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General: Régimen cubano cambia los muebles sin la participación del pueblo
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 15/10/2019 15:46
Régimen cubano cambia los muebles sin la participación del pueblo
Iván García, desde La Habana
Joaquín Sabina canta Noches de bodas a dúo con Chavela Vargas desde una bocina portátil, ubicada al fondo de una mesa de acero inoxidable con restos de harina y varios boliches para confeccionar pizzas.
 
Renán, 45 años, un ex maestro de escuela secundaria reconvertido en elaborador de pizzas, aplana con un rodillo de madera una bola de harina. Luego va colocando las piezas en un plato esférico, metálico y tiznado. Su ayudante con una brocha le unta puré de tomate y le riega un puñado de queso artesanal antes de colocarlas en el horno eléctrico.
 
Afuera de la cafetería privada la cola crece. Una dependiente grita que traigan más pizzas. Renán saca del horno olorosas pizzas napolitanas que ya forman parte de la gastronomía cubana. “Las ventas están por las nubes. Tenemos más demanda que oferta. En un día malo gano 200 o 300 pesos diarios. El dueño del negocio me paga el diez por ciento de la venta. Y aunque a los maestros les subieron los salarios, no se puede comparar con lo que me busco haciendo pizzas”, comenta Renán.
 
Renán no sabía que el 10 de octubre, en una sesión extraordinaria, la Asamblea Nacional del Poder Popular elegirá un nuevo gobierno y cambiará las estructuras del poder en Cuba. Debiera ser algo importante. Pero en la Isla a muy pocos les incumbe la elección de una nueva administración.
 
Cuando se entera, se encoge de hombros. A él interesa más conocer cómo quedó el partido amistoso de fútbol entre Alemania y Argentina o si Neymar anotó gol al once de Senegal. Sus prioridades informativas son otras: “¿Oye, por fin a Haila no le van a dar visa para que cante en la yuma? ¿Qué hicieron el Yuli y Yordan Álvarez en el último juego de los Astros?”.
 
El nuevo gobierno le chifla. “A quien le importa si nombre a un primer ministro o si recortan el número de diputados. Esta gente (el régimen) siempre le va a dar agua al dominó para su beneficio. En el cocinado de este potaje no contaron con el pueblo. Ellos ponen y quitan la gente como si fueran los amos del país. Bueno, es que lo son”, afirma Renán mientras tararea 19 días y 500 noches de Joaquín Sabina.
 
La indiferencia política es atroz. Sheila, ama de casa, es más gráfica: “No quieren soltar el jamón. ¿Tú crees que son tontos? Lo que cambian son las apariencias. A cada rato, en mi casa muevo de un lado a otro los muebles de la sala para que se vea distinta. Pero son los mismos muebles y la misma sala. En Cuba es igual, nada cambia”.
 
Desde luego que siempre usted encuentra opiniones de peso. Mijaíl, estudiante universitario, no cree que el próximo gobierno inicie un proceso democrático. “Absolutamente no. Ni lo espere. Ellos están muy cómodos en el poder. Casi nadie les hace sombra ni interferencias. La oposición cubana es pequeña, está reprimida y no llega a la gente. Esto del 10 de octubre es un invento más. Mayor burocracia y los mismos nombres que pasan de un cargo a otro sin que nadie los elija con el voto popular. ¿Quién eligió la Comisión que elige a esos cargos? Raúl Castro, el propio poder. Parece una comedia de Cantinflas. Puro gatopardismo”.
 
En la misma cuerda piensa Carlos, sociólogo, aunque considera que se avecinan cambios en el modelo económico. “Quiero ser optimista. No creo que sea un nuevo disparate como aquel de 1976, de dividir seis provincias en catorce. O simplemente recortar diputados y cargos en el Consejo de Estado para que quepan en la nueva sede del Capitolio Nacional que tiene menos asientos en la cámara del Congreso. Es cierto que el si pueblo no presiona, ni protesta, las cosas seguirán no cambiarán. Pero si el régimen es previsor, sabe que de no hacer cambios en el modelo económico, descentralizar la economía y adoptar el modelo chino o vietnamita, el país se hunde. Para conservar el poder tendrán que aplicar reformas. Así de simple”.
 
