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General: Algo huele a podrido en el mercado de animales donde surgió el coronavirus
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 04/04/2020 14:50
WUHAN
¿Qué oculta China? ¿Cuántas personas murieron allí?
La Policía echa a los periodistas que se acercan hasta la lonja de Huanan, de donde salan tufaradas tres meses después de su cierre pese a su desinfección.  La pandemia originada en China infesta ya a más de un millón de personas en el mundo y en tres meses ha acabado con la vida de una cifra superior a 57.000 

Algo huele a podrido en el mercado de animales donde surgió el coronavirus
PABLO M. DÍEZ, ENVIADO ESPECIAL A WUHAN
Ni el desinfectante ni los tres meses que han pasado desde su cierre han acabado con las tufaradas que salen del mercado de animales de Huanan. En esta enorme lonja de dos plantas, dividida en dos naves separadas por la calle Xinhua (Nueva China), se sospecha que se originó el coronavirus en la ciudad de Wuhan, donde pudo haber mutado procedente de los murciélagos en otra especie para transmitirse al ser humano. Aunque el olor a podrido es nauseabundo, se agradece en estos días extraños que nos ha tocado vivir, ya que la pérdida de olfato es uno de los síntomas de la temida enfermedad Covid-19 provocada por el coronavirus. Por mucho que nos moleste el hedor, que se cuela tras la máscara, es señal de que no nos hemos contagiado… todavía.
 
Cerrado desde el 1 de enero, después de que varias decenas de sus comerciantes y empleados se infectaran, el mercado permanece vallado con paneles azules rodeados por una cinta policial. Asomando el móvil por encima, se ven sus puestos abandonados entre restos de basura, algunos de los cuales han sido tapados con una lona negra y, extrañamente, con carteles de la propaganda del Partido Comunista. Además del mal olor, seguramente por el agua estancada de las cañerías porque los animales fueron sacrificados, de su interior se escapan voces y el ruido de chorros de agua. Como se aprecia en los operarios protegidos con monos blancos que pasan de una nave a otra, siguen las tareas de desinfección y recogida de muestras en busca del supuesto origen del coronavirus, que ya ha contagiado por todo el mundo a más de un millón de personas y matado a unas 53.000.
 
Pero eso es todo lo que podemos averiguar porque enseguida aparecen cuatro policías, capaces de detectar a un «laowai» (extranjero) incluso aunque este vaya cubierto con mascarilla, gafas de esquiador, gorro y bufanda. Sin dar más explicaciones que este es un «lugar especial y peligroso», obligan a borrar las últimas fotos, pero no se dan cuenta de las que habían sido tomadas antes. Tras la eliminación de las imágenes, un policía nos sigue hasta que nos marchamos de allí.
 
Aunque poco disimulada, su táctica intimidatoria funciona. Alrededor del mercado de Huanan, donde hay un hospital y un hotel de cuarentena para los pacientes dados de alta, nadie quiere hablar con un extranjero. Para Wuhan y el resto de China, el origen del coronavirus se ha convertido en una cuestión de Estado por la catástrofe que ha desatado en todo el planeta. Además del coste en vidas humanas, la ruina económica que traerá por la paralización del planeta con los confinamientos amenaza con dañar el auge internacional del régimen de Pekín y despertar una ola xenófoba contra los chinos.
 
Por ese motivo, tanto las autoridades sanitarias como diplomáticas ya están intentando cambiar la narrativa de la epidemia. Sin pruebas, insinúan que el coronavirus pudo haber surgido en otro país o dan pábulo a una teoría de la conspiración que culpa de su origen a un laboratorio militar de Estados Unidos. Aunque 49 de los 99 primeros casos del coronavirus estaban vinculados al mercado de Huanan, algunos expertos creen que son demasiados los que no tienen ninguna relación. Además, una exclusiva del periódico «South China Morning Post» aseguraba, citando haber visto documentos secretos oficiales, que los primeros enfermos de esta nueva neumonía fueron diagnosticados el 17 de noviembre fuera de dicho mercado. A tenor de algunos estudios, el coronavirus habría sido introducido en el mercado desde otro lugar, pero no se sabe si a través de animales infectados o personas ya contagiadas.
 
