Joaquín Sabina canta Noches de bodas a dúo con Chavela Vargas desde una bocina portátil, ubicada al fondo de una mesa de acero inoxidable con restos de harina y varios boliches para confeccionar pizzas.
Renán, 45 años, un ex maestro de escuela secundaria reconvertido en elaborador de pizzas, aplana con un rodillo de madera una bola de harina. Luego va colocando las piezas en un plato esférico, metálico y tiznado. Su ayudante con una brocha le unta puré de tomate y le riega un puñado de queso artesanal antes de colocarlas en el horno eléctrico.
Afuera de la cafetería privada la cola crece. Una dependiente grita que traigan más pizzas. Renán saca del horno olorosas pizzas napolitanas que ya forman parte de la gastronomía cubana. “Las ventas están por las nubes. Tenemos más demanda que oferta. En un día malo gano 200 o 300 pesos diarios. El dueño del negocio me paga el diez por ciento de la venta. Y aunque a los maestros les subieron los salarios, no se puede comparar con lo que me busco haciendo pizzas”, comenta Renán.
Renán no sabía que el 10 de octubre, en una sesión extraordinaria, la Asamblea Nacional del Poder Popular elegirá un nuevo gobierno y cambiará las estructuras del poder en Cuba. Debiera ser algo importante. Pero en la Isla a muy pocos les incumbe la elección de una nueva administración.
Cuando se entera, se encoge de hombros. A él interesa más conocer cómo quedó el partido amistoso de fútbol entre Alemania y Argentina o si Neymar anotó gol al once de Senegal. Sus prioridades informativas son otras: “¿Oye, por fin a Haila no le van a dar visa para que cante en la yuma? ¿Qué hicieron el Yuli y Yordan Álvarez en el último juego de los Astros?”.
El nuevo gobierno le chifla. “A quien le importa si nombre a un primer ministro o si recortan el número de diputados. Esta gente (el régimen) siempre le va a dar agua al dominó para su beneficio. En el cocinado de este potaje no contaron con el pueblo. Ellos ponen y quitan la gente como si fueran los amos del país. Bueno, es que lo son”, afirma Renán mientras tararea 19 días y 500 noches de Joaquín Sabina.
La indiferencia política es atroz. Sheila, ama de casa, es más gráfica: “No quieren soltar el jamón. ¿Tú crees que son tontos? Lo que cambian son las apariencias. A cada rato, en mi casa muevo de un lado a otro los muebles de la sala para que se vea distinta. Pero son los mismos muebles y la misma sala. En Cuba es igual, nada cambia”.
Desde luego que siempre usted encuentra opiniones de peso. Mijaíl, estudiante universitario, no cree que el próximo gobierno inicie un proceso democrático. “Absolutamente no. Ni lo espere. Ellos están muy cómodos en el poder. Casi nadie les hace sombra ni interferencias. La oposición cubana es pequeña, está reprimida y no llega a la gente. Esto del 10 de octubre es un invento más. Mayor burocracia y los mismos nombres que pasan de un cargo a otro sin que nadie los elija con el voto popular. ¿Quién eligió la Comisión que elige a esos cargos? Raúl Castro, el propio poder. Parece una comedia de Cantinflas. Puro gatopardismo”.
En la misma cuerda piensa Carlos, sociólogo, aunque considera que se avecinan cambios en el modelo económico. “Quiero ser optimista. No creo que sea un nuevo disparate como aquel de 1976, de dividir seis provincias en catorce. O simplemente recortar diputados y cargos en el Consejo de Estado para que quepan en la nueva sede del Capitolio Nacional que tiene menos asientos en la cámara del Congreso. Es cierto que el si pueblo no presiona, ni protesta, las cosas seguirán no cambiarán. Pero si el régimen es previsor, sabe que de no hacer cambios en el modelo económico, descentralizar la economía y adoptar el modelo chino o vietnamita, el país se hunde. Para conservar el poder tendrán que aplicar reformas. Así de simple”.
Pero la mayoría de los cubanos de a pie no son tan optimistas. De 22 entrevistados, 19 consideran que los cambios en las estructuras del gobierno son un lavado de cara.
Abel, chofer de ómnibus urbano, está convencido de quien manda en Cuba manda es Raúl Castro. «Y después de él un grupito de generales y hombres de su confianza como Ramiro Valdés, Guillermo García y Machado Ventura. El resto, incluyendo Díaz-Canel, son áreas verdes. Puro paisaje. Ahora llenarán el Consejo de Estado y el Comité Central con obreros, directores de empresas o deportistas. ¿Pero tú crees que esa gente manda de verdad? A la mayoría de los cubanos no nos la política porque no nos beneficia en nada. Pero bobos no somos. ¿Tú crees que lo digan Yipsi Moreno o Mijain López (los dos deportistas) le interesa a los capos del gobierno? Ellos están para hacer grupo”.
Solo a los analistas del tema cubano que siguen con lupa el entramado del poder en la Isla les interesa ese tipo de noticias. El jueves 10 de octubre, alrededor de las 12.28 del mediodía, los diputados al Parlamento unicameral, anunciaron la ratificación de Esteban Lazo como presidente de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado, según lo establece la recién aprobada Constitución. Asimismo, anunciaron la nominación de Miguel Díaz Canel y Salvador Valdés Mesa, como presidente y vicepresidente, respectivamente, con la particularidad de que ambos eran las únicas opciones incluidas en la boleta, cada uno con el cargo para el que estaba siendo propuesto.
Transcurrida una hora y cinco minutos después de que fuera anunciada la nominación, los 580 diputados oficialistas aprobaron la elección de Díaz-Canel con 579 votos y la de Valdés Mesa, con 569. De acuerdo a lo estipulado por la carta constitutiva cubana, en las próximas semanas, Díaz-Canel tiene que nombrar a un primer ministro.
En esta “nueva estructura”, el cargo de presidente de la República deja de tener los poderes absolutos que caracterizaron la época de los Castro. En sus funciones de presidente, a Díaz-Canel supuestamente le compete dirigir las relaciones exteriores y las fuerzas armadas, sin embargo las FAR tienen un ministro, Leopoldo Cintra Frías y el ministerio de Exteriores tiene un canciller, Bruno Rodríguez Parrilla. El primer secretario del Partido Comunista continúa siendo Raúl Castro Ruz. La Constitución cubana establece que el PCC es la entidad rectora de la sociedad, y es el único que permite el régimen.
Cuando Renán termina su turno de trabajo en la pizzería privada, al filo de las cuatro de la tarde, llega a casa, se da un baño con agua tibia y se sienta a ver algún filme de acción producido en Hollywood. En su casa, a las noticias sobre las reformas en las estructuras del poder que aparecen en el diario Granma no le prestan atención. Después de comer, su mujer coge el periódico para envolver la basura o lo corta en tiras para utilizar como sustituto del papel sanitario.
Renán está convencido de que los nuevos cambios en el gobierno anunciados el 10 de octubre no van a repercutir en una mejor calidad de vida en su familia. Probablemente lo contrario.