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General: ALICIA ALONSO, LA OSCURIDAD DETRÁS DEL MITO
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جواب  رسائل 1 من 2 في الفقرة 
من: cubanolibre  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 20/10/2019 17:06
 La Ballerina en Jefa ha muerto
La dimensión humana de ciertas personalidades no puede ser relegada solo porque su obra ocupe el lugar primordial de interés.  Su genio artístico fue tan grande como incómodos ciertos capítulos polémicos que la acompañaron: su indisimulable racismo, su apoyo incondicional a la dictadura cubana, su egocentrismo rayano en la megalomanía y la autocracia en que convirtió al Ballet Nacional de Cuba.
 
Alicia Alonso, la oscuridad detrás del mito
JAVIER PRADA
La Ballerina en Jefa ha muerto. El mismo día en que se dio a conocer la noticia pasaron un documental sobre su soberbia interpretación del ballet Giselle, y me sentí emocionado al verla recrear con sus manos, mientras la entrevistaban, los elegantes gestos de la danza clásica. Pensé detenidamente en sus extraordinarias cualidades como intérprete, y en la Escuela Cubana de Ballet que fundó y dirigió con éxito durante varias décadas.
 
Su genio artístico fue tan grande como incómodos ciertos capítulos polémicos que la acompañaron: su indisimulable racismo, su apoyo incondicional a la dictadura cubana, su egocentrismo rayano en la megalomanía y la autocracia en que convirtió al Ballet Nacional de Cuba; quizás para preservarlo de los extremismos propios de un sistema opresivo, o solo para exaltar su gloria personal.
 
Algunos testimonios indican que trató de proteger a sus bailarines en momentos terribles del estalinismo caribeño; pero sus allegados corroboran que, en efecto, fue una mitómana desmedida. Para juzgarla sería necesario acometer la difícil tarea de ponerse en su lugar e intentar comprender las decisiones que debió tomar para desarrollar su proyecto pedagógico y artístico en un país sin fronteras, sometido al despotismo de un caudillo.
 
El prestigio alcanzado por la Escuela Cubana de Ballet es indiscutible, aunque el Periodo Especial y la prolongada presencia de la Prima Ballerina a la cabeza de la institución terminaran acelerando la decadencia que hoy preocupa a críticos y aficionados. Pero más allá del patrimonio legado a la cultura nacional, la dimensión humana de ciertas personalidades no puede ser relegada solo porque su obra ocupe el lugar primordial de interés.
 
Según ha trascendido, Alicia Alonso nunca fue entusiasta del comunismo como doctrina, y el viejo zorro de Fidel Castro lo sabía. Ambos decidieron, entonces, utilizarse mutuamente. Castro hizo de la famosa bailarina una embajadora de la cultura, y de su Escuela de Ballet un instrumento de legitimación de los “valores” que supuestamente defendía la Revolución Cubana. Ella utilizó su acceso al olimpo verde olivo como escudo para protegerse a sí misma y sus bailarines de las frecuentes purgas de homosexuales, religiosos, pepillos e ideológicamente penetrados que se registraron durante los tensos decenios de 1960 y 1970.
 
Los sufrimientos que padeció su homóloga rusa Maya Plisétskaya, bajo el yugo bolchevique, no fueron suficientes para que Alicia Alonso al menos cuestionara la senda que había tomado una revolución nacida con todos y para el bien de todos. También la Prima Ballerina escogió mirar hacia otro lado con tal de mantener su enorme poder, tan largo y terrible como el del propio Fidel Castro.
 
No le tembló la mano al momento de firmar aquella infame carta justificando el fusilamiento de tres jóvenes negros cubanos que secuestraron una lancha en el año 2003, para intentar emigrar a los Estados Unidos. Con ella firmaron también artistas e intelectuales de la talla de Cintio Vitier, Chucho Valdés, Omara Portuondo, Roberto Fernández Retamar y un sorprendente etcétera que se mostró a favor de la crueldad del régimen, como si se tratara de un puñado de sargentos y no de personas dedicadas al arte y la creación intelectual.
 
Tal vez sea ese el precio ocasional que se debe pagar a cambio de gozar de una fama que tanta no sería de no existir los dilemas geopolíticos, ideológicos y económicos que zarandean a Cuba. También Alicia Alonso tuvo que amortizar su cuota de deshonor para darse lustre al frente del Ballet Nacional de Cuba, figurando como Directora General a una edad en la que es imposible hacer otra cosa más que esperar la muerte.
 
Quizás el hecho de saber que los tres infractores eran negros la ayudó a estampar su rúbrica sin remordimientos. Y todavía hay que escuchar a Carlos Acosta, uno de los bailarines negros más reconocidos y discriminados por la Prima, decir que “la mamá de todos (los bailarines de ballet clásico) se ha ido”, en una salida tan guatacona y desatinada, que no queda más remedio que aceptar que la gente pierde la perspectiva ante el golpe revelador de nuestra mortalidad.
 
