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General: Treinta años de Tiananmén, la masacre china no superada
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 30/05/2019 12:53
Tiananmen, la masacre china no superada
Documento desclasificado revela que al menos 10.000 personas murieron en La Matanza De Tiananmen
Una experiodista del Ejército Popular de Liberación desafía las rígidas políticas del Partido Comunista de China y describe la sangrienta represión vivida en Pekín durante las protestas estudiantiles de 1989 y exige una disculpa nacional de las autoridades involucradas.

 A TREINTA AÑOS DE TIANANMÉN
UNA EXFUNCIONARIA ALZA LA VOZ PARA NO OLVIDAR JAMÁS
POR CHRIS BUCKLEY - THE NEW YORK TIMES
Durante tres décadas, Jiang Lin guardó silencio sobre la masacre que había visto la noche en que el ejército chino irrumpió en Pekín para sofocar las protestas estudiantiles en la plaza de Tiananmén. Pero los recuerdos la atormentaban: soldados que les disparaban a las multitudes en la oscuridad, cuerpos desplomados en charcos de sangre y el golpe seco de las macanas cuando los soldados la aporrearon y la lanzaron al suelo cerca de la plaza.
 
En ese entonces, Jiang era teniente del Ejército Popular de Liberación, y tenía una perspectiva de primera mano tanto de la masacre como del intento fallido de los altos comandantes por disuadir a los dirigentes chinos de utilizar la fuerza militar para sofocar las manifestaciones a favor de la democracia. Más tarde, cuando las autoridades mandaron a la cárcel a los manifestantes y borraron los recuerdos de la matanza, ella no dijo nada, pero su conciencia la devoraba.
 
Ahora, antes del aniversario número 30 de la represión del 4 de junio de 1989, Jiang, de 66 años, ha decidido contar su historia por primera vez. Comentó que se sentía obligada a exigir una disculpa pública debido a que generaciones de líderes del Partido Comunista de China, incluyendo al presidente Xi Jinping, no han expresado ningún remordimiento por la violencia. Jiang salió de China esta semana.
 
“El dolor me ha carcomido durante 30 años”, señaló en una entrevista en Pekín. “Todos los que participaron deben decir lo que sucedió. Es nuestro deber con los muertos, los sobrevivientes y los niños del futuro”.
 
El recuento de Jiang tiene un significado más amplio: arroja nueva información sobre cómo los comandantes del ejército intentaron oponerse a las órdenes de usar a las fuerzas armadas para sacar a los manifestantes de la plaza que habían tomado durante siete semanas, captando la atención del mundo.
 
El idealismo apasionado de los estudiantes, las huelgas de hambre, las reprimendas de los oficiales y los actos ostentosos como la construcción de una “Diosa de la Democracia” en la plaza atrajeron una avalancha de solidaridad de la población y dividieron las opiniones de los dirigentes sobre cómo responder.
 
Ella describió su participación en la difusión del mensaje contenido en una carta de los altos generales que se oponían a la ley marcial, y dio detalles de otras cartas de comandantes que advertían a la dirigencia que no mandara soldados a Pekín. Además, vio en las calles cómo los soldados que siguieron las órdenes del partido disparaban indiscriminadamente cuando se apresuraban a retomar la plaza de Tiananmén.
 
Incluso después de 30 años, la masacre sigue siendo uno de los temas más delicados de la política china, objeto de una labor muy exitosa y sostenida por parte de las autoridades para borrarla de la historia. El partido ha ignorado reiteradas solicitudes de que reconozca que estuvo mal abrir fuego contra los estudiantes y los residentes, y ha rechazado las exigencias de una contabilización completa de la cantidad de personas que murieron.
 
Las autoridades arrestan con regularidad a antiguos líderes de los manifestantes y a los padres de los estudiantes y de los residentes muertos en la represión. Este año, un tribunal condenó a cuatro hombres en el suroeste de China por vender botellas de alcohol que hacían referencia a la represión de la plaza Tiananmén.
 
