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De: cubanet201 (Mensaje original) |
Enviado: 27/08/2019 00:21 |
El presidente estadounidense asegura que tiene poder para exigirlo, pero la cuestión es si a estas alturas es posible cortar esos vínculos de producción entre ambos países.
¿Puede Trump ordenar a las empresas de su país que salgan de China?
Por Keith Bradsher y Alan Rappeport
SHANGHÁI — El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, les ordenó este fin de semana a las empresas estadounidenses salir de China e indicó en un tuit que tiene la autoridad para exigir se cumpla esa orden.
La cuestión de si en efecto tiene ese poder —él se refirió a una ley de seguridad nacional que ha sido usada para temas de terrorismo y grandes amenazas— la deben resolver los legisladores y abogados de Washington. Tal vez la interrogante más importante es si romper las relaciones de las empresas estadounidenses con China es siquiera factible.
Al menos en el corto plazo no lo es. Las empresas estadounidenses están profundamente interconectadas con China y separarlas sería caótico y posiblemente destructivo para la economía mundial.
A largo plazo, ya se está dando un cambio. Los aranceles estadounidenses y las tensiones crecientes entre Washington y Pekín están forzando a muchas empresas a reconsiderar su dependencia de China. Pero la conveniencia de estar en ese país, así como el vasto y creciente mercado de consumidores ahí, dificultan que muchas empresas abandonen China por completo.
“Estamos viendo a las empresas redirigir sus inversiones y se debe a la incertidumbre”, dijo Ker Gibbs, presidente de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Shanghái. “No creo que se deba a que están abandonando el mercado chino”.
¿Qué poderes tiene Trump?
El sábado 24 de agosto, expertos en comercio y derecho internacional estaban revisando la Ley de Facultades Económicas para Casos de Emergencia Internacional (IEEPA) de 1977, que Trump citó en su tuit y con la cual aseveró: “¡Caso cerrado!”.
La conclusión de varios especialistas es que el presidente estadounidense tal vez sí tenga la autoridad para cumplir ciertas amenazas contra las empresas que sigan haciendo negocios con China, pero exigirles que dejen ese país es una orden que muy posiblemente excede lo previsto por la ley.
“Si declara la emergencia económica internacional que la ley requiere, tiene poderes amplios, en su mayoría sanciones contra el otro país”, dijo William A. Reinsch, académico de Negocios Internacionales del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
“Todo lo que haga sería litigado, además hay desacuerdos sobre lo que sí permite la IEEPA. Pero creo que le permitiría bloquear importaciones o exportaciones, congelar bienes chinos y excluir a las instituciones financieras chinas del sistema financiero estadounidense”, agregó Reinsch.
El especialista, también exfuncionario del Departamento de Comercio de Estados Unidos, dijo que no cree que la ley le permita a Trump ordenarles a empresas estadounidenses salir de China, pero que podría permitirle bloquear inversiones futuras en ese país.
Judith Alison Lee, abogada en comercio internacional de la firma Gibson Dunn, comentó que la ley de poderes de emergencia fue escrita con un lenguaje tan general que Trump sí podría quedar empoderado para hacer la orden contra las empresas.
“Sería algo enormente disruptivo pero, en cuestión técnica, creo que el estatuto sí le da la autoridad”, dijo.
De ser así, las compañías seguramente presentarían acciones legales, aunque no queda claro qué podrían determinar los tribunales.
Jack L. Goldsmith, profesor de Derecho en la Universidad de Harvard, tuiteó que las cortes suelen mantener hasta las decisiones más abarcadoras de autoridad presidencial cuando son tomadas con la ley de poderes de emergencia.
En ese caso, el Congreso de Estados Unidos sería el último que podría poner fin a la declaración de emergencia nacional si se unifican suficientes demócratas y republicanos como para tener un voto de dos tercios tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes.
Los legisladores también podrían reescribir la ley de 1977. Un reporte del Servicio de Investigación Congresional de este año destacó que el uso cada vez más amplio y “creativo” de la ley de poderes de emergencia podría considerarse un exceso del poder ejecutivo.
¿De qué manera se vincula China con la economía mundial?
