La cárcel que encierra a Roberto Quiñones
En claro respaldo a su inocencia y condena a la injusticia cometida con él, solicitando su libertad inmediata, pocas horas después de ingresar en la prisión de Guantánamo el pasado 11 de septiembre, Amnistía Internacional declaró prisionero de conciencia al abogado, escritor y periodista, corresponsal de CubaNet, Roberto de Jesús Quiñones Haces.
Amnistía Internacional sólo considera presos de conciencia a las personas encarceladas por sus convicciones políticas, religiosas o cualquier otro motivo de conciencia, o en razón de su origen étnico, sexo, color, idioma, origen nacional o social, situación económica, nacimiento u otras circunstancias, en cualquier lugar del mundo, “siempre que no hayan recurrido a la violencia ni propugnado su uso.”
Y tal es el caso de Quiñones Haces, sin haber recurrido “a la violencia ni propugnado su uso”, preso, ahora transcurre su vida. El lunes 16 le concedieron la llamada “visita de aseo” (aprovisionamiento). El pasado viernes, entre rejas, cumplió 62 años. Y este sábado, lo autorizaron a usar el teléfono; habló con su esposa. “Espiritualmente se encuentra bien”, me dice ella; contento consigo mismo, pienso yo, al otro lado del teléfono.
Pero la psoriasis (dolencias de la piel) que padece Quiñones ha repuntado; quizás por la inadecuada higiene carcelaria; según especialistas, el empeoramiento de esa enfermedad puede deberse a disímiles factores, desde la falta de sol hasta el estrés emocional.
La primera visita reglamentaria Quiñones la tendrá el próximo martes 24 de septiembre. Según su esposa, a condición del envase ser un recipiente plástico, autoridades carcelarias le permitirían llevar a Roberto un medicamento, una crema, para atenuar sus dolencias en la piel. Esperemos que así sea: desafortunadamente, los motivos para la desconfianza predominan sobre los de la buena fe.
Según hemos reportado, el lunes 22 de abril, en el portal del Tribunal Municipal de Guantánamo, Roberto de Jesús Quiñones Haces fue detenido por los suboficiales de la unidad de patrullas Ledesma Creach Creach y Yorvanis Vargas Tamayo.
Quiñones Haces se proponía reportar el juicio contra la señora Ayda Expósito y su esposo Ramón Rigal, encarcelados por no aceptar la instrucción estatal y escoger una educación independiente para sus hijos, según el apartado 3 del artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que expresa: “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.”
Durante la detención, los suboficiales Ledesma Creach Creach y Yorvanis Vargas Tamayo, golpearon a Quiñones, particularmente, uno de ellos, produciéndole lesiones calificadas por Medicina Legal como: “contusión del pulgar izquierdo, equimosis en lateral derecho del cuello y hematoma en mucosa labial inferior”.
Pero en lugar de enjuiciar a los policías agresores, el fiscal militar con jurisdicción en Guantánamo, José Ángel Bertrán Núñez, concluyó que las lesiones producidas a Quiñones Haces por los suboficiales de la unidad de patrullas no constituyeron delito pues fueron producidas “en pleno derecho del cumplimiento de su deber”.
Como resultado de la brutalidad policial, de víctima de un delito de lesiones que precisaron de asistencia médica para su curación, Roberto de Jesús Quiñones Haces fue transformado en acusado por delitos de “resistencia y desobediencia”.
Sancionado por jueces del Tribunal Municipal de Guantánamo a un año de privación de libertad mediante “trabajo correccional con internamiento”; entiéndase prisión en un campo de trabajos forzados, inaceptable para Quiñones por considerar que en ningún momento ejerció ni resistencia ni desobediencia contra los policías, ni existen pruebas en su contra, sólo las declaraciones de los patrulleros agresores.
Declarada Sin Lugar la apelación, la sanción fue ratificada por los jueces Amalio Alfaro Matos, Yadira Giro Hernández y Julio J. Tamayo Arévalo del Tribunal Provincial de Guantánamo porque… “responde punitivamente a su actuar antijurídico, a la peligrosidad social y a sus condiciones personales”, a las de Quiñones, dicen los jueces.
Y así, el viernes de la semana pasada, Roberto de Jesús Quiñonez Haces cumplió 62 años en la cárcel de Guantánamo.
Pero como la cárcel de Guantánamo es conocida en todo el mundo y suele tener mala reputación, debo aclarar que Roberto no está preso en la prisión que los Estados Unidos poseen en la estación naval en la bahía de Guantánamo, donde mantiene presos acusados de terrorismo, y que, ante la prensa, el general Raúl Castro dijo a la administración del entonces presidente George W Bush le devolvería en caso de intentar escapar.
Roberto de Jesús Quiñones Haces, prisionero de conciencia declarado por Amnistía Internacional, está preso en las cárceles que el general Raúl Castro, jefe político supremo de Cuba, tiene y mantiene con sus generales en Guantánamo. En esas cárceles no hay terroristas, como en Guantánamo Bay. Hay mujeres presas como Ayda Expósito, y hombres presos como Ramón Rigal o Roberto de Jesús y tantos otros.
Ayda, Ramón y Roberto están presos por motivos de conciencia. Otros estarán presos, ciertamente, por crímenes; y otros hombres lo estarán por comprar más manzanas de las autorizadas; y, otras mujeres, por comprar más huevos de los permitidos. Así se llenan las cárceles en Cuba.
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