Cuba no promueve oficialmente la prostitución en general, y mucho menos la infantil, sin embargo, su enfoque al respecto es hipócrita y mal intencionado
El hecho de que extranjeros mantienen relaciones sexuales con niñas cubanas no es una noticia nueva. Durante años se vienen señalando denuncias en este sentido, y el gobierno cubano ha hecho poco -por no decir nada- para evitar que ello ocurra.
Hace unos meses una investigación realizada por los diarios Toronto Star y El Nuevo Herad brindó una amplia información al respecto, y obligó a modificar esa caracterización del turismo canadiense como una práctica familiar y común entre matrimonios de edad avanzada o jóvenes idealistas, que viajaban a Cuba impulsados por el atractivo de playa y sol. Un destino relativamente barato y donde se viajaba con el objetivo de conocer una nación singular y alejada de la sociedad de consumo en que se han criado estos visitantes internacionales: un país con dificultades, pero también con ciudadanos sonrientes y con buena música.
No es que todos los visitantes canadienses vayan detrás de relaciones sexuales baratas e impunes con menores, pero vale la pena enfatizar en esta realidad triste, que significa el tráfico sexual con niños.
Sin embargo, esta realidad no solo tiene que ver con los canadienses. Viene ocurriendo desde hace años.
Niñas en Cuba, prostitutas en Londres
Un negocio redondo según el vendedor. "Cubanitas" de 11, 12 y 13 años. Había donde escoger. Un vídeo de las niñas jugando y comiendo durante un cumpleaños. Simplemente verlo y señalar las preferidas. Además, la mercancía estaba garantizada. Los compradores podían "probarla" antes de la compra. Si no estaban satisfechos, escoger otra.
Solo que los "compradores" resultaron dos reporteros británicos, Graham Johnson y Nyra Mahmoo, y la información aparece en el Sunday Mirror.
La prostitución infantil y el tráfico de menores han aumentado notablemente en Gran Bretaña. En diciembre del año pasado, la rama británica de la organización End Child Prostitution, Pornography and Trafficking (Ecpat, UK) alertó que un número creciente de niños extranjeros son obligados a prostituirse. La situación llevó a un juez, Peter Singer, de la división familiar, a instar al gobierno de que introduzca leyes que detengan el comercio internacional de mujeres y niñas. Se estima que unas 1.400 entran al país anualmente y son obligadas a la prostitución.
Los reporteros del Sunday Mirror realizaron una investigación que los puso en contacto con Aktham Zuhair Salem Madanat, quien se encontraba en Gran Bretaña alegando ser un iraquí perseguido por Sadam Husein. Madanat era en realidad un jordano que confesó a los periodistas haber sido proxeneta en Miami, tener una casa en Cuba y residir durante diversos períodos en Inglaterra, a lo largo de nueve años. Agregó que nueve meses atrás se vio forzado a dejar Inglaterra y retornar a Cuba, pero que ahora estaba de vuelta en Londres para hacer "negocios". Tiene nueve visas cubanas estampadas en su pasaporte y había viajado 13 veces a la Isla.
Madanat había regresado a Inglaterra con su esposa cubana y cuatro hijos, y todos estaban alojados en el London Park Hotel, que albergaba unos 500 refugiados en busca de asilo. En el lugar operaban diversas bandas dedicadas a la prostitución.
Según el Sunday Mirror, Madanat alardeó que podía traer mujeres y niñas de Cuba. Siete en total. Cuatro con edades entre 16, 21 y 22; otra entre 26 y 27, y dos mucho más jóvenes: una de apenas 11 años.
Campesinas del pueblo de su esposa "a siete horas de La Habana", desesperadas por abandonar la Isla a causa de la pobreza. El vídeo fue tomado durante el cumpleaños de una de sus hijas, en su vivienda en Cuba. Había invitado a la fiesta a un grupo de jóvenes del pueblo y ahora usaba la cinta para promover la venta de las jóvenes como prostitutas.
"Le doy $200 a los padres y son suyas", dijo Madanat, según cita el Sunday Mirror. Los familiares tenían la esperanza de que las jóvenes se casaran, encontraran algún hombre rico o al menos pudieran mandarle algunos dólares.
