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General: La historia de Alessandro Moreschi, el último niño que fue castrado
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: libreconderechos  (Mensaje original) Enviado: 13/06/2019 15:07
Venerados monstruos
Alessandro Moreschi (Monte Compatri, 11 de noviembre de 1858 – Roma, 21 de abril de 1922) fue un cantante lírico italiano, considerado el último castrato de la historia. Se le conoció como «l'angelo di Roma» (el ángel de Roma).

La cruel historia de Alessandro Moreschi
El último niño que fue castrado para mantener su voz blanca
Por Julio Bravo
Los «castrati» -cantantes a los que se castraba de niños para que conservaran su voz blanca- fueron tremendamente populares en el siglo XVIII, especialmente en Italia. Figuras como las de Carlo Broschi «Farinelli», Gaetano Majorano «Caffarelli», Gasparo Pacchiaroti o Luigi Marchesi eran verdaderos ídolos.
 
La unificación italiana en 1861, trajo poco después la prohibición de la castración con fines musicales. El Papa León XIII determinó en 1878 la contratación por parte de la Iglesia de estos cantantes; sin embargo, permitió que en algunos lugares, entre ellos la Capilla Sixtina, permanecieran los ya existentes. El 22 de noviembre de 1903, el Papa Pío X selló el fin de los «castrati» (a quienes en España se conocía como «capones»), que ya solo permanecían en coros eclesiales.
 
En 1898, en el coro de la Capilla Sixtina quedaban seis cantantes de esta naturaleza. Uno de ellos era Alessandro Moreschi, primer soprano y conocido como considerado el último «castrati», y el único que ha dejado testimonio sonoro.
 
Alessandro Moreschi nació en Monte Compatri, en la provincia de Roma, entonces perteneciente a los Estados Pontificios, el 11 de noviembre de 1858. Pertenecía a una familia pobre, y él era el último de seis hermanos. Hay varias teorías de por qué se produjo su castración. Una de ellas dice que Moreschi nació con una hernia inguinal que, según las creencias de la época, se remediaba con la castración.
 
Otra de las teorías, probablemente más creíble, es que la operación se produjera en 1865, en la época en que Moreschi era solista en el Santuario de Madonna del Castagno, en Montecomprati; no eran pocas las familias que accedían a esta práctica para sus hijos, pensando en su porvenir.
 
Poco después, Monte Comprati se libraba de una epidemia de cólera que padeció Italia; sus vecinos lo achacaron a la voz milagrosa del niño Alessandro. Tras este suceso, y al parecer descubierto por Nazareno Rosati, excantante del Coro de la Capilla Sistina, Moreschi fue enviado a estudiar canto a Roma con Gaetano Capocci, que lo propuso para formar parte de esta célebre agrupación. Allí entró en 1873; como ya se había prohibido la castración infantil con fines musicales, el joven alegó que la suya se había producido antes de esa fecha.
 
Alessandro Moreschi pronto se convirtió en primer soprano del Coro Sixtino. Su director de entonces Doménico Mustafá, se percató de la tesitura del joven, el único en el conjunto capaz de alcanzar las notas más alts del «Miserere» de Allegri, una de las piezas emblemáticas del repertorio de Semana Santa.
 
En el Coro de la Capilla Sistina desempeñó varias funciones, además de sus tareas canoras, e incluso lo dirigió antes de retirarse, en 1913, con cincuenta y cinco años. Era una estrella, y según algunos testimonios era caprichoso y presumido. L. Devoti contaba en su biografía que le gustaba salir de los conciertos envuelto en una larga bufanda blanca para recibir las felicitaciones del público.
 
De su fama da fe el hecho de que el 9 de agosto de 1900, a petición expresa de la Familia Real italiana, cantara en el funeral del asesinado Rey Umberto I; un hecho más insólito aún si se tiene en cuenta que el Vaticano no tenía todavía contacto formal con el Estdo italiano.
 
En su libro «Die Kastraten und ihre Gesangskunst» (Los castrados y su arte vocal), Franz Habock le describía así (tenía entonces 55 años): «La apariencia externa de Moreschi difiere poco de la habitual para un cantante. Tiene una estatura media o más bien pequeña. Su rostro simpático es completamente lampiño; su pecho es notablemente amplio y poderoso. Su voz al hablar tiene una calidad metálica, como un tenor de tesitura muy alta. Su voz y comportamiento causan una impresión juvenil, reforzada por su animada conversación, que se suma a la imagen totalmente encantadora que presenta el cantante».
 
Tras su retiro, Alessandro Moreschi murió en soledad, a consecuencia de una neumonía, el 21 de abril de 1922; tenía 63 años.
 
La voz de Alessandro Moreschi es la única de «castrato» de la qye ha quedado testimonio. En abril de 1902, en el Vaticano, hizo la primera de sus grabaciones, acompañado por varios de los miembros del Coro Sixtino, para la Gramophone & Typewriter Company de Londres. Repetiría la experiencia en 1904. Dejó, en total, diecisiete pistas, que pueden escucharse hoy en día ya que han sido llevadas al CD.
 
