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De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 04/09/2019 15:38
CIENCIA
Los perros han sido criados selectivamente para conseguir determinadas características físicas y de comportamiento,  las estructuras cerebrales de los canes dependen de la raza y se relacionan con comportamientos específicos por la presión de la cría selectiva.  Los canes tienden a buscar el contacto con sus dueños, un comportamiento que tiene que ver con sus niveles de oxitocina, la llamada «hormona del amor»

 Por qué te quiere tanto tu perro
Queríamos perros dóciles y les hemos cambiado el cerebro
J. DE J. —  ABC CIENCIA
El origen de nuestros mejores amigos es objeto de un largo debate. En líneas generales, los científicos creen que hace miles de años, cuando todavía nos dedicábamos a cazar y recolectar frutos en Eurasia, algunos lobos se nos acercaron para alimentarse de nuestros despojos. A partir de ahí los más afables se quedaron con nosotros, suprimiendo sus instintos depredadores y estableciendo una alianza de lazos tan fuertes que aún perdura. Pero el hombre es caprichoso. Y le gusta que la naturaleza a su alrededor se adapte a sus deseos. Durante varios cientos de años, hemos criado selectivamente a los perros para que tuvieran las características físicas y de comportamiento que más nos gustaban; para que nos protegieran, nos ayudaran en la caza o fueran los adorables y simpáticos peluches de nuestros hijos. Así, a conveniencia, hemos moldeado incluso su cerebro.
 
Una nueva investigación publicada en JNeurosci señala que la estructura del cerebro de los perros varía según las razas y se correlaciona con comportamientos específicos.
 
Erin Hecht y sus colegas de la Universidad de Harvard investigaron los efectos de esta presión selectiva en la estructura del cerebro mediante el análisis de imágenes de resonancia magnética de 62 perros de 33 razas diferentes33 razas de perros, entre ellos el obediente y familiar golden retriever, el activo Jack russell o el noble y veloz lebrél inglés. El equipo observó una amplia variación en la estructura del cerebro que no estaba simplemente relacionada con el tamaño del cuerpo o la forma de la cabeza.
 
SEIS REDES CEREBRALES
Luego, el grupo examinó las áreas del cerebro con la mayor variación entre las razas. Esto generó mapas de seis redes cerebrales, con funciones propuestas que variaban desde la vinculación social hasta el movimiento, asociadas con al menos una característica de comportamiento. La variación en los comportamientos entre las razas se correlacionó con la variación anatómica en las seis redes cerebrales que tendían a ser más grandes o más pequeñas de un ejemplar a otro, y que variaban en conjunto entre sí.
 
Cada una de las seis redes cerebrales se relacionó con al menos un rasgo de comportamiento. Por ejemplo, según explica la autora del estudio a la revista «Science», los boxers y los dobermans, a veces utilizados como perros policía, mostraron «diferencias significativas con respecto a otras razas en la red que relacionada con la vista y el olfato, por ejemplo. Los perros criados para la lucha deportiva mostraron cambios en la red que representaba las respuestas de miedo, estrés y ansiedad».
 
Según Hecht, estudiar la variación de la anatomía cerebral en los perros ofrece una oportunidad única para estudiar la relación evolutiva entre el comportamiento y la estructura cerebral. El mejor amigo del hombre puede ayudarnos a descubrir cómo se expresan ciertos comportamientos en organismos complejos, una de las preguntas fundamentales de la neurociencia. Además, el estudio puede llevarnos a reflexionar cómo estamos tratando a los animales.
 
POR QUÉ TE QUIERE TANTO TU PERRO
Cuando todavía nos dedicábamos a cazar y recolectar frutos para sobrevivir, los humanos entablamos una especial relación con los lobos que se nos acercaban, quizás curiosos o interesados en los restos de nuestra comida. De esas primeras bestias domesticadas surgieron los perros, con los que mantenemos unos lazos afectivos y de colaboración que no se repiten con ningún otro ser vivo. Los canes tienden a buscar el contacto con sus dueños, un comportamiento que, según un nuevo estudio de la Universidad de Linköping, Suecia, está asociado con variaciones genéticas en la sensibilidad a la llamada hormona del amor, la oxitocina. Es la que consigue, por ejemplo, que las madres se prenden de sus bebés. Esto explicaría por qué algunos canes son más cariñosos que otros.
 
Durante el proceso de domesticación, los perros han desarrollado una capacidad única de trabajar junto con los seres humanos. Un ejemplo de ello es su disposición a «pedir ayuda» cuando se enfrentan a un problema que parece ser demasiado difícil. Hay, sin embargo, grandes diferencias entre razas, y también entre perros de la misma raza.
 
Los investigadores, dirigidos por el profesor Per Jensen, sospechaban que la hormona oxitocina estaba involucrada en esas diferencias. Es bien sabido que la oxitocina desempeña un papel en las relaciones sociales entre los individuos, tanto en seres humanos como en animales. Y estudios anteriores habían sugerido, entre otras cosas, que la manor o mayor capacidad de los perros para comunicarse se asocia con variaciones en el material genético situado cerca del gen que codifica el receptor de oxitocina.
 
 
«AYÚDAME, HUMANO»
Los investigadores en el presente estudio examinaron a 60 golden retrievers (labrador dorado) mientras intentaban resolver un problema insoluble. «El primer paso fue enseñar a los perros a abrir una tapa, y de esta manera conseguir un regalo. Después de esto, se les propuso la misma tarea con la tapa firmemente fijada en su lugar y, por tanto, imposible de abrir, para ver durante cúanto tiempo los perros lo intentaban por su cuenta, antes de dirigirse a su dueño y pedir ayuda», explica Mia Persson, autora principal del artículo.
 
Antes de la prueba, los investigadores incrementaron los niveles de oxitocina en la sangre de los perros rociando la hormona en sus hocicos. Además, los animales llevaron a cabo la misma prueba tras ser rociados de igual manera con un spray de agua salada. Los investigadores también recogieron ADN utilizando un hisopo de algodón dentro de la mejilla de los perros, y determinaron qué variante del gen para el receptor de oxitocina tenía cada can.
 
LOS LOBOS «BUENOS»
Los resultados mostraron que los perros con una variante genética particular del receptor reaccionaron más fuertemente a la pulverización con oxitocina que otros ejemplares. La tendencia a acercarse a su dueño para buscar ayuda aumentó cuando recibieron oxitocina en su hocico, en comparación con cuando recibieron la solución de agua salada neutra. Los investigadores sugieren que estos resultados nos ayudan a entender cómo los perros han cambiado durante el proceso de domesticación. Analizaron el ADN también de 21 lobos, y encontraron la misma variación genética entre ellos. Esto sugiere que la variación genética ya estaba presente cuando la domesticación de los perros comenzó, hace unos 15.000 años ( algunos científicos creen que sucedió mucho antes).
 
«Los resultados nos llevan a suponer que las personas seleccionaron para la domesticación a los lobos con una capacidad particularmente bien desarrollada de colaborar, y luego criaron generaciones posteriores a partir de estos», dice Mia Persson.
 
Por su parte, Per Jensen señala que el estudio muestra cómo el comportamiento social está en gran medida controlado por los mismos factores genéticos en diferentes especies. «La oxitocina es extremadamente importante en las interacciones sociales entre las personas y también tenemos variaciones similares en los genes de este sistema hormonal, por lo que el estudio del comportamiento del perro puede ayudarnos a comprendernos a nosotros mismos y puede a largo plazo contribuir al conocimiento de diversas alteraciones en funcionamiento social», puntualiza.
 



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