Con el paso de los años, un pequeño grupo de historiadores, escritores, fotógrafos y artistas chinos han intentado hacer una crónica de los capítulos de la historia de China que el partido desea que se olviden.
 
Sin embargo, la decisión de Jiang de romper el silencio conlleva una carga política más debido a que no es solo una veterana del ejército, sino que también es hija de la élite militar. Su padre fue general, y ella nació y creció en complejos de las fuerzas armadas.
 
Con orgullo se enlistó en el Ejército Popular de Liberación hace alrededor de 50 años y, en algunas fotografías de su época como periodista del ejército, sonríe de pie con su uniforme militar verde, un cuaderno en la mano y una cámara colgándole del cuello. Nunca imaginó que las fuerzas militares utilizarían sus armas contra la gente desarmada en Pekín, mencionó Jiang.
 
“¿Cómo puede ser que la suerte cambie de pronto de tal manera que se puedan usar tanques y ametralladoras contra gente común y corriente?” dijo. “Para mí, fue una locura”.
 
Qian Gang, su antiguo supervisor en el Diario del Ejército de Liberación, quien ahora vive en el extranjero, corroboró los detalles del testimonio de Jiang. Ella compartió cientos de hojas amarillentas de una autobiografía y diarios que escribió cuando trataba de explicar la masacre.
 
“Más de una vez he fantaseado con la idea de visitar Tiananmén vistiendo de luto y dejando un ramo de lirios blancos”, escribió en 1990.
 
‘El Ejército Popular’
Jiang sintió mucho temor en mayo de 1989 cuando las noticias en radio y televisión transmitieron el anuncio de que el gobierno de China impondría la ley marcial en gran parte de Pekín con la intención de sacar a los estudiantes que se manifestaban en la plaza de Tiananmén.
 
Las protestas habían estallado en abril, cuando los estudiantes marcharon en señal de duelo por la repentina muerte de Hu Yaobang, un dirigente reformista muy popular, y en demanda de un gobierno más abierto y transparente. Al declarar la ley marcial en toda la zona urbana de Pekín, Deng Xiaoping, el dirigente del partido, indicó que se podría recurrir a la fuerza armada.
 
Los investigadores han demostrado previamente que varios altos comandantes se oponían a usar la fuerza del ejército en contra de los manifestantes, pero Jiang dio más detalles sobre la magnitud de la resistencia dentro del ejército y de cómo los oficiales intentaron que no se cumplieran las órdenes.
 
El general Xu Qinxian, líder del célebre 38º cuerpo de élite del ejército chino, se negó a llevar a sus soldados a Pekín sin órdenes claras por escrito, y se internó en un hospital. Siete comandantes firmaron una carta en la que se oponían a la ley marcial que presentaron a la Comisión Militar Central de la República, la cual supervisaba al ejército.
 
“El mensaje era muy sencillo”, señaló, describiendo la carta. “El Ejército Popular de Liberación es el ejército del pueblo y no debe entrar a la ciudad ni disparar a los civiles”.
 
Jiang, dispuesta a difundir el mensaje de la carta del general, la leyó por teléfono a un editor del Diario del Pueblo, el principal periódico del Partido Comunista, donde el personal estaba desobedeciendo las órdenes de censurar las noticias sobre las protestas. Sin embargo, el periódico no imprimió la carta debido a que uno de los generales se opuso, diciendo que no se pretendía que se publicara, mencionó ella.
 
Jiang todavía esperaba que el revuelo dentro del ejército desalentara a Deng de enviar soldados para sacar a los manifestantes. No obstante, el 3 de junio, escuchó que los soldados estaban avanzando desde la parte oeste de la ciudad y le disparaban a la gente.
 
El ejército tenía órdenes de, a como diera lugar, desalojar la plaza las primeras horas del 4 de junio. Salieron anuncios que advertían a los residentes que se quedaran en sus casas.
 