Hasta que se descubra la verdad, la comunidad científica internacional da por buenas las primeras explicaciones de la Comisión Nacional de Salud de China, que señaló a Huanan como el origen del coronavirus. Como allí se vendían y cocinaban todo tipo de animales salvajes, como serpientes, cocodrilos, civetas, puercoespines, ratas de bambú, crías de lobo, perros, avestruces o pavos reales, se sospecha que en alguno de ellos mutó un coronavirus procedente de los murciélagos. Pero todavía no está claro si esta especie se incluía en el largo y variado menú del mercado, que prácticamente era un zoológico con los animales hacinados en jaulas diminutas y hediondas. A pesar de esas pésimas condiciones higiénicas y de los rastreos, los limpiadores encontraron el mes pasado a una familia de cuatro miembros que llevaba 43 días escondida en el mercado. Sorprendentemente, habían pasado todo ese tiempo sin protegerse ni con una simple mascarilla, por lo que fueron puestos en cuarentena.
 
Mientras se aclara el misterio sobre el mercado de Huanan, la Policía ahuyenta a los curiosos y Wuhan sigue luchando por recuperar su normalidad y limpiar su estigma como origen del coronavirus. «La situación es muy buena ahora porque no hay nuevos contagios desde hace cinco días, todos llevamos máscaras y los controles son muy estrictos para cumplir el confinamiento», explica Vincent Sun, quien regenta una tienda de zapatos franceses. A su juicio, «el Gobierno chino ha solucionado la crisis muy bien, pero ahora es un problema global y a Wuhan vienen muchos extranjeros, por lo que el problema durará todavía un año pese al cierre de fronteras».
 
En honor de los 3.300 fallecidos por el coronavirus en China, hoy sábado se guardan tres minutos de silencio con motivo del festival de Qingming, el Día de los Difuntos en este país. Pero las familias no pueden ir a los cementerios a cumplir la tradición de «barrer las tumbas» para que no haya rebrotes. En medio de las crecientes dudas sobre las cifras oficiales de China, que muchos creen mayores, el Gobierno ha declarado mártires a 14 sanitarios, policías y trabajadores sociales que dieron su vida en la epidemia. Entre ellos Li Wenliang, el oftalmólogo que alertó de la enfermedad y fue reprendido por la Policía. Tras el coronavirus, algo sigue oliendo a podrido en Wuhan, y no es solo el mercado de Huanan.
 
¿Qué oculta China? ¿Cuántas personas murieron allí?
La pandemia originada en China infesta ya a más de un millón de personas en el mundo y en tres meses ha acabado con la vida de una cifra superior a 57.000 habitantes del planeta. Al parecer, el gigante asiático se recupera, pero los datos que muestra al mundo, más que satisfacción, generan dudas sobre cuántas personas realmente murieron allí.
 
El pasado 31 de diciembre, cuando Occidente se preparaba para recibir el Año Nuevo, China reportó a la Organización Mundial de la Salud (OMS), y ésta al mundo, que había detectado los primeros casos de una extraña neumonía en la ciudad de Wuhan, ubicada en la provincia central de Hubei.
 
Según aquel primer reporte, las autoridades sanitarias chinas sostenían que los primeros contagios ocurrieron entre el 12 y el 29 de diciembre.
 
Cuando Occidente vivía la resaca por las fiestas de Año Nuevo, el 1ro. de enero, las autoridades chinas cerraron el mercado mayorista de mariscos de Huanan, en Wuhan, supuestamente al descubrir que el origen del virus podrían ser los animales salvajes que allí se vendían. En este mercado, además de mariscos, se podían adquirir animales vivos, perros, gatos, pangolines, murciélagos y serpientes que se sacrifican y despellejan frente al cliente en condiciones higiénicas muy cuestionables. Precisamente, entonces, algunos expertos occidentales pensaron que el murciélago o el pangolín podían ser el origen del virus.
 
La primera víctima mortal, según la Comisión de Salud Municipal de Wuhan, fue un hombre de 61 años, que estuvo expuesto al virus en el mercado de marisco de Huanan y sufrió una insuficiencia respiratoria. La muerte tuvo lugar el 9 de enero, dos días después de que las autoridades chinas confirmaran la identificación del virus. Se trataba de un nuevo coronavirus que entonces la OMS denominó 2019-nCoV.
 