Niñas en edad escolar, procedentes de Cuba, Nigeria y Albania son obligadas a prostituirse en Gran Bretaña. Las encierran, golpean y les suministran drogas. Les dicen que tienen que trabajar durante al menos dos años para comprar su "libertad": la devolución de los pasaportes y la posibilidad de permanecer en el país. Viajan con documentos falsos. Las de más edad vienen con visas de trabajo y hacen pasar a las menores como hijas o hermanas. "La embajada cubana en Londres necesita una carta de invitación de un negocio diciendo que trabajarán como bailarinas o en un restaurante", afirma Madanat.
No era la primera vez que Cuba aparecía en la prensa de Inglaterra vinculada al tema de la pornografía infantil.
En 1997 fue arrestado el astro británico Gary Glitter, cuando regresaba de unas vacaciones en la Isla. En el juicio, celebrado en noviembre de 1999, las autoridades inglesas mostraron su interés en conocer lo que hacía Glitter durante sus frecuentes viajes a la Isla, donde tiene una casa. En enero de 2000, luego de cumplir la mitad de una condena de cuatro meses por 54 cargos de posesión de pornografía infantil, Glitter, que en la actualidad reside en España, manifestó que podría trasladarse a vivir en Cuba, con lo que La Habana no sólo se mostró complacida sino que lo invitó a hacerlo.
En su informe de 2000-2001, la Ecpat señala los reportes de la existencia de prostitución infantil y tráfico de menores en Cuba, y añade que en el país no se han tomado medidas al respecto.
En vez de enfrentar el problema, el gobierno cubano se limita a negarlo o a limitar su alcance. Por ejemplo, en la Consulta sobre Violencia Sexual en la Región de Latinoamérica, celebrada en febrero de 2001 en San José Costa, el régimen de La Habana emitió una declaración, a través de su consulado, reclamando que las alegaciones de que Cuba era una de los países latinoamericanos más afectados por el comercio de explotación sexual de los niños eran "completamente falsas". Aunque existen leyes severas al respecto, no hay la voluntad de erradicar las condiciones que propician esta forma de abuso infantil, así como tampoco para poner fin a la prostitución. Hasta el momento, las redadas llevadas a cabo esporádicamente han tenido una efectividad muy limitada.
Ahora la ministra de Justicia de Cuba acaba de declarar que la prostitución no es un problema social en la Isla, y que los casos de prostitución infantil son "mínimos".
"Cuba tiene… los mecanismos jurídicos que garantizan un enfrentamiento con severidad a estos hechos", dijo el martes la ministra de Justicia María Esther Reus a un grupo de periodistas en La Habana, según reportaron diversas agencias noticiosas.
Sin embargo, una vez más la reacción de La Habana es negar culpas y mirar para otro lado. En Cuba el gobierno lleva décadas practicando una política de permitir en ocasiones y reprimir en otras. La prostitución en general -y en especial la que tiene que ver con menores- nunca ha sido ajena a estos vaivenes.
Cuba no promueve oficialmente la prostitución, tampoco niega la existencia de prostitutas en la Isla. Sin embargo, su enfoque al respecto es hipócrita y mal intencionado.
Con la llegada al poder, Fidel Castro convirtió en bandera que su revolución significaba el fin de lo que llamó el "burdel del Caribe". Pero en un giro sin absolución histórica, el país se ha transformado en un centro de corrupción y vicio desconocido con anterioridad, donde la explotación sexual infantil es su aspecto más aterrador.
La prostitución infantil en Cuba
El canadiense de unos 50 años entra a un bar, su brazo izquierdo firmemente anclado a la cintura de una joven prostituta mientras suelta una sonrisa pícara. El barman, con un guiño, lo recibe como a un viejo amigo.
“Es difícil no sentirse inspirado por esto”, dice Michael, contemplando a su compañera de esa noche. “Y aquello”, añade, señalando con los ojos a otras muchachas en el bar. “Esta es la tierra prometida”.
Michael, un jubilado de Vancouver Island, pasa hasta seis meses al año en La Habana, donde afirma haber descubierto acceso fácil a mujeres jóvenes dispuestas a ignorar la diferencia de edades, a cambio de tan poco dinero como $30 por noche.
