Un nuevo estudio, publicado en la revista Science, informa de un declive de 2.900 millones de aves desde 1970 en EEUU y Canadá. El trabajo identifica los impactos del ser humano como principales culpables, entre los que destacan el uso de pesticidas e insecticidas, la muerte de insectos provocada por el uso de estos químicos o la intensificación agrícola.
Los investigadores, liderados por el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell (Nueva York) detallan que las disminuciones se han producido en cientos de especies, incluso en aquellas que antes se consideraban abundantes.
Con ello, ya hablan de una crisis de biodiversidad en los hábitats de las avifaunas de Norteamérica que se está generando a raíz del cambio climático. Estas disminuciones, podrían tener impactos ecológicos, evolutivos y económicos significativos, según detallan los expertos.
“Las aves desarrollan tareas importantes en el ecosistema: funcionan como enclaves importantes en la red alimentaria —son depredadores y presas—, participan en la dispersión de semillas y se comen las plagas de insectos, por lo que la disminución de las aves podría repercutir en todos los ecosistemas”, explica a Sinc Kenneth Rosenberg, principal autor del estudio.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron 529 especies y utilizaron datos de programas de monitorización recogidos a largo plazo en Estados Unidos y Canadá. Estos programas, que no existen para la mayoría de animales, funcionan con las aves porque, dado que son especies fáciles de oír y ver, se han creado grupos que se dedican a la observación de las mismas.
Declive en una de cada cuatro aves
Los resultados muestran que ha habido una pérdida neta de 2.900 millones de aves, lo que supone más de una de cada cuatro. Según los autores, más del 90% de esta pérdida puede atribuirse a doce familias de pájaros, incluyendo especies cantoras como gorriones y currucas.
Para ampliar su análisis, los autores extrajeron datos sobre migraciones de la red de radares meteorológicos Nexrad. De esta forma, revelaron también una fuerte disminución del 14% de las aves migratorias en los últimos diez años, particularmente al este de EEUU.
Según el estudio, además, las aves de pastizales se han visto especialmente afectadas, con una reducción del 53% en sus poblaciones, es decir de más de 720 millones de aves desde 1970.
“La mayoría de las aves migratorias estudiadas en nuestro trabajo migraban hacia el centro y el sur de América, donde hay tasas devastadoras de degradación de hábitat que no afectan a las otras especies que estudiamos”, aclara Rosenberg.
Rapaces y acuáticas sí repuntan
Sin embargo, no todas las especies están en declive. Algunas aves, como las rapaces y las acuáticas, reflejaron un incremento de población, probablemente debido a los esfuerzos de conservación que están en marcha y a la legislación existente sobre especies amenazadas.
Para evitar la decadencia que están experimentando determinadas especies norteamericanas, los científicos aseguran que sería necesario desarrollar estrategias similares a las que ya se aplican con las aves rapaces y acuáticas.
Colaboración a gran escala
No obstante, según los expertos no hay una única solución para este declive. “Para abordar estos problemas se necesitan cambios a gran escala que conduzcan a un hábitat de mayor calidad para los aves. Necesitamos colaboraciones nacionales e internacionales para proteger a los pájaros a lo largo de su ciclo vital”, añade el científico.
Los autores del estudio han esbozado una lista con acciones cotidianas —como mantener a los gatos dentro del hogar o apagar las luces de casa por la noche— con las que la gente puede ayudar a las aves y evitar este declive generalizado.