No había tiempo que perder, el 23 de enero China anunció que construiría en diez días un hospital con 1.000 camas para tratar y aislar a los enfermos con coronavirus de Wuhan. “Un virus que ha matado a 26 personas y ha provocado el aislamiento de ciudades enteras durante el Año Nuevo Lunar, la festividad más importante del país”, así reportaba entonces un periódico local.
 
Pero no solo se pusieron en cuarentena estas ciudades. Prácticamente China entera se cerró a cal y canto, un país con más de 1.500 millones de habitantes.
 
El 22 de enero se había suspendido “el sistema de transporte en Wuhan y 12 ciudades vecinas en la provincia de Hubei como medida para contener el virus que ha contagiado a 3.000 personas”, sostuvo la BBC. Había comenzado así la cuarentena de cerca de 40 millones de personas, a quienes se les impedía abandonar la ciudad, circular en trenes, autobuses, metros o barcos ferry “hasta nuevo aviso”.
 
Así justificaba el periódico South China Morning Post, el 24 de enero, la construcción del hospital: “Se han reportado 892 casos confirmados con la infección y 26 fallecidos. Igualmente se han registrado infectados en países como EEUU, Japón, Corea del sur, Vietnam y Tailandia”.
 
En esta misma fecha, el Gobierno de Shanghai, importante provincia ubicada 500 millas al este del epicentro, ordenó también el cierre de los estadios deportivos y la cancelación de eventos religiosos, según Los Ángeles Times.
 
La Casa Blanca no quiso quedarse de manos cruzadas y el 31 de enero anunció que negaría la entrada a todos los extranjeros que hubieran viajado a China en los 14 días anteriores a su llegada a EEUU, como esfuerzo para detener la propagación del coronavirus. Sin embargo, tres días después, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China acusó al gobierno de EEUU de “reaccionar inapropiadamente al brote del COVID-19 y difundir miedo al imponer restricciones de viaje”. Así se le comenzó a ver el plumero a las autoridades Chinas.
 
Todos los datos arriba mencionados son, a mi modo de ver, el antecedente necesario para entender lo que está sucediendo dentro de China, la virulencia con la que la epidemia se ha propagado y las medias extremas tomadas para contenerla.
 
La letra pequeña de los números oficiales
Según los reportes oficiales del Partido Comunista Chino, único grupo político oficialista, hasta el día 3 de abril en el gigante asiático se han registrado 82.509 casos confirmados de contagio por coronavirus y 3.326 fallecimientos.
 
Solo en la provincia de Hubei, donde se originó el virus, se contabilizaron 67.802 casos y 3.203 muertes. Lo que significa que en China, fuera del epicentro de la pandemia, habían muerto 123 personas por COVID-19. Las mismas muertes que lleva Florida, hasta el 2 de abril, con 23 millones de habitantes, por solo poner un ejemplo.
 
Si observamos con detenimiento el mapa del epicentro de la pandemia, la primera ciudad que reportó casos de contagio por COVID-19 al norte de Hubei es Henan, ubicada a 305 millas. Lo curioso es que se trata de una provincia con 97 millones de personas (la más poblada de China) y ha reportado 1.276 personas infectadas y 22 muertos, los mismos que lleva el condado de Mami-Dade, habitado por 2.3 millones de personas que viven en grande espacios, donde no hay transporte público ni se consumen animales salvajes.
 
A unas 310 millas al sur del epicentro, encontramos Hunan, una ciudad con 2 millones de habitantes que ha informado de 1.019 contagios y 4 fallecidos.
 
Al este de Hubei, también a 308 millas, se encuentra Anhui. Allí viven 60 millones de personas. Sin embargo sus autoridades han confirmado 990 casos y 6 fallecidos.
 
Por el oeste los informes no varían, a 300 millas se ubica una de las 13 megaciudades emergentes de China, Chongqing. Allí se levantan altos y modernos edificios, donde viven 30 millones de habitantes y se han contabilizado 579 casos y 6 fallecidos hasta la fecha.
 
Los números son sorprendentes, incluso los que ha publicado Beijín, la capital de China, donde habitan más de 21 millones de personas y se han reportado 584 casos y 8 muertes. Los mismos casos que el condado de Orange, donde viven 1.3 millones de habitantes y se encuentra a 8.223 millas del epicentro de la pandemia.
 