Pero la mayoría de los cubanos de a pie no son tan optimistas. De 22 entrevistados, 19 consideran que los cambios en las estructuras del gobierno son un lavado de cara.
 
Abel, chofer de ómnibus urbano, está convencido de quien manda en Cuba manda es Raúl Castro. «Y después de él un grupito de generales y hombres de su confianza como Ramiro Valdés, Guillermo García y Machado Ventura. El resto, incluyendo Díaz-Canel, son áreas verdes. Puro paisaje. Ahora llenarán el Consejo de Estado y el Comité Central con obreros, directores de empresas o deportistas. ¿Pero tú crees que esa gente manda de verdad? A la mayoría de los cubanos no nos la política porque no nos beneficia en nada. Pero bobos no somos. ¿Tú crees que lo digan Yipsi Moreno o Mijain López (los dos deportistas) le interesa a los capos del gobierno? Ellos están para hacer grupo”.
 
Solo a los analistas del tema cubano que siguen con lupa el entramado del poder en la Isla les interesa ese tipo de noticias. El jueves 10 de octubre, alrededor de las 12.28 del mediodía, los diputados al Parlamento unicameral, anunciaron la ratificación de Esteban Lazo como presidente de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado, según lo establece la recién aprobada Constitución. Asimismo, anunciaron la nominación de Miguel Díaz Canel y Salvador Valdés Mesa, como presidente y vicepresidente, respectivamente, con la particularidad de que ambos eran las únicas opciones incluidas en la boleta, cada uno con el cargo para el que estaba siendo propuesto.
 
Transcurrida una hora y cinco minutos después de que fuera anunciada la nominación, los 580 diputados oficialistas aprobaron la elección de Díaz-Canel con 579 votos y la de Valdés Mesa, con 569. De acuerdo a lo estipulado por la carta constitutiva cubana, en las próximas semanas, Díaz-Canel tiene que nombrar a un primer ministro.
 
En esta “nueva estructura”, el cargo de presidente de la República deja de tener los poderes absolutos que caracterizaron la época de los Castro. En sus funciones de presidente, a Díaz-Canel supuestamente le compete dirigir las relaciones exteriores y las fuerzas armadas, sin embargo las FAR tienen un ministro, Leopoldo Cintra Frías y el ministerio de Exteriores tiene un canciller, Bruno Rodríguez Parrilla. El primer secretario del Partido Comunista continúa siendo Raúl Castro Ruz. La Constitución cubana establece que el PCC es la entidad rectora de la sociedad, y es el único que permite el régimen.
 
Cuando Renán termina su turno de trabajo en la pizzería privada, al filo de las cuatro de la tarde, llega a casa, se da un baño con agua tibia y se sienta a ver algún filme de acción producido en Hollywood. En su casa, a las noticias sobre las reformas en las estructuras del poder que aparecen en el diario Granma no le prestan atención. Después de comer, su mujer coge el periódico para envolver la basura o lo corta en tiras para utilizar como sustituto del papel sanitario.
 
Renán está convencido de que los nuevos cambios en el gobierno anunciados el 10 de octubre no van a repercutir en una mejor calidad de vida en su familia. Probablemente lo contrario.
 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 15/10/2019 16:06
Cuba ‘elige’ un nuevo presidente y el mundo bosteza
POR FABIOLA SANTIAGO
La Asamblea Nacional de Cuba es hábil en una materia: aplaudir con entusiasmo los resultados de “elecciones” en las que solo hay un candidato.
 
Así es que no sorprende la votación del pasado jueves: el lacayo del Partido Comunista y protegido de Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel, sigue siendo presidente de Cuba.
 
Ni las sanciones de la administración Trump ni el moderno sombrero y guayabera blancos que lució en el desfile del Primero de Mayo han suavizado el historial y la imagen de Díaz-Canel.
 