Aunque Trump quiera alejar a la industria estadounidense de China, ese país es esencial para el comercio global. Las fábricas chinas producen iPhones, iPads, consolas de videojuegos, autopartes, imanes industriales, plásticos, químicos que se utilizan en la industria manufacturera y un sinfín de otros insumos básicos que mantienen los engranes económicos del mundo en movimiento.
China es el lugar más eficiente para producir una gran variedad de productos; ha construido inmensas redes de fábricas pequeñas que proveen componentes básicos a fábricas más grandes. Cuenta con una mano de obra de cientos de millones de personas que saben cómo trabajar una línea de ensamblaje. Tiene trenes rápidos, autopistas veloces y puertos eficientes que movilizan productos de manera eficiente de las fábricas al mundo.
China ya fabrica una cuarta parte de los bienes manufacturados del mundo. No es posible sustituir toda esa labor en el futuro próximo.
Las fabricas eficientes no son el único atractivo de China. Si bien la economía china —la segunda más grande después de la de Estados Unidos— ha comenzado a desacelerarse, su mercado de consumidores está creciendo. Según algunos cálculos, hay más consumidores de clase media en China que gente en Estados Unidos.
La creciente clase de consumidores en China representa una enorme proporción de las ventas mundiales de iPhones, tenis Nike y cafés latte de Starbucks. Compra autos Chevrolet y Ford, aunque la mayor parte de estos estén hechos en China. Sus turistas, cada vez más viajeros, crean demanda de aviones Boeing. A los consumidores chinos, cada vez más prósperos, les gustan los cortes de carne estadounidenses y quieren más carne de puerco, por lo que se necesitan más cerdos, que se alimentan de soya estadounidense.
¿Qué dificulta que las empresas se vayan?
Algunas fábricas ya están yéndose de China, a medida que Washington y Pekín se imponen aranceles más elevados a sus productos.
Las amenazas más recientes de Trump han alarmado todavía más a los líderes empresariales estadounidenses, quienes temen no poder adaptarse con la rapidez necesaria a los cambios en las relaciones comerciales transpacíficas.
“Los negocios están bastante desconcertados ante todo esto”, dijo Rufus Yerxa, presidente del National Foreign Trade Council (consejo nacional de comercio exterior), una asociación empresarial con sede en Washington. “Están conmocionados por lo mal que se está poniendo la situación”.
No obstante, el proceso es lento y difícil.
Empresas como GoPro y Hasbro han debatido abiertamente si deben establecer tiendas en otros lugares. No todas las empresas que están haciendo cambios en sus operaciones son estadounidenses: Danfoss, de Dinamarca, ha reubicado parte de su producción de sistemas de calefacción y aire acondicionado a Estados Unidos para evitar los aranceles, reducir los costos de transporte y limitar las emisiones de gases que causan el calentamiento global derivadas del transporte de productos.
Otros han reducido sus operaciones de manera drástica a medida que la economía china se ha lentificado. Ford, por ejemplo, ha visto un descenso en sus ventas en China y ha respondido con el despido de miles de trabajadores contratados.
Sin embargo, las relaciones entre China y Estados Unidos podrían mejorar algún día, posiblemente después de que Trump deje el cargo. Si eso ocurre, las empresas que hayan cambiado de sitio sus cadenas de suministro podrían encontrarse en una desventaja competitiva en comparación con las que se queden en China.
Si se van de China, ¿esas empresas regresarán a EE. UU.?
A pesar de todo el discurso de Trump sobre regresar los empleos de la industria manufacturera a Estados Unidos, es poco probable que eso suceda.
Las bajas tasas de desempleo han dificultado que las empresas encuentren obreros en Estados Unidos. Los trabajadores chinos comúnmente aceptan turnos nocturnos, lo cual permite que las fábricas funcionen día y noche, y a menudo aceptan vivir en dormitorios dentro de las instalaciones de las fábricas durante varios años. Los trabajadores estadounidenses normalmente se resisten a tener ese tipo de condiciones.
Además, Estados Unidos tampoco puede competir con la capacidad china para fabricar las partes pequeñas que alimentan la industria manufacturera china. Cuando Apple trató de construir un modesto número de computadoras de lujo en Austin, Texas, tuvo problemas para encontrar un proveedor cercano que pudiera fabricar el tipo correcto de tornillos. Acabó teniendo que depender de una empresa pequeña que le entregó 28.000 tornillos en veintidós viajes.
