CIENCIA Y TECNOLOGIA 2019
Hay quien asegura que es posible unir Londres con Nueva York en 195 minutos y con cero emisiones netas de carbono. Lanzar una compañía de aviones supersónicos justo cuando la aviación empieza a ser cuestionada por su impacto en el calentamiento global puede parecer un suicidio.
Recreación de un modelo de Boom Supersonic en pleno vuelo Aeronáutica
Vuelve la promesa del Concorde y esta vez sin calentar el planeta
Unir Londres con Nueva York en vuelos rentables de 195 minutos y hacerlo con cero emisiones netas de carbono. Por si el primer objetivo no era lo suficientemente ambicioso, en la empresa estadounidense Boom Supersonic se han propuesto lograr el segundo también. Reduciendo en un 75% los costes del Concorde y aliándose con Prometheus Fuels, una startup que promete fabricar combustible de avión usando el dióxido de carbono que ya está en la atmósfera. Como explica Blake Scholl, el CEO de Boom Supersonic, a EL PAÍS RETINA, “un vuelo de nuestro avión alimentado por el combustible de aviones de Prometheus tendría una huella de carbono cero, porque todo el dióxido de carbono (CO2) emitido por los motores ha sido originado en la atmósfera”.
Parece demasiado bonito como para ser cierto, pero fabricar combustible a partir de CO2 es una técnica que se conoce desde los años 20. En aquel entonces, unos químicos alemanes demostraron que era posible. Lo que McGinnis asegura haber mejorado es el coste energético de su elaboración. Gracias al auge de las energías renovables y a una membrana desarrollada por él, dice, su hidrocarburo hecho de CO2 tiene un precio similar al del que viene del subsuelo. Según la agencia Bloomberg, Boom Supersonic ya ha conseguido interesar a dos aerolíneas: Virgin Atlantic Airways, que pidió 10 de sus aviones supersónicos; y Japan Airlines, que como "socio estratégico ha invertido 10 millones de dólares y quiere comprar 20".
Boom no es la única empresa que está pensando en resucitar al Concorde. Su principal competidor en la carrera por volar más rápido que el sonido se llama Aerion Supersonics, aunque con aviones que sólo transportarán a 12 pasajeros y se dirigirán, por tanto, al nicho de mercado de los pasajeros de jets. “De entrada, Boom está diseñando su avión para pasajeros de la clase business que hacen vuelos transoceánicos”, explicaron desde Boom. La capacidad de sus naves es más parecida a la del Concorde.
Lanzar una compañía de aviones supersónicos justo cuando la aviación empieza a ser cuestionada por su impacto en el calentamiento global puede parecer un suicidio. Por muy eficientes y ligeros que sean, son máquinas que vuelan más rápido, llevan menos gente y tienen que aterrizar y despegar más por la obligación de repostar. De acuerdo con una estimación del International Council on Clean Transportation, su ratio de hidrocarburos por pasajero será entre cinco y siete veces superior al de un avión tradicional.
Pero si la promesa de Prometheus Fuels se cumple, nadie podrá echarles en cara el despilfarro de hidrocarburos, ya que todo lo emitido habría sido capturado antes. Por eso es clave entender dónde reside la innovación de la que habla McGinnis. Capturar CO2 con agua y convertir el ácido resultante en un alcohol usando electricidad es una técnica conocida en la que Prometheus se ha limitado a incorporar energías renovables para generar la electricidad. De esa forma, se aseguran de no emitir moléculas de CO2 en el proceso. Es en el paso siguiente, la separación del alcohol y del agua, donde está su gran innovación: una membrana de nanotubos de carbono desarrollada por McGinnis que permite destilar el alcohol con un consumo energético menor al de los procesos tradicionales.
Del párrafo anterior alcanza con entender cuáles son las materias primas que Prometheus necesita para su alquimia: aire, agua y electricidad. "Una de las razones por las que decimos que este es el momento justo para hacerlo es que la electricidad generada con energía solar y eólica se ha vuelto tan barata… Hasta hace cinco años eran un poco demasiado caras para esto, pero ahora se han abaratado lo suficiente", explica McGinnis por teléfono desde California.
El avión supersónico llamado Overture debería volar a Mach 2,2, más del doble de la velocidad del sonido, transportar a 55 pasajeros con un alcance de 8.300 kilómetros.
De acuerdo con el artículo sobre Prometheus que publicó en julio la revista Science, la incubadora Y Combinator le entregó 150.000 dólares a McGinnis para construir un prototipo con el que acudir a una ronda de inversores. Al parecer, una serie de problemas técnicos impidió esa presentación pero McGinnis asegura que ya están fabricando el combustible. El objetivo es comenzar con la producción económicamente sostenible para finales del 2020. "Lo estamos haciendo en este momento, y sacándolo el aire, así que no hay duda de que técnicamente es posible, y todo lo que estamos haciendo, a medida que vamos aumentando la producción, está dentro de nuestros modelos, de forma que tengo mucha confianza en que lo vamos a tener listo para finales del próximo año".
Un combustible con huella de carbono cero que no requiere cambiar ninguno de los motores que se alimentan hoy de hidrocarburos... La promesa es tan audaz que, de no ser por el artículo en Science, pocos periodistas se atreverían a hablar de Prometheus. Pero si es cierto, ¿cómo es que no todos los inversores del mundo se han volcado sobre ellos? Según McGinnis, que sin dar nombres habla de "famosos inversores particulares", uno de los factores es precisamente la audacia de su apuesta: "Cuanto mayor es el resultado posible, más improbable parece".
Lo cierto es que Prometheus no es la única en el negocio de capturar CO2 de la atmósfera. En Canadá está Carbon Engineering; en EEUU, Global Thermostat; en Irlanda, Silicon Kingdom Holdings; y en Suiza, Climeworks. Pero algunas, como Carbon Engineering, tienen el apoyo de la industria del petróleo y eso las hace sospechosas: ¿hay un desarrollo científico genuino detrás o son solo un lavado de cara y un retraso de los cambios que antes o después tendremos que hacer para evitar la catástrofe?
Ese cuestionamiento también rige para Prometheus. Seguir con los hidrocarburos, aunque no añadan CO2 a la atmósfera, significa seguir con muchos otros efectos indeseados, como la contaminación del aire o el ruido de los motores. Además, mantener una estructura económica basada en hidrocarburos hará que en muchos lugares, por precio o por conveniencia, se siga usando el petróleo de toda la vida.
En opinión de McGinnis, no es un argumento válido para dejar de intentarlo. "Si piensas en dentro de 50 años, es posible que para ese momento tengamos la solución perfecta, tal vez una combinación de coches eléctricos con transporte público y alternativas a los hidrocarburos... Pero lo que nosotros estamos tratando de resolver es lo que pasa entre ese momento y este, porque 50 años es demasiado tiempo. Si queremos quedarnos por debajo del límite de los 1,5 grados Celsius, tenemos que empezar ya".
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