Yo me encontraba trabajando en las Microbrigadas de Alamar en esa fecha, me enteré de lo ocurrido en las embajadas, porque todos los días en la noche escuchaba la Voz de los Estados Unidos. Era la única forma de enterarnos de lo que pasaba en nuestro país y el mundo, la prensa Castrista, la escrita y hablada, siempre se dedicó a ocultar la verdad y en la mayoría de los casos, la manipulaba.
Esa pesadilla tuvo sus orígenes, cuando un grupo de cubanos trataron de penetrar en la Embajada del Perú a tiro limpio y a bordo de un autobús, donde uno de los escoltas de la misión perdió la vida. Ante la negativa de entregar a esas personas solicitadas por el régimen cubano, Fidel ordenó retirarle la custodia a la mencionada sede diplomática. De nada sirvieron las llamadas de alerta que se le hicieron por parte del personal allegado a él y que han salido a la luz durante los últimos años. De nada a servido nunca, cuanto consejo se le haya dado, él actúa y dirige la isla de acuerdo a sus caprichos, los nefastos resultados son bien conocidos.
Nunca llegó a imaginar la magnitud del error que cometió en esos momentos, convirtiéndolo en mi modesta opinión, en uno de los errores políticos de mayor relevancia, en todos los años que lleva en el poder. El mundo se sorprendería al enterarse que en los terrenos de una embajada, situada en el paraíso de los comunistas de este continente, entrarían en pocas horas, más de diez mil cubanos. Aquella crisis no fue mayor porque volvieron a instalar el servicio de vigilancia, no solo en la sede diplomática, en toda la barriada cercana, donde posteriormente eran arrestadas personas que llegaron tarde desde las provincias del interior del país.
La prensa oficialista en sus inicios, no daba la cantidad exacta de refugiados dentro de la misión, los cubanos solo teníamos dos opciones, le creíamos a las informaciones dadas por el gobierno o a la ofrecida por la radio americana, en mi caso muy particular, siempre me incliné por la segunda.
Internacionalmente provocó grandes problemas, aquellas personas se hacinaban dentro de los pocos terrenos de la embajada y la ayuda que se estaba ofreciendo por parte del Estado cubano, era ofrecida de una manera, donde los más desvalidos no alcanzaban a ella. Independiente de que se hayan metido algunos delincuentes en esa sede, estoy convencido, de que la mayor parte de las cosas que sucedieron, fueron realizadas por elementos provocadores al servicio del gobierno, una página similar ocurrió en la base americana de Panamá catorce años más tarde, con la muerte de un marine americano, no creo que una persona en busca de refugio y libertad, ponga en juego parte de los logros obtenidos, como lo hicieron en ambas oportunidades.
Conmigo trabajaba un antiguo amigo de la marina, había entrado hacía varias semanas antes de esos acontecimientos a la microbrigada, en busca de una vivienda, su hijo se había casado y las cosas se le complicaron en el reducido apartamento donde vivía. Yo me encontraba de Jefe de Obras y al ver que el hombre se había pasado tres días sin ir a trabajar, decidí visitarlo, para saber de él.
En el pasillo de aquello que era casi un solar y sentados en destartaladas sillas, Ernesto me confirmó que no tenía sentido regresar a la Micro porque su hijo y la esposa se habían metido en la Embajada del Perú. En semejante problema lo enrolaría el hijo en esos momentos, ya que Ernesto era militante del Partido. Yo conocía al muchacho desde que era muy pequeño, en esos momentos era operador de una grúa de la construcción, siempre fue algo inquieto, pero no se podía negar que era buen trabajador. Se estaban realizando negociaciones, para que las personas salieran de aquel recinto con un salvoconducto, comentando entre ambos, ninguno de los dos creíamos en la buena fe del gobierno y en algo si me dejó muy convencido Ernesto, él no permitiría que le tocaran a su hijo.
A la semana siguiente volví por la casa y ya estaba el muchacho, quien me narró toda la amarga experiencia vivida en aquella trampa, su esposa, una linda jovencita, se encontraba en esos momentos en la casa de los padres, aquellos eran comunistas y le rompieron el salvoconducto, la separaron del marido y le esfumaron los deseos de abandonar el país, era casi una chiquilla sin valor ni voluntad para reclamar sus derechos. El hijo de Ernesto se mantuvo firme en su posición de abandonar la isla y el padre lo apoyaba.
Después de algunas negociaciones, varios países se ofrecieron para recibir a cubanos embarcados en esa aventura y se abre la puerta del "Mariel", la segunda salida masiva de cubanos hacia el exterior, que ocurría varios años después de la rotura del puente aéreo de Camarioca y del cual, quedaron muchos cubanos varados en la isla, cubanos que quedaron presos en granjas y se les privó de todos sus derechos por el solo hecho de solicitar la salida del país, gente con niveles de profesionales, a las que se ubicaron como barredores de calle, trabajadores de la agricultura, etc.
