La prensa independiente cubana ha vivido uno de sus años más intensos y más productivos en 2019. A pesar de la censura y del aumento de la represión contra los periodistas de parte de las autoridades, los medios privados van ganando espacios en un país donde la Constitución otorga al Estado el monopolio sobre este sector.
El arresto, procesamiento judicial y la condena a un año de cárcel de un colaborador de Cubanet, Roberto Quiñones, recluido en la Prisión Provincial de Guantánamo, ha sido el peor ataque recibido por los periodistas independiente en estos doce meses.
Este caso ha puesto en evidencia la ojeriza de la Plaza de la Revolución por la existencia de medios no controlados por el Partido Comunista, pero también se ha vuelto a repetir la estrategia de usar las condenas por delitos comunes como una vía para penalizar a la oposición, el activismo y el periodismo.
Otros han sufrido diferentes tácticas represivas, como la prohibición de salir del país. Este ha sido "el año de los regulados" que, sin haber cometido delito alguno, no pueden viajar como castigo por opinar, escribir o reportar. Según datos de organizaciones independientes, más de 200 cubanos han sufrido la violación de su derecho a salir libremente de la Isla y entre ellos hay varios periodistas, aunque la mayoría son activistas.
Es el caso del reportero y fundador de la revista Tremenda Nota, Maykel González Vivero, cuyo único "delito" ha sido contar la realidad, ofrecer un espacio a las voces de las minorías más perseguidas en Cuba. Integrante de una generación de jóvenes graduados en periodismo que ahora han decidido dar el salto de la prensa oficial a la independiente, González ha sufrido además presiones, amenazas y advertencias por parte de la Seguridad del Estado.
En nuestra redacción de 14ymedio también se vivieron momentos tensos este año. Luz Escobar ha sido regulada y no ha podido salir del país. Además, en las fechas que el Gobierno ha considerado señaladas, la reportera ni siquiera ha podido salir de su casa porque un agente de la policía política le ha advertido que sería detenida si ponía un pie fuera de su vivienda.
Durante los festejos por los 500 años de La Habana ese cerco policial alrededor de la prensa independiente se hizo más estricto y varios periodistas tuvieron que permanecer encerrados en sus casas o recibieron visitas de oficiales de la Seguridad del Estado para informarles de que no se les iba a permitir cubrir una noticia, acercarse a ciertos lugares de la ciudad ni participar en ninguna actividad pública.
En la marcha independiente, organizada el pasado 11 de mayo en defensa de los derechos de la comunidad LGBTI, varios reporteros fueron detenidos, entre ellos Iliana Hernández y Boris González. Otros ni siquiera pudieron llegar hasta el lugar porque la estrategia de la censura informativa ha seguido consistiendo en encerrar, borrar, callar al reportero para que no pueda contar la realidad, como si al no existir el cronista o el fotógrafo pudiera decirse que cierto hecho nunca ha existido.
Pero también hay motivo para el orgullo en el gremio. En octubre pasado, la periodista Mónica Baró Sánchez obtuvo el Premio Gabo 2019 en la categoría de Texto por el reportaje La sangre nunca fue amarilla, publicado en Periodismo de Barrio, y demostró con ese galardón que en la prensa privada se está haciendo un trabajo profesional, cada vez con mayores estándares y calidad.
El concurso Cubacron convocado por el Instituto de Prensa y Sociedad (Ipys), con sede en Perú, que premió a los mejores cronistas de la Isla y levantó una importante polémica al nominar incluso a reporteros oficiales, fue también uno de los buenos momentos de este año.
Los medios independientes del Estado han registrado un crecimiento y un reconocimiento cada vez más amplio dentro y fuera de la Isla. Herederos de aquellos primeros reporteros que en los años 80 y 90 eran continuamente arrestados, sus equipos de trabajo confiscados y su nombre mancillado en la prensa oficial, estos de hoy tienen nuevos obstáculos que sortear.
Ahora, gracias a las nuevas tecnologías estamos llegando más lejos. Las redes sociales, los dispositivos digitales y los podcasts han cambiado el rostro de la comunicación en Cuba. Pero lo fundamental es que contamos con lectores que quieren acceder a otro tipo de información, diferente a aquella que le ofrecen los periódicos estatales, esos que han confundido la prensa con propaganda y la crítica con la traición.
Cuba cuenta con una prensa independiente vigorosa y en el año 2020 todo apunta a que se hará sentir con más fuerza.