La noche sigue siendo su mejor aliada. Se les ve por centros nocturnos, calles y otros sitios, aunque casi siempre terminan su jornada en casas privadas donde se hospedan los turistas extranjeros que llegan a la isla del Caribe.
Las jineteras, como suele llamarse en Cuba a las jóvenes que venden todo tipo de favor sexual al mejor postor, no han dejado de ejercer la prostitución siquiera en medio de una mayor vigilancia policial y social para evitarlo.
Ni los escarmientos públicos, batidas policiales, medidas restrictivas o intentos por reeducarlas de los últimos años, han podido sustraer del viejo oficio a las jóvenes que alcanzan a los turistas en cualquier lugar del país, aunque tengan a veces que vencer cientos de kilómetros para hacerlo.
Ellas siguen buscando en el mercado del sexo los dólares, la bonanza material, un nivel de vida que normalmente no tienen o un candidato extranjero para casarse y obtener una visa de salida del país que las llevará al paraíso soñado.
En Cuba, donde la prostitución no está penada por la ley, tampoco se permite su ejercicio con beneplácito, ni existen burdeles o delimitadas zonas de tolerancia.
A los ojos de la mayoría de la población, el fenómeno no se percibe abiertamente. Hay que frecuentar los centros nocturnos, hoteles, restaurantes y espacios por donde se mueven los turistas para entonces notar su presencia.
O salir con un carro como éste, con chapa de técnico extranjero, para ver cómo enseguida salen a pararlo, comentó a SEM el representante cubano de un comerciante español con negocios en la isla que vivió esa experiencia una noche de sábado reciente, en las cercanías de la Marina Hemingway, complejo turístico al oeste de la capital.
NIÑAS A LA CAZA DE DÓLARES
Eran unas muchachitas, casi unas niñas, haciendo señas a los autos. No les importa quién va al timón, lo que vale son los dólares, aunque saben que con los extranjeros les va mejor y consiguen más, contó.
La vestimenta casi siempre las delata: visten al último grito de la moda, como muy pocas personas pueden hacerlo en la isla, o llevan ropa muy ajustada, llamativa, faldas cortas, pantalones bien ceñidos y blusas mínimas.
Las hay que se hacen acompañar por jóvenes que simulan ser sus novios y en verdad son chulos (proxenetas) que les pactan los encuentros, sacan su parte y a la vez las representan.
Pero en el físico hay de todo: altas, bajitas, flacas, malísimas y gordas, describe un artesano de 27 años.
Un sondeo periodístico aplicado por SEM entre 200 personas de diversas edades en la capital del país, encontró que la prostitución suele circunscribirse hoy a algunos lugares y entornos que la mayoría de los habitantes de la ciudad no frecuenta.
Así y todo, tienen desde afuera una apreciación del fenómeno, que ubican en determinadas calles de la urbe, las discotecas y por último en las casas de cita o de alquiler privadas. La mayoría, afirman, provienen de provincias donde la situación económica es peor que en La Habana.
En la capital, las prostitutas pueden aparecer por los hoteles de las céntricas barriadas del Vedado y Miramar, la heladería Coopelia, la Quinta Avenida o la salida del túnel de La Habana, por donde merodean las de más nivel, según los encuestados.
La mayoría de las personas interrogadas por SEM, informadas por terceros o por vivencias cotidianas, coincide en apreciar una ligera disminución del fenómeno en relación con los años 90, cuando irrumpió con fuerza la prostitución junto al inicio de la peor crisis económica que ha vivido Cuba desde mediados del siglo pasado.
SOBREVIVIR PRIMERO
Estudios de entonces la identificaban ya como una vía alternativa de sobrevivencia para enfrentar la crisis y sus carencias y admitían el deterioro de valores morales y sociales asociados a esos jóvenes, sus familias y entorno.
Sin embargo, siempre se hizo distinción entre esas jineterasy las prostitutas que fueron rehabilitadas en los años 60, poco después del triunfo en enero de 1959 de la Revolución Cubana, lidereada por el hoy presidente Fidel Castro.
Unas 100 mil mujeres que se dedicaban a la prostitución fueron alfabetizadas, atendidas y adiestradas en labores manuales y de diverso tipo para acceder a un empleo digno.
En los años 70, cuando la prostitución era vista como un triste episodio del pasado, aparecieron nuevas prostitutas. El mercado eran los marineros extranjeros que podían contactar en la zona del puerto y algunos cubanos que viajan al extranjero les proporcionaban ciertos beneficios materiales.
Cuando sobrevino la crisis de los 90, reapareció el fenómeno de un modo singular: la mayoría de quienes empezaron a vender su cuerpo y todo tipo de favores sexuales no lo hacían para satisfacer necesidades económicas graves, sino movidas por gustos, placeres y aspiraciones particulares, coincidieron varios estudios.
Las había, como ahora, con alta instrucción escolar o universitarias, que alternaban la calle con el estudio y el trabajo o incluso dejaban tales ocupaciones para dedicarse a los extranjeros como opción más rentable y ajustada a sus intereses.
Con el paso de los años el fenómeno empezó a preocupar también a las autoridades por su persistencia, niveles de organización y actos asociados, como el consumo de drogas, el contrabando, la corrupción de menores, la pornografía y el delito contra extranjeros.
