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General: LA HABANA, LA CIUDAD DE LAS COLUMNAS
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: ELCUBANOLIBRE  (Mensaje original) Enviado: 07/01/2020 16:33
CUBA
Pocos lugares en el mundo han inspirado tanto a los escritores como la ciudad de La Habana, hogar y escenario de autores y obras que la convierten en una de las capitales literarias más importantes del mundo.

La Habana, la Ciudad de las Columnas
      CLEMENTE CORONA
La Habana hipnotiza a todos, quienes la viven y quienes la conocen: ¿cómo no iba a fascinar, con más fuerza si cabe, a los escritores? La capital de Cuba -como París, Londres, o Nueva York- siempre ha subyugado a los autores, que han caído desde hace siglos presa de la fascinación habanera. Fascinación de la que nacen obras maestras de la literatura que transcurren en escenarios como el Malecón, El Vedado o las mansiones coloniales de La Habana Vieja; escenarios que son también, en muchas ocasiones, hogar de sus autores. Por eso la ciudad se convierte en un personaje más, protagonista e imprescindible, sin el que todo –la novela o el cuento, el poema o la vida- sería distinto. Cada paseo, cada plaza, cada habanero y cada recodo: la literatura impregna el ADN de La Habana y hace posible que la ciudad también se encuentre y sea posible en tramas e historias que se alimentan de su condición de mosaico cultural, de su historia azarosa, y del carácter de su gente.
 
Carpentier, Greene, Hemingway y Gutiérrez: Cuatro visiones de La Habana
Pocos lugares pueden presumir de tener un sobrenombre tan afortunado, tan efectivo, tan bello: La ciudad de las columnas fue el título que Alejo Carpentier dio a un ensayo sobre La Habana, sin sospechar que también con él bautizaría a la ciudad; como “la ciudad de las columnas” se quedó La Habana, desde entonces, en la memoria de todos. El precursor del “Realismo Mágico” y Premio Cervantes de 1978 quiso, de joven, ser arquitecto, y por eso amaba los edificios: se coló en casas y patios, preguntó y anotó: puso, en definitiva, su talento al servicio de su ciudad, “una ciudad que es emporio de columnas, selvas de columnas, columnata infinita, última urbe en tener columnas en tal demasía, columnas que, por lo demás, al haber salido de los patios originales, han ido trazando una historia de la decadencia de las columnas a través de las edades”. Hoy, en el museo de la Fundación Alejo Carpentier (Empedrado, 215, Habana Vieja; abierta de lunes a viernes, de 8:30 a 16:30 se puede visitar una muestra permanente con libros, documentos y objetos personales del autor de El siglo de las luces.
 
Para los críticos, Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene (la historia del vendedor inglés de aspiradoras que, atrapado vitalmente en La Habana, se convierte en espía e inventa sus informes) es una de esas novelas cuyo magisterio no admite discusión, y se ha convertido también en un lugar común cuando pensamos tanto en la ciudad como en el novelista. El autor de El tercer hombre visitó La Habana muchas veces, a mediados del siglo pasado, alojándose siempre (salvo cuando lo hacía como huésped de Fidel Castro) en el Hotel Nacional (Calle 0, esquina 21, Vedado) uno de los escenarios más literarios de la ciudad, anclado a los mafiosos estadounidenses en el imaginario colectivo de millones de amantes del cine y de la literatura. Greene estaba fascinado por el Barrio Chino de la ciudad: un Chinatown incomparable que, si bien ha perdido en estas décadas mucha de su población original, sigue siendo uno de los lugares tan imprescindibles como sorprendentes de una ciudad ya de por sí especial. El Barrio Chino se encuentra en el distrito de Centro Habana y lo forman las calles Zanja, Rayo, San Nicolás, y la más característica, Dragones: calles en las que abundan las “Sociedades Chinas”, las fondas –mezcla de restaurante y club social- que tanto frecuentaba el escritor inglés cuando se encontraba en la ciudad, de la que siempre estuvo profundamente enamorado: “Aquí la luz es maravillosa antes de que se ponga el sol: una larga franja de oro, y las aves marinas son manchas oscuras contra las olas plateadas”, decía de ese regalo para los sentidos que es contemplar el atardecer desde El Malecón.
 
Pero tal vez el escritor más asociado a La Habana sea Ernest Hemingway, que ya era un escritor y reportero consagrado y conocido en todo el mundo cuando cambió la Gran Vía del Madrid de la Guerra Civil por el Paseo de Prado habanero. El estadounidense visitó la ciudad por primera vez en 1932, aunque no fue hasta 1939 que se instaló definitivamente en ella: en el Hotel Ambos Mundos (Calle Obispo No. 153 esquina a Mercaderes, Habana Vieja), su residencia en la ciudad, la habitación en que se alojaba se conserva según la dejó el escritor, y es una atracción turística muy frecuentada. En 1940 se mudó a Finca Vigía -una preciosa residencia sobre una colina en el pueblecito de San Francisco de Paula, en las afueras de la ciudad-, que pronto se convirtió para él en un lugar mágico, al que siempre consideró su hogar y donde escribió sus mejores obras: Por quién doblan las campanas, El viejo y el mar… Hoy la finca, convertida en el Museo Hemingway, está abierta al público, y se ha conservado prácticamente igual a como la dejara el escritor en 1960. El mobiliario, los trofeos de caza, los miles de volúmenes atesorados en la biblioteca… Todo puede contemplarse desde el exterior –no se permite la entrada en la casa: la visita se hace mirando a través de los amplios ventanales de la residencia, algo que en absoluto impide apreciar los detalles- y deleitarnos, como hacía Hemingway, con la vista: “Del otro lado de la bahía, la antigua iglesia amarilla y el desparramo de las casas de Regla, casas rosadas, verdes y amarillas… y detrás de todo ello, las colinas grises próximas a Cojimar”.
 
Una ciudad es un ser vivo: y los escritores, sus mejores biógrafos. Ellos saben como nadie captar lo que siente cualquiera de nosotros ante La Habana, uno de los espacios más mágicos del mundo. Como dice Pedro Juan Gutiérrez, uno de los más destacados escritores cubanos de la actualidad: “La Habana siempre ha sido y es un cruce de caminos. Una ciudad mestiza, maravillosa, sensual, gozadora, sonriente, musical, bulliciosa. Si usted da una vuelta por Suecia o Alemania comprenderá por qué atrae tanto La Habana.” Gracias a los libros y sus autores, también lo comprenderemos… y la fijaremos más en nuestro recuerdo.
 


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