Tampoco deja de sorprender que en Shanghai, con 24 millones de habitantes y siendo el núcleo financiero de China, los informes indiquen solamente 526 infectados y 6 muertos, la mitad de los contagiados reportados en una isla en el caribe, la República Dominicana, donde 60 personas ya han perdido la vida debido a la pandemia.
 
Otros números
La publicación International Business Time recientemente llamó la atención sobre un hecho que ocurrió en China. Supuestamente 21 millones de líneas de teléfonos celulares han sido canceladas desde el brote del coronavirus. La citada publicación explicó también que unas 840.000 líneas de telefonía fija habían sido cerradas. Claramente, estos números no significan nada por sí solos. Lo que llama la atención es que, cuando se produce una cuarentena en muchas ciudades, todos nos enganchamos como nunca antes a nuestros teléfonos, y sin embargo en China se cancelan 21 millones de líneas.
 
Tang Jingyang le comentó a la publicación The Epoch Time el pasado 21 de marzo que China es uno de los países más digitalizados del mundo. “Una persona no puede sobrevivir sin un teléfono celular” explicó el comentarista que colabora con medios de EEUU. “Los celulares en China son la herramienta para hacer todas las gestiones con el gobierno, cobrar la pensión, los beneficios de la seguridad social, comprar los bonos de transporte público y hacer compras en general”.
 
Incluso, el pasado primero de diciembre de 2019, las autoridades chinas ordenaron a todos los usuarios de teléfonos móviles hacerse un escaneo facial para confirmar la identidad registrada en cada teléfono. Los ciudadanos chinos tienen sincronizadas las cuentas bancarias, el número de seguridad social y todas las aplicaciones que adquieren con la tarjeta SIM del celular.
 
Por otra parte, es obligatorio instalar la aplicación de la historia clínica de la persona. Esa aplicación, además de los datos de salud de cada ciudadano, genera un código QR que se torna en tres colores para clasificar su estado de salud. Si el código se pone rojo, significa que el dueño del teléfono es portador de una enfermedad contagiosa, si es amarillo dice que está enfermo, y si es verde que la persona está sana.
 
Fue el propio Miao Wei, ministro de Industria y Tecnología de la Información de China, quien reveló la cantidad de usuarios en cada provincia en febrero. “Cuando comparas los datos expuestos por Wei con los ofrecidos el pasado diciembre, se comprueba la enorme caída, sostuvo The Epoch Time. En febrero había 1.579.927.000 usuarios de celulares y en el anterior reporte eran 1.600.957.000 usuarios. Lo mismo sucedió con las líneas fijas que bajaron de 190.830.000 a 189.990.000 de conexiones.
 
China Telecom, una de las empresas telefónicas chinas, reportó que había perdido 5,6 millones de usuarios en febrero y otros 430.000 en enero. Por su parte, China Unicom también anunció una bajada de 1.186.000 usuarios en enero.
 
Las causas de las bajas y cancelaciones de líneas pueden ser diversas, no son determinantes para saber la cantidad de personas que puedan haber fallecido en estos dos meses por la epidemia, pero si solo el 10% de estas bajas fueron causadas por la muerte de sus usuarios, ¿de cuántas personas estamos hablando?
 
El pasado 23 de marzo, las autoridades de Wuhan autorizaron a los familiares a recoger las cenizas de sus seres queridos fallecidos durante la pandemia (unas 3.000 personas según las cifras oficiales). NTD televisión mostraba entonces imágenes de las urnas apiladas en una de las ocho casas funerarias de la ciudad. En ellas se pueden ver siete pilas, cada una con 500 urnas, es decir, 3.500 urnas en una sola funeraria. Es cuestión de sumar.
 
Por otra parte, se muestran videos de familiares que han hecho largas colas y han tenido que esperar unas cinco horas para recibir las urnas. Según la publicación se repartirán durante 15 días, hasta el 4 de abril.
 
La cifra de fallecidos es uno de los datos que tienen en cuenta las autoridades sanitarias a la hora de crear estrategias útiles para enfrentar la pandemia. Su conocimiento es fundamental para curar, no por simple curiosidad. Por ello, alrededor del mundo, muchos se preguntan: ¿cuántas personas murieron en China?
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 04/04/2020 15:04
 
 



 
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