban. "También las personas con educación universitaria y las que no son religiosas", informa 'Qz'.
La encuesta no ofrece una explicación de por qué ha aumentado la población bisexual en Estados Unidos frente a otras identidades de género, pero hacen un apunte importante: "La existencia o legitimidad de la bisexualidad (en general o respecto a un individuo) se ha negado y cuestionado de forma absoluta históricamente, lo que quizá pueda haber contribuido en un resurgimiento del término en estos últimos años".
También establecen que podría tener que ver con el hecho de que ha habido más representación de personas del colectivo LGTBIQ en televisión y cine en las últimas dos décadas (el récord fue en 2018). El récord lo ha llevado la plataforma Netflix. "Por supuesto" indica Compton, "eso da visibilidad. Igual que el aumento de candidatos LGTBIQ que se postulan para cargos políticos en los últimos años. Todo esto sugiere que la aceptación social de las identidades sexuales no binarias se está generalizando, un ejemplo es Kyrsten Sinema, primer miembro abiertamente bisexual del Congreso en 2012".
Al fin y al cabo, muchos estudios, como los realizados por las universidades de Cornell y la de Essex han ratificado la teoría de que la heterosexualidad absoluta no existe. Para ello, reunieron a varios voluntarios (hombres y mujeres) a los que se les examinó la dilatación de la pupila como indicador de excitación sexual mientras veían pornografía con ambos sexos. Concluyeron que la sexualidad de las mujeres es más fluida que la de los hombres. Se ha planteado la teoría de que quizá todos tengamos una tendencia bisexual que se ha convertido en un cliché que seguro que alguna vez has escuchado.
Algunos investigadores apuntan que quizá la sexualidad masculina se encuentra menos limitada que la de ellas y la bisexualidad, por tanto, no se manifiesta en la misma proporción porque no tiene la misma aceptación.
Además, como escribió Michael Gold para 'The New York Times' en 2018, el vocabulario sobre la sexualidad en sí mismo ha cambiado en la última década. "Los tiempos y las actitudes han cambiado, y el lenguaje utilizado para hablar sobre la orientación sexual y la identidad de género es lógico que también hayan evolucionado", dice.
Aunque, insiste, eso no quiere decir que la discriminación haya sido erradicada por completo. "Aquellos que se identificaron como parte del colectivo lo hicieron en los años que corresponden de 2010 a 2016. Los datos sugieren que podrían haber disminuido de 2016 a 2018, lo cual no sería sorprendente teniendo en cuenta que ese fue el año en que Donald Trump subió al poder".