Los «castrati» -cantantes a los que se castraba de niños para que conservaran su voz blanca- fueron tremendamente populares en el siglo XVIII, especialmente en Italia. Figuras como las de Carlo Broschi «Farinelli», Gaetano Majorano «Caffarelli», Gasparo Pacchiaroti o Luigi Marchesi eran verdaderos ídolos.
La unificación italiana en 1861, trajo poco después la prohibición de la castración con fines musicales. El Papa León XIII determinó en 1878 la contratación por parte de la Iglesia de estos cantantes; sin embargo, permitió que en algunos lugares, entre ellos la Capilla Sixtina, permanecieran los ya existentes. El 22 de noviembre de 1903, el Papa Pío X selló el fin de los «castrati» (a quienes en España se conocía como «capones»), que ya solo permanecían en coros eclesiales.
En 1898, en el coro de la Capilla Sixtina quedaban seis cantantes de esta naturaleza. Uno de ellos era Alessandro Moreschi, primer soprano y conocido como considerado el último «castrati», y el único que ha dejado testimonio sonoro.
Alessandro Moreschi nació en Monte Compatri, en la provincia de Roma, entonces perteneciente a los Estados Pontificios, el 11 de noviembre de 1858. Pertenecía a una familia pobre, y él era el último de seis hermanos. Hay varias teorías de por qué se produjo su castración. Una de ellas dice que Moreschi nació con una hernia inguinal que, según las creencias de la época, se remediaba con la castración.
Otra de las teorías, probablemente más creíble, es que la operación se produjera en 1865, en la época en que Moreschi era solista en el Santuario de Madonna del Castagno, en Montecomprati; no eran pocas las familias que accedían a esta práctica para sus hijos, pensando en su porvenir.
Poco después, Monte Comprati se libraba de una epidemia de cólera que padeció Italia; sus vecinos lo achacaron a la voz milagrosa del niño Alessandro. Tras este suceso, y al parecer descubierto por Nazareno Rosati, excantante del Coro de la Capilla Sistina, Moreschi fue enviado a estudiar canto a Roma con Gaetano Capocci, que lo propuso para formar parte de esta célebre agrupación. Allí entró en 1873; como ya se había prohibido la castración infantil con fines musicales, el joven alegó que la suya se había producido antes de esa fecha.
Alessandro Moreschi pronto se convirtió en primer soprano del Coro Sixtino. Su director de entonces Doménico Mustafá, se percató de la tesitura del joven, el único en el conjunto capaz de alcanzar las notas más alts del «Miserere» de Allegri, una de las piezas emblemáticas del repertorio de Semana Santa.
En el Coro de la Capilla Sistina desempeñó varias funciones, además de sus tareas canoras, e incluso lo dirigió antes de retirarse, en 1913, con cincuenta y cinco años. Era una estrella, y según algunos testimonios era caprichoso y presumido. L. Devoti contaba en su biografía que le gustaba salir de los conciertos envuelto en una larga bufanda blanca para recibir las felicitaciones del público.
De su fama da fe el hecho de que el 9 de agosto de 1900, a petición expresa de la Familia Real italiana, cantara en el funeral del asesinado Rey Umberto I; un hecho más insólito aún si se tiene en cuenta que el Vaticano no tenía todavía contacto formal con el Estdo italiano.
En su libro «Die Kastraten und ihre Gesangskunst» (Los castrados y su arte vocal), Franz Habock le describía así (tenía entonces 55 años): «La apariencia externa de Moreschi difiere poco de la habitual para un cantante. Tiene una estatura media o más bien pequeña. Su rostro simpático es completamente lampiño; su pecho es notablemente amplio y poderoso. Su voz al hablar tiene una calidad metálica, como un tenor de tesitura muy alta. Su voz y comportamiento causan una impresión juvenil, reforzada por su animada conversación, que se suma a la imagen totalmente encantadora que presenta el cantante».
Tras su retiro, Alessandro Moreschi murió en soledad, a consecuencia de una neumonía, el 21 de abril de 1922; tenía 63 años.
La voz de Alessandro Moreschi es la única de «castrato» de la qye ha quedado testimonio. En abril de 1902, en el Vaticano, hizo la primera de sus grabaciones, acompañado por varios de los miembros del Coro Sixtino, para la Gramophone & Typewriter Company de Londres. Repetiría la experiencia en 1904. Dejó, en total, diecisiete pistas, que pueden escucharse hoy en día ya que han sido llevadas al CD.
Moreschi tenía ya cuarenta y muchos años cuando realizó estas grabaciones, que según algunos no reflejan la calidad que debió tener como cantante, y solo deben verse como un documento excepcional, ya que es la única voz de «castrato» registrada. Muestra, eso sí, un estilo de canto completamente anticuado, con un estilo sollozante y ataques imperfectos, además de un sonido metálico estridente que resulta poco agradable al oído moderno.
Entre las piezas grabadas figuran «Crucifixus», de la «Petite Messe Solennelle» de Rossini; el «Ave María» de Bach/Gounod; «Ave Verum Corpus», de Mozart; o la canción de Tosti «Ideale».