En sustitución de Alicia ha quedado, dueña y señora de todo, la talentosa Viengsay Valdés, que puede o no insuflarle al ballet cubano la vitalidad necesaria; pero reafirma, eso sí, su compromiso con el ¿nuevo? gobierno y tampoco dudará en firmar lo que haya que firmar para mantenerse en la cúspide de los privilegios. Me pregunto qué le tocará respaldar en estos tiempos de represión. ¿Otra Primavera Negra?
 
NOTA ADICIONAL:
Fue una figura venerada por muchos, odiada por otros, por su proximidad al poder político en Cuba.
 
En 1955 bailó El lago de los cisnes para el dictador Fulgencio Batista y a partir de 1959 se hizo muy cercana de Fidel Castro, quien ofreció su apoyo total al BNC y financió la creación de la Escuela Nacional de Ballet, con lo que esta se convirtió en una de las instituciones culturales con mayor poder de su régimen.
 
Alonso fue una de las firmantes en 2003 del "Mensaje desde La Habana a los amigos que están lejos", en el que un grupo de intelectuales y artistas justificó el encarcelamiento de 75 disidentes y el fusilamiento de tres hombres que secuestraron una embarcación de pasajeros para intentar dirigirla a EEUU.
 
ACERCA DEL AUTOR
Javier Prada - La Habana, 1979. Graduado de Lengua Inglesa por el Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”, durante ocho años fue maestro en los niveles de enseñanza Medio y Superior, donde también debió impartir clases de Historia de Cuba debido al déficit de personal docente. Desde 2014 se desempeña como profesor particular de inglés. En su tiempo libre se dedica a la pesca y el dibujo. Actualmente incursiona en la prensa independiente.
 
  CUBANET  


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جواب  رسائل 2 من 2 في الفقرة 
من: cubanet201 مبعوث: 20/10/2019 17:28
 Para Alicia Alonso, funerales bajo estricta vigilancia y con poco público
Al filo de las diez de la mañana de este sábado no se veía una cola de gente esperando en las cercanías del Gran Teatro de La Habana.  Se instalo un escáner de seguridad en la entrada lateral del Gran Teatro de La Habana "Alicia Alonso.
 
MARCELO HERNÁNDEZ,
La despedida de la bailarina Alicia Alonso, fallecida el pasado jueves en La Habana a los 98 años, se está pareciendo mucho a sus últimos momentos. Si la reconocida intérprete de Giselle estuvo parte de su vida arropada por el poder y rindiendo pleitesía al oficialismo cubano, sus funerales tienen la pompa del adiós a un jefe de Estado o a un líder político, pero sin la presencia popular que se esperaría de tan larga existencia artística.
 
Al filo de las diez de la mañana de este sábado no se veía una cola de gente esperando en las cercanías del Gran Teatro de La Habana, que desde hace varios años lleva el nombre de la Prima ballerina assoluta, y que ha sido el lugar donde fueron depositados sus restos para que "el pueblo" le rinda un último homenaje. Apenas una veintena de curiosos quedaban en el lugar a esa hora y la mayoría eran periodistas oficiales y corresponsales extranjeros.
 
Lo que sí se nota bastante alrededor del teatro es la presencia de un enorme aparato de seguridad que incluye carros patrulleros, elementos de la motorizada policial, ambulancias, equipos de los bomberos y, algo sorprendente, una puerta de entrada con un escáner de seguridad similar al que se encuentra en los aeropuertos, algunos edificios de Gobierno y las instituciones estratégicas de un país.
 
La extensa explanada frente al teatro, desde la calle San Martín hasta Neptuno, permanecía cerrada con barreras. La entrada principal quedó reservada para personalidades y el resto debe entrar por el Boulevard de San Rafael, donde eran más visibles aún las medidas de seguridad. Todo el aparataje, se ve aún más desproporcionado debido a la poca afluencia de público.
 
La artista que fue aclamada en los escenarios y ensalzada en los obituarios oficiales que han colmado los medios en los últimos días, llevaba muchos años sin conectar con el público cubano, que la veía más como un ser distante, elevado a las cimas del Parnaso cultural y separada completamente de la cotidianidad de la Isla. De muchas formas, había sido endiosada y santificada mucho antes de morir.
 
De manera que a las cinco de la tarde cuando se proceda a la inhumación en el cementerio de Colón de La Habana, para muchos será como cerrar la última página de un libro que lleva en su lomo el título de Siglo XX. Con la muerte de Alicia Alonso, uno de las artistas más importantes de esa centuria, llega a su fin también una era de liderazgos inflamados y de figuras sobredimensionadas.
 


 
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