¿Qué otros problemas enfrentan las empresas?
En última instancia, las empresas estadounidenses temen ser víctimas de lo que le ocurrió a Cathay Pacific Airways, la respetada aerolínea de Hong Kong.
Rupert Hogg anunció su renuncia como director ejecutivo de la aerolínea el 16 de agosto después de que el gobierno chino se opuso categóricamente a la participación de sus empleados en las manifestaciones callejeras que han paralizado Hong Kong en los últimos meses. La sede de Cathay está en Hong Kong, y la empresa estatal Air China tiene una participación minoritaria en la empresa. No obstante, está controlada por Swire Group, uno de los negocios británicos de mayor antigüedad en Asia.
Antes de la partida de Hogg, casi nadie había previsto que el director ejecutivo de una enorme empresa multinacional tendría que irse debido a un problema político relacionado con China. Una lista de empresas occidentales que crece con rapidez —y que incluye a Marriott, Daimler, Coach y Versace — se han disculpado en los últimos dos años debido a productos u ofertas en línea que podían interpretarse como sugerencias de que Hong Kong, Taiwán o el Tíbet eran en cierta medida territorios independientes de China, una postura que Pekín rechaza.
People’s Daily, el medio oficial del Partido Comunista chino, publicó un artículo el 12 de agosto en el que criticaba severamente que algunas empresas extranjeras permitieran que sus productos o sitios web sugirieran que Taiwán o Hong Kong no son parte de China. Advertía que en esos casos una disculpa no era suficiente y que se requeriría de un castigo mayor.
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'Trump rebaja su retórica contra China y la Unión Europea'
Donald Trump ha decidido marcar reabajar la tensión durante la cumbre del G7. Por un lado con todo tipo de halagos hacia China, además de mostrar una voluntad de diálogo de cara a un posible acuerdo. Por ahora ya da via libre para volver a las negociaciones, que comenzarán pronto. Por otro lado ha anunciado que valoran la posibilidad de rebajar los aranceles con Europa, en concreto ha abierto la puerta a acabar de forma total con los gravámenes sobre el sector del automóvil.
El presidente americano tiene ganas de que las conversaciones con el viejo continente lleguen a buen puerto. Prueba de ello es que, al ser preguntado sobre si tiene mejor relación con Boris Johnson que con Macron, afirmó que "Macron lo está haciendo de maravilla. Boris lo tiene mucho más difícil con la UE. Por cierto, estamos muy cerca de llegar a un acuerdo con la Unión Europea". Y continuó hablando del tema añadiendo que "nosotros no queremos aranceles, así de simple. Por lo tanto yo creo que podemos llegar a un consenso con la UE que vaya en esa dirección".
Respecto a la distensión con el gigante asiático, el presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó este lunes que su Gobierno ha recibido una comunicación de las autoridades chinas en las que indican su deseo de volver a la mesa de negociaciones para continuar avanzando hacia un acuerdo comercial.
"China llamó anoche a nuestra gente de Comercio y nos dijo que querían volver a la mesa [de negociaciones]", ha dicho el presidente estadounidense en una rueda de prensa en la cumbre del G-7. "Se han visto bastante dañados pero saben que esto es lo correcto y siento un gran respeto por ello", ha añadido el mandatario, matizando que "este es un desarrollo muy positivo para el mundo".
Sobre las llamadas que EEUU ha tenido hasta ahora con China, Trump ha alegado que han sido "muy, muy buenas llamadas, [los chinos] van en serio, quieren llegar a un acuerdo". "Creo que es muy importante para ellos, han perdido 3 millones puestos de trabajo, muchas cosas han pasado, y esa es la razón por la que el presidente Xi [Jingping] es un gran líder, él lo entiende", ha proseguido el mandatario, sin citar el origen de las informaciones y datos otorgados.
"Va a ser genial para China, va a ser genial para EEUU y va a ser genial para el mundo... [Xi] entiende eso y es capaz de hacer cosas que nadie más es capaz de hacer", ha concluido Trump. "Nos han llamado y vamos a empezar en breve a negociar, veremos que pasa pero creo que vamos a alcanzar un acuerdo".