Muchos turistas extranjeros, en especial canadienses y españoles, están viajando a Cuba en busca de sexo, y no sólo con prostitutas adultas. Ellos buscan también a menores de edad de ambos sexos, según una investigación conjunta del Toronto Star y El Nuevo Herald.
Las jóvenes prostitutas tan visibles en La Habana son la cara pública de un oculto mercado de sexo que incluye a menores, algunos incluso de cuatro años de edad y explotados por sus propias familias, concluyó la investigación.
Cuba tiene una atracción única para los turistas sexuales de Occidente. La isla está más cerca y es más barata que otros destinos del turismo sexual tales como Tailandia. Y la tasa de VIH es más baja que en otros destinos en el Caribe, como República Dominicana o Haití.
Aunque las dimensiones del mercado de sexo con menores de edad de la isla es un misterio — el gobierno comunista no habla públicamente del tema, y fomenta una imagen de ser un país libre de los problemas sociales que afectan a otras naciones — está claro que es algo que está sucediendo.
*Un informe confidencial de la Real Policía Montada Canadiense (RPMC) en el 2011 señaló que Cuba era uno de los principales destinos en el continente para los depredadores sexuales canadienses, junto con la República Dominicana, Haití, Brasil y México. Más de un millón de turistas canadienses visitaron la isla el año pasado.
*El gobierno cubano “no hizo ningún esfuerzo conocido para reducir la demanda por la prostitución”, dijo el Departamento de Estado de Estados Unidos en su reporte del 2012 sobre el Tráfico de Personas (TIP) alrededor del mundo.
*La versión del 2003 señaló que algunos directivos de empresas cubanas tales como restaurantes y hoteles “se hacen los de la vista gorda con respecto a esta explotación (de menores) porque esa actividad los ayuda a ganar divisas”.
*Un despacho de diplomáticos estadounidenses en La Habana en el 2009 señaló que “se informa que algunos niños cubanos son empujados a la prostitución por sus familias, cambiando sexo por dinero, comida o regalos”, pero no dio cifras.
Proxenetas, taxistas y empleados en puntos turísticos pueden fácilmente concertar citas discretas con menores de edad, según el reporte de la RPMC.
“Eso está prohibido aquí en el hotel”, dijo el mes pasado un guardia de seguridad de un hotel habanero a un periodista que se hizo pasar por un turista en busca de menores de edad para tener relaciones sexuales.
Pero, añadió para ayudar, los extranjeros las pueden llevar a casas particulares que alquilan habitaciones por $10 la noche y donde se puede “hacer lo que usted quiera. Orgías, cualquier cosa.”
La explotación de menores prospera donde existe pobreza, y en eso Cuba no es diferente de otros países que atraen a turistas sexuales.
Iván García, de 43 años, bloguero y periodista de La Habana que ha escrito varios artículos sobre la prostitución, dijo que las menores de edad son por lo general personas pobres, desamparadas y desesperadas.
“Para estas personas, ‘futuro’ es una mala palabra”, dijo.
Hoy en día, la prostitución podría muy bien ser el empleo más rentable en una isla donde el sueldo mensual promedio es oficialmente de menos de $20 y donde una botella de aceite para cocinar cuesta $3.
Pero García agregó que la pobreza no es el único factor en la prostitución en su país, ya que muchas cubanas sueñan con conocer a un extranjero que las saque de su aplastante aislamiento.
“Ellas ven a esta muchacha que se casó con un italiano y ahora se viste bien, le arregla la casa a la madre. Es la ilusión de que puedes progresar si te prostituyes… la ilusión de salir del país, la ilusión de una visa”, dijo.
García dijo que él conocía a dos niñas de 12 años que se prostituyen en la calle y que ha oído hablar de niñas de 11 años. La abogada habanera Laritza Diversent dijo que hace unos años ella conoció a una niña de 9 años que era “manoseada lascivamente” por hombres a cambio de dinero.
El informe TIP del Departamento de Estado de Estados Unidos ha clasificado a Cuba como un país de “Nivel 3” — su peor categoría — en lo que se refiere a combatir el tráfico sexual cada año desde el 2003.
