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General: 50 años sin Judy Garland y 50 años de Orgullo Gay
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جواب  رسائل 1 من 4 في الفقرة 
من: libreconderechos  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 22/06/2019 14:11
JUDY GARLAND, LA ACTRIZ IMPULSORA INDIRECTA DE LA CELEBRACIÓN DEL ORGULLO GAY
Cuando el compositor Jerry Herman se levantó el domingo 22 de junio de 1969 notó algo extraño al mirar por la ventana. Muchos balcones estaban adornados con la bandera a media asta. En el Estados Unidos de los años 60 "Amigo de Dorothy" era la contraseña, la clave de los hombres gays para reconocer a otros con los que compartían identidad sexual.

Judy Garland, la trágica muerte que impulsó el Orgullo Gay
50 años sin Judy Garland: éxito, drogas e intentos de suicidio de un icono gay
POR JOSE MADRID |  ELCONFIDENCIAL
Cuando el compositor Jerry Herman se levantó el domingo 22 de junio de 1969 notó algo extraño al mirar por la ventana. En su lugar de residencia, Fire Island, destino habitual de la comunidad gay, muchos balcones aparecieron adornados con una bandera a media asta. El compositor de 'Hello, Dolly!' pensó que debía haber muerto alguien importante, algún mito para el público homosexual en una época en la que nacía la mitomanía homo. Unos minutos después, Herman supo de quién se trataba. Un amigo lo llamó y le dijo que Judy Garland , amiga suya, acababa de ser hallada muerta.
 
La protagonista de 'El Mago de Oz' fue encontrada por su quinto marido, Mickey Deans, en el baño de su casa de Londres. Una ingesta accidental de barbitúricos equivalente a diez antidepresivos había provocado la muerte a uno de los grandes iconos del siglo XX. Pero para entender el final de la historia hay que hablar del principio: esa adicción de las pastillas venía de largo, de la época en la que Judy no era más que Frances, la más pequeña de las tres hermanas Gumm. Las niñas formaban un grupo que actuó desde su Minnesota natal hasta la Costa Oeste norteamericana.
 
Tras el escándalo que supuso que el padre de las pequeñas fuese pillado con otro hombre (una historia que la propia Judy repetiría con alguno de sus maridos), la familia al completo se mudó hasta California. La localidad en la que vivían, a solo dos horas de Hollywood, posibilitó que su madre, Ethel, consiguiese que la más pequeña de todas firmase un contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer. Por aquel entonces, ya se llamaba Judy Garland. El viejo Louis B. Mayer, el ejecutivo con más poder de todo Hollywood, se quedó prendado de aquella adolescente que, según él, tenía chepa (cuentan algunas biografías que la llamó 'mi pequeña jorobada' durante toda su vida). El gerifalte también pensaba que debía adelgazar. bastantes kilos. De hecho, a finales de los años 30, la vida de Judy Garland no debía ser fácil: continuamente comparada con beldades del estudio como Hedy Lamarr o Lana Turner, se pasaba del día tomando sopa debido a una dieta estricta. Además, perpetuó una costumbre inculcada por su madre: tomar ansiolíticos para dormir y estimulantes para trabajar durante un sinfín de horas. Ese hábito marcaría el resto de sus días. También acrecentaría sus complejos físicos.
 
La tiranía de su madre y la del propio estudio provocaron que jamás confiase en sí misma. Ni siquiera cuando fue elegida para ser la Dorita de 'El Mago de Oz' en 1939. La adaptación del cuento de Frank L. Baum fue la mayor superproducción jamás afrontada por la Metro. Pero también en ese rodaje sintió que no era a ella a quien querían. Al principio, el estudio quiso como protagonista a la niña más prodigio de todas: Shirley Temple. Cuando Fox se negó a prestarles a su estrella más preciada, Mayter se tuvo que conformar con una Judy que era demasiado mayor para el papel.
 
