Ofensiva anticastrista de Trump empieza a confundir a víctimas con victimarios
EEUU prohíbe vuelos de sus aerolíneas hacia destinos en Cuba, excepto La Habana
Hasta ahora, las medidas de la administración Trump estaban enfocadas en el complejo militar-empresarial que detenta la casta verde oliva, en burócratas del partido comunista y del gobierno; pero la nueva medida afectará a los cubanos víctimas del castrismo y no a sus victimarios.
La Habana tendrá relativamente fácil esquivar la suspensión de vuelos desde Estados Unidos al interior de la Isla; estableciendo conexiones entre La Habana y las ciudades afectadas para las que usarían los Airbus 319 y los ATR 600-72, que están por llegar; haciendo caja con esas conexiones aéreas domésticas, incluso podría recoger pasajeros en Dominicana y llevarlos a Santiago de Cuba, Holguín y Camagüey.
Los aeropuertos que dejarán de recibir vuelos estadounidenses verán mermados sus ingresos por una menor operatividad y volverán a la rutina mortecina previa al embullo Obama, pero los que más acusarán el golpe serán sus técnicos y trabajadores que recibieron esos vuelos como agua de mayo.
Sería conveniente que los encargados de diseñar la política anticastrista en Washington tuvieran la virtud de diferenciar entre pueblo y gobierno cubanos porque bastante jodidos están ya los empobrecidos habitantes de la isla, y porque la mayoría de los emigrados cubanos son trabajadores que hacen esfuerzos notables para ayudar a los suyos.
La estrategia de Donald Trump pasa por revertir los gestos de Barack Obama hacia Cuba, que ilusionaron a pequeños empresarios privados, emigrados y a muchos cubanos anónimos y llenaron de pánico a Raúl Castro y sus servidores. ¿Cuántas veces lamentará el Primer Secretario del PCC su cobardía política?
El tardocastrismo finge que no se entera e intenta repetir la vieja fórmula panglosiana de la carta bajo la manga, como el hallazgo de petróleo en Jaruco; y los naipes chino, ruso y argelino; mientras Miguel Díaz-Canel ha repetido en Bakú la letanía de solidaridad con Venezuela, Nicaragua y ahora Bolivia, tras el pucherazo electoral de Morales, que no sabemos cómo acabará.
El gobierno cubano, carente de legitimidad, no encuentra salida a su complicada coyuntura porque está secuestrado por el miedo de la casta verde oliva que no tiene donde esconderse en este mundo y el flamante Presidente de la República gobierna espasmódicamente, cercado por unos y por otros y preso de sus propias limitaciones, angustias y temores.
Pero ello no justifica que el Departamento de Estado confunda a las víctimas con sus victimarios, especialmente en un escenario inédito en el que confluyen la ausencia de un socio extranjero disponible para el tradicional tumbe castrista, el forcejeo solapado entre reformistas y dinosaurios de la nomenklatura habanera y el hartazgo de muchos cubanos.
Cuanto más amables hacia los cubanos sean los gestos de la Casa Blanca, peor serán para los inmovilistas; pero de invertirse esta tendencia, los renovadores tendrán que congelar sus movimientos porque el castrismo practica la máxima jesuita de que, en tiempo de guerra, toda disidencia es traición.
Muchos cubanos, aunque no puedan expresarlo, saben que el castrismo es una pesadilla que ha arruinado sus vidas y tienen sus esperanzas puestas en el mundo democrático y próspero que representa Estados Unidos y esta cualidad debería influir en Washington para no confundir al generalato pancista de la Isla con sus súbditos mendicantes a la fuerza.
Carlos Cabrera Perez- Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.