El caso de Ernesto fue uno de los que más sentí en esos tiempos, el hombre era un magnífico trabajador, además de ser militante del Partido, llegó a ser dirigente del sindicato en uno de los barcos de la flota donde estuvimos juntos, pero de nada le sirvió tener aquellos méritos, la vida le jugaría una mala pasada, tan mala, que me lo encontré en Miami y no ha podido olvidarla. Las leyes cubanas consideran al hombre mayor de edad a los 16 años, con esa edad se entra al Servicio Militar Obligatorio, puedes ir a una guerra y matar, para esos intereses de Estado, el cubano es un adulto, sin embargo, para salir del país y otros trámites formales, se considera la mayoría de edad a los 21 y esa fue la que aplicaron entonces. Ernesto se vio obligado a asistir al Círculo Social de las Fuerzas Armadas llamado Gerardo Abreu Fontán, para firmar su autorización de salida del hijo. A ambos lados de la entrada del mencionado centro habían dos hileras de delincuentes y gente sin escrúpulos protegidos por la policía, durante el trayecto hasta la entrada, a Ernesto le tiraron huevos, lo escupieron, trataron de romperle la ropa a su esposa quien fuera víctima también de aquellos atropellos, hasta que logró entrar y firmar.
Posteriormente fue expulsado del Partido y separado de la marina mercante a la que había dedicado parte de su vida, le ofrecieron la plaza de barrendero, luego trabajó en la fábrica de cigarros que está en la ave. de Rancho Boyeros y antes de que partiera a EU, se encontraba de carnicero en La Habana Vieja, aquél muchachito por el que firmara su condena, trabajó muy duro en Miami para sacar a su padre, madre y el hermano más pequeño.
Cada embarcación que llegaba de Miami en busca de familiares, era obligada a cargar pasajeros que eran desconocidos, la mayoría de ellos delincuentes que fueron sacados de las cárceles, otros que habían cumplido sus condenas y se encontraban en la calle, pero que obligaron a abandonar la isla, bajo la amenaza de volver a encerrarlos. Cuando limpió las cárceles, hizo la misma operación con los hospitales de enfermos mentales, entonces el envío era de gente loca. La gente aceptó llevarlos al territorio americano porque era la única manera de poder llevarse a sus familiares.
Inconforme con la salida de ovejas descarriadas de su rebaño, el Partido Comunista, la Juventud Comunista, el Sindicato progubernamental, los CDR (Comité de Defensa de la Revolución) y otros organismos que pertenecen al gobierno, organizaron y utilizaron a los delincuentes en turbas y realizaran lo que hasta hoy ha quedado constituido por el régimen, por la que muchas personas sienten miedo, los llamados "Actos de Repudio", que luego de la caída del bloque comunista instituyeron como; "Brigadas de Respuesta Rápida", que actúan bajo la protección de la policía y los servicios de inteligencia.
El propósito del embarque de los delincuentes, entre los que se encontraban asesinos con antecedentes de sangre, era desacreditar a toda esa masa de cubanos que escapaban de la dictadura, creo firmemente que logró parte de sus objetivos, porque a la llegada de esos seres a Miami, fueron rechazados por la comunidad allí existente, sin descontar, los actos delictivos cometidos por muchos de esos provocadores desde su llegada a tierras de libertad. Sin embargo, la gente de aquella generación de cubanos fueron absorbidas por la sociedad, a la que se integraron y forman parte de ella desde hace 40 años. Esos Marielitos tuvieron negada sus entradas a la isla hasta después de la década de los 90, posterior a la caída del bloque comunista y ante la necesidad de dólares, es que se autoriza la visita de ellos al país. Muchos de ellos que en Cuba vivieron precariamente, regresan ahora con dinero en el bolsillo y una vida estable a solo 90 millas de su lugar de origen, aquellos que un día los expulsaron, los que escupieron sus rostros y participaron en los detestables actos de repudio, continúan viviendo en una extrema pobreza, razones por las cuales, la comunidad cubana de Miami ha sido el centro de los ataques del régimen encabezado por el senil gobernante, que ha arruinado la isla. Nunca podrá reconocer la derrota que ha representado para el régimen, la estabilidad económica de esa comunidad de cubanos.
Sucedieron muchos hechos dignos de la vergüenza y el desprecio de cualquier persona civilizada, recuerdo, que en la marina mercante, muchas personas presentaron para largarse, los obligaban a realizar trámites que nada tenían que ver con la salida del país, eran trampas tendidas y en las que todos tenían que caer, allí los estarían esperando antiguos compañeros de trabajo, gente con las que un día te habías jugado la vida navegando, gente cobardes que gritaban a la orden de un Partido desmoralizado y corrupto, así me enteré, del acto de repudio que le hicieran a Orlando del Río, un Jefe de Máquinas muy querido por nosotros, creo que ya falleció, pero lo recuerdo con mucho cariño, fue un hombre muy simple. De la misma manera, le realizaron actos de repudio a muchos más, eran tiempos confusos, hubo mucho miedo y cobardía al mismo tiempo, ambas cosas no han desaparecido nunca de la mente de los cubanos, aquellas fueron las primeras lecciones.
