"Mi padre, Reinaldo Escobar, fue acusado en 1986 de crear una organización clandestina estructurada en células secretas. Él y sus compañeros fueron acusados de atentar contra la seguridad del Estado cubano. Yo nací estando mi papá bajo esa ‘medida cautelar’ que lo obligaba a trabajar de manera forzada en la fábrica de cemento 26 de julio. Solo recuerdo de esos años un violento registro en mi hogar por la policía en 1992, donde mi madre (embarazada) sufrió una hemorragia cerebral y quedó deshabilitada de por vida".
Así narra Yadira Escobar los acontecimientos que precipitaron su huida a Estados Unidos. No fue hasta 1994 cuando aquella niña de seis años, sus padres y un hermano consiguieron abandonar la Isla al amparo de un programa de visas para expresos políticos gestionado por la administración del presidente William "Bill" Clinton.
Ateniéndonos a la lógica del exilio, Yadira Escobar debería ser hoy una convencida anticastrista. Con sus credenciales, podría incluso figurar dentro de la plana ejecutiva de la Fundación Nacional Cubanoamericana, el segundo lobby 'étnico' más poderoso de Washington. Solo un accidente del destino habría de impedirle hacerse con uno de los asientos congresionales controlados por la élite anticastrista del sur de Florida. Atractiva, profesional, carismática… Incluso judía; las virtudes de la joven parecieran pensadas exprofeso para convertirla en uno de los rostros de la oposición al régimen de La Habana.
A sus 32 años Yadira Escobar piensa, en efecto, llegar al Capitolio. Para conseguirlo se ha fijado como meta las elecciones parlamentarias de noviembre próximo, y como campo de batalla el vigesimoquinto distrito congresional de Florida. Uno de los 'únicos' obstáculos en su camino está precisamente en su programa de campaña: la eliminación de todas las políticas punitivas de Estados Unidos contra Cuba. También su contrincante, el republicano Mario Díaz-Balart, uno de los más furibundos opositores al sistema político fundado por el fallecido Fidel Castro, su tío político, por cierto.
Durante años, la protagonista de nuestra historia ha alimentado la polémica. Cada cierto tiempo la ciudad de Miami se estremece con sus alabanzas a los Castro, su defensa de la salud y la educación estatalizadas, y sus críticas a la disidencia de dentro y fuera de la Isla. Recientemente calificó al cabecilla José Daniel Ferrer como "hombre violento y voluntarioso que no se detiene ante nada guiado por sus bajas pasiones".
Sangría en la línea 'dura' del exilio cubano
Aunque resulta altamente improbable que Escobar llegue al Congreso –tanto los republicanos como los demócratas se han apresurado a criticarla–, su nominación refleja los cambios políticos que han venido produciéndose al interior de la comunidad cubanoamericana en Florida. La línea 'dura' ha sufrido, de hecho, una acentuada sangría en lo que va de siglo. Si bien George W. Bush logró hacerse con el 75% del voto de la comunidad en 2004, cuatro años después su sucesor en la papeleta del partido rojo (John McCain) debió conformarse con siete puntos porcentuales menos, y en 2012 los esfuerzos de Mitt Romney lograron convencer a poco más del 52% de los votantes de origen isleño.
En 2016 la fórmula Trump-Pence alcanzó a duras penas a repetir la cosecha de Romney solo después de que el magnate pactara con la élite del exilio una serie de sanciones progresivas contra La Habana, que incluía la puesta en vigor de medidas que hasta entonces habían sido consideradas 'tabú', como la Ley Helms-Burton.
El 18 de diciembre de 2014 este diario reseñó la euforia despertada en Cuba por la noticia de que se emprendería la "normalización" de relaciones con Estados Unidos. En los dos años siguientes fueron reabiertas las embajadas en ambas capitales, se reanudaron los vuelos comerciales y casi un millón de estadounidenses viajó a la Isla al amparo de las nuevas licencias dictadas por el presidente Barack Obama.
El momento cumbre de aquel proceso, que la prensa calificó como 'Deshielo', sería la visita del propio mandatario estadounidense a Cuba en marzo de 2016.
"Obama retomó el camino que antes había trazado James Carter en la política hacia la Isla, y lo llevó más lejos de lo que muchos imaginábamos", resaltó en diciembre del 2016 el historiador y diputado Elier Ramírez Cañedo, uno de los voceros oficiosos del actual gobierno cubano. Al marcharse de la Casa Blanca, Obama dejó tras de sí una directiva que, aunque "sería difícil la próxima administración pueda ignorarla, nada le obliga a darle cumplimiento".
