Robert Menéndez, Marco Rubio y Ted Cruz
Es hora de hacerles pagar por su odio
Marco Rubio. Mario Díaz-Balart. Bob Menéndez. Albio Sires. Ted Cruz. Alex Mooney. Anthony E. González. Estos son los siete miembros del Congreso de EE.UU. que ahora mismo tienen vínculos cubanos. De los siete, solo Albio Sires, de Nueva Jersey, nació en Cuba. Todos los demás nacieron en Estados Unidos, menos el caso de Ted Cruz, que lo hizo en Canadá.
No sé lo suficiente acerca de Mooney, que representa un distrito de Virginia Occidental, y González, de Ohio; pero de una u otra forma, los que sí conocemos (en especial los sospechosos habituales: Rubio, Díaz-Balart, Menéndez, Sires y Cruz) utilizan a Cuba simplemente para buscarse una tajada. La emplean a la hora de las elecciones y para recaudar fondos en lugares como Miami y Nueva Jersey. La utilizan para ordeñar fondos del gobierno que supuestamente emplean para “inculcar la democracia en Cuba”.
Se envuelven en la bandera cubana como un acto demagógico. A fin de cuentas, no les importa en absoluto la isla ni sus 11 millones de habitantes.
Todos son republicanos menos dos demócratas, Menéndez (a quien conocemos muy bien) y Sires.
En cuanto a lo que les importa… el ejemplo es la política de Trump hacia Cuba dirigida por gente como Marco Rubio y John Bolton. Rechazando todo lo que huela a Obama, Trump deshizo una serie de medidas tomadas por el presidente anterior con respecto a la política hacia Cuba. Una política que, a decir verdad, estaba funcionando en un sentido crítico. El flujo de familias desde y hacia la nación isleña se estaba convirtiendo en todo lo normal que debiera ser. La gente iba y venía, de un lado, a otro sin muchos problemas.
Esto a su vez creó lo que vimos suceder. Familias que trabajaban juntas, algunas creando negocios en Cuba y, por cierto, también en Miami, lo que hizo que mejorara la vida económica a ambos lados de este argumento de siglos.
También, como resultado de la adecuada decisión de Obama de suspender la peligrosa política migratoria “pie húmedo, pie seco” aplicada a los cubanos, la gente llegaba legalmente a nuestras costas, sabiendo que debían regresar, pero conscientes también que podían volver otra vez.
En otras palabras, la situación se hizo más normal y mejor. En especial para las familias y los lazos que las unen.
Y entonces el Colegio Electoral eligió a Donald Trump (no la mayoría del electorado estadounidense) y las cosas dieron un vuelco profundo y oscuro en busca del pasado. Los esfuerzos de Obama por el acercamiento fueron eliminados, un extraño giro de las cosas (los misteriosos y supuestos ataques sónicos) que yo creo que fueron causados intencionalmente por ciertas personas relacionadas con el gobierno de Estados Unidos, provocaron el cierre de la oficina consular de EE.UU. en La Habana, y las cosas regresaron al pasado.
Y todo esto ideado por dos miembros del Congreso, que aseveran ser cubanos, pero que no tienen idea de lo que significa ser cubano. Han vendido su alma al diablo (Donald Trump) y ahora actúan como los perros que él ha admitido que odia, dispuestos a olerle el trasero o pararse en dos patas cuando él lo ordena, a cambio de liderar una campaña de odio contra la isla que ellos aseguran falsamente que aman. Un lugar donde nunca han estado.
Sus nombres son Marco Rubio y Mario Díaz-Balart. Con la ayuda de gente del Partido Demócrata como el senador Bob Menéndez –otro pretendido cubano.
Son tan malévolos y tan mentirosos que aseguran que todo lo que han hecho es por el bien de la isla que falsamente dicen amar. Y de hecho son parte de una tropa de personas, como mencioné en mi último artículo en el que escribí acerca del enviado especial de EE.UU. para Venezuela, Elliott Abrams, quienes “harán cualquier cosa y todo lo posible para hundir la isla con sus 11 millones de habitantes. Y cuando estén bajo el agua y se estén ahogando, ellos gritarán: ¡Qué bueno!”
Hay pruebas de este odio. ¿O cómo calificarían ustedes el hecho de que ellos dicen que Cuba es la isla de los condenados y aun así niegan la entrada a Estados Unidos a personas que huyen de esa isla “terrible” debido a sus acciones? Como reportó Los Angeles Times, “en 2016, el último año de la administración Obama, EE.UU. deportó a 64 cubanos. El pasado año, la administración Trump deportó a 463. Este año los funcionarios van a deportar alrededor de 560. El número de cubanos que se presentan en la frontera sur sin permiso previo de entrada, categorizados como “inadmisibles” por el Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras, ha continuado aumentando. Se espera que más de 20 000 soliciten su entrada este año”.
La reacción del senador Rubio a esta situación fue calificarla de “terrible”. Pero agregó que los cubanos no debieran recibir un tratamiento especial. Rubio declaró: “Si uno llega a la frontera de Estados Unidos y no posee una visa para entrar en este país –y las visas para los cubanos están atrasadas porque no tenemos suficiente personal allí [para procesarlas]– es difícil diferenciar a un país de otro”.
Yo sé que hay gente en Miami, donde vivo, que están felices por las acciones de Rubio y Trump. Consideran que esta nueva ola de cubanos no es “tan buena” como ellos, No son “de la misma clase”.
Pero el hecho es que la mayoría de los cubanos que viven ahora en Miami llegaron después de 1980, y muchos aún tienen familia en la Isla. Es hora de que ellos se den cuenta de que a los siete miembros cubanoamericanos del Congreso, así como a Trump, no les importa en absoluto lo que le suceda a sus familiares y amigos en la Isla.
También es hora de hacerles pagar por ello. El 2020 parece un buen momento para comenzar.
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