Los antiguos griegos no asociaban las relaciones sexuales con etiquetas binarias. Los hombres que tenían amantes masculinos no eran identificados como homosexuales, y podían haber tenido esposas u otras amantes femeninas. De hecho, textos religiosos de la Grecia antigua reflejan prácticas culturales donde incorporan temas bisexuales.
En la sociedad actual existe una necesidad de etiquetar los gustos sexuales de cada uno. Respecto a la bisexualidad, a pesar de que cada vez más jóvenes se identifican con esta preferencia, la cantidad de hombres que deciden contar sus querencias es bastante baja, según muestra un estudio de Yougov.
Muchos varones bisexuales deciden no salir de 'este armario' por los estereotipos negativos que lo rodean: parecen incapaces de ser monógamos, son más propensos a ser infieles, en realidad son homosexuales o que seguramente tengan enfermedades de transmisión sexual.
Además, los hombres 'bi' pueden llegar a enfrentarse a lo que se llama doble discriminación: no se sienten aceptados por la comunidad heterosexual, ni tampoco por la homosexual. Para los que puedan sentir dificultad a la hora de mostrar en su entorno lo que sienten, varios hombres cuentan su experiencia para ayudar a liberarse a otros bisexuales.
Más fácil en ciudades grandes
Antonio, un navarro de 22 años que actualmente vive en Madrid, explica a El Confidencial que estaba "encerrado en el armario": "Hace unos meses le conté a todo el mundo que me gustaban los tíos y las tías". "Soy de un pueblo pequeño y allí me sería impensable haber confesado mis gustos, todo el mundo pensaría que solamente soy gay", confiesa el joven. Pero desde que estudia en Madrid descubrió, "que no es raro sentirse atraído por ambos sexos".
"Mis amigos madrileños lo entendieron perfectamente, de hecho no le dieron ninguna importancia, ahora me queda contárselo a mis amigos del pueblo", cuenta con una risa vergonzosa. "Ahora me siento mucho más liberado, he dejado el rayarme tanto la cabeza con este tema, es algo normal", concluye.
Jorge, un estudiante de medicina de Ávila que también vive en Madrid, cuenta que "sabía que era bi desde los 13 años". Eso si, no se atrevió a contarlo hasta que tuvo 21 años. "La visibilidad fue clave para que decidiese mostrarme tal y como era. Ver a otros hombres bi contarlo sin problema y vivir abierta y auténticamente me ayudó considerablemente".
Igual que le pasaba a Antonio, al abulense le asustaba mostrar su sexualidad en su cuidad natal. Mudarse a la capital, donde conoció muchos amigos LGBT, le acercó a una comunidad que le apoyó, "más de lo que podría haber imaginado". "Eso fue lo que me hizo dar el paso. Ahora me siento libre de hacer lo que quiera", concluye.
Una situación global
Pero el miedo de los hombre bisexuales a ser estigmatizados no solo sucede en nuestro país. Cruzamos el charco hasta Estados Unidos de la mano de la revista 'Men's Health' para comprender que este miedo puede suceder en cualquier parte del mundo.
Mike, de 35 años, explica la difícil situación que vivió: "La primera persona a la que se lo conté fue a mi esposa. Recuerdo que estaba súper borracho. No tenía ni idea de qué decir, pero sabía que una vez que lo hiciera la vida que había construido con ella durante siete años terminaría". "Le dije, 'soy bi', y recordé todas las veces que ella me había preguntado si me gustaban los hombres", y es que una relación anterior de ella terminó porque su exnovio le confesó que era gay.
"Siempre dije que no, tratando de decirlo con la confianza con la que lo diría un hombre heterosexual. Recordé todas las cenas con amigos en las que argumentaban que 'ningún hombre podía ser bi. Es solo una escala en el camino hacia Gaytown', mientras, sin saberlo, me estaban destrozando por dentro", explica.
El americano recuerda haber dormido en el sofá la noche que lo confesó: "Caían lágrimas en mi almohada mientras pensaba en cuánto me odiaba a mi mismo por salir del armario. Tenía 30 años. No podía vivir otro día más en una mentira". "Fueron las dos palabras más difíciles de decir en voz alta, pero lo necesitaba para llegar a la verdadera felicidad y aceptarme".
A Thomas, un estadounidense de 44 años fueron las asociaciones de colectivos LGTB las que le ayudaron a contar que era bisexual. "Toda mi vida luché contra mi sexualidad, hasta que descubrí quién era", explica. "Hubo un programa de televisión que me ayudó mucho: 'Schitt's Creek'. David Rose era un personaje que nunca había visto representado antes. Él no entendía por qué no encajaba en los espectros de heterosexual u homosexual. Lo mismo que me pasaba a mí", relata Thomas.
"En septiembre me puse en contacto con el Centro LGBT de Nueva York y me apunté a un programa para entender mi identidad", relata el estadounidense. Sin ellos no hubiera tenido "la confianza para comenzar a mostrarlo a todo el mundo", señala al tiempo que destaca que casi un año después está mucho más cómodo consigo mismo.