Los hechos terminaron corroborando los pronósticos más pesimistas. En junio de 2017 Donald Trump viajó a La Pequeña Habana, el distrito central de la comunidad anticastrista de Miami, para firmar un memorando con las líneas de acción que seguiría en contra de la ‘dictadura castrocomunista’. El refuerzo del embargo, atacando con particular celo las fuentes de ingresos de la Isla; la ruptura de vínculos entre cubanos y estadounidenses, sobre todo en lo relativo a las remesas familiares y el turismo; y la promoción de "iniciativas ciudadanas" de signo opositor.
Una de esas "iniciativas ciudadanas" que más ha atraído a los medios es la del llamado Parón de Enero, que impulsa el youtuber miamense Alexander Otaola. Su propuesta es suspender los envíos de remesas a Cuba durante el primer mes de 2020. De cumplirse sus indicaciones, también se cancelarían las ‘recargas’ con las que miles de emigrados pagan regularmente las facturas de telefonía móvil y conexión a Internet de sus familiares en la Isla. Ambas fuentes de ingresos se cuentan entre las más importantes para las malogradas finanzas de La Habana.
Otaola dio muestra de su poder de convocatoria en septiembre pasado, cuando llamó a manifestarse en contra de la cantante cubana Haila María Mompié, quien tenía previsto ofrecer varios conciertos en el sur de Florida. cientos de personas terminaron cercando uno de los centros iba a actuar la intérprete, a la que acusaban de comunista, y forzaron la cancelación del contrato. A través de su canal en Youtube, Otaola celebró el desenlace y reclamó además la suspensión de todos los vínculos entre los artistas de ambas naciones, “hasta que la libertad regrese a nuestra patria”. En la misma cuerda, ha defendido la persecución de los barcos que trasladan combustible entre Venezuela y Cuba, la aplicación de multas contra compañías de terceros países por parte del Departamento del Tesoro, y la desobediencia civil.
"Mi padre, Reinaldo Escobar, fue acusado en 1986 de crear una organización clandestina estructurada en células secretas. Él y sus compañeros fueron acusados de atentar contra la seguridad del Estado cubano. Yo nací estando mi papá bajo esa ‘medida cautelar’ que lo obligaba a trabajar de manera forzada en la fábrica de cemento 26 de julio. Solo recuerdo de esos años un violento registro en mi hogar por la policía en 1992, donde mi madre (embarazada) sufrió una hemorragia cerebral y quedó deshabilitada de por vida".
Así narra Yadira Escobar los acontecimientos que precipitaron su huida a Estados Unidos. No fue hasta 1994 cuando aquella niña de seis años, sus padres y un hermano consiguieron abandonar la Isla al amparo de un programa de visas para expresos políticos gestionado por la administración del presidente William "Bill" Clinton.
Ateniéndonos a la lógica del exilio, Yadira Escobar debería ser hoy una convencida anticastrista. Con sus credenciales, podría incluso figurar dentro de la plana ejecutiva de la Fundación Nacional Cubanoamericana, el segundo lobby 'étnico' más poderoso de Washington. Solo un accidente del destino habría de impedirle hacerse con uno de los asientos congresionales controlados por la élite anticastrista del sur de Florida. Atractiva, profesional, carismática… Incluso judía; las virtudes de la joven parecieran pensadas exprofeso para convertirla en uno de los rostros de la oposición al régimen de La Habana.
A sus 32 años Yadira Escobar piensa, en efecto, llegar al Capitolio. Para conseguirlo se ha fijado como meta las elecciones parlamentarias de noviembre próximo, y como campo de batalla el vigesimoquinto distrito congresional de Florida. Uno de los 'únicos' obstáculos en su camino está precisamente en su programa de campaña: la eliminación de todas las políticas punitivas de Estados Unidos contra Cuba. También su contrincante, el republicano Mario Díaz-Balart, uno de los más furibundos opositores al sistema político fundado por el fallecido Fidel Castro, su tío político, por cierto.
Sangría en la línea 'dura' del exilio cubano
Aunque resulta altamente improbable que Escobar llegue al Congreso –tanto los republicanos como los demócratas se han apresurado a criticarla–, su nominación refleja los cambios políticos que han venido produciéndose al interior de la comunidad cubanoamericana en Florida. La línea 'dura' ha sufrido, de hecho, una acentuada sangría en lo que va de siglo. Si bien George W. Bush logró hacerse con el 75% del voto de la comunidad en 2004, cuatro años después su sucesor en la papeleta del partido rojo (John McCain) debió conformarse con siete puntos porcentuales menos, y en 2012 los esfuerzos de Mitt Romney lograron convencer a poco más del 52% de los votantes de origen isleño.