Con los pechos vendados, la joven afrontó una filmación llena de inconvenientes. Cuando la película se estrenó ya no había duda: Judy Garland era una de las mayores estrellas de Estados Unidos. Sin embargo, Mayer, como buen padre postizo (el de la actriz murió por aquella época), no dejó de controlar hasta el más mínimo aspecto de su vida. Cuando se casó con David Rose en 1941, el jefazo de la Metro acordó un aborto con la madre de Judy. Pensaban que el público no iba a entender que una estrella tan joven fuese mamá.
 
Marido tras marido y pastilla tras pastilla
Esa y otras circunstancias acabaron convirtiendo a Garland en una persona desdichada que encontró cierta estabilidad al lado de Vincente Minnelli. Tras rodar 'Cita en San Louis' a sus órdenes, director y actriz contrajeron matrimonio y tuvieron a su hija Liza. La estabilidad, sin embargo, duraría poco para la infeliz Judy. El día que encontró a su marido al lado de otro hombre vivió en sus propias carnes el sufrimiento de su madre, la misma situación que esta había sufrido años atrás. A sabiendas de que Minnelli prefería el sexo con hombres, Judy intentó suicidarse cortándose las venas. Por fortuna, alguien estuvo cerca para salvar una vida que comenzó a ir a la deriva.
 
A finales de los 40 la Metro, harta de sus continuas neurosis y de los retrasos que provocaban sus miedos, la despidió. En 1954 volvió fugazmente al cine, pero de la mano de Warner, estudio para el que rodó 'Ha nacido una estrella'. A partir de ese momento, desdeñó el cine en beneficio de los escenarios, donde encontró una segunda vía de ingresos económicos y una nueva vida profesional. Su tercer marido, Sidney Luft, impulsó ese cambio de rumbo que coincidió con su culto gay. Pese a todo, Luft tampoco se quedaría en su vida definitivamente, ya que se divorciaron en 1963 y luego vinieron otros dos maridos. De hecho, su hija Liza le llegó a decir una vez: "¿Otro marido más, mamá?". Entre cónyuge y cónyuge, sus shows dejaban ver la debilidad física que sufría por culpa de las depresiones y su afición a los barbitúricos. En uno de ellos, celebrado en Melbourne en 1964, apareció una hora más tarde de lo previsto, lo cual hizo que gran parte de los 70.000 asistentes la abucheasen y que el concierto finalizase antes de tiempo.
 
En marzo del 69, Judy Garland se casó con un empresario mucho más joven que ella, Mickey Deans. Los vídeos que han quedado de aquel día dejan patente su decadencia física. Con la mirada cansada, extremadamente delgada y frágil, Judy parecía una pálida sombra de lo que una vez fue. A sus adicciones había que sumar el cansancio acumulado de tantas actuaciones, necesarias para poner al día sus finanzas. Deans, del que también se acabaría separando, fue el testigo involuntario de la desgracia que iba a sobrevenir. En la mañana de aquel 22 de junio, al acudir al baño del domicilio que ambos compartían en Londres, se encontró a Garland sentada en el retrete. Había muerto y gays de todo el mundo la homenajearon. El tributo de los neoyorquinos de la discoteca Stonewall Inn provocó unas revueltas que encendieron la mecha del Orgullo Gay.
 
Medio siglo después de aquella muerte, Garland es un icono LGTB y también el mayor símbolo del lado más cruel y despiadado de un Hollywood que esclavizaba a sus estrellas para convertirlas en alegorías de la perfección. Su sufrimiento es tan poético como cualquier ballet de Tchaikovsky o cualquier pintura de William Blake. Tanto que incluso ha ocultado que también fue la mejor artista del género cinematográfico más feliz de todos: el musical. En una de las grabaciones que dejó en pleno trance por el consumo de drogas, ella misma parecía saber que la recordarían por su desdicha e hizo un juego de palabras con su canción más famosa: "Solo fui una persona que quiso alcanzar el arcoíris y no pudo hacerlo".
 
