Este jueves 13 de junio el biólogo cubano Ariel Ruiz Urquiola debe viajar a Alemania. Será el reencuentro con su proyecto de investigación en la Universidad Humboldt de Berlín y con el aprecio de muchos colegas.
También será la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos y equipamiento para el desarrollo de su estudio sobre el Valle de Viñales y de la biogranja con que desea apoyar la rehabilitación medioambiental del área de poblamiento vegetal y animal más antigua del caribe.
"Según los resultados previos de mi investigación", comenta Ariel, "Viñales es una de las áreas de mayor diversidad genética del planeta."
No es un hecho que Ariel salga de Cuba. El castrismo podría impedírselo, como ha hecho por estos días a tantos activistas políticos y miembros de la sociedad civil.
El pasado 8 de mayo de 2018, Ariel, científico y campesino, fue condenado a un año de privación de libertad por el delito de "desacato", la acusación impidió entonces un viaje precisamente a Alemania.
El castrismo construyó el delito, la sanción y la condena, con la grosería que permite la impunidad. Un oficial del cuerpo de guardabosques de Viñales y jueces y fiscales de la peor ralea consintieron el engendro. Luego de poco más de un mes confinado, sin derecho al trabajo correspondiente a los internos de su condición, y sintiendo en carne propia el desamparo de los presos cubanos, se declaró en huelga de hambre y sed el 16 de junio, y con la resolución que ha caracterizado cada una de sus acciones se dispuso a morir.
Fue tal su determinación, y la movilización en su favor dentro y fuera de Cuba, que 16 días después, el 3 de julio de 2018, el castrismo dio un paso atrás en su frenesí artero, lo sacó de las celdas alegando desórdenes de salud y le concedió una licencia extrapenal.
La medida no lo puso en libertad, lo que impidió que viajara de inmediato a retomar sus investigaciones. A mediados de mayo de este año, conoció por las autoridades de Migración que su derecho a viajar había sido restablecido. Antes, el día 2 de mayo, se había cumplido el conjunto de su sanción.
La condición en que quedó su libertad no menguó su decisión de denunciar las prácticas estatales corruptas y el asedio sufrido en las tierras que usufructúa, donde han matado a algunos de sus animales, o liberado, desde fincas vecinas, el paso a cerdos hambrientos y criados ilegalmente, para que destruyan sus cultivos.
El pasado 11 de mayo fue uno de los detenidos en la represión desatada por el castrismo durante la marcha independiente contra la homofobia.
Entre otros, fue de este hombre difícil de doblegar, becario de una universidad alemana, apreciado por sus colegas y consultado por doctores en ciencias, de quien la madrina estatal del movimiento LGBT Mariela Castro, hija del dictador Raúl Castro, dijo poco después de propiciar la represión escandalosa que había sido orientado desde Miami y Matanzas, y que era un ignorante.
Este jueves sabremos si el castrismo le va a dejar reunirse con sus colegas en Alemania o si lo va a sumar a la lista numerosa de cubanos cuyos derechos al libre movimiento son conculcados.
Es seguro que en Alemania, como en Cuba, Ariel cuenta con una obra por construir, trabajo que realizar y amigos que le apoyan.
"Si no me dejan viajar, regresaré a mi biogranja a continuar trabajando y continuaré mi lucha por hacer valer mis derechos humanos violentados", responde Ariel, desde su finca, antes de salir a atender a sus animales.