Flavia Rando se declaró lesbiana mucho antes del 28 de junio de 1969, el día en el que la comunidad gay se enfrentó a la policía en el bar Stonewall Inn, en el barrio neoyorquino de Greenwich Village. Se le identifica en las fotos del grupo que estuvo al frente del movimiento de liberación gay. La vida entonces para una joven homosexual era aterradora. “Había muerte antes del movimiento LGBT”, recuerda a un mes de conmemorarse el 50 aniversario de los disturbios, “el peligro era intenso”.
El Stonewall Inn era un club nocturno propiedad de la mafia. Las redadas de la policía eran frecuentes, porque no tenían licencia para servir alcohol y por otras prácticas ilícitas, como la venta de drogas. Pero también porque era frecuentado por travestis, transexuales y transgénero, que se acercaban a bailar. Lo que no anticiparon las autoridades es que la comunidad homosexual estaba dispuesta a enfrentarse a ellos y pelear. Las protestas se sucedieron durante días.
Los activistas del Mattachine Society of New York y grupos como el Gay Liberation Front, el mismo al que perteneció Rando, aprovecharon los disturbios para que el movimiento ganara visibilidad por todo EE UU y de esta manera lograr sumar a más personas a la lucha por el reconocimiento de los derechos de los homosexuales. “Empecé a partir de ese momento a decir con orgullo que era lesbiana”, comenta, “se formó una comunidad que nos protegía”.
Louise Mirrer, directora de la New-York Historical Society, recuerda que la revuelta en el icónico Stonewall Inn fue un evento fundamental en la lucha por los derechos de la comunidad LGBT en EE UU y todo el mundo. El museo acaba de inaugurar una muestra en la que examina el antes y el después del movimiento. Las imágenes que se exponen como las marchas y las protestas fueron evolucionando desde los años 1960 hasta el presente.
“Fue un momento decisivo en la historia de EE UU”, añade, al tiempo que explica que supuso también un cambio cultural y social. Pero esa lucha de la comunidad LGBT por vivir sus vidas de una manera abierta y respetada continúa. Actualmente, señala, hay solo dos estados donde la historia del movimiento forma parte de la enseñanza obligatoria. En seis, se prohíbe expresamente.
Refugios
La ocupación del espacio público fue un pilar del activismo que cobró poder con el levantamiento en el Greenwich Village. Pero casi más importante es la labor que se hizo entre bastidores, para organizar el movimiento y dotarlo de una estructura que permitiera seguir allanando el camino hacia la igualdad. Flavia Rando recuerda que “la búsqueda de una comunidad fue crítica”. Los bares como Stonewall o el Paradise Garage eran sus lugares de refugio.
Los bares gays en Nueva York no eran técnicamente ilegales. Pero la actividad policial era intensa y cualquier comportamiento que sugería la homosexualidad era reprimido sin contemplación. Los dueños de muchos locales en la metrópoli más diversa del país se convirtieron por aquel entonces en justicieros sociales, para evitar que las autoridades les retiraran las licencias. Pero eso no evitó que la música y el baile se convirtieran en un aglutinador de la comunidad.
“Sirvió para sumar nuevos miembros y recaudar fondos que permitió al movimiento de liberación organizarse tras las protestas de Stonewall”, comenta la historiadora Rebecca Klassen. Pone como ejemplo los eventos que se organizaban los sábados por la noche en la Firehouse. Se presentaba como un nightclub pero actuaba como una organización de acción política y cultural. Llegó a ser una de las más influyentes en EE UU y se considera la primera que adoptó el símbolo gay.
“Empezar a formar parte de una comunidad fue de gran ayuda”, recuerda Rando, que coordina el Lesbian Herstory Archives. La colección de fotos y documentos que atesora es fascinante. “Nos interesa la historia de la vida de cualquier mujer que se identifica como lesbiana”, explica. La más antigua en sus archivos es una foto de la activista afroamericana Mabel Hampton, de hace un siglo.
Catalizadores
El levantamiento de Stonewall Inn provocó, de hecho, que se perdiera de vista la actividad intelectual y artística del colectivo que integraban las mujeres lesbianas. “Todos fuimos catalizadores aunque se suele decir que el movimiento de liberación gay emergió por la influencia de los grupos por los derechos civiles y pacifistas”, comenta, “pero las lesbianas contribuimos a empezar a redefinir la idea sobre la sexualidad y el género”.
Las historias de las activistas lesbianas, insiste, es necesaria que salga a la luz para que las jóvenes que siguen teniendo miedo den el paso. Aunque en este momento el colectivo más vulnerable, coinciden los activistas del movimiento en EE UU, es el transexual. Formó parte desde el inicio del movimiento de liberación de la comunidad LGBT, pero es el que está actualmente más expuesto a la marginación social, cultural, política y económica.
La Biblioteca Pública de Nueva York también conmemora el 50 aniversario de los disturbios con amplio programa de actividades en el que invita al público a aprender sobre la emergencia del movimiento LGBT, así como el activismo actual. Incluye una muestra con fotos de Kay Tobin Lahusen y Diana Davies, que captaron los eventos de que cambiaron para siempre la percepción de la homosexualidad. El MoMA y el Met también se suman a este repaso histórico.
SANDRO POZZI, NUEVA YORK 2019