En las terminales marítimas de La Habana, Mariel, Cienfuegos y Santiago de Cuba el tráfico de embarcaciones es casi nulo, en un país donde el 90 por ciento de lo que se consume es importado.
Desolación en los puertos de Cuba, reflejo de la severa crisis
Desde el balcón de su apartamento con puntal alto en un barrio de La Habana Vieja, se divisa la entrada del puerto. Durante 30 años, Silvio manejó un vetusto remolcador que conducía a los gigantescos buques de carga hasta el atracadero. Lo que más le preocupa es “el poco movimiento de barcos mercantes y buques petroleros en la rada habanera. Amigos que trabajan en el puerto del Mariel me dicen que allí también es escaso el tráfico de barcos. En un país que importa el 90 por ciento de lo que consume, es una señal preocupante”.
Y cuenta que en lo que va de mes ha visto entrar cuatro barcos al puerto de La Habana. "Y en el Mariel me confirman que solo hay tres atracados. Si le sumas lo que pueden estar descargando en otros puertos importantes como el de Santiago o Cienfuegos, el número no supera la decena. Cuando la situación del país es normal, en los puertos de La Habana y el Mariel se descargan entre 15 y 20 buques al mes. Eso es lo alarmante. Están entrando muy pocos barcos”, afirma Silvio y sigue mirando con binoculares la zona portuaria.
Aunque la prensa oficial y los pesos pesados de la dictadura intentan vender optimismo, muchos expertos y cubanos de a pie no se tragan el anzuelo.
Diego, economista, compara las dos etapas, Período Especial vs “Situación Coyuntural” y afirma que en “Cuba los déficits, faltantes y escasez se repiten con frecuencia. Pero cuando hay grandes recortes de combustible, como en los años 90 y ahora, es evidente que por efecto dominó se afectará todo el entramado económico. En la primera versión del Período Especial el país era más vulnerable. El 80 por ciento de su comercio era con el antiguo campo socialista. El PIB cayó más de un 35 por ciento. En estos momentos la economía es más diversificada y algo que no sucedía en el Período Especial, podemos comprar alimentos y medicinas directamente a Estados Unidos, pagando al contado".
En su opinión, los apagones, un tema que afectó tremendamente a la población con interrupciones eléctricas de doce horas diarias, probablemente no vuelvan a ocurrir, pues el actual sistema energético trabaja con diésel cubano. Pero aclara "que siempre habrá afectaciones, ya que un 15 o 20 por ciento del combustible es importado. No serán apagones de medio día, pero si la situación coyuntural se agudiza, y según mis cálculos todo apunta a ello, llegarán apagones programados de tres o cuatro horas diarias”, apunta Diego y añade:
“¿En qué se parecen ambas crisis económicas? En que en las dos ha existido un déficit importante de combustible, esencial para el desarrollo de cualquier nación y también de liquidez. Las arcas del Estado han disminuido considerablemente sus reservas de divisas. Si el gobierno tuviera suficientes divisas compraría el petróleo en el mercado internacional. La falta de divisas es lo que provoca que tengan que optar por el combustible venezolano, que prácticamente es regalado, pero tiene fuertes regulaciones de la administración Trump. Sin contar que debido a la bestial crisis económica de Venezuela, su producción de combustible cayó de dos millones de barriles diarios a menos de 700.000 barriles. Gran parte de esos barriles es para pagar la deuda con Rusia y China. Lo que sobra es lo que Maduro puede enviar a Cuba. El régimen tiene a mano un conjunto de medidas para reactivar la economía que de inmediato debería aplicarlas como ampliar el trabajo privado y derogar el impuesto al dólar, entre otras aperturas económicas que podrían atraer suficientes divisas que permitan comprar combustible en el mercado internacional”.
Para especialistas en el tema cubano, de no aplicarse reformas y nuevas medidas, la crisis económica continuará sin tocar fondo. La autocracia está jugando con fuego. Un grupo de estrategias implementadas por el gobierno en los últimos tres años han sido contraproducentes.
“Es como echarle gasolina a la candela. Intensificar los controles al trabajo por cuenta propia, topar los precios de venta de productos agrícolas, reforzar el papel del Estado en el acopio y en la producción agrícola que, por lo general siempre ha sido desastroso, elevar los salarios al sector presupuestado, el que menos produce, en el peor momento económico y cuando no hay ofertas para consumir, puede provocar una inflación peligrosa. Ahora, en este remedo de Período Especial, aplicar recortes de combustible que van desde un 40 a un 70 por ciento, harán que la economía, que estaba en recesión, decrezca a límites que podrían ser insostenibles. La única carta positiva que tiene el gobierno en sus manos es aprobar nuevas aperturas, retomar y ampliar las reformas económicas y trazar políticas inclusivas con respecto a los emigrados, un sector que aporta al país miles de millones de dólares en remesas, envíos de ropa, medicinas y recargas de cuentas telefónicas e internet”, propone Amaya, licenciada en ciencias políticas.
Entre la gente de a pie, los nuevos recortes de combustible y reducción del transporte público, han sido recibidos con más resignación que preocupación. “¿Cuándo el gobierno ha sido eficiente en el manejo del transporte público? ¿Cuándo en Cuba no hemos vividos bajo una crisis económica?”, se pregunta Lorenzo, empleado bancario, mientras espera un ómnibus en una abarrotada parada del Vedado.
A cualquier hora del día, cuando usted camina por céntricas avenidas de la capital, notará la increíble reducción del parque automotor. “Vengo caminando desde Vía Blanca y Diez de Octubre hasta La Víbora, unos cuatro kilómetros, y solo ha pasado una guagua. Las paradas están llenas de personas de todas las edades ansiosas por llegar a su casa. La policía no deja tirar fotos con los teléfonos móviles a las fajazones [riñas] y moloteras que se arman. Después de las ocho de la noche, se puede caminar por el medio de la Calzada de Diez de Octubre sin peligro que te arrolle un carro. Apenas transitan vehículos”, dice Sonia, estudiante universitaria.
Olga, ama de casa, considera que en Cuba siempre ha habido períodos o crisis coyunturales. "Es por etapa. Primero la cogieron con los carretilleros. Luego vino la escasez de harina, pollo y aceite, entre otros comestibles en las tiendas por divisas. Después los precios topados, en los agros y en los taxis, que ha provocado que las frutas y vegetales desaparecieran y si hace un año pagabas 10 o 20 pesos en un taxi particular, ahora entre 25 y 50 pesos. Si llegan los apagones le ponen la tapa al pomo. Y lo peor, no hay pa’ donde coger. Cada vez es más complejo irse del país”.
Aunque ya llega el otoño, las altas temperaturas siguen asolando a la Isla. La humedad relativa provoca que la ropa se encharque de sudor apenas se caminan unas pocas cuadras. En las tiendas, instituciones estatales, oficinas de trámites y bancos, los aires acondicionados están apagados. Por eso Jorge, cuentapropista, cuando llega a casa, se da una ducha de agua fría y se acuesta en su habitación con el aire acondicionado en su temperatura más baja. “De luz pago casi 2.000 pesos (equivalente a 80 dólares), pero es la única manera de poder dormir con estos calores. Espero que si vienen apagones sean cortos. A esta situación coyuntural no se le ve el final”.
Como cada mañana, Silvio, portuario jubilado, con sus binoculares observa si se aproxima un nuevo barco mercante al puerto de La Habana. Pero a veces pasan los días y no se avizora ninguno. Y es que en Cuba, la normalidad de la vida de sus residentes, depende de un barco que llega del extranjero.
IVÁN GARCÍA, DESDE LA HABANA
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