‘Cualquier mentira es posible’
Sin embargo, Jiang no se quedó en casa. Recordó a la gente que había visto unas horas antes en la plaza ese día. “¿Los matarán?”, pensó. Se dirigió a la ciudad en bicicleta para ver entrar a los soldados, sabiendo que la confrontación representaba un punto de inflexión en la historia de China. Estaba consciente de que se arriesgaba a ser confundida con una manifestante porque iba vestida de civil. Pero dijo que esa noche no quería que la identificaran como parte del ejército.
 
“Era mi responsabilidad”, comentó. “Mi trabajo era informar sobre las principales noticias de última hora”.
 
Jiang siguió a los soldados y a los tanques mientras avanzaban hacia el corazón de Pekín, irrumpiendo a través de bloqueos improvisados formados con autobuses y disparando salvajemente a las multitudes de residentes furiosos de que el gobierno estuviera usando la fuerza armada.
 
Jiang se quedó cerca del suelo con el corazón palpitando mientras las balas le pasaban por encima. Estallidos de disparos y explosiones de tanques de gasolina retumbaban en el aire, y el calor de los autobuses incendiándose le escocía el rostro.
 
Cerca de la medianoche, Jiang se acercó a la plaza de Tiananmén, donde se dibujaba la silueta de los soldados contra el resplandor de los incendios. Un guardia de avanzada edad le suplicó que no continuara, pero Jiang dijo que quería ver lo que sucedería. De pronto, más de una decena de oficiales de policía armados se le fueron encima y algunos la golpearon con picanas eléctricas. Le brotó sangre de la cabeza y Jiang cayó.
 
Sin embargo, no sacó la credencial que la identificaba como periodista del ejército.
“Hoy no pertenezco al Ejército Popular de Liberación”, pensó para sus adentros. “Soy una civil común y corriente”.
 
Un joven la subió a su bicicleta para llevársela, y algunos periodistas extranjeros la llevaron rápidamente a un hospital cercano, comentó Jiang. Un médico le suturó la herida de la cabeza. Observó, aturdida, cómo los muertos y heridos llegaban por decenas. La brutalidad de esa noche la dejó conmocionada.
 
“Se sentía como si estuviera viendo cómo violaban a mi propia madre”, comentó. “Era insoportable”. Jiang ha dudado durante mucho tiempo para contar su historia. La herida que sufrió en la cabeza en 1989 le dejó una cicatriz y dolores de cabeza recurrentes.
 
La interrogaron en los meses posteriores a la represión de 1989, la arrestaron y estuvo sujeta a investigación dos veces en los años siguientes por la autobiografía personal que escribió. Dejó formalmente las fuerzas armadas en 1996 y desde entonces ha tenido una vida tranquila, en gran parte ignorada por las autoridades.
 
Al recordar los sucesos durante varias entrevistas en semanas recientes, con frecuencia hablaba más despacio y su alegre personalidad parecía replegarse bajo la sombra de sus recuerdos.
 
Afirmó que, con el paso de los años, esperaba que algún dirigente chino saliera a decirle al país que la represión armada había sido un error desastroso. Pero ese día nunca llegó.
 
Jiang señaló que creía que la estabilidad y prosperidad de China sería frágil mientras el partido no pagara por el
“derramamiento de sangre”.
 
“Todo esto está construido sobre arena. No hay cimientos sólidos”, dijo. “Si se puede negar que mataron gente, cualquier mentira es posible”.
 
Joven opositor enfrentándose a una columna de tanques
NOTA ADICIONAL
Las protestas de la plaza de Tiananmén de 1989, también conocidas como la masacre de Tiananmén, la revuelta de Tiananmén o el incidente del 4 de junio, consistieron en una serie de manifestaciones lideradas por estudiantes en la República Popular China, que ocurrieron entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989. La protesta recibe el nombre del lugar en que el Ejército Popular de Liberación suprimió la movilización: la plaza de Tiananmén, en Beijing. Los manifestantes provenían de diferentes grupos, desde intelectuales que creían que el gobierno del Partido Comunista era demasiado represivo y corrupto, a trabajadores de la ciudad que creían que las reformas económicas en China habían ido demasiado lejos y que la inflación y el desempleo estaban amenazando sus formas de vida. El acontecimiento que inició las protestas fue el fallecimiento de Hu Yaobang.
 