De acuerdo con el 70 por ciento de las personas consultadas por SEM, en la actualidad se aprecia una situación favorable que atribuyen a la acción policial, cierta recuperación económica y mejoría en los ingresos familiares, aun cuando estos no permiten una situación holgada para el promedio de los 11,2 millones de Habitantes de la isla.
Según cifras extraoficiales al cierre del primer semestre del pasado año permanecían en prisión por proxenetismo 490 personas, de ellas 39 en campamentos de trabajo correccional con internamiento y 50 en proceso de instrucción.
Como novedades, han aparecido los catálogos por Internet donde se anuncian cubanas en busca de hombres buenosy cariñosos, aunque también empieza a notarse más la prostitución masculina en jóvenes, pero también hay también prostitutos, sobre todo de la raza negra y mestiza, que brindan sus servicios sexuales a turistas mujeres procedentes fundamentalmente de Europa.
Según afirma Ana García, un ama de casa de 55 años, muchas cosas han cambiado de pronto: Las señoras de antes lo eran por nobleza, ahora las señoras de Cuba son las prostitutas, vienen de visita y son las damas.
TRANSEXUALES ORGULLOSOSDe pierna cruzada en el muro del Malecón de La Habana, su delgadez masculina ceñida en un diminuto vestido rojo, ‘Malú’ sueña con ir al quirófano ahora que el cambio de sexo tiene vía libre en Cuba, luego de una época oscura de marginación a los homosexuales.
“Espero lograrlo. Me siento mujer, pero… ¿cómo le puedo demostrar a un hombre que lo soy si tengo un pene ‘alante’ (adelante)?”, dice a la AFP con sonrisa maliciosa este trigueño de 25 años.
Dos décadas después de suspendidas esas cirugías por la polémica que causó un único y exitoso caso, en Cuba, donde en los años 60 y 70 se recluyó en campos de trabajo a homosexuales, comenzaron las operaciones que suprimen o añaden rasgos y partes propias de un sexo, para un cambio total.
“Hemos empezado a hacer cirugías feminizantes y masculinizantes con miras a hacer la reasignación sexual completa”, anunció esta semana la sexóloga Mariela Castro, hija del presidente Raúl Castro y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
La luz verde la dio una resolución aprobada hace un año por el Ministerio de Salud, que establece un plan de atención a transexuales dentro del sistema de salud, gratuito en Cuba.
De 100 casos bajo análisis de una comisión de especialistas, 28 son ‘trans’ confirmados, 19 de estos listos para cirugía, ocho no cumplen condiciones de salud y el otro es el operado en 1988, que hoy vive como mujer.
Diagnosticada, Angelí Bravo se dice “encantada” a la espera de su operación: “Soy una mujer en toda la extensión de la palabra”, afirma esta promotora de salud de 41 años, que con orgullo exhibe su nombre femenino estampado en el carné de identidad.
Pero Malú, quien estudió diseño computarizado, debe armarse de paciencia. Lleva nueve meses con médicos y sicólogos en un proceso de diagnóstico que tarda unos dos años.Yoaris Scull, de 23 años, toma hormonas desde que tenía 12. “Jamás he tenido relación con una mujer, no me gustan”, dice agitando su larga peluca rubia, frente a los curiosos en un parque junto al mar.
“¡Puta. Descara’o!”, le grita uno de ellos a la flaca vestida de encendido color naranja que se contonea imperturbable.
De “descara’ o, nada”, expresa Yoaris. De día trabaja de bodeguero en La Habana Vieja. De noche, el fin de semana, en un show travesti. Vive “formalmente” con su celoso novio, un barrendero de 25 años.
“Estamos enamorados. Hacemos linda pareja, pero se apena cuando vamos juntos y nos gritan groserías. Si me operaran lo que más le gustaría es que me pusieran senos, ojalá talla 36′, se carcajea, llevándose las manos a un pecho casi plano.
Apoyada por su padre, Mariela lidera una cruzada nacional. “Tenemos que educar mucho más, hay gente que acepta y otra que no. Nos consta por las cartas que llegan” al Partido Comunista, dijo bailando conga en la calle con gays, travestis y ‘trans’, hace una semana en una jornada contra la homofobia.
Mientras perfila sus cejas ante un espejo roto en su sombría vivienda de Centro Habana, Yalorde, de 23 años, lamenta que “Mariela dice una cosa y la policía hace otra: recogidas (redadas) y persecución”.
Viéndola acomodarse unos senos de trapo, su amiga Yoaris, que pasó a visitarla, coincide en que “todavía falta mucho por cambiar” pues muchos los “recriminan y desprecian”.
“Aún hay homofobia y debemos enfrentarlo. Cambiar de sexo es algo muy serio, no es una moda. Queremos realizarnos como persona, integrarnos a la sociedad”, opina Angelí.
Para la Iglesia católica, Cuba “tocó fondo”. “Somos hombres o somos mujeres. Cada uno debe aprender a vivir con la naturaleza que Dios le ha dado”, declaró a la AFP el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Dionisio García.
Malú cree que “Dios debería respetar” su orientación sexual: “No hago daño a nadie. Solo quiere estabilizarme con una pareja y vivir tranquila como la mujer linda que soy”.