Las leyes cubanas “no parecen penalizar la prostitución de menores entre las edades de 16 y 18 años”, y la prostitución para los que tienen 18 o más es legal aunque se prohíbe el proxenetismo, señaló el informe del 2012.
La edad de consentimiento sexual en la isla es de 16 años pero las muchachas se pueden casar a los 14 con el permiso de sus padres, según Diversent. Los extranjeros sorprendidos con prostitutas de más de 16 años generalmente no son arrestados, pero las menores pueden ser enviadas a centros de detención juvenil, aunque los policías pueden aceptar sobornos para hacerse de la vista gorda.
Muchos países occidentales, incluyendo a Estados Unidos, así como varios acuerdos internacionales, prohíben el turismo sexual con menores de 18 años.
Las leyes cubanas son severas en casos de explotación sexual de niñas o niños de 14 años o menos, si el gobierno decide llevarlos a los tribunales. Las condenas llegan hasta 30 años de cárcel, y hasta muerte por fusilamiento si existen factores agravantes tales como el uso de violencia o drogas.
Tres hombres italianos fueron sentenciados a hasta 25 años de cárcel por asesinato y corrupción de menores tras la muerte en el 2010 de una niña de 12 años durante una fiesta sexual en la ciudad oriental de Bayamo. Documentos judiciales indican que la niña era asmática y murió accidentalmente, según Diversent.
Un informe sobre turismo sexual a Cuba escrito en el 2003 por el grupo global de vigilancia Fin a la Prostitución y el Tráfico de Niños (End Child Prostitution and Trafficking) mencionó que un canadiense fue sentenciado a 25 años de cárcel por abusar de una muchacha de 15 años, y otro a 11 años por abusar de una niña de 13.
“Fuentes están de acuerdo en que las autoridades cubanas son muy severas con casos de solicitación o de tener sexo con niños menores de 14 años”, señaló un cable diplomático estadounidense del 2009, hecho público por el website Wikileaks. El cable agregó que La Habana también coopera con Interpol para negarles la entrada a la isla a pederastas conocidos.
“La policía y otros funcionarios parecen tratar los crímenes sexuales, en particular aquellos en que las víctimas son niños, de un modo serio y profesional”, señaló el informe de RPMC del 2011, obtenido por el Toronto Star.
Pero el monpolio noticioso del gobierno casi no ha mencionado la prostitución de menores de edad. Diplomáticos cubanos en Washington no respondieron a repetidas solicitudes de comentario para esta historia.
“Ellos miran esto como algo de pureza revolucionaria”, dijo el periodista Iván García.
El ex gobernante cubano Fidel Castro se jactó de haber eliminado la prostitución después de que asumió el poder en 1959, e insistió en que su país ya no era un prostíbulo de Estados Unidos. Pero el mercado sexual floreció de nuevo luego de que la Unión Soviética eliminó sus enormes subsidios a la isla y la sumió en una crisis económica a inicios de la década de 1990.
La respuesta de Cuba fue abrir las puertas de par en par al turismo en masa. Y las agencias de viajes no se andaban con ambages para describir las atracciones de la isla: playas de arenas blancas, precios baratos, clima cálido y mujeres de piel morena.
La aerolínea Iberia, en uno de sus anuncios de viajes a Cuba en el 2007, mostraba dos mujeres negras en bikini con un bebé de raza blanca que cantaba: “Mulatas... llévenme a la cuna…” Las quejas de grupos españoles obligaron a Iberia a cancelar el anuncio.
Pero el gobierno cubano nunca se quejó públicamente sobre el anuncio, y el mismo Castro pareció aceptar el turismo sexual en un discurso de 1992, diciendo, “son jineteras sumamente educadas y muy saludables, puesto que somos el país con el número más bajo de casos de sida”.
Un despacho sobre prostitución infantil en Cuba enviado por diplomáticos estadounidenses en La Habana en el 2009 y publicado por Wikileaks listó una serie de “Recomendaciones para Cuba”.
“Admitir que el tráfico de sexo infantil… es un problema; brindar mayores protecciones legales y asistencia a las víctimas; desarrollar procedimientos para identificar a posibles víctimas del tráfico sexual entre los sectores vulnerables de la población; aumentar el entrenamiento en contra del tráfico sexual para la policía; y tomar medidas más fuertes para prevenir el tráfico de niños en la prostitución”.