Tras las protestas y las llamadas del Gobierno pidiendo su disolución, se produjo en el seno del Partido Comunista una división de criterio acerca de cómo responder a los manifestantes. La decisión tomada fue suprimir las protestas por la fuerza, en lugar de acceder a sus reivindicaciones. El 20 de mayo, el Gobierno declaró la ley marcial y en la noche del 3 de junio, envió los tanques y la infantería del ejército a la plaza de Tiananmén para disolver la protesta. Las estimaciones de las muertes civiles varían: 400-800 (CIA), 2600 (según fuentes no identificadas de la Cruz Roja China). El número de heridos se estima entre 100000 y 1000 000. En 2017 el Gobierno británico desclasificó un telegrama del, por entonces, embajador británico Alan Donald, en el que asegura que el número de civiles muertos es de unos 100 000-1 000 000. Tras la violencia, el Gobierno emprendió un gran número de arrestos para suprimir a los instigadores del movimiento, expulsó a la prensa extranjera y controló estrictamente la cobertura de los acontecimientos en la prensa china. La cruel represión de la protesta de la plaza de Tiananmén causó la condena internacional de la actuación del Gobierno de la República Popular China.
 
En uno de los últimos días de estas protestas fue tomada la foto ganadora del World Press Photo de 1990, en la cual se muestra a un joven opositor enfrentándose a una columna de tanques, apodado el hombre del tanque.
 
CHRIS BUCKLEY  —  PEKÍN — 2019
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: cubanet20 Enviado: 03/06/2019 10:36
 ¿Quién es el «hombre del tanque» de Tiananmen?
Nunca se confirmó la identidad ni el paradero del joven que detuvo los tanques, icono de las protestas contra el régimen chino de hace 30 años, pero hay varias teorías. ¿Ejecutaron al «Hombre del Tanque» o sobrevivió y sigue oculto?
 
Pablo M. Díez
Es una de las imágenes más potentes de la Historia. Icono de la lucha desigual del individuo contra la maquinaria de guerra de la dictadura, la famosa foto del «Hombre del tanque» simboliza como ninguna otra las protestas de Tiananmen, aplastadas a sangre y fuego por el Ejército chino hace ahora 30 años. En la noche del 3 de junio de 1989, los soldados entraron a tiros en esta plaza del centro de Pekín para desalojar a los manifestantes, en su mayoría universitarios, que llevaban casi dos meses acampados reclamando más libertad y el fin de la corrupción.
 
Tras una noche de enfrentamientos en las calles colindantes que dejaron cientos de muertos, posiblemente miles, los tanques toman la plaza por la mañana. Al día siguiente, 5 de junio, cuando se retiran entre protestas esporádicas respondidas a tiros, un joven con pantalón negro y camisa blanca que lleva una bolsa en cada mano se planta ante la columna de carros de combate que avanza por la avenida de Chang An (Paz Eterna). El tanque que dirige la marcha intenta esquivarle, pero el joven le corta el paso varias veces y hasta se sube a la torreta para reprocharle al piloto la represión. Finalmente, se lo llevan varias personas, que parecen manifestantes, pero podrían ser policías de paisano.
 