Moreschi tenía ya cuarenta y muchos años cuando realizó estas grabaciones, que según algunos no reflejan la calidad que debió tener como cantante, y solo deben verse como un documento excepcional, ya que es la única voz de «castrato» registrada. Muestra, eso sí, un estilo de canto completamente anticuado, con un estilo sollozante y ataques imperfectos, además de un sonido metálico estridente que resulta poco agradable al oído moderno.
 
Entre las piezas grabadas figuran «Crucifixus», de la «Petite Messe Solennelle» de Rossini; el «Ave María» de Bach/Gounod; «Ave Verum Corpus», de Mozart; o la canción de Tosti «Ideale».
****
Conservando la voz infantil a un alto precio
La idea de crear castrati surgió durante el s.XVI Roma, cuando el papa prohibió que las mujeres cantaran en las iglesias y en los escenarios. Eran hombres capaces de cantar con una tonalidad muy aguda cuyas voces acabarían siendo objeto de veneración gracias a la combinación antinatural de tono y potencia, al emitirse las notas altas de un muchacho prepubescente desde los pulmones de un adulto; el resultado, según comentaban los contemporáneos, era mágico y extrañamente incorpóreo. Durante la época barroca fueron el equivalente a las grandes estrellas del pop que tenemos actualmente. Sin embargo, para poder gozar de esta fama, además de ser unos talentosos cantantes, tenían que pagar un tributo muy preciado, sus testículos.
 
Los niños que quisieran conservar su aguda tesitura durante los años barrocos, tenían que someterse a una operación quirúrgica, llamada orquidectomía. Esta intervención suponía la amputación de los testículos, a fin de que no pudieran producir hormonas sexuales masculinas, responsables, entre otras cosas, del cambio de voz durante la adolescencia.
 
La castración como negocio en contra de toda ética
Se estima que unos 4.000 niños eran castrados anualmente al “servicio del arte”, durante las décadas de 1720 y 1730. Para que fuese efectiva, la castración debía realizarse entre los 8 y 12 años de edad. La súbita popularidad de la ópera italiana en toda la Europa del siglo XVII lo que generó el repentino aumento internacional de la demanda. Al niño italiano que nacía con una voz prometedora lo llevaban al local de un barbero-cirujano en los barrios bajos, lo drogaban con opio y lo metían en un baño con agua caliente. El experto cortaba los conductos que desembocaban en los testículos, que se atrofiaban con el tiempo. Muchas familias humildes sometían a sus niños a esta barbarie para que pudiesen ganarse un buen sustento y, así, poder sacarles de la pobreza. Sin embargo, otros jóvenes pedían voluntariamente ser castrados a fin de preservar su angelical voz. El resultado de esta práctica tan alejada de la ética, era una voz espectacular que aunaba la dulzura de un niño y la potencia de un adulto.
 
Los castrati, los mejores amantes de todos los tiempos y estrellas cotizadas por reyes
Para las mujeres de la alta sociedad europea, los castratis eran un icono sexual. Anécdotas e historias sobre su contracepción y mayor resistencia decían que estos podían centrarse por completo en el deseo de la mujer -que poco importaba para muchos hombres de la época-. El famoso catastro Consolino, sacó buen provecho de sus delicados rasgos femeninos en Londres. Acudía a las citas disfrazado con vestido, y después mantenía una apasionada aventura ante las propias narices del marido.  La iglesia prohibió que los castratis contrajeran matrimonio, lo que avivó las llamas del deseo y lo prohibido.
 
Entre los castrati más famosos destacaron Nicolini, Senesino, Caffarrelli, Salimbeni, entre otros. Pero el más famoso de todos fue Carlo Broschi -conocido popularmente como Farinelli-, cuya vida fue recreada en la famosa película de 1994 que lleva su nombre. Su castración, según versiones oficiales, se debió a que cuando era niño sufrió un accidente con un caballo. Se convertiría en leyenda gracias a la increíble voz que adquirió durante sus largos años de aprendizaje, bajo la instrucción de Nicola Porpora. Todo el mundo se agolpaba para verle, no solo en Italia -donde sería conocido como il ragazzo o el muchacho-, sino también en Viena, Londres y España, donde acabó residiendo 25 años bajo el mandato del rey Felipe V, al que cantaba todas las noches para curarle de la fuerte depresión que sufría.
 
El declive del castrati
Ya en el siglo XIX, la voz de los castrati fue erradicada de los escenarios, que decidieron incluir la figura de la mujer, pero esta permaneció en el ámbito religioso. En 1878, el Papa León XIII prohibió la contratación de nuevos castrati por parte de la iglesia, excepto en la Capilla Sixtina y en algunas otras basílicas papales de Roma, donde los castrati pudieron quedarse.
 
El último castrato sixtino fue Alessandro Moreschi, que permaneció en el coro del Vaticano como solista hasta 1898, hasta que fue nombrado director del mismo, compaginando su faceta de cantante y dirección. Un trabajo que mantendría hasta su retiro en 1913. Fue el único castrato del que se tienen grabaciones. Moriría en la más absoluta soledad en 1922 a los 64 años de edad.
 
Así sonaba la voz del último castrati


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De: libreconderechos Enviado: 13/06/2019 15:12



 
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