Judy Garland, la trágica muerte que impulsó el Orgullo Gay
"Amigo de Dorothy". En el Estados Unidos de los años 60 esa era la contraseña, la clave de los hombres gays para reconocer a otros con los que compartían identidad sexual cuando el mundo homosexual se vivía en privado. La influencia del personaje que encarnó Judy Garland en El mago de Oz era ya evidente, como obvio es, casi cinco décadas después, que los colores de la bandera que representa el movimiento hacen una clara alusión a la canción Over the rainbow, que la actriz entonase en la mítica película. Para más inri, su funeral se produjo el 27 de junio de 1969, justo un día antes de las protestas de Stonewall, que a su vez tuvieron lugar a raíz de la paliza que unos policías pegaron a un grupo de homosexuales en un bar de ambiente neoyorquino. Las conexiones entre Judy Garland y el mundo gay son múltiples y variadas, pero si hubiese que primar una de ellas sobre el resto, los críticos hablarían de la identificación de los homosexuales con el sufrimiento que padeció la actriz, cuya vida supuso una serie de obstáculos propios de un folletín melodramático que la conducirían a una muerte prematura.
 
Los problemas de Garland tuvieron su origen en la infancia, cuando su madre aprovechaba su talento como artista para ejercer lo que hoy sería entendido, claramente, como explotación infantil. La Metro Goldwyn Mayer, estudio para el que trabajó desde mediados de los años 30 hasta 1950, tuvo gran parte de culpa de ese trato. Para aguantar horas y horas de trabajo, los ejecutivos del estudio le proporcionaban pastillas que acabaron creándole una fuerte adicción que arrastraría el resto de sus días. A ello se unía la eterna inseguridad de la estrella que, rodeada de beldades de la talla de Lana Turner o Hedy Lamarr, sentía que su físico era demasiado ordinario, una tara a la hora de convertirse en una gran estrella. Que L. B. Mayer la llamase "mi pequeña jorobada" no ayudaba demasiado a que aumentase la confianza en sí misma.
 
Una serie de matrimonios desdichados, entre los que se encuentran el que formó junto a Vincente Minnelli tras conocerse en el rodaje de Cita en St. Louis, harían el resto. En la última década de su vida, Judy se había reinventado. Desde que la Metro Goldwyn Mayer, harta de sus continuas neurosis y de los retrasos que provocaban sus miedos, la despidiese, rodó Ha nacido una estrella para Warner y desdeñó el cine en beneficio de los escenarios, donde encontró una segunda vía de ingresos económicos y una nueva vida profesional.
 
Su tercer marido, Sidney Luft, impulsó ese cambio de rumbo que coincidió con su culto gay. Pese a todo, Luft tampoco se quedaría en su vida definitivamente, ya que se divorciaron en 1963 y luego vinieron otros dos maridos. De hecho, su hija Liza le llegó a decir una vez: "¿Otro marido más, mamá?". Entre cónyuge y cónyuge, sus shows dejaban ver la debilidad física que sufría por culpa de las depresiones y su afición a los barbitúricos. En uno de ellos, celebrado en Melbourne en 1964, apareció una hora más tarde de lo previsto, lo cual hizo que gran parte de los 70.000 asistentes la abucheasen y que el concierto finalizase antes de tiempo.
 
En marzo del 69, Judy Garland se casó con un empresario mucho más joven que ella, Mickey Deans. Los vídeos que han quedado de aquel día dejan patente su decadencia física. Con la mirada cansada, extremadamente delgada y frágil, Judy parecía una pálida sombra de lo que una vez fue. A sus adicciones había que sumar el cansancio acumulado de tantas actuaciones, necesarias para poner al día sus finanzas. Deans, del que también se acabaría separando, sería el testigo involuntario de la desgracia que iba a sobrevenir. En la mañana del 22 de junio, al acudir al baño del domicilio que ambos compartían en Londres, se encontró a Garland sentada en el retrete con la cara arañada. La actriz había muerto de una sobredosis de barbitúricos. Aunque la versión oficial lo llamó paro cardíaco, la rumorología acabó confirmando que probablemente se trataba de un suicidio o de una ingesta involuntaria de pastillas.
 