Claramente, esos consejos han dado con oídos sordos, y Raúl Castro, quien sucedió a su hermano Fidel en el 2008, sigue sin decir nada oficialmente sobre los depredadores sexuales mezclados entre los mas de 2 millones de turistas que visitan la isla cada año.
La chocante muerte de la niña de 12 años en Bayamo, por ejemplo, no tuvo cobertura alguna en los medios de prensa nacionales y sólo breves reportes en los medios provinciales anunciando las condenas impuestas a los tres italianos y a diez cubanos.
Cuba, además, encarceló al periodista español Sebastián Martínez Ferraté por 18 meses cuando regresó a La Habana después del estreno en el 2008 de su documental para la televisión “Cuba: Prostitución infantil”.
El documental reportó que él encontró fácilmente a 15 prostitutas de menos de 16 años en La Habana. Mostró a cuatro de ellas, suministradas por un chulo de 16 años, hablando francamente sobre su trabajo sexual y nadando sin ajustadores en una piscina.
Martínez dijo que había sido convicto de incitar a la prostitución infantil debido al “contraste entre lo que dice Fidel, que en Cuba no hay verdadera prostitución, y la realidad, porque todo el mundo sabe que Cuba es un burdel”.
La detective Kim Gross, quien dirige la unidad de crímenes sexuales de la policía de Toronto, ha estado investigando el caso de James McTurk, de 78 años, convicto dos veces de explotar a niñas cubanas.
A partir de fotos se estima que una de sus víctimas tenía cuatro años de edad.
Gross dice que la policía de Toronto quiere ayudar a las víctimas de McTurk. En Canadá, las autoridades pueden asegurar que la explotación de un menor deje de ocurrir y que las víctimas reciben consejería y otros servicios sociales, señala.
Pero el sistema político de Cuba hace casi imposible cooperar con la policía u otras autoridades sin causar temores de posibles represalias contra las familias o incluso las mismas víctimas, añadió.
“Yo no puedo ayudarlas cuando estoy aquí”, dijo Gross. “Tenemos que encontrar a un grupo sin ánimo de lucro que haga labor allí y que esté familiarizado con esos problemas para llevarles la ayuda que necesitan. No estoy convencida de que la recibirán a través de la policía”.
Cuba no permite en la isla organizaciones no gubernamentales que lidien con la prostitución de menores, pero los despachos de diplomáticos estadounidenses mencionan varios ministerios y organizaciones que, al menos sobre el papel, deberían ocuparse del asunto.
El Ministerio del Interior, el cual incluye la policía y los guardafronteras, dirige los casos criminales, mientras que el Partido Comunista, la Federación de Mujeres Cubanas, la Unión de Jóvenes Comunistas y los Comités de Defensa de la Revolución pueden proveer varios tipos de apoyo.
El Ministerio de Salud Pública dirige al menos tres centros de tratamiento del abuso sexual “que supuestamente brindan cuidados y consejería altamente especializados a las víctimas de abuso sexual infantil... algunas de las cuales podrían ser víctimas del trafico sexual”, según uno de los cables diplomáticos.
Por el Malecón de La Habana, una linda muchacha que dijo llamarse Chachi y tener 22 años de edad, pero que parece mucho más joven, dice “¡Hola!” y hace señas a dos hombres extranjeros que andan caminando una noche.
Nacida y criada en una provincia vecina, ella estudió dos años en la universidad para hacerse veterinaria. Hace cuatro años, quedó embarazada. Y ahora alquila un apartamento en La Habana mensualmente.
“Yo cocino, lavo los platos, limpio la casa, yo hago todo lo que ustedes quieran”, dice a los extranjeros. Lo mismo que Michael el canadiense y otras personas entrevistadas para esta historia, Chachi no dio su apellido.
Después de una hora y de compartir una cerveza, ella se abre con relación a por qué trabaja en la calle.
“Él es bello”, dice de su hijo de tres años, con lágrimas en los ojos. “Yo hago esto por él. Yo hago dinero con los turistas para podérselo mandar a él y a mi mamá”.