En 2016 la fórmula Trump-Pence alcanzó a duras penas a repetir la cosecha de Romney solo después de que el magnate pactara con la élite del exilio una serie de sanciones progresivas contra La Habana, que incluía la puesta en vigor de medidas que hasta entonces habían sido consideradas 'tabú', como la Ley Helms-Burton.
El 18 de diciembre de 2014 este diario reseñó la euforia despertada en Cuba por la noticia de que se emprendería la "normalización" de relaciones con Estados Unidos. En los dos años siguientes fueron reabiertas las embajadas en ambas capitales, se reanudaron los vuelos comerciales y casi un millón de estadounidenses viajó a la Isla al amparo de las nuevas licencias dictadas por el presidente Barack Obama.
El momento cumbre de aquel proceso, que la prensa calificó como 'Deshielo', sería la visita del propio mandatario estadounidense a Cuba en marzo de 2016.
"Obama retomó el camino que antes había trazado James Carter en la política hacia la Isla, y lo llevó más lejos de lo que muchos imaginábamos", resaltó en diciembre del 2016 el historiador y diputado Elier Ramírez Cañedo, uno de los voceros oficiosos del actual gobierno cubano. Al marcharse de la Casa Blanca, Obama dejó tras de sí una directiva que, aunque "sería difícil la próxima administración pueda ignorarla, nada le obliga a darle cumplimiento".
Los hechos terminaron corroborando los pronósticos más pesimistas. En junio de 2017 Donald Trump viajó a La Pequeña Habana, el distrito central de la comunidad anticastrista de Miami, para firmar un memorando con las líneas de acción que seguiría en contra de la ‘dictadura castrocomunista’. El refuerzo del embargo, atacando con particular celo las fuentes de ingresos de la Isla; la ruptura de vínculos entre cubanos y estadounidenses, sobre todo en lo relativo a las remesas familiares y el turismo; y la promoción de "iniciativas ciudadanas" de signo opositor.
Una de esas "iniciativas ciudadanas" que más ha atraído a los medios es la del llamado Parón de Enero, que impulsa el youtuber miamense Alexander Otaola. Su propuesta es suspender los envíos de remesas a Cuba durante el primer mes de 2020. De cumplirse sus indicaciones, también se cancelarían las ‘recargas’ con las que miles de emigrados pagan regularmente las facturas de telefonía móvil y conexión a Internet de sus familiares en la Isla. Ambas fuentes de ingresos se cuentan entre las más importantes para las malogradas finanzas de La Habana.
Otaola dio muestra de su poder de convocatoria en septiembre pasado, cuando llamó a manifestarse en contra de la cantante cubana Haila María Mompié, quien tenía previsto ofrecer varios conciertos en el sur de Florida. cientos de personas terminaron cercando uno de los centros iba a actuar la intérprete, a la que acusaban de comunista, y forzaron la cancelación del contrato. A través de su canal en Youtube, Otaola celebró el desenlace y reclamó además la suspensión de todos los vínculos entre los artistas de ambas naciones, “hasta que la libertad regrese a nuestra patria”. En la misma cuerda, ha defendido la persecución de los barcos que trasladan combustible entre Venezuela y Cuba, la aplicación de multas contra compañías de terceros países por parte del Departamento del Tesoro, y la desobediencia civil.
"Listos" para romper relaciones diplomáticas
En las cancillerías el distanciamiento ha escalado hasta el punto de que La Habana se ha declarado ya “lista” para una eventual ruptura de relaciones diplomáticas. Así lo reconoció este fin de semana Carlos Fernández de Cossío, el director general para Estados Unidos en el ministerio de Exteriores cubano. "El empeño de privar a Cuba del suministro de combustible es una medida bastante drástica" y se suma "al propósito de perseguir nuestra cooperación médica internacional en un extremo al que ningún gobierno estadounidense había llegado", declaró a AFP. Analistas han llamado la atención sobre el hecho de que en los últimos dos años todos los gobiernos de derecha que han ascendido al poder en América Latina han tenido, entre sus primeras decisiones, la de suspender las "misiones de colaboración profesional’" acordadas con La Habana.
A las puertas del año electoral, las autoridades cubanas dicen conservar pocas esperanzas; a lo sumo, la de que entre los candidatos demócratas todos parezcan inclinados, "al menos en sus manifestaciones públicas, a retomar el rumbo que inició Obama". La existencia de personalidades tan extremas como Yadira Escobar y Alexander Otaola indica, sin embargo, que muchas sorpresas pueden producirse en Miami.