Ha gobernado durante el período posterior a Fidel Castro en Cuba donde no se ha visto ninguna reforma política, ninguna mejora en los derechos humanos, y solo el regreso a la línea dura con poca tolerancia a la disidencia. Y después de que los Castro desaprovecharon la rama de olivo del acercamiento del ex presidente Barack Obama, no ha habido nada más que una hostilidad mutua renovada bajo el presidente Donald Trump.
 
La nueva Constitución cubana ratificada en febrero, y abiertamente rechazada de alguna manera por 2 millones de cubanos que están más conectados con el mundo exterior y son más difíciles de engañar, es peor que la anterior. Por un lado, institucionaliza medidas represivas como la censura en las artes y mantiene la pena de muerte por “traición” (que en Cuba puede significar cualquier cosa que el gobierno decida) como ley constitucional.
 
Sí, esta “elección” o nombramiento es más de lo mismo.
 
Estadounidenses, ahora pueden bostezar. Y seguir lamentando que la fiesta de la era de Obama en Cuba se haya terminado.
 
Aunque sería bueno que lo hicieran, no espero que conviertan el entusiasmo que demostraron por viajar en autos viejos y cenar en paladares, en indignación, en denuncias y en activismo en nombre del pueblo cubano que se enfrenta a otra ronda perdedora con una nueva generación de líderes totalitarios que nacen de la vieja podredumbre.
 
La resistencia de Estados Unidos frente al conflicto mundial apenas dura los 15 minutos de fama generados por un despertar en Hong Kong o el abandono de los aliados kurdos.
 
La miseria económica y la represión en Cuba —más recientemente, el arresto selectivo y el encarcelamiento de periodistas, artistas y jugadores de video bajo Díaz-Canel— no son noticias seductoras. Para los ajenos a la tragedia, es más de lo mismo, y no importa qué tan severo sea para la gente de la isla, al régimen cubano se le da el beneficia de la duda.
 
Por loco que parezca, el régimen ahora incluso obtiene apoyo de parte de los funcionarios de inmigración de la administración Trump que argumentan en los tribunales que los cubanos que huyen de la isla no se enfrentan a la persecución, a pesar de casos bien documentados.
 
¿Qué tan malas pueden ser las cosas por allá si The New York Times presenta un viaje a través de la mágica Cuba musical en su sección de viajes, verdad? Las paredes derruidas que enmarcan los tambores en la sala de ensayo de Los Muñequitos de Matanzas son tan... ¡evocadoras!
 
¡Imagínese eso, la música nunca termina en un país sin gasolina, sin alimentos básicos y, sobre todo, sin libertad!
 
No importa. Los $1,000 que los cubanoamericanos pueden enviar cada tres meses, bajo los límites establecidos por Trump, proporcionarán lo que hace falta.
 
Mientras tanto, la versión cubana del Parlamento hace poco más que aprobar sin crítica a Díaz-Canel y retirar a un par de viejos de línea dura, Ramiro Valdés, de 87 años, y Guillermo García Frías, de 91, comandantes que desempeñaron papeles claves desde los días de la guerra de guerrillas.
 
El más poderoso de los dos, el antes temido Valdés, mantiene su puesto junto a Raúl Castro en el dominante Buró Político del Partido Comunista, otra señal de que este régimen no está cediendo una pulgada al pluralismo. Ni siquiera 60 años de dictadura más tarde, cuando algunos de los hijos y nietos de la nomenclatura cubana viven en el exilio en Miami y Tampa.
 
Ay, Cubita, la interminable telenovela de capítulos mal escritos.
 
Desde La Habana, los titulares del Granma oficial dicen que ahora se puede llamar a Díaz-Canel por su título oficial, “presidente de la República de Cuba”, y que pronto este nombrará un primer ministro.
 
“Elegido” es el verbo sobresaliente y más utilizado.
 
Pero no votó ni un solo cubano aparte de los delegados del partido.
 
Los observadores incondicionales de Cuba seguiremos atentos, leeremos entre líneas, mientras los cubanos sufren más indignidades — y el resto del mundo bosteza de aburrimiento.
 


 
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