Es difícil discernir si fue “el maleconazo” u otro impulso voluntarista y provocador de la alta dirección cubana el que dio paso a la “Crisis de los Balseros” en 1994 que dejó como inmediata consecuencia la declaración oficial del gobierno norteamericano que la próxima vez que Cuba abriese sus fronteras sería considerado por EEUU como un acto de guerra y por tanto recibiría la respuesta correspondiente. Además Clintón redujo a cuatro los vuelos chárter y estableció nuevos límites a los envíos monetarios a Cuba, y finalmente estableció la llamada política de “pies secos-pies mojados” la cual el gobierno cubano llamó asesina, al parecer prefería la anterior.
Pero el momento culminante y dramático de esta confrontación llegó el 24 de febrero de 1996 cuando un MiG-29UB y un MiG-23 armados con cohetes aire a aire derribaron dos inermes avionetas Cessna Skymaster de Hermanos al Rescate, ninguna razón de defensa justificaba la orden de derribo dada personalmente por Raúl Castro. Este luctuoso y terrible hecho prácticamente obligó a Clinton el 12 de marzo a firmar la Ley Helms-Burton que llevaba días para su firma y no lo había realizado, sin embargo, dejó pendiente los Títulos III y IV.
La administración de George W. Bush tenía bastantes cosas para ocuparse después del ataque del 9/11 para dedicarle tiempo a un tema de poca envergadura como era el de las relaciones con Cuba sin embargo autorizó desde finales de 2001 la venta de alimentos y otros artículos a Cuba, lo cual se ha mantenido hasta la fecha.
Es con la llegada a la Casa Blanca de Barack H. Obama que se recomienza un acercamiento del gobierno norteamericano hacia Cuba con la apertura de conversaciones secretas efectuadas a partir de 2013 en Ciudad Vaticano y Canadá que culminó con la liberación de los cinco espías el 17 de diciembre de 2014 a cambio, aunque ha sido negado múltiples veces, liberaron a Alan P. Gross, en lo que fue un intercambio desigual al cambiar cinco espías condenados como tales por un jurado con todos los beneficios dados a los acusados por el sistema de justicia norteamericano, lo cuales fueron entregados gorditos y sanitos a cambio de un supuesto espía condenado por un sistema judicial en el cual las condenas están establecidas de antemano y que fue entregado demacrado, macilento, enfermo y sin dientes.
Ese día Obama realizó una amplia declaración en la que entre otras cosas dijo:
“Un futuro de más paz, seguridad y desarrollo democrático es posible si trabajamos unidos, no para mantener el poder, no para proteger los intereses creados, sino para promover los sueños de nuestros ciudadanos.”
Todo su mensaje proponía esperanzas, era una proyección hacia un mejor futuro para ambos pueblos.
Por su parte R. Castro realizó lo que ellos llamaron alocución nombre apropiado ya que según la Real Academia es “Discurso o razonamiento breve por lo común y dirigido por un superior a sus inferiores, secuaces o súbditos”. Fue más que breve y en nada se correspondió al mensaje de Obama, en primer lugar y para mantener el tono de dictador militar lo realizó de completo uniforme con todas las medallas ganadas en no sé qué guerras y además de vanagloriarse del retorno de los espías, entre las pocas, y no trascendentes, cosas que dijo, señaló:
“Aunque las medidas del bloqueo han sido convertidas en Ley, el Presidente de los Estados Unidos puede modificar su aplicación en uso de sus facultades ejecutivas.”
Es decir que le orientó a Obama lo que tenía que hacer, aunque aceptó que era una ley y por tanto el presidente no estaba en capacidad de modificarla, fue un mensaje hacia el pasado, un discurso ideológico.
La administración de Obama tomó medidas como aumentar el límite de las remesas trimestrales de $500 a $2.000; incrementó los bienes y servicios exportables hacia Cuba; autorizó las importaciones desde Cuba por los viajeros hasta $400; autorizó la utilización de tarjetas de débito y crédito emitidas por bancos norteamericanos; facilitó formas de financiación de las compras de Cuba en EEUU; autorizó las ventas de hardware y software; aprobó las visitas de ciudadanos norteamericanos en una amplísima gama de categorías; sacó a Cuba de la relación de países patrocinadores del terrorismo; y otras muchas medidas beneficiosas, para los cubanos.
Qué hizo Cuba: nada, ya que de acuerdo a su pensamiento estancado en una ideología que no ha funcionado, que no es un vehículo para el desarrollo, ellos nada tienen que hacer, nada tienen que cambiar, nada tienen que mejorar. ¿Es posible negociar con un país que no ofrece nada a cambio de lo que le ofrece la otra parte?
Al discurso de Obama en La Habana la respuesta se la dejaron al decrépito líder que redactó un largo, tedioso, incoherente, clavado en el pasado, divagando e incluso irrespetuoso al llamarle a Obama ‘Brother’, que concluyó con una frase antológica:
“Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo.”
Concordemos que él hizo sus mayores esfuerzos para evitarlo por todos los medios que se le ocurrió.
No habían pasado muchas semanas desde la reapertura oficial de la Embajada de EEUU el 14 de agosto de 2015 cuando al parecer comenzaron los llamados “ataques sónicos” que afectaron a 40 funcionarios norteamericanos y a media docena canadienses, hasta el momento no hay una respuesta a qué fue lo que pasó y cómo pasó, pero las pruebas científicas han dejado muy en claro que esos funcionarios sufrieron daños cerebrales, las consecuencias de ello, además de las afectaciones a esas personas, fue la retirada del personal diplomático con todas las afectaciones que de ella se han derivado para los cubanos.
Por otra parte, la administración Trump se ha dado a la meticulosa tarea de desarmar todas las medidas tomadas por la administración anterior —la única que seguramente no hará es la de restablecer la política de “pies secos/pies mojados” ya que no se ajusta a su política anti-inmigrante— incluso poniendo en vigor los Títulos III y IV de la Ley Helms-Burton, cosa que ninguna administración anterior había hecho. El gobierno cubano logró sus objetivos: la confrontación, entre más fuerte mejor.
El embargo ha sido el justificante de todas y cada una de las vicisitudes por la que atraviesa el pueblo, el culpable de todos los fracasos de los experimentos en la ganadería y la agricultura, el motivo de todas las aventuras belicistas e intervencionistas en América Latina y en el África en resumen el chivo expiatorio del fracasado sistema que se implantó por un líder obcecado que se prometió a si mismo que su destino era la confrontación con EEUU.
En la historia universal no hay un ejemplo de una ideología que haya generado tanto costos humanos como la que sufre Cuba, incluso una ideología tan tenaz e inamovible como la del Apartheid en Sudáfrica llegó a pactar y eliminar las trabas que limitaban el desarrollo económico y social de la mayoría de la población no blanca, liberó a Nelson Mandela, destruyó sus armas nucleares y realizó elecciones libres, amplias y democráticas obteniendo la presidencia el mismo Mandela que por 27 años fue un prisionero político.
Al parecer las ideologías de izquierda son más torpes y tercas y reciben más apoyo de los que no viven bajo ella que las de derecha.