Cuando amanece, la silueta de hormigón con amplios ventanales de cristal de la Embajada de Estados Unidos en La Habana es la primera imagen que divisa Pastor, un oficial jubilado de la policía especializada, que ahora se gana la vida trabajando como custodio en una cafetería privada ubicada a pocos metros de la sede diplomática.
Todas las madrugadas, luego de tomarse un buche de café fuerte y con mucha azúcar, Pastor se conecta a internet un par de horas con su teléfono móvil, para chatear por WhatsApp con su hijo, quien junto a su nuera y un nieto de cuatro años se encuentran atascados en el Estado de Tamaulipas, México, en la extensa frontera que bordea a Texas.
Desde hace dos años no hay colas en los alrededores de la embajada para realizar trámites migratorios debido a una presunta afectación a la salud de 27 diplomáticos estadounidenses. Varias cafeterías y restaurantes privados tuvieron que cerrar por falta de clientes. Decenas de personas que alquilaban habitaciones o prestaban servicios jurídicos descolgaron los anuncios.
Pastor confiesa que el “puñetero desespero de su hijo lo llevó a viajar a Nicaragua y desde ahí iniciar la marcha por diversas naciones hasta llegar a la frontera sur de Estados Unidos. El podía haber esperado. Sus dos hermanos viven hace años en la Florida y ya habían iniciado el papeleo para sacarnos. Pero llegó el maldito incidente del ataque sónico y la embajada se quedó vacía. Al carajo se fueron las veinte mil visas anuales. Y ahora todo es zozobra, pues está en una lista donde debe esperar tres meses para iniciar su proceso de asilo. No tiene nada seguro. Ya las autoridades mexicanas y estadounidenses le han dado el bate a un montón de cubanos y luego los han deportado”.
Es muy raro que una familia en Cuba no tenga un pariente que haya emigrado. En los parques wifi, salas de navegación de Etecsa o desde el teléfono móvil, miles de cubanos hacen planes para emigrar a cualquier lado.
David, un emprendedor privado que próximamente viajará a Rusia y después, por tren espera desembarcar en Barcelona, explica que es una cadena. “Un socio llega y se establece en una ciudad y posteriormente hala a alguien más de su familia o a un amigo. La gente que tiene planes de emigrar va oteando el panorama a ver qué país le cuadra más. Estados Unidos es el destino más deseado, pero desde que en febrero de 2016 Obama tumbó los pies secos, pies mojados, la cosa se ha puesto difícil para entrar a la Yuma. Y con Trump, un presidente antiinmigración, es mucho más complejo. Si los casos que supuestamente les corresponde resolver, bajo el acápite de reunificación familiar y asilo político, están prácticamente parados, imagínate los otros. Tirarse al mar no es un buen negocio. No solo pones en riesgo tu vida, si no que gastas dos o tres mil dólares en armar una buena lancha con motor, pero nueve de cada diez veces, te atrapa la guardia costera americana. La mejor opción es viajar a Nicaragua, Panamá, Salvador o México y pedir asilo político. De lo contrario, entrar ilegal y al año y un día solicitar la Ley de Ajuste”.
Según Pastor y una decena de personas consultadas para este trabajo, “hay gente que arma una leyenda de ‘disidente’ desde Cuba. No pertenecen a ningún grupo, pero si pueden se tiran un selfie con Berta Soler o un opositor de pegada y eso les sirve de aval. Algunos pagan a un activista para que testifique que si regresa a Cuba, corre riesgo su integridad física. Pero incluso presentando esos testimonios en Estados Unidos no hay nada seguro. Conozco casos de disidentes de verdad que le han denegado el asilo”.
Llamémosle Alba, una mulata de ojos expresivos y sonrisa fácil, desde hace tres meses espera en la ciudad de San Antonio, Texas, que se ventile su proceso de asilo. El próximo 29 de agosto va a la corte. En Cuba ella fue interpelada por la Seguridad del Estado por colaborar con un ‘periodista mercenario’.
Durante dos años sus testimonios me sirvieron para escribir decenas de historias de corrupción en el sector del turismo y comercio interior. También sobre los nexos de algunos policías en casos de prostitución y tráfico de drogas. Por WhatsApp me pidió si podía contar esos testimonios a la corte. Por supuesto, Diario Las Américas y yo la apoyamos. Su caso de acoso por parte de la Seguridad del Estado se puede comprobar.
“Por cada caso real, existen cientos de historias que son falsas. Al conocer que la única manera de ser autorizado el asilo político es testimoniando que colaboraron con la disidencia o el periodismo independiente, ya muchos futuros emigrantes preparan con antelación un guión. Una buena solución sería que la embajada estadounidense en La Habana le tomara declaración jurada al opositor y corrobore esas historias. Y en caso de perjurio no permitirle entrar jamás a Estados Unidos”, argumenta un abogado habanero.
David considera que un futuro emigrante no debe empecinarse en un determinado país, «porque la prioridad es largarse de este infierno en que vivimos. Por tanto, sino puede ser Estados Unidos, pues entonces despliega sun mapa y por internet te informas cuáles países te permiten viajar sin visa o los trámites son menos engorrosos”, y añade:
“En Uruguay, Chile, Panamá y Costa Rica se vive muchísimo mejor que en Cuba, aunque no tengas en regla tus papeles. Rusia, Serbia y varios países africanos pueden ser un buen destino para los profesionales. En España las autoridades no acosan demasiado a los miles de cubanos indocumentados. No hay demasiados países para escoger, pero siempre se encuentran opciones”.
Laura, profesora universitaria, viajó a Angola con su esposo y consiguieron buenos empleos. “Doy clases de español en una escuela de idiomas y mi pareja, ingeniero civil, trabaja como ejecutor en diferentes obras constructivas. Ganamos un buen dinero y las cosas nos van bien. Por ahora hemos desistidos de viajar a Estados Unidos”.
El emigrante suele ser juicioso cuando decide quemar todas las naves y macharse de su patria. En diciembre de 2014, cuando Cuba y Estados Unidos restablecieron relaciones diplomáticas y un segmento amplio de cubanos soñaba que Apple y McDonald’s aterrizarían en La Habana, miles de cubanos ya habían iniciado una estampida, aprovechando la apertura migratoria del régimen en enero de 2013.
Tome nota. Según los expertos, desde 2014 hasta septiembre de 2018, alrededor de 160 mil cubanos han viajado con intención de emigrar o radicarse por un tiempo fuera de su país. La mayoría apuesta por Estados Unidos. Pero igual prueban fortuna en Israel, Australia o Mongolia. Es habitual encontrar cubanos en cualquiera de las pequeñas islas del Caribe y también en las del Pacifico.
De septiembre de 2018 a la fecha, solo en la frontera de México, más de 16 mil cubanos han sido detenidos intentando cruzar ilegalmente hacia Estados Unidos. Esa suma de migrantes en los últimos cinco años, supera los éxodos del Mariel y el de 1994, que en su conjunto sumaron 150 mil balseros.
Ahora son menos los que lo intentan por el mar. La estampida se inicia montándose en un avión en La Habana. Con visa y de manera legal.