Pocos días después, la paliza de los agentes de la ley a varios chicos en un local neoyorquino, la que serviría de semilla definitiva para el movimiento gay, tendría relación directa con el fallecimiento. Cuando los policías entraron en el local, un grupo de gays celebraban la vida y obra de la actriz, cuyo 'arcoíris' serviría de eterna metáfora a todos aquellos que sienten como propio las fiestas que conmemoran aquel día; para aquellos que, día a día, y como Dorothy en El mago de Oz, saben que ya no están "en Kansas", que prefieren entrar en un universo tan colorido como el de la película, en el que cada cual puede amar a quien le dé la gana.
JOSE MADRID, 2019  


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من: libreconderechos مبعوث: 22/06/2019 14:24
  

 

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من: cubanet201 مبعوث: 23/06/2019 15:44
 


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من: CAMPESINO2 مبعوث: 26/06/2019 12:05
'Los amigos de Dorothy': 'El Mago de Oz' y el Orgullo
El clásico cumple 80 años Un libro del sello Notorious explica el filme, incluido su valor como símbolo para miles de homosexuales que vieron en él una representación de sus vidas.

POR LUIS ALEMANY
«Judy Garland personifica una forma gay de manejar los valores, las imágenes y productos de la cultura dominante a través de la ironía, la exageración, la trivialización, la teatralidad y una manera ambivalente de reírse con y de lo respetable».
 
El entrecomillado pertenece al ensayista Richard Dyer y aparece citado en El mago de Oz como icono de la cultura gay, uno de los capítulos del libro dedicado al 80º aniversario de El mago de Oz que acaba de publicar la editorial Notorious. En sus páginas, 24 artículos explican la película de Victor Fleming en cada fleco. Ninguno parece tan atractivo en la semana del Orgullo LGTB como el que explica el vínculo entre Dorothy, el hombre de Hojalata y compañía y la lucha por los derechos de los homosexuales.
 
«Dorothy es una chica de pueblo que no encaja en su mundo. Su familia le quiere pero ella sabe que es la rarita del lugar, la que siempre está un poco de más. Su único amigo es un perro y sueña con encontrar otro mundo en el que se sienta más cómoda. Entonces, emprende un viaje hacia ese mundo, que es la ciudad de Oz, y por el camino se va encontrando con otros raritos como ella. Juntos van descubriendo un mundo en el que les rodean la música y los colores y en el que van comprendiendo que en realidad no existe ningún problema en ser como son. Que sólo necesitan encontrar la fuerza que está en su interior para estar cómodos en el mundo. Esa idea nos puede parecer un poco tópica hoy, pero ha sido muy importante para las sucesivas generaciones de homosexuales que han peleado por su libertad durante estos años».
 
Quien habla ahora es el escritor Alejandro Melero, el autor de El mago de Oz como icono de la cultura gay. Tal y como la cuenta, es imposible no entender la película de Judy Garland como una gran representación de la experiencia de crecer siendo homosexual y una explicación de todo aquello que hoy hemos entendido como cultura gay durante muchos años: el juego estético con el kitsch, el fondo desafiante, el hedonismo... Todos esos rasgos no son caprichos sino que tienen explicación.
 
«La Ciudad Esmeralda representa la promesa de un refugio, es el sitio seguro, que han anhelado tantos gays», explica Melero. «Es un lugar seguro en el que en el que poder ser uno mismo y, entre otras muchas cosas, reconciliarse con el mundo exterior... En cambio, el León Cobarde representa la opción del ocultamiento, simboliza al chico que decide no enfrentarse a aquellos que no lo aceptan, el que prefiere una vida asexuada para no enfrentarse a sus deseos y que está permanentemente temeroso de ser descubierto en su secreto».
 
El león, además, es un personaje de maneras amabilísimas, insuficientemente masculinas para el mundo heterosexual. Vito Russo, el primer académico que estudió el El mago de Oz en clave LGTB, colocó su fotografía en uno de sus estudios con una leyenda provocadora debajo: «¿Quién es un marica?»
 
Continuemos con los simbolismos: «Es imposible ser gay, ver la película, el momento en el que los personajes se encuentran y caminan juntos y no pensar en el momento en el que uno empezó a tener una pandilla de amigos homosexuales o fue por primera vez a un bar gay», explica Melero.
 