Desde los balcones del cercano Gran Hotel Pekín, la escena es captada por tres cámaras de televisión, Willie Phua de la australiana ABC, Jonathan Schaer de la CNN y Tony Wasserman de la NBC, y cuatro fotógrafos: Jeff Widener de AP, Stuart Franklin de Magnum, Arthur Tsang de Reuters y Charlie Cole de Newsweek, que ganó el World Press Photo. Tras esconder algún carrete en los retretes para que la Policía no los encontrara cuando registró sus habitaciones, los sacaron de China clandestinamente, uno en una caja de té, y las imágenes dieron la vuelta al mundo. La conmoción por la represión militar solo fue comparable a la admiración por el valor de este héroe anónimo. Tres décadas después, sigue sin saberse quién es y qué le ocurrió.
 
Aunque el periódico británico «Sunday Express» dio la exclusiva de que se llamaba Wang Weilin y era el hijo de 19 años de un obrero en una fábrica de Pekín, los corresponsales de aquella época nunca se lo creyeron porque el periodista que firmaba la noticia, Alfred Lee, la había escrito desde Londres citando tres fuentes que nadie pudo cotejar. Cinco días después, el «Evening Standard» publicaba que había sido ejecutado citando fuentes de la Inteligencia norteamericana. Pero su corresponsal, John Passmore, reconoce que él no escribió esa crónica (que lleva su nombre) en el magnífico documental «The Tank Man», emitido en 2006 por el programa Frontline, de la PBS.
 
¿Ejecutaron al «Hombre del Tanque» o sobrevivió y sigue oculto? En 1990, en una entrevista de la cadena estadounidense ABC, Barbara Walters le pregunta a bocajarro por él al dirigente chino Jiang Zemin. Incómodo, entre titubeos, responde que no sabe nada de su paradero y que cree que «no fue ejecutado». Una entrevista así es imposible hoy con el presidente de China, Xi Jinping. Y, si se la concediera a alguna televisión extranjera, las preguntas estarían pactadas y esa cuestión sería vetada. Otro ejemplo más del retroceso que ha sufrido este país en un asunto tan importante como la información, censurada hasta el punto de querer borrar la masacre de Tiananmen de la Historia.
 
Amnesia en China
Soslayada por la Educación, que la despacha diciendo que los estudiantes fueron manipulados por fuerzas extranjeras, la matanza no existe en los medios ni en internet. En cualquier lugar del mundo, en la primera búsqueda en internet de «Tiananmen» aparece la foto del «Hombre del tanque». En China, salen turistas felices visitando la plaza y haciéndose fotos bajo el retrato de Mao, que cuelga en la entrada a la Ciudad Prohibida. Con la amnesia que ha traído el crecimiento económico, los jóvenes no tienen ni idea de lo que ocurrió hace 30 años. Recurrentes entre las televisiones, son descorazonadores los reportajes que enseñan fotos del «Hombre del tanque» a los universitarios y no aciertan a decir qué es.
 
«Hay demasiados cadáveres en el armario y es demasiado arriesgado y desestabilizador. Lo mejor es el silencio y la ˝omertá˝, incluso aunque todos los dirigentes del Partido Comunista piensen en Tiananmen», analiza para ABC Jean-Pierre Cabestan, profesor de la Universidad Baptista de Hong Kong. Como bien resume, «Tiananmen fue el principio del cuestionamiento, y eso es lo que Xi Jinping quiere evitar».
 
ACERCA DEL AUTOR:
Pablo M. Díez
Con base en Pekín, es desde 2005 el corresponsal de ABC en Asia. Desde entonces, ha cubierto los acontecimientos más importantes que han ocurrido en esta región, la más dinámica y populosa del planeta y hacia la que está virando la economía mundial. Entre ellos destacan los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y el tsunami de Japón que provocó el accidente nuclear de Fukushima en 2011, así como numerosas catástrofes naturales y revueltas políticas que han sacudido a Asia. Además de viajar por toda la zona, desde Corea del Norte hasta Indonesia pasando por Afganistán, Mongolia, Nepal, la India, Birmania y Tailandia, ha entrevistado a sus personalidades más destacadas.
 
 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: CUBA ETERNA Enviado: 05/06/2019 17:38






 
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