Ya este mismo lunes, el vice premier chino, Liu He, que a la vez lidera las negociaciones desde China, también dio señales de distensión. "Estamos dispuestos a solucionar este problema con consultas y cooperación, y con una actitud tranquila", dijo el responsable asiático en una ceremonia de apertura de la 2019 Smart China Expo en Chongqing, según recoge Bloomberg. "Trabajaremos duro para mantener nuestras cadenas industriales intactas", agregó el representante.
La noticia llega después de que el viernes pasado volviesen a estallar las latentes tensiones comerciales de los últimos meses. Por un lado, China anunció aranceles a productos por valor de 75.000 millones de dólares a los productos fabricados en EEUU pese a que la potencia norteamericana había retrasado su última escalada arancelaria (impuestos del 10-15% a los aranceles que quedan del total de 300.000 millones de bienes importados) desde el 1 de septiembre hasta navidades —a modo de dar un margen para negociar pero, como también dijo Trump, para protegerse del impacto que los impuestos podría tener en el consumo navideño—.
Y es que tras la respuesta de China, el mandatario también anunció que EEUU aumentaría los aranceles desde el 25% hasta el 30% en los 250.000 millones de dólares en bienes a partir del 1 de octubre. Por el otro, el presidente republicano se lanzó a Twitter a azuzar a las compañías estadounidenses a que saliesen del país asiático, escribiendo a través de su cuenta personal que "nuestras grandes empresas estadounidenses han recibido ordenes de empezar a buscar inmediatamente alternativas a China, incluso llevándose el negocio a casa y fabricando los productos en EEUU".
Los mercados sufrieron el viernes el golpe de los desarrollos comerciales, con el S&P 500 llegando a caer casi un 2,6% y el Nasdaq un 3%. El lunes, las bolsas europeas amanecieron en rojo pero tras el anuncio viraron al alza: el Eurostoxx ha cerrado con una subida del 0,45%, mientras Dax 30 (Alemania) ha ganado un 0,44%, acompañado del CAC 40 (Francia) ha avanzado un 0,44% — a diferencia del FTSE MIB (Italia) y el FTSE 100 (Reino Unido) que han perdido un 0,67% y 0,47%, respectivamente. El Ibex 35 español, a su vez, ha sumado este lunes un 0,4%.
Una vez cerradas las bolsas europeas, Wall Street continúa con su sesión: el Dow Jones y el S&P 500 ganan un 0,7% cada uno, con el Nasdaq apuntándose un alza del 0,9%.
No en vano, los vaivenes geopolíticos entre EEUU y China (así como México o la Unión Europea) ya están empezando a hacerse notar en la salud económica del mundo. De hecho, el propio Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, mencionó los desarrollos comerciales como una de las razones detrás del recorte de tipos de interés de julio.
Asimismo, 'Jay' lanzó una indirecta incisiva al Gobierno estadounidense en su discurso de apertura en Jackson Hole (Wyoming, EEUU) este viernes, explicando que la Fed tenía "mucha experiencia en cuanto a los desarrollos macroeconómicos típicos pero [que] adaptarnos a la incertidumbre de la política monetaria es un nuevo desafío". "Establecer la política comercial es el trabajo del Congreso y la Administración, no el de la Fed", zanjó. Minutos después, Trump volvía a las andadas en Twitter: "mi única pregunta es ¿quién es nuestro principal enemigo, Jay Powell o el presidente Xi?".
La guerra comercial lleva más de un año sobrevolando la confianza inversora. Desde los primeros aranceles a las importaciones de lavadoras y paneles solares que EEUU impuso en enero de 2018, ambas potencias llevan meses librando una batalla basada en lo que los anglosajones tildan de 'tit for tat' — es decir, golpes y represalias, con sus innumerables intentos de distensión de por medio—.
ACERCA DEL AUTOR
Alan Rappeport es reportero de política económica radicado en Washington. Cubre al Departamento del Tesoro y escribe sobre impuestos, comercio y asuntos fiscales en el gobierno de Donald Trump. Antes trabajó para The Financial Times y The Economist.. Keith Bradsher empezó a cubrir temas de la relación sinoestadounidense en 1991; fue jefe del buró de The New York Times en Detroit de 1996 a 2001, después dirigió la corresponsalía en Hong Kong y, ahora, está a cargo del buró de Shanghái. Es autor de High and Mighty: The Dangerous Rise of the SUV.
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