Frente a la entrada de la Clínica Dependiente y estando a bordo de una guagua de la ruta 15, con dirección a Santos Suárez, pude ver como una turba de degenerados golpeaban a una anciana y a un muchacho que supongo haya sido su nieto, todo eso porque deseaban abandonar la isla solamente.
Uno de mis mejores amigos, era Oficial de uno de los Ferries que viajaban hasta Isla de Pinos, estando atracados en Nueva Gerona y próximo a salir para La Habana, vio como una turba traía a una mujer con toda la ropa destruida y los senos al aire, el cuerpo lleno de hematomas, rasguños, mordidas, etc., aquello lo marcó tanto, que posteriormente se convirtió en un ferviente opositor al régimen, ese hombre del que les hablo vive actualmente en Cuba y desde joven se había sumado a esa ola que envolvió a todo el mundo, en la misma que muchos navegamos en busca de un futuro.
En mi cuadra se fueron varios y el Comité no encontró quórum para realizar sus manifestaciones, de mi casa salió un cuñado, un trabajador que siempre había ayudado a su madre a mantener toda la familia, ese no era escoria como decía el gobierno, al lado de la casa vivía un muchacho que había cumplido una sentencia de un año por delitos menores, lo fueron a buscar de noche y se lo llevaron, nunca tuvo intenciones de abandonar la isla, pero a estas horas, debe estar aplaudiendo aquella decisión del gobierno de expulsarlo, en Miami rehizo su vida y construyó una familia, años más tarde regresó totalmente regenerado. En esa misma cuadra se marchó una Doctora, a ella la molestábamos cada vez que nuestros hijos se enfermaban, a cualquier hora ella estaba disponible para atendernos, la noche que fueron a buscarla ella se encontraba realizando la guardia del Comité de Defensa, luego nos enteramos, que obligaron a su familia a pagar miles de dólares por su carrera, cuando en realidad, ya ella lo había pagado con su servicio social, esa tampoco era escoria como quisieron pintarlo. Alipio era un vecino que tenía un carro del 49, era de origen guajiro, pues, nosotros le comprábamos viandas al hombre para nuestros hijos, la que el gobierno era incapaz de ofertarnos, pero no solo eso, en esa cuadra todos disfrutamos de la generosidad de Alipio, a cualquier hora que lo molestaras para ir a un hospital, allí estaba el hombre dispuesto, no te cobraba nada y esperaba hasta que terminaras. El día de la salida, la chivata del Comité trató en vano de movilizar personas para hacerle un acto de repudio, ningún vecino asistió, pero hubo algo más en el caso de Alipio; le comieron el cerebro al hijo para que no se marchara, el muchacho renunció a su salida, pero al pasar el tiempo, no encontraba como mantenerse, luego, algún cabrón se enamoró de su casa y le hicieron la vida amarga para que se largara, lo consiguieron.
En la cuadra más abajo vivió Carlitos, un agente de la policía que presentó la salida para abandonar el país, esa era la gente que les dolía al gobierno, con ellos se ensañaban de verdad, nadie se enteraba de la salida de un delincuente, generalmente lo sacaban de madrugada, pero en el caso de los profesionales, contra ellos se descargó todo el odio del sistema, en fin, en mi opinión; la mayor parte de la escoria que abandonó la isla, fueron todos aquellos mandados por el gobierno. Relatos de abusos indiscriminados, son parte del testimonio de muchos cubanos, es una verdadera lástima que se pierda la memoria.
Del Mariel han pasado 40 años, todos hemos envejecido, menos el régimen que se mantiene intacto, la prensa cubana trató por todos los medios de ocultar siempre la cantidad exacta de cubanos que abandonaban la isla, solo al final de esa terrible campaña, coincidieron con las cifras dadas por los americanos, de aquel fracaso el régimen aprendió algo muy importante, tenía un arma en las manos con las cuales poder chantajear a cualquier Presidente americano, un éxodo como aquel se repitió en el 94, pero no con embarcaciones que salieron desde Miami, ahora serían en rústicas y débiles balsas, que en muchas oportunidades no llegaron, ante las narices de policías y agentes del gobierno salieron cientos de Eliancitos, para ellos no hubo reclamaciones ni marchas, se olvidaron que eran cubanos y niños, solo fueron unas víctimas de las manipulaciones políticas de un tirano, esa válvula de escape la puede abrir cuando quiera y nuevamente se lanzarán al agua otros miles de cubanos que caerán en sus trampas, no bastan veinte mil visas al año para satisfacer a los que se sienten inconformes, ya sumamos dos millones, ¿cuántos más se sumarán?