Más: en algún momento de la película, la Bruja Buena del Oeste grita a los munchkins, los duendecillos de Oz, «salid, salid de donde quiera que estéis» y existe la teoría de que esa frase fue el origen de la expresión «salir del armario». Además, , en una encrucijada del camino de ladrillos dorados, Dorothy duda por qué lado continuar y el Espantapájaros le da consejo: «Unos siguen este camino, otros siguen el otro y hay gente que unas veces va por un camino y otras veces el otro».
 
«Incluso la Bruja del Este representa el estereotipo de la lesbiana que es como una vampiresa, la lesbiana mala que está tramando maneras de seducir a la inocente Dorothy», explica Melero. «Es una interpretación que hizo Alexander Doty, que viene del psicoanálisis y que yo, personalmente, veo con algunos reparos, pero que también es interesante».
 
Y esa inmensa alegoría, ¿la pensó alguien conscientemente o fue un asunto freudiano, una falla en la tierra que nadie veía pero que estaba a punto de crujir?
 
Por si a alguien le interesa saberlo: el guión de El mago de Oz tiene tres autores oficiales y un ejército de escritores subcontratados que ayudaron con los textos. De los tres autores, Y.E. Harburg, Noel Langley y Edgar Allan Woolf, sólo éste último era homosexual. En cuanto a Frank Baum, el autor de la novela original, fue un señor casado que tuvo cuatro hijos, si es que esa información cambia en algo las cosas.
 
GAY ANTES DE TIEMPO
«Es difícil saber cómo salió adelante esta historia. No sé si fue una obra conscientemente gay, para empezar, porque el concepto de gay no existía en 1939 o, si existía, era muy diferente al que tenemos hoy», explica Melero. «Pero había una mirada homosexual en el cine, eso es una certeza, porque hasta 1934, el cine pre code [el Hollywood anterior al código de moralidad impulsado por William Hays] representó a los homosexuales muy libremente y no necesariamente en papeles negativos.También sabemos que existían redes, grupos de amigos que funcionaban como familias de homosexuales en Hollywood. Es imposible explicar esa época ignorando esa mirada homosexual».
 
Son dos certezas, igual que sabemos que siempre existieron espectadores homosexuales que reconocieron en Dorothy su historia personal. Cuando Judy Garland murió, hace ahora 50 años, algunos de esos espectadores cantaron Over the rainbow en su funeral en Nueva York, la ciudad a la que habían llegado sus restos embalsamados de Garland desde Londres. Aquel duelo terminó en los sucesos de Stonewall, donde varios dolientes desafiaron a la policía. Y aquella canción inspiró la bandera del arcoíris que esta semana ondea por medio mundo.
 
«El arte es un referente muy importante cuando eres homosexual y creces al margen de loq ue es normativo. Te da modelos en los que reconocerte y también sirve para que tus amigos heterosexuales entiendan las cosas de otra manera. Por eso hay que insistir tanto en la cultura gay», termina Melero.
 
La historia de El Mago de Oz tiene un epílogo que lleva hasta los años 70, cuando Sidney Lumet estrenó una nueva versión de la misma historia protagonizada por actores negros: Michael Jackson hizo de Espantapájaros, Richard Pryor de Mago y Diana Ross (otra actriz predilecta para el público gay), de Dorothy. Kansas dejó de ser Kansas y se convirtió en Harlem. El país de Oz fue el lado de Manhattan que queda al sur de la calle 125, el límite que nunca había se había atrevido a cruzar Dorothy. En cuanto a la ciudad Esmeralda, su color era el del dinero, la herramienta que utilizaba el Mago para manipular a los habitantes de Oz.
 
La película, llena de música disco y soul, tenía la estética de una película de blaxplotaition para niños. Fue candidata a cuatro premios Oscar pero no tuvo éxito comercial y quedó olvidada para siempre. Da igual: lo interesante es descubrir que el mensaje de liberación de El mago de Oz funciona igual si cambiamos la homofobia por el racismo o por cualquier otra forma de discriminación.
 


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